Análisis 3. Mozart: Sinfonía nº 40 K550 en Sol m

Con el análisis de  algunos fragmentos de  la famosa Sinfonía nº  40 de Mozart  en Sol menor, nos sumamos hoy, 23 de Septiembre, a la gran cantidad de conciertos simultáneos que celebran las orquestas españolas  en las plazas públicas  a las 19.00 horas. Interpretando un  mismo programa (que incluye el primer movimiento de la citada Sinfonía) se culmina   una  jornada reivindicativa que  protesta por la subida del IVA y los recortes.

La Sinfonía  nº  40 en Sol menor Kv 550 de Mozart fue compuesta en verano de 1888 junto con la Sinfonías  39 y 41. De un total de 41 sinfonías, la nº 40  y la  nº 25, también en Sol menor, son las dos únicas obras  en modo menor que compuso el compositor  austriaco pera el género sinfónico.

Su orquestación tiene dos versiones: en la primera la  orquesta clásica, sin trompetas y timbales, está formada por   la sección de cuerda  con una flauta, dos oboes, dos fagotes y una trompa en Sib (Corno in B alto) y otra en Sol (Corno in G). En la segunda  versión Mozart reescribe la parte de oboes e incorpora dos clarinetes.

Su estructura en 4 movimientos sigue los convencionalismos típicos de su época:

El primer movimiento, contiene las características típicas de la  Forma sonata, con un desarrollo extenso basado en el motivo inicial  del tema principal que se combina con un pasaje de ritmo continuo de corcheas.

Su tema inicial se puede escuchar con todo tipo de detalles en el siguiente video.

El tema secundario contiene sutilezas orquestales en los cambios entre cuerdas y madera que dan un color único a una melodía de carácter cromático.  (b1).

El siguiente video muestra sus diseños y detalles más importantes.

El segundo movimiento (Andante), también con  Forma sonata, se inicia con una textura imitativa que, de agudo a grave, asciende en la sección de cuerdas, con ayuda de las trompas, tal como se observa en el siguiente video.

El tercer movimiento  es un Minueto que con sus típicas hemiolias que  genera juegos rítmicos que contrastan con la sencillez del Trio.

Con el cuarto movimiento, también en  Forma Sonata, se culmina y concluye toda la sinfonía.


Nace Musikawa Tales y nuestro primer cuento interactivo, “Andrea y el violín que lloraba” | Musikawa

Después de meses de trabajo, de dificultades técnicas, de idas y venidas… por fin podemos presentaros el proyecto que estábamos desarrollando.

Por el mes de octubre, se nos pasó por la cabeza el desarrollar cuentos infantiles para dispositivos táctiles y ordenador. Pensaréis que para qué si ya existen muchos. Y tenéis razón, pero no todos cumplían con nuestras necesidades. Cuentos con audio hay algunos, con actividades menos pero también, con juegos y pasatiempos, menos y totalmente bilingües accesibles con un sólo botón? Ni hablar de algún desarrollo que lo agrupara todo. Esa fue nuestra idea.

Nuestra pregunta inicial fue: ¿seremos capaces de hacer un cuento actual, donde se fomenten valores tan necesarios en la actualidad, de temática musical y donde tengan cabida actividades de comprensión lectora, de discriminación tímbrica y rítmica, con pasatiempos y “retos”, totalmente bilingüe, con música y locuciones…?

Así surge Musikawa Tales. Un grupo de amigos, docentes en su mayoría, en el que queremos, a través de la lectura desde edades tempranas, de los cuentos para niños, estimular su creatividad y su imaginación, hacer del cuento, y del aspecto lúdico del mismo, una excusa para el aprendizaje, para la adquisición de valores y del desarrollo cognitivo a través del arte y de la música.

En un principio, buscamos al escritor. Tenía mucho que contar y nos sorprendió con su historia. Hablo de nuestro amigo y compañero Luis Enrique Ibáñez. Siguió Joaquín, econ el desarrollo de la botonera del cuento y las distintas webs del proyecto (Facebook, por ejemplo).

Zoraida se encargó de la selección musical y comenzó con la grabación del cuento. Inma Calvillo empezó con el desarrollo de las distintas actividades, los pasatiempos y los “retos”. Miryam se agregó en Enero y la historia empezó a coger color. Y finalmente, Ada con la traducción y las voces en inglés. Éramos un equipo, somos un equipo.

Así nace, crece y se desarrolla “Andrea y el violín que lloraba”, nuestro primer cuento interactivo, pero paralelamente, también así nace Musikawa Tales.

