9 formas de pensar y actuar que te ayudarán en tu carrera musical

Hoy traducimos este artículo de The Strad, con unos fantásticos consejos que no os podéis perder. Aprende a pensar y actuar como un músico de éxito.

Carole Talbot-Honeck estudió su Máster en la Universidad de Ottawa centrándose en los requisitos psicológicos para un rendimiento musical óptimo. Así describe una serie de actitudes deportivas, que pueden ser de igual valor para un músico.

1. El amor por tu profesión

Mi tutor en la tesis lo llamó simplemente “disfrute”. Los músicos tienen que saber que el amor por la música es lo que los hizo empezar en un principio, a veces necesitan recordar esto. En su mayoría, los músicos de élite cuentan que tras muchos años en una larga carrera, su amor por la música y el disfrute que reciben al tocar han crecido junto con su nivel de habilidad y experiencia. Así es como debe ser, pero a veces, los problemas físicos o mentales pueden conducir a una pérdida de disfrute. Es necesario abordarlos y rectificarlos para restablecer el equilibrio.

2. El compromiso

Una vez que una persona decide hacer de la música su carrera, debe comprometerse a desarrollar su pleno potencial y realizar la inversión de tiempo y energía que sea necesaria para lograr sus objetivos. Esto es perfeccionismo en el sentido más positivo de la palabra: la historia interminable de tomar un concierto por enésima vez y encontrar nuevas ideas o una nueva inspiración para hacer que suene emocionante o fresco.

3. Autoestima

Los músicos deben creer en la dignidad de su búsqueda y en su capacidad para lograrla. La autoestima es la segunda palabra más mal entendida o mal utilizada en el diccionario de aptitud mental (después de pensar positivamente). Prefiero la palabra alemana Selbstbewusstsein o auto-conciencia, y mantener que nunca se puede tener demasiado de ella. Como David Finckel escribe en su artículo (10 hábitos de músicos exitosos), sé tú mismo … La confianza en sí mismo crece de saber lo que puedes y lo que no puedes hacer y, por supuesto, de aceptarte a ti mismo como la persona que eres, sin querer dejar de aprender o mejorar.

Tal auto-conciencia no tiene nada que ver con ser arrogante o egoísta. Por el contrario, los músicos que confían en su propia capacidad dan fácilmente a otros (es decir, como profesores y/o mentores). Nunca sienten la necesidad de compararse a los demás. Un sano sentido de sí mismo debe ser de base amplia (diferentes roles, intereses, aficiones) y no supeditado a una actuación en particular. Mi frase mágica aquí es: “Yo soy lo que soy; ¡mucho más de lo que estoy haciendo ahora mismo!”

4. Objetivos idealistas y no materialistas

Los músicos tienen objetivos elevados. Sus aspiraciones se pueden dividir en tres categorías principales:

  • Auto-actualización y objetivos de desarrollo personal
  • Objetivos relacionados con la propia música (interpretar la música y hacer justicia al compositor)
  • Y finalmente, quieren comunicarse con la audiencia o expresarse a través de su música.

Cualquiera que sea la categoría (o categorías) que se aplique, las metas de rendimiento deben derivarse de estas expectativas si se quiere tener una vida de satisfacción.

Utilizo tres cualidades para describir lo que considero un rendimiento óptimo: creatividad, espontaneidad y flexibilidad. La creatividad es el proceso de tomar una pieza de música y hacerla tuya, de desarrollar una visión de lo que esta pieza significa para ti, lo que quieres expresar con ella. La espontaneidad es “creatividad del momento”, es inspiración o intuición y sólo es posible si se está bien preparado y se tiene confianza en sí mismo y en su preparación. Por último, la flexibilidad también está abierta a todo lo que viene “en el momento”, pero se relaciona más con las influencias externas (lo que mis colegas están haciendo, la sala, la acústica, la audiencia …)

5. Concentración

¡Nada de multi-tarea! El cerebro humano no está cableado para concentrarse en más de una cosa a la vez. Esto tiene implicaciones con respecto a la práctica eficiente y el estar concentrado. Irónicamente, la multi-tarea es una “habilidad” que no puede ser entrenada; Cuanto más lo haces, ¡peor funciona!

Central para la idea de autocontrol es la capacidad de concentrarse y concentrar la atención, evitando así las distracciones. Recientemente, en un seminario con estudiantes de la escuela de música, me sorprendió que la incapacidad para concentrarse había reemplazado al nerviosismo como su principal preocupación.

