Lucidez momentánea en los Grammy



En los premios Grammy a veces aparece la lucidez, aunque nunca exenta de ciertos intereses comerciales. Han otorgado el premio al artista revelación a... ¿Justin Bieber?... No, a Esperanza Spalding, excelente contrabajista y cantante de jazz. Las comparaciones son odiosas. La formación y la categoría musical de uno y de la otra están a años luz.

Parecía cantado que el grammy acabaría en las manos de Justin Bieber, aclamado por las jovencitas y bañado en dólares. Sería su consagración en el mundo musical. Sólo le faltaba el premio, después de su fulgurante ascenso al olimpo de los ricos y famosos músicos para adolescentes.

Menos mal que a veces se hace justicia. Esta es una de esas ocasiones.

En todo caso, Esperanza Spalding no deja de ser una jovencita atractiva y nada purista (su música de jazz coquetea con el africanismo y la música clásica a veces). Su imagen fresca y joven da alas a su música para adentrarse en el proceloso mundo de las ventas multimillonarias, del merchandising musical.

Estos jovenzuelos vienen pisando fuerte (recordemos a Jamie Cullum, "l'enfant terrible" del jazz: un pianista de jazz y cantante con voz de crooner con la imagen rebelde de todo ídolo musical juvenil que se precie).

A todo esto se suma la dificultad y originalidad de tocar el contrabajo y cantar a la vez, algo nada frecuente en una jazz-band.

En fin, todo un descubrimiento para la industria musical y otro perfil interesante para atraer a nuestros alumnos hacia el jazz.


Lucidez momentánea en los Grammy



En los premios Grammy a veces aparece la lucidez, aunque nunca exenta de ciertos intereses comerciales. Han otorgado el premio al artista revelación a... ¿Justin Bieber?... No, a Esperanza Spalding, excelente contrabajista y cantante de jazz. Las comparaciones son odiosas. La formación y la categoría musical de uno y de la otra están a años luz.

Parecía cantado que el grammy acabaría en las manos de Justin Bieber, aclamado por las jovencitas y bañado en dólares. Sería su consagración en el mundo musical. Sólo le faltaba el premio, después de su fulgurante ascenso al olimpo de los ricos y famosos músicos para adolescentes.

Menos mal que a veces se hace justicia. Esta es una de esas ocasiones.

En todo caso, Esperanza Spalding no deja de ser una jovencita atractiva y nada purista (su música de jazz coquetea con el africanismo y la música clásica a veces). Su imagen fresca y joven da alas a su música para adentrarse en el proceloso mundo de las ventas multimillonarias, del merchandising musical.

Estos jovenzuelos vienen pisando fuerte (recordemos a Jamie Cullum, "l'enfant terrible" del jazz: un pianista de jazz y cantante con voz de crooner con la imagen rebelde de todo ídolo musical juvenil que se precie).

A todo esto se suma la dificultad y originalidad de tocar el contrabajo y cantar a la vez, algo nada frecuente en una jazz-band.

En fin, todo un descubrimiento para la industria musical y otro perfil interesante para atraer a nuestros alumnos hacia el jazz.