Las distintas webs del proyecto:

TERESA BERGANZA en Voz y Salud: “Mucho estudio, mucho estudio…” [podcast] | Musikawa

Esta entrevista con Teresa Berganza se emitirá en dos partes, la primera hoy martes 9 de abril, y la segunda el próximo martes 16 de abril “Día Mundial de la Voz”.

Hoy hablamos con una de las cantantes más reconocida y respetada de toda  la historia de la Ópera.

La mejor mezzo-soprano española de todos los tiempos: Teresa Berganza.

“(…) Solamente una voz no sirve para nada. Hay que estudiar música para poder interpretar lo que cantamos como está escrito. Los cantantes tenemos que transmitir a través de la voz y de la palabra.

El estudio continuo, cuidarse muchísimo, saber qué repertorio se hace, comidas sanas… muchas horas de silencio y de estudio. Eso me servía para estar al cien por cien en el escenario.

Tener una vocación absoluta.

Siempre he respetado lo que ponía en la partitura.

Rossini me dio la técnica y Mozart me dio el estilo. Mozart para mí es para el compositor más genial que ha existido.

Comencé a estudiar con Lola Rodríguez Aragón: “Cuando pases Los Pirineos, harás una gran carrera”. Y así fue.

No hay más secreto que el trabajo, el amor y la pasión por la carrera que se hace (…)”

web oficial de TERESA BERGANZA.


VOZ Y SALUD se emite todos los martes a las 13:00 h. en EsRadio Albacete.

Dirige y presenta Ana Luisa Espinosa, soprano y musicólogo.

 ESCUCHAR PROGRAMAS ANTERIORES.

 

Recuerdos (ficticios) de Nannerl Mozart



Salzburgo, septiembre de 1829


Mi nombre es Maria Anna Mozart, aunque siempre me han conocido como Nannerl Mozart. Soy la hija del compositor Leopold Mozart, el del famoso tratado para violín. Y soy la hermana mayor del gran Wolfgang Amadeus Mozart, acaso el mejor músico que ha pisado nunca la faz de la tierra.

Presiento que ya no me queda mucho de vida. Tengo casi ochenta años, y desde hace unos pocos perdí la visión por completo. He pues de dictar estas palabras, pero aún toco el piano todos los días y aún tengo la cabeza en su sitio. Por ello puedo, debo y quiero corresponder la amable invitación que el periódico local acaba de hacerme: compartir algunos de los recuerdos que tengo de mi hermano.

Tiene gracia. Ya han pasado más años desde que se fue que los que pudo estar entre nosotros (apenas unos treinta y cinco). Sin él son tantos ya... ¡y con él fueron tan pocos! Además, en mi caso menos aún, pues las circunstancias de la vida nos separaron bastante antes de su muerte.

Descubrí la triste condición de sus últimos años leyendo su primera biografía, la del profesor Niemetschek. Y pude colaborar con la última publicada, la del recientemente fallecido Georg Nissen, que no fue otro que el segundo marido de Constanze, otrora mi cuñada. Ahora Mozart es ya un tesoro entre los melómanos: mi hermano es digno de biografías, con el tiempo habrá estatuas suyas por doquier... y hasta puede que algún día hagan obras de teatro basadas en su vida.

Qué lástima que no fuese tan mimado como ahora lo sería. ¿Miles y miles de personas en el funeral de Beethoven? ¡Quién sabe cuántas habría podido reunir Wolfgang, de sobrevivir solo algunos años más! Pero el compositor más admirado hoy, el ídolo del propio Beethoven, el autor de algunas de las partituras más bellas jamás escritas, murió sin embargo olvidado, en una tumba sin lápida que nadie será capaz de encontrar, acompañado tan solo de sus enterradores. Yo ni me enteré a tiempo de despedirme de él.

De todos es sabido por qué le abandonó la suerte. Después de trabajar en palacios, de tocar ante emperatrices y reyes, de ser adorado por el público... Mozart decidió ser más libre en lo musical, no componer para el gusto de la época sino atendiendo a su propia expresividad. Pero los tiempos aún no estaban para tanta libertad. En efecto, las últimas obras de Mozart fueron las de un revolucionario.

El problema es que nadie quería comprarle partituras tan extravagantes ni contratarle de la misma forma que antes. Los oídos de entonces no estaban preparados. Al final mi hermano murió endeudado y acabó enfermando de muerte siendo aún demasiado joven. Eso sí, con esa edad, compuso más obras que cualquier otro compositor el doble de viejo. Solo nos resta imaginar la de maravillas que nunca llegaron a salir de su pluma y que nunca podremos escuchar ya.

Pero vayámonos al principio, a su juventud. Desde muy pequeño mostró una capacidad asombrosa por la música. A los tres años comenzó a tocar el piano y otros instrumentos de teclado, a los cinco compuso su primera pieza, después aprendió a tocar el órgano, se volvió un gran cantante y un magnífico violinista y violista. A los doce años escribió su primera ópera y se mostró capaz de dirigir una orquesta. Fue, como podéis ver, un niño prodigio.