Algunos músicos prefieren auto-eliminar su autoestima por miedo a parecer arrogantes, pero estas dos expresiones no son opuestas. El altruismo es el objetivo principal en el que enfocarse durante una actuación, pero sólo una fuerte auto-concepción te permite olvidarte y concentrarte en la tarea que tienes entre manos.

6. Autocontrol

¡La fuerza de voluntad vuelve a estar de moda! Después de años de abandono, se considera de nuevo una habilidad muy importante. Evito llamarla un rasgo de carácter porque la investigación muestra que la gente puede ser muy organizada y/o disciplinada en algunos aspectos de sus vidas y notoriamente complaciente en otros. Por ejemplo, muchos estudiantes universitarios estrenados ​​que se preparan para los exámenes finales usan calcetines sucios (véase Baumeister y Tierney).

El hecho es que probablemente no tienen elección. Piensa en la fuerza de voluntad como una cantidad finita: no importa cuán diferentes o no relacionadas sean las demandas que te haces a ti mismo (concentración, paciencia, control de la conducta, etc), sólo tienes un frasco de fuerza de voluntad a tu disposición. Cuando el frasco está vacío, te has quedado sin él y sólo la reposición (nutrición, descanso) te permitirá abordar el siguiente desafío.

7. Perspectiva adecuada

Definir la perspectiva apropiada en unas pocas líneas cortas no es fácil. Perspectiva adecuada significa estar abierto; siempre buscando oportunidades para crecer. Significa mantener la vista más allá, no quedar atrapados en pequeños detalles.

Y ahí lo tienes, la actitud o habilidad mental más incomprendida y mal utilizada: pensar positivo. Los pensadores positivos pueden vivir hasta siete años y medio según un estudio longitudinal de miles de enfermeras suecas. No se enferman con tanta frecuencia y sanan más rápido cuando lo hacen. Todo esto no tiene nada que ver con ser irreal o engañarse. Significa acercarse a problemas y/o contratiempos en un estado de ánimo de búsqueda de soluciones. Significa asumir el control, lo que nos lleva al siguiente aspecto de la perspectiva apropiada: sentarse en el asiento del conductor.

Los músicos exitosos no quieren sentirse víctimas ni quieren ser vistos de esa manera por otros. Los retrocesos están ahí para ser analizados y comprendidos. Las soluciones pueden ser incorporadas en su plan de preparación. Lo que está más allá de su control pertenece a la categoría de “oh, qué diablos”, para relacionarse y reírse después.

Por último, mantener las cosas en perspectiva significa divertirse. Recuerda, se trata de amar la música y hacer música y estar agradecido de que puedes ganarte una buena vida haciendo lo que te gusta.

8. Salud y estado físico

Cuando los músicos preguntan por qué deben entrenar físicamente y cuidar su cuerpo, yo respondo,”¿Por qué no? Tú eres un ser humano también, ¿no?” Puedes leer todos los días sobre la necesidad de hacer algo por tu salud. Los músicos (en oposición a la mayoría de los atletas de élite) pertenecen a la gente afortunada que puede disfrutar de muchos años de hacer música, siempre y cuando su salud mental y física lo permitan. Además, tu cuerpo es tu instrumento. Si te tomas en serio su cuidado, si entrenas eficientemente y le das lo que necesita funcionar, estará ahí para ti. Ser capaz de confiar en tu instrumento es el factor más importante en el trato con el miedo escénico.

9. Análisis

Un conocido director solía decir: “Si eliges leer y creer las buenas críticas, ¡entonces debes creer también las maloa!” El feedback viene de muchas formas, y los músicos tienen que saber cómo lidiar con ello. Tienen que analizar su propio rendimiento (manteniendo una buena perspectiva), dar sentido a lo que otras personas están diciendo, incorporar cualquier cosa útil en su plan de preparación, y a continuación, olvidar esa actuación y poner sus miras en la siguiente.

 

La tesis de Carole Talbot-Honeck “he Essence of Excellence; Mental Skills of Top Classical Musicians” fue publicada en The Journal of Excellence, vol. 1 Nr. 1, mayo de 1998.

