De sobra es sabido que de "las cuatro estaciones" no solo han ocupado los músicos; también los artistas del pincel se inclinaron por este tema. Pudimos verlo en aquella entrada sobre el otoño en la que hablábamos de Arcimboldo. Hoy, sin embargo, traemos un pintor barroco, el francés Nicolas Poussin (1594 - 1665), con cuyo lienzo Verano - el segundo de la serie de "Las Cuatro Estaciones"- introducimos nuestro descriptivo concierto vivaldiano., porque, como bien habrá supuesto el lector, vamos a escuchar L'Estate (El verano) Op.8. Nº2 en Sol menor por Antonio Vivaldi.
Se trata de un Concerto grosso (aquel en el que un pequeño grupo de solistas o concertino, violines en este caso, se va alternando con la orquesta o tutti) compuesto en 1725 y que viene acompañado de sus respectivas anotaciones.
Primer movimiento: Allegro non molto. Allegro. Languidez por el calor. El cuco. La tórtola. El jilguero. Suaves céfiros. Vientos diversos. Viento del norte. El llanto del joven campesino.
En el segundo movimiento: Adagio-Presto. Moscas y moscardones. En el tercero: Presto. Tiempo tormentoso de verano. Aquí está:
En el momento en el que termino de escribir comienza a desatarse la tormenta; sopla el viento, el cielo está plomizo y el aire huele a tierra mojada... Después del sofocante calor caen ya los primeros goterones, vivíficos y redentores. Es el maravilloso verano.
El día del Santo Patrón es la perfecta ocasión para escuchar El santo de la Isidra, un sainetede Carlos Arniches con música de Tomás López Torregrosa (alicantino discípulo de Ruperto Chapí).
Esta zarzuela ambientada en el Madrid castizo de la época, se estrenó en el Teatro Apolo - también en Madrid - en 1898 y trata sobre el amor entre Isidra y Venancio y los obstáculos que a éste pondrá Epifanio , un díscolo ex-novio.
El podcast que incluimos a continuación corresponde al programa Nuestra Zarzuela de Radio Villalba, dirigido y presentado por José Constanzo. En él se pueden escuchar dos zarzuelas, El santo de la Isidra(20 minutos escasos) y La Fiesta de San Antonio.
En la introducción del programa se informa sobre la grabación. Os adelanto que dirige Ataúlfo Argenta.
Y nos vamos con otro Goya, La pradera de San Isidro, y otro simpático fragmento de la obra.
A mí los hombres guapos,
de tu fachenda,
me sirven de entremeses
pa la merienda,
porque en cuanto yo quiero
largar sopapos
se acaban enseguida
los hombres guapos.
Felices rosquillas... a los tontos y a los listos.
Para saber más: El santo de la Isidra. Diego Emilio Fernández Álvarez(lazarzuela.webcindario.com) Historia de la Zarzuela. Juan Arnau y Carlos M. Gómez.
Posiblemente, si hubiéramos prescindido del retrato inicial y si nos hubiéramos referido al compositor de hoy solo por su apellido - como tantas veces hacemos al hablar de los músicos - no hubierais sospechado siquiera que se trataba de una mujer.
En efecto; Jacquet de la Guerre (1665-1729), nacida en París en pleno siglo XVII, fue una gran compositora y clavecinista que dedicó su vida a la música y a lo que el machismo de nuestro pasado más reciente llamaba "sus labores".
Vamos a escuchar su primorosa Sonata nº2 para violin y bajo continuo (clavicémbalo) en Do mayor estructurada en cuatro movimientos: Presto, Adagio, Presto, Presto.
Como habréis apreciado, se trata de una sonata barroca en toda regla en la que encontramos el bajo continuo (clave), el ritmo marcado, el gusto por el contraste y por las notas de adorno (trinos y florituras del violín) y los dos instrumentos más identificativos de este estilo: el violín y el clave.