Mis amigos me recuerdan que yo también lo fui, y que podría haber llegado igual de lejos que él como compositora o como pianista. Francamente, lo dudo mucho, lo de Wolfgang es irrepetible. Pero, eso sí, confieso que sí que deseé dedicarme a la música con más ahínco del que me dejó esta sociedad.

Al principio, acompañé a mi hermano y a mi padre en sus viajes, y participaba como pianista en nuestros espectáculos. Eran un tanto circenses, todo hay que decirlo. Por más que quisiéramos interpretar la mejor de las músicas, lo único que quería la mayor parte del público era ver a esos dos chavales tocar de espaldas o con los ojos vendados.

Cuando cumplí los dieciocho años ya no estaba bien visto, como mujer, que me dedicase a la música profesionalmente. Ni como intérprete, ni mucho menos como compositora. Por ello me apartaron de los conciertos y de los viajes. Me habría encantado conocer Italia y sus músicas de primera mano, pero no pudo ser.


Capricho KV 395, dedicado por Mozart a su hermana Nannerl. Se trata de una pieza alucinante, sorprendentemente poco conocida. Un usuario de youtube, AcousticDude17, señala la modernidad de esta obra comparándola con Liszt.

En Roma, a propósito, ocurrió esa tan genial anécdota. Allí había una pieza polifónica que solo podía ser interpretada en la Capilla Sixtina, bajo los frescos de Miguel Ángel. La partitura, un Miserere de Allegri, permanecía guardada bajo llave y estaba prohibido hacer copias de ella. Pues bien, cuando Mozart la escuchó entonces sólo tenía catorce años la memorizó por completo y luego la escribió entera. Como si nada.

Cuando creció un poco más, Mozart trabajó para el arzobispo de Salzburgo, nuestra ciudad natal. Parecía un buen puesto, pero mi hermano se sentía allí como un esclavo. Al final, acabaron muy enemistados y el arzobispo le despidió, no sin antes intentar humillarlo: ordenó que se le expulsara de su palacio con una patada en el trasero. De cualquier manera, de esta época salieron obras estupendas.

Y así las cosas, aprovechó para hacer carrera en Viena, y pronto encontró su lugar cerca de la Corte, junto a José II. Si bien es verdad que el emperador se fijó más en otros compositores y que, aunque lo trató mejor que el arzobispo, nunca le otorgó toda la importancia que debió haberle dado.

Por entonces ya tenía veinticinco años. Sólo le quedaban, por tanto, diez. Pero... ¡qué diez años! Compuso óperas que seguirán representándose siempre, sinfonías increíbles, conciertos inolvidables. Además, como pianista se granjeó un éxito también más que notable. En realidad, su fuente de ingresos venía más de ahí que como compositor, aunque casi todo lo que interpretaba en público era suyo, todo hay que decirlo.

El último año de su vida, 1791, fue el más productivo musicalmente. Escribió sus tres últimas sinfonías, La Flauta Mágica y algunas piezas de piano increíbles. Además, entre otras maravillas, dejó inacabado su impresionante Réquiem. Completado más tarde por uno de sus discípulos, es una de las obras más trágicas y más misteriosas de mi hermano. Cuenta la leyenda que se lo encargó un personaje enmascarado que no quería dar a conocer su identidad. Mi hermano, ya enfermo y postrado en la cama, acabó creyendo, al parecer, que este venía del más allá y que estaba componiendo para sí mismo su propia misa de difuntos.

Como dije antes, es una verdadera pena imaginar qué más cosas podría haber compuesto de haber vivido algo más. Pero las que compuso ahí están, y estoy convencida de que las siguientes generaciones seguirán apreciando a mi hermano cada vez que las escuchen.

Crédito de la fotografía: Eusebius Johann Alphen (1741-1772), miniatura en marfil de los hermanos Mozart (fotografía libre de derechos tomada de Wikimedia Commons)


Niños prodigio en música | Musikawa

En multitud de ocasiones me he preguntado por las consecuencias de un niño con altas capacidades musicales. ¿Son un don, o más bien, un problema?

En los canales de video habituales, podemos encontrar multitud de ellos:

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Se repite a lo largo de la Historia de la Música: Mozart, Beethoven…

Pero, ¿cómo debe ser su atención, su educación? Habitualmente son discriminados, tienen problemas sociales, se burlan de ellos y no consiguen adaptarse. Un documental alemán, nos ayuda a comprenderlos:

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¿Estamos preparados para darles una formación adecuada? …