Ha impartido seminarios “Fit to Play” en la Academia de Audición VENIA, como parte del programa de audición de VENIA (incluyendo orquesta) y de preparación de actuaciones para instrumentistas y cantantes. VENIA cree que los músicos son personalidades individuales, capaces de alcanzar sus metas, y mejorar la presencia en el escenario y el desempeño combinando habilidades musicales, mentales y físicas.

Traducido de la publicación The Strad

Enlace al original: https://www.thestrad.com/9-ways-for-musicians-to-think-like-top-athletes/195.article

Autor: Carole Talbot-Honeck

Fecha: 20 Marzo 2017

Título original: 9 ways for musicians to think like top athletes

 

 

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Criticar y ser criticado

En un mundo en el que se nos enseña a competir y además es tan marcadamente individualista, la crítica juega un papel principal. La crítica forma parte de cualquier aprendizaje, y gracias a ella conseguimos ver nuestros errores y avanzar. Sin embargo, puede convertirse en un arma de doble filo, dañar nuestra autoestima o hacernos mezquinos.

La crítica: qué es y para qué sirve

Aunque la palabra crítica pueda tener connotaciones negativas, no hay aprendizaje sin ella. Todos necesitamos que alguien de fuera nos haga ver lo que nosotros desde dentro no apreciamos para poder avanzar. Es una forma de conocer la perspectiva de otros sobre nuestro trabajo, con el único fin de hacernos mejorar. Sin embargo, todos sabemos que las críticas no siempre se hacen con el fin de ayudar al otro en su aprendizaje, ni con las formas o el planteamiento correctos. De esta manera, podemos dividir las críticas en dos grandes grupos: constructivas o destructivas. Dentro de estos grupos seguro que podemos distinguir muchos matices, pero en general lo que diferencia unas de otras es la intención con la que se hacen.

Constructiva o destructiva

Una crítica constructiva tiene como característica principal que busca ayudar al otro y hacerle mejorar. La crítica constructiva se hace con respeto y con imparcialidad. Además de señalar los aspectos a mejorar, se dan soluciones a través de ella.

La crítica destructiva, por el contrario, es el juicio por el juicio, sin intención alguna de hacer mejorar al que la recibe. Puede ser incluso ofensiva, o hacerse con la intención de ofender.

Hablar mal de los demás… Hasta ahora nos hemos referido a la crítica que le hacemos a los demás “a la cara”. Sin embargo, dentro de la crítica destructiva, quizás sea más común la crítica “por la espalda”. Y aunque le solemos llamar crítica, no es más que un juicio. Este tipo de juicios no tienen ningún resultado positivo, ni para el que lo hace ni para el que es objeto del juicio. Piénsalo. ¿Qué te aporta a ti o a los demás decir lo mal que ha tocado alguien en el concierto? ¿O que la plaza que ha conseguido la tiene de manera injusta? Si crees que alguien tiene que mejorar, dile qué y dile cómo para ayudarle; si crees que hay una situación injusta, denúnciala; pero hablar de ello con terceros no te reportará nada.
Por qué lo hacemos… Depende de la persona y de la situación, pero por lo general, es un mecanismo para hacernos valer frente a otros, remarcando lo que ellos hacen mal (y por contra, nosotros hacemos bien). También es propio de personas que buscan reafirmar su autoestima de ese modo frente a los demás.

Crítica y autoestima

La autoestima se basa en tres pilares:

  • Pensamiento
  • Sentimientos
  • Comportamiento

Cuando pensamos sobre nosotros mismos, nuestra manera de ser, nuestra carrera, nuestro físico, nuestras aptitudes… Creamos una imagen que nos hace sentirnos bien o mal con nosotros mismos, y actuamos en consecuencia. Por ejemplo, si pienso que soy un mal músico, me sentiré mal, y tocaré mal.

Las críticas, ya sean constructivas o no, pueden hacernos sentir vulnerables o molestarnos. No todos tienen la misma capacidad de aceptar que le digan qué cosas está haciendo mal, aunque se haga con buena intención. Frente a una crítica, debemos seguir estos pasos:

