Siempre en competencia

Nos guste o no, los músicos estamos siempre en competencia. Es difícil enfrentarse a los sentimientos contradictorios que esta competencia nos puede provocar. A menudo, los colegas se convierten en competidores en un mundo en el que no sólo competimos por ser mejores músicos, sino muchas veces, por un trabajo.

La competencia ya empieza a alimentarse en los años de estudio: por unos resultados mejores, por un papel más importante en la orquesta, por el reconocimiento de los profesores o los compañeros… etc. Empezamos a tener sentimientos contradictorios, no es fácil competir contra amigos y compañeros. Así comienza nuestra andanza por la competitividad de la música, que continúa cuando nos enfrentamos a otros en audiciones y pruebas, o simplemente por el reconocimiento del público.

Sobrellevar la competencia

En la música, la jerarquización está siempre presente. Casi sin quererlo, vamos a estar en continua competencia. Un claro ejemplo de esto: los puestos en los atriles, que parecen asignarnos un valor por delante o por detrás de los demás.

Competir implica soportar cierta presión de tipo social. Al competir por algo, asumimos que si no lo logramos decepcionaremos a nuestro entorno, e incluso a nosotros mismos. Nuestros objetivos pueden interferir con los objetivos de otros, y debemos tener claro que no siempre podemos salir ganando. Por tanto, cuando nos fijamos metas que implican una competición, debemos ser cuidadosos y escoger unos objetivos personales. Por ejemplo: Si vas a un examen no debes plantearte como objetivo “Voy a sacar la nota más alta”, sino “Voy a sacar mejor nota que la última vez”. Si te planteas el primer objetivo, estás implicando el factor competencia con los demás, con lo que será un objetivo más inalcanzable y frustrante que el segundo.

La envidia

La envidia es ese sentimiento que surge cuando uno percibe el mundo como injusto porque otros tienen lo que él quiere. El éxito de los demás en sus carreras no te da ni te quita nada a ti. Cada uno tendrá sus oportunidades y sus logros. No obstante, la envidia es un sentimiento natural que muchos tienen de manera irremediable. A nadie le gusta sentir envidia, es irritante y no soluciona nada. Pero a veces, no podemos evitarlo.

La envidia tiene mucho que ver con la autoestima. La envidia nos pone en contacto con sentimientos de inferioridad. Es por ello que debemos centrarnos en la autoestima para dejar de sentir envidia y comenzar a cumplir con nuestros objetivos.

¿Cómo nos libramos de este sentimiento? Deseamos algo que otro tiene, así que tenemos dos opciones: o aceptamos nuestra realidad o luchamos para cambiarla. Como escribe Patricia Ramírez en BuenaVida “A veces pierde más tiempo criticando, desprestigiando y deseando lo de otros que invirtiéndolo en su mejora. Esa energía sería muy productiva si la gastara en evolucionar.”

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Con la amistad de por medio

Competir contra amigos por cosas que nos importan significa que más de una vez veremos cómo nuestro amigo se lleva lo que nosotros deseábamos. Muy pocos lo reconocerán, pero lo cierto es que no siempre seremos capaces de sentirnos felices por sus logros. El ego es el ego, y no podemos evitar pensar “podría haber sido yo”.

Sin embargo, es importante aprender a alegrarse por las cosas buenas que les pasan a nuestros compañeros. Ponte en su lugar e imagina lo mucho que te gustaría compartir tu alegría con él. Competencia sana, olvidando la envidia y centrándonos en lo bueno que es que un colega consiga un logro en su carrera.

 

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