¿ Escuchar a Beethoven podría ser la respuesta a los males del mundo moderno ?

Me he decidido esta semana a traducir este artículo de la revista The Strad, una estupenda reflexión sobre el mundo moderno. ¿ Escuchar a Beethoven podría ser la respuesta ?. Habla sobre la actitud individualista y los sentimientos de ira y egocentrismo que reinan hoy en día, y del poder de la música en todo esto. Aquí os dejo la traducción:

La violonchelista de Fidelio Quartet, Rachel Atkinson, cree que la música clásica -y Beethoven en particular- tiene poderes curativos que nos pueden ayudar a todos a acceder a un estado de tranquilidad.

¿Se podría evitar Brexit, la elección de Trump, el deterioro de la salud mental de la población, el aumento del consumo ilícito de drogas y la adicción a los smartphones si más gente escuchara los cuartetos de Beethoven?

El mundo moderno y la ira

El mes pasado, mientras interpretaba en el escenario el movimiento lento del Cuarteto de Cuerdas de Beethoven op. 135, me distraje con el público. Había surgido un silencioso ronroneo entre el grupo, y un resplandor de silenciosa satisfacción y entrega flotaba en el aire. Me acordé de la famosa cita de William Congreve sobre la capacidad de la música de “amansar a las fieras”.

La ira está en todas partes. Aquí, en Australia, hemos experimentado un aumento de la política populista. Mucha parte de la población se siente enfadada y privada de sus derechos. Nuestro gobierno está tratando desesperadamente de abordar esto creando empleos, con gran costo para el medio ambiente. Hace poco me preguntaron: “¿Cuál es el vínculo entre el votante de Pauline Hanson (una simpatizante de Trump australiana) y su rechazo a las artes?”

Como violonchelista en un cuarteto, veo ese vínculo es claro. Los cuartetos de Beethoven articulan una infinita carta de colores emocionales. Cuando se expresa alegría, nuestra alma reconoce esa emoción y la obtenemos desde dentro. Cuando Beethoven crea arrepentimiento o anhelo, nos consuela y nos sanamos un poco. Él nos permite “investigar” los sentimientos más oscuros con el conocimiento de que son compartidos con las personas que han escuchado su música durante cientos de años. Nos sentamos en una sala de conciertos rodeada de gente que ha venido para experimentar el mismo consuelo. También nos sentimos parte de una comunidad, lo cual es una necesidad común.

Tecnología y comportamiento

Creo que la adoración constante de las pantallas nos está robando a muchos de nosotros un espacio para la reflexión. Cuando tenemos un momento de descanso, nos ponemos a hacer scroll en nuestra pantalla del móvil en busca de noticias, pero esto no nos traerá enriquecimiento o tranquilidad. Tengo que añadir que soy tan culpable como cualquiera cuando se trata de ver cuántos ‘me gusta’ tienen mis fotos en Facebook.

De interés:

La música es curativa

Me interesé en las propiedades curativas de la música clásica hace diez años cuando la Sinfónica de Melbourne se embarcó en un proyecto con Melbourne Assessment Prison, que tiene un gran programa de sustitución de opioides. Un puñado de músicos trabajaron con presos, componiendo piezas y actuando juntos. Cuando tocaba Bach a algunos presos, la intensidad de su belleza se magnificaba. Cuando un trabajador social preguntó a un preso cómo le hizo sentir mi Preludio de Bach, dijo: “Me hace querer cambiar”.

En respuesta a todo esto, mis colegas de la Sinfónica de Melbourne y de la Universidad de Monash tuvieron un momento de “es muss sein” (debe hacerse) y formaron el Cuarteto Fidelio para realizar el ciclo de Beethoven durante los próximos tres años, con dos conciertos al año. Creo que el viaje del ciclo del cuarteto de Beethoven es la última experiencia musical. Beethoven compuso varios cuartetos de cuerda a lo largo de su vida, haciendo de estos 16 trabajos un diario sincero de sus verdades íntimas.

