Pinos de Roma

En 1940, Walt Disney produjo la película Fantasía, filme de animación en el que los personajes y las historias toman vida al son de varias obras maestras de la historia de la música.

Casi 60 años después, en el umbral del nuevo milenio, la factoría Disney volvió a proponer la misma estructura para un nuevo largometraje, Fantasía 2000, con la repetición del más emblemático de los siete episodios de la anterior película, Mickey aprendiz de brujo, y la producción de siete nuevos episodios. La música de uno de éstos es obra del compositor italiano Ottorino Respighi, del que hoy se celebra el 130º aniversario de su nacimiento.

Aún antes de traducir, cualquier persona que desconozca el idioma italiano entiende que no puede haber mucha relación entre el título de la obra, Pinos de Roma, y las espectaculares imágenes del vuelo de las ballenas. En efecto, la idea programática de Respighi, al componer este poema sinfónico, era la descripción de cuatro rincones de la capital italiana adornados por pinos: Villa Borghese, los alrededores de una catacumba, el Gianicolo y la Via Appia.

¿Cómo es posible que una misma música pueda evocar imágenes tan diferentes?

O quizás sería mejor reformular la pregunta de la siguiente manera: ¿puede la música expresar objetivamente imágenes o conceptos?

Mi opinión es que no, porque asociar una música a unas imágenes o a unas palabras es limitar la capacidad expresiva de la música misma. El poder expresivo de la música reside en su capacidad de transmitir ideas trascendentales, que no se pueden traducir a otros lenguajes sin correr el riesgo de perder ese mismo poder. En términos generales, y siguiendo a Stravinsky, podemos afirmar que la música no expresa nada más que a sí misma, sus relaciones internas, la coherencia de su estructura formal.

Con eso no quiero negar la capacidad que tiene la música de evocar imágenes, sentimientos o impresiones a nivel individual -o colectivo, si hace referencia a conceptos fuertemente arraigados en la cultura del grupo al que se dirige- sino liberar la música de cualquier atadura. En este contexto, los árboles romanos son un pretexto del compositor para llevar a cabo su creación, mientras que las ballenas voladoras son una lectura totalmente subjetiva, además de sugestiva y surrealista, que hace la factoría Disney de la partitura de Respighi. Partitura que expresa con la misma eficacia tanto la primera como la segunda imagen, pero, por encima de ambas, se expresa a sí misma.

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Mendelssohn en Dipity

DipityVía educacontic he llegado a Dipity, una aplicación para crear ejes cronológicos (o líneas de tiempo).
Es una herramienta muy interesante, ya que, además de texto, permite la inserción en el eje de elementos multimedia muy fácil y rápidamente, cosa fundamental para nuestra asignatura.
Tras pasar un rato probándolo, creo que el curso que viene emplearé mucho Dipity, tanto para preparar material de apoyo para las clases como con el alumnado, para que realicen colaborativamente ejes cronológicos sobre los temas que vayamos a tratar.
Pera experimentar un poco, he realizado un primer esbozo sobre Mendelssohn, otro de los músicos de los que este año celebramos aniversario. Concretamente, estamos en el segundo centenario del nacimiento de este compositor alemán, que, en su breve vida, nos ha dejado obras fundamentales de la historia de la música romántica.

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Franz Joseph Haydn

Han pasado dos siglos y dos días desde la muerte de este compositor, uno de los más importantes del período clásico, junto con Mozart y Beethoven.

Lo nombrábamos hace unas semanas hablando de la Sinfonía de los juguetes, obra que le fue erróneamente atribuida durante cierto tiempo. También lo estuve nombrando repetidamente en clase, hablando de Mozart a mis alumnos y alumnas, tanto por la amistad que los dos compositores austríacos estrecharon, amistad basada en una profunda admiración recíproca de sus respectivas cualidades musicales, como por la importancia que tuvo la música de Haydn en la formación del joven Mozart.

En efecto, aunque el magnífico talento y la fama universal de Wolfgang eclipsan buena parte de los méritos de Joseph a los ojos del gran público, la influencia que este último ejerció sobre el niño prodigio de Salzburgo fue indudablemente mayor que la que pudo recibir de él, por lo menos en el campo de la música instrumental. A ésto sin duda contribuyó el hecho de que Mozart muriera tan joven, casi 18 años antes de ese fatídico 31 de mayo de 1809.

