Enseñar a niños vs. enseñar a adultos

A la hora de enseñar, la edad es determinante. Adultos y niños no aprenden del mismo modo ni al mismo ritmo, y como profesores debemos saber adaptarnos a cada tipo de alumno.

La mente del niño está hecha para aprender, es su cometido. Su cerebro capta con muchísima facilidad cualquier tipo de estímulo, y está programado para imitar sin miedos ni complejos. Sin embargo, una persona adulta no aprende al mismo ritmo que un niño, su cerebro está acostumbrado a afianzar aprendizajes, está hecho para otro tipo de pensamiento, más abstracto.

Ventajas de enseñar a un adulto

  • Comprende más rápidamente los conceptos abstractos de la música. Al enseñar a un niño, nos vemos obligados a utilizar más símiles, juegos y todo tipo de estrategias para que comprendan los aspectos más complejos del aprendizaje.
  • Siente una mayor responsabilidad. Un adulto se toma más en serio su aprendizaje, intenta estudiar en casa y sacarle el máximo partido a las clases.

Ventajas de enseñar a los niños

  • Facilidad para aprender. Tienen mucha capacidad para la imitación, con lo que las explicaciones a veces pueden obviarse, en pos de la demostración.
  • Falta de complejos. Cuando son lo suficientemente pequeños como para no temer “tocar mal”, no les importará el sonido que salga de su instrumento, disfrutarán y probarán. Con los adultos esto es más difícil, y a menudo se traduce en tensiones y posturas forzadas que no ayudan al aprendizaje técnico.

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Una  de las características que definen el aprendizaje de un niño es el deseo de disfrutar haciendo algo que han aprendido a hacer. A los niños les mueve la idea de haber logrado algo de manera relativamente fácil. Los adultos, por su parte, conciben el aprendizaje como el hecho de alcanzar un objetivo cada vez más complejo. Ponerle a un niño un objetivo demasiado difícil provocará que se frustre. A ningún niño no le gusta practicar en casa algo que no le sale bien, aún con la promesa de que le saldrá dentro de unas semanas. Ellos disfrutan subiendo escalones más pequeños y observando lo bien que se les da.

Con los adultos podemos jugar otra baza, tensar un poco más la cuerda de los objetivos. Si con un adulto cometemos el error de ponerle objetivos demasiado simples, no le supondrán ningún reto intelectual y se cansará y desmotivará más fácilmente.

En resumen, los niños priman el disfrute y los adultos, el progreso. ¿De qué manera podemos usar esto para que nuestros alumnos se apliquen en casa?

En el caso de los niños, lo más recomendable es pedirles que trabajen en casa las piezas que les salen mejor y utilizar las clases para el aprendizaje. Podemos combinar esto con la aleatoriedad y darle varias piezas o estudios entre los que pueda elegir cada día según el estado de ánimo que tenga.

Para los adultos, lo ideal es potenciar su progreso programando las obras y estudios del curso con un claro incremento en la dificultad. Es bueno hacerle saber al alumno que la obra que va a trabajar es más compleja y las razones de esa complejidad, para que lo sienta como un reto y note el progreso que ha hecho después de trabajarla.

 

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