  • No tomar nada por el lado de lo personal: Según este artículo de El Mundo, “tendemos a proyectar nuestra falta de confianza personal en las palabras de los demás. Cuanto más daño nos hace una crítica, más probable es que haya tocado un punto sensible que, incluso inconscientemente, sabemos que no es precisamente nuestro fuerte. En ocasiones, nos tomamos lo que es un comentario constructivo como algo destructivo, por lo que debemos conocer nuestras limitaciones para entender qué es aquello que nos pueden reprochar con razón.”
  • Analizar la crítica: ¿Nos está aportando algo positivo? ¿Es una afirmación despectiva o realmente está señalando nuestros errores de manera objetiva? ¿Está proponiéndonos alguna solución?
  • Si es constructiva y nos puede ayudar, debemos tomar de ella todo lo que nos sirva. Si no tiene ningún contenido o fundamente, la debemos desechar tan rápido como podamos, y olvidarnos de ella para que no afecte a nuestra autoestima.
Miedo escénico y miedo a la crítica

Uno de nuestros temores a la hora de actuar en público está relacionados con la crítica o lo que los demás puedan pensar de nosotros como profesionales. Estos temores suelen desembocar en un miedo escénico difícil de controlar.

Subirse a un escenario implica exponerse a la opinión de los demás. Sin embargo, no debemos temer estas opiniones. Todos podemos cometer fallos en una actuación, o encontrarnos en un momento de nuestra carrera más o menos pleno. Lo cierto es que, cuando uno se sube a un escenario no lo hace para ser juzgado, sino para entretener al público con su actuación. Lo que unos u otros puedan pensar o decir no debe afectarnos, siempre que no podamos aprender nada bueno de ello.

Por otro lado, es posible que tengas miedo a la crítica porque no quieres aceptar tus fallos. O quizás porque otras veces has tomado parte en críticas no muy constructivas, y temes que te hagan lo mismo. Sé consecuente con el trabajo que realizas y respetuoso con el que realizan los demás, y no tendrás de qué asustarte.

Criticar bien

Para hacer una buena crítica a un compañero o alumno, hay que tener presentes los siguientes puntos:

  • ¿Qué está haciendo mal y cómo lo puede mejorar?
  • Háblale con aprecio y respeto. Debes conseguir que la otra persona entienda que le estás criticando por su bien, no para ensañarte con él. El lenguaje es importante.
  • Céntrate en acciones, no personifiques. No es lo mismo decir “No tienes oído” que decir “Esa nota estaba desafinada”. En la primera, nos referimos a la persona. En la segunda, a sus acciones.
  • Usa un tono adecuado y dilo en el momento adecuado. Cuando criticamos o corregimos a alguien no debemos ser prepotentes. Tampoco debemos corregir todo en todo momento, podemos agobiar al otro, cuando en realidad él sólo probablemente pueda darse cuenta de muchos de los errores que estamos señalando.

Si tu crítica no va destinada a ayudar al criticado, déjala pasar, porque no aportarás nada a los demás ni a ti mismo.

 

 

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Cómo enfrentar las decepciones profesionales

En un mundo tan competitivo como el de la música clásica, todos tenemos una carrera repleta de momentos buenos y momentos no tan buenos. Hay situaciones en las que podemos sentir que hemos fallado, que no hemos logrado nuestros objetivos o que estamos estancados. Todas estos factores pueden provocarnos sentimientos equivocados que nos llevan a cuestionarnos nuestra calidad profesional.

Es muy común en los músicos buscar la aprobación de su entorno o del público. Una profesión como esta no tiene sentido si no hay nadie al otro lado, escuchando y disfrutando de lo que hacemos. Sin embargo, es fácil caer en ese círculo en el que necesitamos tener éxito musical para sentirnos buenos músicos. Por ejemplo, tras una audición frustrada o un concierto que no ha ido demasiado bien, el músico suele sentirse abatido y se lleva al terreno personal una situación puntual que no tiene por qué definirlo. Este tipo de pensamiento es dañino, ya que sin darnos cuenta estamos depositando en otras personas algo muy valioso: nuestra autoestima. 

Frente a las decepciones profesionales hay una serie de patrones que se dan en las personas que se lo llevan al terreno personal y dañan de esta manera su autoestima:

  • Sobregeneralizar: Se trata de convertir un acontecimiento puntual en algo generalizado. Por ejemplo, no conseguir una plaza en “x” orquesta y pensar que no vales como músico.
  • Designación global: En lugar de describir el error o errores que cometemos, personalizamos estos errores en nosotros mismos. Por ejemplo, he desafinado en un momento puntual y pienso, “qué mal toco”.
  • Pensamiento polarizado: Muy propio de los músicos. Se trata de ver las cosas color blanco o negro, o toco bien o toco mal, o el concierto me salió bien, o me salió fatal.
  • Personalización: Tendemos a pensar que todo tiene que ver con nosotros y nos comparamos siempre de forma negativa con el resto. “Este toca mejor que yo” en lugar de “Que bien toca”.
  • Lectura de pensamiento: Presupones la opinión de los demás sobre ti, y la presupones negativa. Por ejemplo, tocar en un concierto y suponer que los demás piensen que lo has hecho mal sin que nadie te haya dado muestras de ello.

