El Paganini del piano


En una entrada que realicé en este blog el año pasado (...Y el diablo del violín)  os hablé de Paganini y su leyenda negra acerca de un supuesto pacto con el diablo. 
Virtuosos ha habido muchos a lo largo de la historia de la música y los seguirá habiendo hasta el fin de los tiempos. Mitos como el de Orfeo nos informan de que la figura del músico superdotado, que es capaz de conmover con su arte a todo el mundo, incluso a las fieras es tan antigua como la humanidad misma.
Recordaréis que en esta clase hemos hablado de grandes intérpretes virtuosos de distintos instrumentos: Scarlatti del clave, Haendel del órgano, Bach de cualquier teclado, Farinelli del canto, Mozart y Beethoven del piano, etc.
Pero Paganini es especial por varios motivos, el principal es que provocó en al menos dos casos conocidos un efecto contagio en jóvenes estudiantes de...piano. Como lo oís, no de violín como era de esperar sino de piano, tal vez porque este era el instrumento más importante durante todo el romanticismo.
El primero fue Franz Liszt del que hablaremos en otra ocasión y el segundo, del que quiero hablaros ahora es Robert Schumann.
En este fragmento de la película Sinfonía de primavera sobre la vida de Robert Schumann podemos ver la recreación de ese momento de fascinación del joven Schumann.


Fue tanto el empeño que puso en llegar a ser un virtuoso, que su carrera de concertista se vio truncada por un accidente con un sistema de contrapesos que ideó para coger fuerza en los dedos. A ese accidente le debemos tal vez que su carrera musical se decantara por la composición, en lugar de por la interpretación y es por eso que hoy podemos disfrutar de maravillosas pequeñas joyas para piano como  Carnaval, Álbum para la juventud, Kreistleriana, Escenas de niños etc que le valieron la denominación de poeta del piano, aparte por supuesto de sus famosos conciertos y sinfonías y de las colecciones de lieder y canciones dentro de su producción vocal.


Schumann-photo1850


Al casarse con Clara Wieck, la hija de su profesor, pianista y gran concertista, de alguna manera siguió vinculado al piano de por vida.
Tenía un trastorno bipolar que arrastró durante toda su vida, el cual le llevó a periodos depresivos en los cuales intentó sin éxito quitarse la vida. Los último años los pasó recluido en un sanatorio hasta que finalmente en 1856, con 46 años de edad murió, parece ser que a consecuencia de la sífilis.



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