Edward Dusinberre, del Cuarteto Takács, dice en su maravilloso libro Beethoven for a Later Age: “Nadie ha escrito nunca un grupo de trabajos que planteen tantas preguntas sobre la forma y el contenido emocional de un cuarteto de cuerdas, dando tantas respuestas diferentes”.

El sufrimiento de Beethoven y la catarsis

Es bien sabido que Beethoven sufrió mucho. Hay mucho escrito sobre la miseria de su salud, sus dolencias estomacales, su sordera y su salud mental. ¿Podría ser que escribió música con un conocimiento innato de cómo sanarse a sí mismo y a su público porque vivía con una angustia tan constante?

Para llamar la atención sobre las propiedades curativas de los cuartetos de Beethoven, el Melbourne Beethoven Quartet Cycle se da en colaboración con Crohn & Colitis Australia. Beethoven sufrió terriblemente por la colitis ulcerosa. Él creyó que su sordera era consecuencia de la enfermedad de su intestino, que alcanzaba a sus oídos.

Nuestro hijo menor fue diagnosticado con colitis ulcerosa cuando tenía 18 meses de edad. Su infancia estuvo marcada por estancias en el hospital y visitas a médicos. A veces, había mucha oscuridad y desesperación en nuestra casa. Ahora tiene 14 años y goza de una excelente salud gracias al gran trabajo de su médico. Toca el piano y acaba de empezar a trabajar en un trío de piano de Beethoven (op. 1 n. ° 1) en un conjunto escolar. Al escuchar por primera vez el trabajo, dijo “¡Me encanta! Es como si Beethoven escribiera esta pieza sólo para mí”.

Traducido de la publicación The Strad

Enlace al original: https://www.thestrad.com/could-listening-to-beethoven-be-the-answer-to-feelings-of-anger-and-isolation-in-the-modern-world/1696.article

Autor: Rachel Atkinson

Fecha: 30 Marzo 2017

Título original: Could listening to Beethoven be the answer to feelings of anger and isolation in the modern world?

 

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El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VII

¿Qué consejo darías a los que quieran trabajar en éste campo?
Dar consejos se me hace difícil. Yo diría solamente, adelante. Yo me formé como musicoteapeuta porque sentía que algo me faltaba, que no comunicaba con el alumno, nació de una necesidad mía, personal y que me surgía desde las tripas. Yo entiendo la educación como enseñanza, pero también aprendizaje. Y en ese ámbito, yo también aprendo. Yo me veía con una formación, la de maestro, que me permitía enseñar, pero que no me ayudaba con las respuestas emocionales que mi alumnado tenía día a día. No hablo de hacer el trabajo de un psicólogo, o de un orientador. Pero el día a día de los niños, tiene mucho de emocional, y yo, con mi formación, no cubría ese aspecto - no todo el mundo estará de acuerdo con esto, pero ésto es lo que yo sentía, ésta era mi necesidad. Me acerqué a la musicoterapia en busca de respuesta a esa necesidad mía, personal, de cubrir la parte emocional del niño. 

Tengo claro que un niño o niña que está sufriendo, aunque sea porque en el patio le han dicho algo que no le gusta, o ha sufrido un pequeño desazón, no va a responder académicamente. Lo emocional es fundamental. Ahora parece que ésta de moda. Trabajar las emociones. Pero cuando yo terminé la carrera en el 2001, este tema no estaba tan en boga. Incluso, muchos compañeros míos me decían que nosotros no éramos psicólogos. Por supuesto que yo no puedo hacer el trabajo del psicólogo, ya que no lo soy. Pero si puedo trabajar con un mínimo de psicología, puedo aplicar técnicas de musicoterapia, puedo atender esa necesidad emocional. Y es lo que hago en mi día a día. ¿Cómo va a centrarse en hacer un problema de matemáticas si está sufriendo porque su abuelo está enfermo?. Aprendí a escuchar al alumno. Creo que mi trabajo como maestra ha mejorado gracias a mi formación como musicoterapeuta. 