Lo que sucede cuando no nos enfrentamos de manera correcta a las decepciones es que entramos en una espiral de pensamiento negativo que nos crea una imagen distorsionada de nosotros mismos como profesionales de la música. ¿La solución? No hay atajos ni trucos, la solución está en uno mismo, en saberse valorar y relativizar las situaciones buenas y malas que se nos presenten.

  • Mantente positivo, siempre centrándote en lo que puedes aprender de cada buena y mala experiencia.
  • Deja el runrun de lado.  A veces tendemos a darle vueltas a pensamientos negativos que no nos ayuda en nada. Pensar en las decepciones no te hará mejor músico.
  • Olvídate de los demás, de su opinión, y de sus éxitos o fracasos.
  • Confía en ti. Puedes tener momentos malos, pero también buenos. Has trabajado y sigues trabajando duro, así que no te dejes vencer nunca por las situaciones o por las palabras de otros.

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Gerber aplicado al mundo de la educación musical

Recientemente he leído la publicación del reputado pedagogo Richard Gerber: "Crear hoy la escuela del mañana. La educación  el futuro de nuestros hijos" de la Colección biblioteca innovación educativa de la Editoria SM

Suelo subrayar los párrafos de los libros que leo, en este caso decidí no subrayarlo porque tendría que rayar todo el libro. Las reflexiones que en él aparecen así como su experiencia como maestro y director de la escuela de Grange son oro tanto para pedagogos como para padres que se plantean si la educación que reciben sus hijos les prepara para el futuro. Un futuro incierto, en el que el cambio es la norma de la realidad que vivimos.

Opino como el señor Gerber, que la educación debe preparar a nuestros alumnos para enfrentarse con la realidad que hay detrás de las aulas así como ayudarles a descubir sus talentos, aquello que les apasiona y que les va a hacer felices el día de mañana.

Si en la enseñanza primaria esto es un reto importante, en la educación musical, opino que debe hacerse un inmenso esfuerzo, no podemos dar por hecho que lo que nosotros enseñamos es más importante que los propios intereses de los alumnos. Considero fundamental en la enseñanza del canto en particular entroncar los contenidos con los gustos de los alumnos para que el aprendizaje adquiera una dimensión realmente viva y motivadora. Un profesor de canto no debe imponer las obras, debe saber, desde el punto de vista técnico, si el alumno puede afrontar las obras, es decir que sea adecuada para su desarrollo vocal.

El inmovilismo de los centros impide en muchas ocasiones este simple criterio, en primer lugar porque en la mayoría de los centros de educación musical reglados no se contempla la posibilidad de estudiar música moderna y aquel estudiante que quiera acceder al sistema público de educación musical tiene que pasar por la música clásica si o si. Y esto dificulta un factor importante, el sentido de pertenencia al centro. Conozco a pocos estudiantes de música que cuando terminan sus estudios digan "Estoy feliz y orgulloso de haber estudiado en este conservatorio", es más diría que sucede todo lo contrario... más bien piensan "menos mal que he terminado, no quiero saber nada más de esto"

Me ha encantado la postura de Gerber de centrar el proceso educativo en el fortalecimiento de la autoestima de los estudiantes, es decir, hacer que se den cuenta de todo aquello que pueden hacer. Retar a los alumnos es importante pero en muchas ocasiones me encuentro que hay docentes que plantean retos prácticamente imposibles. Los retos tienen que ser alacanzables en un tiempo determinado, sino la autoestima del alumno se irá a pique. Una buena autoestima hace que los alumnos adquieran el gusto por aprender, se fomente su curiosidad y crean en el proceso de aprendizaje.

Por último, me gustaría decir que el cambio en la educación esta más en manos de docentes, familias y alumnos que en una ley impuesta. No podemos ceder ese poder de transformación de la eduación y debemos asumir la responsabilidad que tenemos encomendada para que los alumnos, que serán los músicos del mañana no sientan que está todo por hacer.