Con Haydn,  la forma sonata se define como el esquema de construcción preferido por los compositores clásicos y, posteriormente, románticos, quedando en pleno auge no sólo durante el siglo XVIII, sino a lo largo de todo el siglo siguiente. Con un movimiento en forma sonata se abre la práctica totalidad de las obras instrumentales de esos dos períodos de la historia de la música, independientemente de la formación instrumental: las sonatas (por un solo instrumento o en dúo, principalmente con piano), las sinfonías (por orquesta sinfónica), los conciertos (por instrumento solista acompañado por la orquesta) y las obras de cámara (por pocos instrumentos). La producción sinfónica y camerística de Haydn es grandiosa, tanto por cantidad (104 sinfonías y un número todavía incierto de cuartetos de cuerda, entre 77 y 84) como por su calidad,  y le hizo merecer los apodos de Padre de la sinfonía y Padre del cuarteto de cuerda.

Durante su época de músico de corte, ocupó el cargo de máxima responsabilidad (Kappellmeister) en la orquesta de los príncipes Esterházy, una de la más importantes familias de la aristocracia austríaca. Ejerció ese cargo con esmero, lo que apreciaron mucho tanto sus amos como sus subordinados, creando un excelente ambiente de trabajo, digno de la admiración de muchos músicos de la época. Sin embargo, en el verano de 1772, los músicos manifestaron a su maestro cierto malestar por trabajar ininterrumpidamente durante demasiado tiempo y necesitar un poco de descanso. Haydn supo transmitirlo al príncipe de una manera tan fina que éste se rindió frente a tanta genialidad y buen gusto: durante el último movimiento de una sinfonía que estaban estrenando, los instrumentistas, a medida que iban terminando su tarea, apagaron la vela de su atril, se levantaron sigilosamente y se fueron, hasta quedar en el escenario sólo dos violines, que interpretaron las últimas notas de la obra.

Ese final de la sinfonía nº 45, también conocida como Los adioses, fue interpretada por la Orquesta Filarmónica de Viena dirigida por Daniel Barenboim, para abrir este año haydiano, el 2009.

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Sinfonía de los juguetes

Esta obra, en la cual, junto con los instrumentos tradicionales, participan juguetes (una trompeta y un tambor de hojalata, unos silbatos que producen el canto de un cuco y de un ruiseñor, una matraca y un triángulo, que en aquella época estaba todavía admitido en las bandas pero no en la orquesta) ha sido atribuida durante mucho tiempo a Leopold Mozart, el padre de Wolfgang Amadeus.

Anteriormente, esta misma obra se atribuyó a diferentes compositores, entre los que figuran Franz Joseph Haydn, el padre de la sinfonía, y su hermano Michael.

Entre las razones que contribuyeron a que se le quitara la autoría a Haydn y se le diera a Leopold Mozart, seguramente estuvo la gran fama como maestro de música de la que gozaba este último, quien, además de haber sido el responsable de la educación musical de su hijo, escribió un importante método de violín, Tratado para una escuela violinística básica, que se publicó en varios idiomas y sirvió para que muchísimos niños de esa época y del siglo siguiente aprendieran a producir sus primeras notas con ese instrumento.

Sin embargo, hoy en día hay estudios que demuestran que el autor de la Kindersinfonie (sinfonía de los niños, ese es su título en alemán) fue un monje benedictino llamado Edmund Angerer que vivió en Baviera en la segunda mitad del siglo XVIII, y no el músico de la corte del Arzobispo de Salzburgo. No obstante, Leopold todavía aparece como autor de esta obra en las portadas de las partituras y de los discos publicados hasta hace muy pocos, y en muchísimas páginas web, bastante más de las que presentan esta música como obra de Angerer. Un ejemplo es el siguiente vídeo.

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Nokia Tune

Para entender el concepto de material musical, la selección de notas y ritmos que el compositor utiliza, elaborándola, para escribir sus obras, no hay nada mejor que un fragmento melódico muy conocido. Por ejemplo, la melodía Nokia, esas 13 notas que nos avisan que estamos recibiendo una llamada y que, con demasiada frecuencia, suenan intempestivamente interrumpiendo clases, conciertos, actos públicos y un largo etcétera.

nokia tune

En el siguiente vídeo podemos escuchar y observar una fuga construida sobre esas pocas notas.

Por cierto, esa melodía pertenece a una obra guitarrística compuesta por Francisco Tárrega, quien vivió entre el 1852 y el 1909, cuando los móviles todavía no existían.

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