Por otro lado, yo no me dedico ahora a la musicoterapia, me apasiona la educación. Me llena. Me supone un reto diario, pero aún dando inglés, o música o siendo tutora, he recurrido a técnicas de musicoterapia para solucionar aspectos diarios en mi aula. Me ha completado como profesional. Por lo que, yo animaría a cualquier persona que sienta esa inquietud, ese gusanillo, a que se forme y que emprenda ese viaje, con apertura, sabiendo que va a tener tanto experiencias positivas, como dolorosas. 

Que va a tener momentos de crisis y momentos de lucidez. Que va a tener muchas dudas, muchas preguntas. Pero que siga adelante. Que se arriesgue, que lo pruebe y, sobretodo, que lo intente. Yo fui a la entrevista con Patxi, pensando que no me admitirían en el postgrado, porque, como he dicho, no tengo grandes estudios en música, pero me admitieron y terminé. Si no lo hubiera intentado, nunca hubiera vivido las experiencias tan satisfactorias que me ha dado el campo de la musicoterapia. 

Conozco a compañeros y compañeras de promoción, que trabajan como musicoterapeutas, así que, sí, es posible dedicarse a ello. Constancia, formación, ganas y rodearse de las personas adecuadas. Creo que eso es lo que a mí me ha servido. Y sobre todo, dejar el miedo, las escusas y, en mi caso, la timidez a un lado y atreverse. Yo suelo utilizar siempre esta frase: el NO ya lo tengo, ahora vamos a por el SI, y si al final no se puede, por lo menos lo habré intentado. 

Hay algo que siempre he tenido muy claro: intentarlo. Siempre he pensado: no quiero que pasen los años, mirar atrás y que sólo sean sueños, quiero que ocurra, y para ello, nadie va a venir a mi casa, tengo que buscarlo yo, con la seguridad y certeza de que muchas veces fracasaré, pero por lo menos, lo habré intentado. Mi padre, se quedó sin cumplir muchos sueños, mi madre, igual. Yo he tenido apoyo moral y económico, nunca me han faltado, siempre han estado ahí, me educaron en el esfuerzo y en el trabajo, en la responsabilidad, y en valorar lo que se tiene, en saber cuánto esfuerzo cuesta conseguir algo; pero es verdad, contar con su apoyo, es lo que me ha facilitado el intentar las cosas, no intentarlo era impensable. Aunque muchas veces, no estuvieran de acuerdo, pensasen “esta hija mía, tiene cada cosa” “Ahora música, y luego musicoterapia, y de Derecho, no quiere saber nada” “En fin”. Ahora están orgullosos, y han visto, que mis decisiones, algunas un poco más raras que otras, han llegado a buen puerto. 

El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VII

¿Qué consejo darías a los que quieran trabajar en éste campo?
Dar consejos se me hace difícil. Yo diría solamente, adelante. Yo me formé como musicoterapeuta porque sentía que algo me faltaba, que no comunicaba con el alumno, nació de una necesidad mía, personal y que me surgía desde las tripas. Yo entiendo la educación como enseñanza, pero también aprendizaje. Y en ese ámbito, yo también aprendo. Yo me veía con una formación, la de maestro, que me permitía enseñar, pero que no me ayudaba con las respuestas emocionales que mi alumnado tenía día a día. No hablo de hacer el trabajo de un psicólogo, o de un orientador. Pero el día a día de los niños, tiene mucho de emocional, y yo, con mi formación, no cubría ese aspecto - no todo el mundo estará de acuerdo con esto, pero ésto es lo que yo sentía, ésta era mi necesidad. Me acerqué a la musicoterapia en busca de respuesta a esa necesidad mía, personal, de cubrir la parte emocional del niño. 

