Congreso Escuela 2.0 (II)

Con el Ministro

Rafael García, Jefe de Servicio de Innovación Educativa, Ángel Gabilondo, Ministro de Educación, Antonio Escámez, Delegado Provincial de Educación, Maribel Del Río, profesora, Massimo Pennesi, profesor. (Foto: F. Muñoz)

Es muy probable que al oír hablar del Proyecto Escuela 2.0 lo primero que nos venga a la mente sean los ordenadores ultraportátiles que reciben los alumnos y alumnas de ciertos niveles educativos para utilizarlos en sus estudios, tanto en el aula como en casa. Eso tiene su lógica, pues mientras por un lado es la partida que más inversión económica ha necesitado, por el otro es lo único visible y tangible por el alumnado y sus familias. En otras palabras: es lo más vistoso. Pero, ¿es realmente lo más importante?

Por mi parte estoy convencido de que esa máquina es necesaria, pero su importancia no es intrínseca, sino que está estrechamente vinculada a su capacidad de convertirse en una ventana al mundo. Sin embargo, para eso también tiene que estar presente algo menos visible y tangible que el ordenador en sí, pero igualmente o aún más importante que éste: una  buena  conexión a Internet. Mientras no se dote a los centros educativos del ancho de banda y de la cobertura Wi-Fi necesarios, no será posible aprovechar plenamente el esfuerzo económico de la compra de los ordenadores y se desperdiciará gran parte del potencial educativo de la web 2.0.

Mi contribución al Congreso Escuela 2.0, una comunicación titulada La web 2.0 en el aula, no tenía mayor pretensión que presentar mi experiencia en el uso educativo del ordenador y el gran salto de calidad que ha comportado la entrada de la web 2.0 en la escuela. Antes de ese momento el ordenador era una útil herramienta de trabajo para el profesor pero no era capaz de producir ningún cambio metodológico: en otras palabras, nos ayudaba en una parte de nuestro trabajo, la elaboración de ciertos materiales curriculares, pero en el fondo todo seguía igual: el rol del alumnado era pasivo. De hecho, el ordenador desconectado no nos permite la búsqueda de la información más allá de los límites de lo que esté guardado en el disco duro, ni nos facilita la comunicación y el trabajo colaborativo, sólo por poner un par de ejemplos.

Podríamos hacer una comparación entre el ordenador y el autobús que lleva a mis alumnos y alumnas al instituto todas las mañanas: sin bus no hay clase, y no se aprende nada, de acuerdo, pero ¿de qué serviría el transporte si al llegar encontraran el centro vacío y cerrado? El uso del ordenador no puede limitarse a mejorar la presentación de las tareas, indudablemente más limpias y atractivas que hechas a mano (hoy he ido a la escuela con el bus, llovía y no me he mojado), sino que hay que aprovechar la posibilidad de conseguir información, analizarla, filtrarla y reelaborarla para construir nuevo conocimiento (hoy he ido a la escuela con el bus, llovía, no me he mojado y, una vez allí, he trabajado y aprendido mucho).

En ese contexto se movía mi intervención, con la intención de mostrar el potencial educativo del ordenador conectado a la web 2.0. La parte central de la charla consistió en la descripción de educacionmusical.es y, sobre todo, de la experiencia educativa que  este sitio web representa, destacando de manera especial el trabajo realizado por el alumnado, tareas que integran varios ámbitos curriculares y que estimulan el desarrollo de casi todas las competencias básicas. La exposición estuvo acompañada por la siguiente presentación.

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