6 Mejoras idealistas para una FLAUTA absolutamente PERFECTA

En el baúl de los recuerdos (o más bien en el desorden habitual de los finales de curso), me he encontrado con un fragmento de un trabajo que hice en 5º de profesional. No sé qué me pediría exactamente que redactara mi profesor (que era una persona estupenda y cabal) pero yo me lancé a poner en las conclusiones una lista de deseos para que la flauta se convirtiera en un instrumento absolutamente perfecto. 
Y lo mejor… ¡es que todavía no se han cumplido muchas de ellas!
Así que maravillosas mentes pensantes… ¿queréis hacer felices a los flautistas? Pues os lanzo estas locas ideas a ver si alguien puede cumplir alguna… 

  1. Limpieza por inmersión en el lavabo

    La primera de mis peticiones tenía relación con que la flauta se pudiera lavar sin necesidad de tener que desmontar todo el mecanismo, cambiar las zapatillas, montarla, reajustarla, engrasarla…
    Aunque ha habido experimentos en ese sentido, de momento todavía hay problemas por solucionar: zapatillas impermeables totalmente ajustables e imperecederas, aceite al que se le quita el polvo con el agua pero sigue engrasando el mecanismo y un largo etcétera. 

    Aunque si esto no es posible, nos conformamos con tener una flauta con un metal en el que no se queden las huellas dactilares marcadas. ¡Casi ná!

2.  Compensador de afinación

La segunda idea tenía que ver con la afinación y no sólo con que todos los instrumentos tuvieran todas las notas en su sitio a pesar de que nosotros sopláramos en Cuenca... si no que además vinieran con el desarrollo auditivo incorporado de serie. Así, si estás tocando con otros instrumentos se encenderían unas luces intermitentes cuando hubiera problemillas de ajuste (rojas si estás bajo y amarillas si estás alto). Por supuesto, la flauta te daría 5 segundos para que lo solucionaras tú antes de activarse, al igual que existen coches que encienden de forma automática las luces cuando “notan” que el sol está desapareciendo. 

Pensaréis que el problema es que nosotros no vemos la flauta mientras tocamos, pero las luces estarían incorporadas a la cabeza y si el resultado sonoro es terrible y no lo oímos, habría un sistema de seguridad en forma de calambrazo amoroso.

3.  Autotune

La tercera petición era que en verano las flautas tuvieran la capacidad de autorefrigerarse. Así conseguiríamos que la afinación no se acercara a 450Hz.
Y este sistema también nos beneficiaría para tocar sin que se deslizaran la embocadura o los dedos, aunque ya no habría lugar a los divertidos resbalones que hacen que el corazón te de un vuelco mientras tocas un solo. 

 

 

 

 

 

4.  Camaleones

El cuarto de los deseos alocados era que la flauta se mimetizara con el momento personal que estás sintiendo mientras tocas, con la misma calidad en el sonido de siempre.

Cuando se va a pintar una pared, se suele estudiar el color que se le va a poner dependiendo de cuál vaya a ser su uso. Así, la paleta de colores (fríos o cálidos) ayuda a potenciar el ambiente deseado. Pues en nuestra flauta sucedería algo parecido a lo que les pasa a los camaleones. El instrumento cambiaría de tonalidad al sentir los distintos estados de ánimo (o el que querrías transmitir) y así, ayudaría a comunicar los sentimientos y sensaciones de la obras también de manera visual
Aunque esto tendría algo de peligro si alguien se sube al escenario lleno de nervios. Habría que encontrar un sistema de seguridad o trabajar mucho en el tema de la ansiedad y miedo escénico (como por ejemplo con las fichas prepost) para que la flauta no se perdiera entre todas las emociones que percibe.

 

 

 

 

 

5.  Operación bikini 

La cuarta de las mejoras que deseaba para la flauta es que pesara unos dos o tres gramos para no ocasionar lesiones de sobrecarga, contracturas y tendinitis.
Que si… que muchos pensáis que la flauta no pesa nada y que somos muy afortunados de poder trasladar el flautín en el bolsillo, pero cuando llego a la fisioterapeuta… ¡me machaca como si fuera tubista!

6.  Cambiando el mundo
  • También estaría bien que tuvieran algún tipo de aparato que hiciera que el aire que solemos desperdiciar por la forma de nuestra embocadura se volviera a reutilizar de acuerdo con las normas europeas de reciclaje.
  • Si seguimos soñando, los instrumentos serían baratísimos porque por fin se descubre la fórmula para que no se tenga que explotar a nadie y además la materia prima es el aire contaminado.
  • Y ya que pedimos, metemos a los políticos y legisladores en el saco. Sería bonito que el estudio instrumental estuviera incluido dentro del programa escolar de primaria pudiendo continuarlo en secundaria, (o bien optando en este último ciclo a cambiar a la cuerda). 

El próximo año, probaré a pedir este tipo de trabajos en el algún momento del curso… ¡A ver con que me sorprenden!

Y a vosotr@s, ¿qué se os ha ocurrido?

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