Tengo claro que un niño o niña que está sufriendo, aunque sea porque en el patio le han dicho algo que no le gusta, o ha sufrido un pequeño desazón, no va a responder académicamente. Lo emocional es fundamental. Ahora parece que ésta de moda. Trabajar las emociones. Pero cuando yo terminé la carrera en el 2001, este tema no estaba tan en boga. Incluso, muchos compañeros míos me decían que nosotros no éramos psicólogos. Por supuesto que yo no puedo hacer el trabajo del psicólogo, ya que no lo soy. Pero si puedo trabajar con un mínimo de psicología, puedo aplicar técnicas de musicoterapia, puedo atender esa necesidad emocional. Y es lo que hago en mi día a día. ¿Cómo va a centrarse en hacer un problema de matemáticas si está sufriendo porque su abuelo está enfermo?. Aprendí a escuchar al alumno. Creo que mi trabajo como maestra ha mejorado gracias a mi formación como musicoterapeuta. 

Por otro lado, yo no me dedico ahora a la musicoterapia, me apasiona la educación. Me llena. Me supone un reto diario, pero aún dando inglés, o música o siendo tutora, he recurrido a técnicas de musicoterapia para solucionar aspectos diarios en mi aula. Me ha completado como profesional. Por lo que, yo animaría a cualquier persona que sienta esa inquietud, ese gusanillo, a que se forme y que emprenda ese viaje, con apertura, sabiendo que va a tener tanto experiencias positivas, como dolorosas. 

Que va a tener momentos de crisis y momentos de lucidez. Que va a tener muchas dudas, muchas preguntas. Pero que siga adelante. Que se arriesgue, que lo pruebe y, sobretodo, que lo intente. Yo fui a la entrevista con Patxi, pensando que no me admitirían en el postgrado, porque, como he dicho, no tengo grandes estudios en música, pero me admitieron y terminé. Si no lo hubiera intentado, nunca hubiera vivido las experiencias tan satisfactorias que me ha dado el campo de la musicoterapia. 

Conozco a compañeros y compañeras de promoción, que trabajan como musicoterapeutas, así que, sí, es posible dedicarse a ello. Constancia, formación, ganas y rodearse de las personas adecuadas. Creo que eso es lo que a mí me ha servido. Y sobre todo, dejar el miedo, las escusas y, en mi caso, la timidez a un lado y atreverse. Yo suelo utilizar siempre esta frase: el NO ya lo tengo, ahora vamos a por el SI, y si al final no se puede, por lo menos lo habré intentado. 

Hay algo que siempre he tenido muy claro: intentarlo. Siempre he pensado: no quiero que pasen los años, mirar atrás y que sólo sean sueños, quiero que ocurra, y para ello, nadie va a venir a mi casa, tengo que buscarlo yo, con la seguridad y certeza de que muchas veces fracasaré, pero por lo menos, lo habré intentado. Mi padre, se quedó sin cumplir muchos sueños, mi madre, igual. Yo he tenido apoyo moral y económico, nunca me han faltado, siempre han estado ahí, me educaron en el esfuerzo y en el trabajo, en la responsabilidad, y en valorar lo que se tiene, en saber cuánto esfuerzo cuesta conseguir algo; pero es verdad, contar con su apoyo, es lo que me ha facilitado el intentar las cosas, no intentarlo era impensable. Aunque muchas veces, no estuvieran de acuerdo, pensasen “esta hija mía, tiene cada cosa” “Ahora música, y luego musicoterapia, y de Derecho, no quiere saber nada” “En fin”. Ahora están orgullosos, y han visto, que mis decisiones, algunas un poco más raras que otras, han llegado a buen puerto. 

El valor de la musicoterapia en la vida de las personas, por Carmen Salvador, VI

¿Hacía donde camina esta disciplina?
Sería muy atrevido por mi parte, dar una respuesta. Mi experiencia me dice que está abierta a los cambios y a los problemas de la sociedad. El centro en el que yo me formé lleva 30 años formando. Sé que han tenido una gran evolución y se que la tipología de clientes ha cambiado con los años. Se han ido adaptando a las necesidades de la sociedad. 

La musicoterapia no cura. Me refiero, a que no te va a curar una enfermedad. La musicoterapia mejora la calidad de vida, mejora las relaciones sociales. Puedes trabajar con una gran variedad de población, ya he mencionado anteriormente algunos campos, otros serían: neonatología – hablé con una enfermera del hospital de Navarra, ya que, habiendo sido yo prematura, me parecía un ámbito muy adecuado. Por lo que me dijo, no estaban muy abiertos a esa posibilidad. Es verdad que esto lo pregunté hace unos años. Igual ahora sería diferente. 