Para terminar dejo también aquí Mujeres compositoras, la cara femenina de la música clásica, un interesante programa de RTVE en el que se plantean elementos para la reflexión sobre la situación de las mujeres en la música y su discriminación histórica. No os lo deberíais perder.
...en ese momento en el reinado de Augusto, a 1 de enero los Reyes Magos le trajeron regalos y le adoraron. Los nombres de los Magos eran Bithisarea, Melichior y Gathaspa.
No se asusten los visitantes: hemos dejado ya los villancicos. Sin embargo, como es día de cabalgatas, vamos a asistir a un par de ellas que, espero, les resulten inolvidables.
En 1872, el francés Georges Bizet compone la música incidental para una obra de teatro titulada La Arlesiana (del escritor Alphonse Daudet). Posteriormente creará una suite con esa música. Ésta alcanzó una fama extraordinaria.
Pues de la suite nº2 L'Arlesienne (La Arlesiana), escucharemos la Farándula; pieza en la que el autor recurre a la música tradicional de Provenza (típico de los románticos ¿verdad?) dejándonos oír la popular Marcha de los Reyes Magos. Seguro que todos la conocéis.
Aquí, ¡interpretada por niños!
Para los melómanos, la suite completa. Parte 1Parte 2 Os va a encantar.
En fin; lo dicho. Si no podéis - o no es de vuestro gusto - asistir a las cabalgatas, os invito a recorrer una maravilla renacentista , en el palacio Médici-Ricardi (Florencia), para disfrutar a toda pantalla, cómodamente sentados y calentitos.
El arte, como la música, se sitúa en el mundo ambiguo de lo indeterminado [...] se ha de buscar lo que supere, ilumine o amplifique el objeto y eleve el espíritu a la región del misterio, a la perturbación de lo irresoluto y su deliciosa inquietud.
(Odilon Redon)
Como ocurre con el Romanticismo, la predilección por la imaginación y lo fantástico caracterizará también al simbolismo. Este movimiento, literario en sus inicios, no tardó en extenderse a la pintura en la obra de artistas como Odilon Redon (1840- 1916), (cuya obra pudimos disfrutar la pasada primavera en Madrid). De raíces claramente románticas, insistimos, y precursor del surrealismo, el simbolismo buscó la evasión de la realidad, el sueño, la sugestión, la evocación y el misterio. Y ciertamente resulta misterioso el rostro que nos ocupa hoy; tiene los ojos cerrados, parece que duerme, o quizás no, quizás solo escucha y sueña.
Hay músicas que deben escucharse con los ojos cerrados; lo requieren, casi lo exigen. La obra que os presento a continuación bien podría ser una de ellas. Fue compuesta por Johannes Brahms (1833 - 1897) en el verano de 1883 . Se trata del tercer movimiento de su tercera sinfonía Op. 90 en Fa Mayor.
Hemos insistido mucho desde el comienzo del curso, en cómo el Romanticismo perseguía la libertad, exaltaba la individualidad y gustaba de lo remoto, lo extraño, lo inalcanzable, en contraposición a los ideales clásicos de orden, equilibrio y perfección (lo dionisíaco frente a lo apolíneo, una vez más).
Brahms, sin embargo, intentará conciliar ambas corrientes, de manera que pese al clasicismo formal que caracteriza sus sinfonías y que las define como música absoluta (alejadas de "programas" literarios y de la excesiva expresividad sentimental) conseguirá, sin proponerselo quizás, unas obras románticas en su sonoridad, intensidad y misterio.
El musicólogo Massimo Mila, en suBreve historia de la música, dice de él:
Músico de difícil comprensión donde los haya [...] amante del sosiego, de la música y de la cerveza, que llevó una vida modesta y solitaria y que no conoce las pasiones exaltadas de los románticos...
Váis a ver, pues, cómo la música de Brahms alcanza ese objetivo tan lúcidamente señalado por su coetáneo Odilon Redon, "elevando nuestro espíritu a la región del misterio".
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