Vídeo – Las redes sociales para acceder al público joven

Este año he dedicado parte de mi tiempo a un trabajo enmarcado en el Máster de Investigación en Ciencias Sociales de la Universidad de Extremadura. Durante este tiempo he investigado cómo las redes sociales pueden usarse como instrumento para llegar a nuevas generaciones de público más joven. Pronto escribiré un post basado en mis hallazgos, que creo que pueden aplicarse a cualquier institución cultural.

Mientras tanto, os dejo la presentación que realicé de este trabajo el pasado viernes. Lamento que la calidad de la imagen no sea la idónea, pero espero que disfrutéis del contenido.

Si tenéis poco tiempo y queréis ir al grano, también podéis ver este vídeo en el que he recopilado las conclusiones de mi trabajo.

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¿Dónde está mi público?

Mucho se ha hablado de crisis en el mundo de la música clásica. Cada vez tenemos menos público, especialmente público joven. Esto no es algo para lo que haya que hacer un estudio, salta a la vista de cualquier músico. El director Kent Nagano habla de ello en esta entrevista.

El público envejece y la educación falla

Como Nagano mismo dice, uno de los principales problemas es que el público al que le gusta la música clásica envejece. Y no hay nuevas generaciones que vengan a ocupar su lugar. Esto se traduce en desaparición de orquestas, radios dedicadas al mundo clásico, sellos discográficos y otras industrias relacionadas con la música. ¿Por qué este envejecimiento? ¿Dónde están los jóvenes que deberían sustituir a este público de toda la vida?

Lo cierto es que uno de los principales problemas de la música clásica es el desconocimiento sobre ella que tiene la mayoría de la gente. Este germen de desconocimiento se siembra en la escuela. Si cada vez se enseña menos música, si los niños y jóvenes no tienen contacto con ella desde pequeños, ¿cómo les va a interesar? Hoy en día, un chico de catorce años no sabría decirte si lo que tienes en la mano es un contrabajo o un violín muy grande. Nadie les enseña, ahora priman otras materias frente a la música. Es una cuestión práctica, las artes no tienen una utilidad económica, tienen otros beneficios. Pero lo que ahora prima no son esos beneficios culturales y personales, lo que importa es la economía.

A pesar de este desconocimiento, no hay quien, al ver un violinista tocando en la calle, no se detenga a escuchar maravillado. Se desconoce la música clásica, pero el gusto por ella está latente en muchos.

¿Cómo llamar la atención de ese posible público? El target y el público potencial

Para hablar sobre esto vamos a utilizar algunos conceptos muy usuales en la industria audiovisual (y también en el marketing): target y público potencial.

Cualquiera con cierto contacto con el mundo discográfico sabe que el público al que se dirige la industria de la música clásica sólo supone entre el 1% y el 2%. Esto es lo que se llama target o público objetivo, ese segmento de la población que gusta de la música clásica. Ahora mismo ese target es muy reducido, y con el envejecimiento del que hemos hablado, cada vez se reduce más y más.

Las atenciones de la industria, al margen de los problemas educacionales a los que se enfrenta, deben dirigirse hacia el público potencial. Ese otro segmento de la población que podría estar interesado en “consumir” música clásica.

Cuando una cadena de TV quiere ampliar el target de uno de sus programas o series, su estrategia principal es orientar el contenido a la familia. De esta manera, consigue sentar a la vez frente al televisor a toda la casa y aumenta su público en una misma franja horaria. Esta estrategia ha sido muy típica y continúa usándose todavía en la televisiones generalistas (las de toda la vida, con un tipo de programación variada o general).

Actualmente, tanto en la tv como en la radio, hay una tendencia a la segmentación del público, también una buena estrategia para aumentarlo y llegar a toda la población. Ahora encontramos programación especializada para jóvenes, mujeres, hombres, niños, adolescentes, e incluso segmentación por hobbies. ¿De qué manera podemos aplicar ambas estrategias a la música clásica para aumentar nuestro público?

La primera, apelar a la familia, es una estrategia que muchas orquestas están siguiendo ya. Se trata de programar conciertos didácticos, orientados a que los niños disfruten con sus padres de una experiencia diferente en el teatro. Estos conciertos también suelen programarse para colegios, con lo que además cumplimos la función de educar musicalmente. Cuando llega el fin de semana, los padres buscan planes para entretener a sus hijos, qué mejor que ofrecer una tarde de música clásica con un estilo cercano y divertido, y de esta manera captar nuevo público.

Con respecto a la segmentación del público, aquí es donde los músicos tenemos más que aprender. No hay que descuidar al público fiel, al de siempre, que conoce la música y busca programaciones complejas, que le supongan un desafío o le llamen la atención. Tenemos que poner nuestra mira en todos los segmentos de público a los que no llegamos, especialmente el sector joven. No basta con hacer pequeñas cosas, como librarse de protocolos al vestir, o usar las redes sociales. Hay que ser original y creativo, para eso somos artistas, y no megáfonos que reproducen la música sin más. Algunas orquestas ya han probado a hacer cosas diferentes, y con bastante éxito. Un ejemplo lo tenemos en la Queensland Symphony Orchestra. QSO programó una “Jornada a través del cosmos”, concierto durante el cual se tocaron obras de Holst y Messiaen mientras se reproducían en una pantalla gigante imágenes del universo. Todo ello narrado por el reconocido físico Brian Cox.

Al fin y al cabo, se trata de traer propuestas frescas para apelar a un público que está ahí, pero no se atreve a entrar al teatro porque piensa que sólo habrá gente mayor y bien vestida bostezando mientras la orquesta interpreta cualquier sinfonía.

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