Actualmente el campo de la neurología está muy en boga. Música, musicoterapia, educación y neurología. El tema de los refugiados. No lo menciono como algo que parece que está de moda. No. 

Sería una falta de respeto para toda esa gente que está sufriendo tanto. Pero, pienso en esas familias, en esos niños, que salen de casa, que huyen, en muchos casos, de guerras. Que han visto y vivido cosas horribles y me pregunto: ¿Quién les atiende? ¿Dónde quedan sus necesidades psicológicas? Por supuesto, nos centramos en alimento y aspectos de primera necesidad, pero ¿Y la necesidad de estar mentalmente sano? ¿Qué tiene que pasar por la cabeza de un niño, a quien, lo sacan de casa, camina días y noches, lo montan en una barca hinchable, en un mar frío, oscuro, interminable? ¿Qué pasa por esas cabezas, en la oscuridad de la noche, con el sonido del mar, de los que tienen al lado, de los cuerpo que caen al agua, muertos? ¿Qué siente ese cuerpecito, aterido de frío, que no entiende qué està pasando? ¿Quién hace poco tenía una cama calentita y ahora solo tiene agua helada? 

Sólo pensarlo se me hiela la sangre. La disciplina camina, hacia donde está la necesidad. Unas veces, necesidad humanitaria, altruista, sin poner dinero de por medio y otras, como trabajo, como profesión. La musicoterapia, como veis, tiene una gran cantidad de campos de aplicación.

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¿Hacía donde camina esta disciplina?
Sería muy atrevido por mi parte, dar una respuesta. Mi experiencia me dice que está abierta a los cambios y a los problemas de la sociedad. El centro en el que yo me formé lleva 30 años formando. Sé que han tenido una gran evolución y se que la tipología de clientes ha cambiado con los años. Se han ido adaptando a las necesidades de la sociedad. 

La musicoterapia no cura. Me refiero, a que no te va a curar una enfermedad. La musicoterapia mejora la calidad de vida, mejora las relaciones sociales. Puedes trabajar con una gran variedad de población, ya he mencionado anteriormente algunos campos, otros serían: neonatología – hablé con una enfermera del hospital de Navarra, ya que, habiendo sido yo prematura, me parecía un ámbito muy adecuado. Por lo que me dijo, no estaban muy abiertos a esa posibilidad. Es verdad que esto lo pregunté hace unos años. Igual ahora sería diferente. 

Actualmente el campo de la neurología está muy en boga. Música, musicoterapia, educación y neurología. El tema de los refugiados. No lo menciono como algo que parece que está de moda. No. 

Sería una falta de respeto para toda esa gente que está sufriendo tanto. Pero, pienso en esas familias, en esos niños, que salen de casa, que huyen, en muchos casos, de guerras. Que han visto y vivido cosas horribles y me pregunto: ¿Quién les atiende? ¿Dónde quedan sus necesidades psicológicas? Por supuesto, nos centramos en alimento y aspectos de primera necesidad, pero ¿Y la necesidad de estar mentalmente sano? ¿Qué tiene que pasar por la cabeza de un niño, a quien, lo sacan de casa, camina días y noches, lo montan en una barca hinchable, en un mar frío, oscuro, interminable? ¿Qué pasa por esas cabezas, en la oscuridad de la noche, con el sonido del mar, de los que tienen al lado, de los cuerpo que caen al agua, muertos? ¿Qué siente ese cuerpecito, aterido de frío, que no entiende qué està pasando? ¿Quién hace poco tenía una cama calentita y ahora solo tiene agua helada? 

Sólo pensarlo se me hiela la sangre. La disciplina camina, hacia donde está la necesidad. Unas veces, necesidad humanitaria, altruista, sin poner dinero de por medio y otras, como trabajo, como profesión. La musicoterapia, como veis, tiene una gran cantidad de campos de aplicación.