Allons enfants de la Patrie

Jean-Pierre Houël. Prise de la Bastille

Jean-Pierre Houël. Prise de la Bastille (PD Wikipedia)

Las letras de los himnos nacionales, cuando existen, suelen estar cargadas de un patriotismo que, fuera del contexto en que han surgido, parece cuanto menos incómodo y políticamente incorrecto. Ya lo vimos cuando hablamos del himno nacional alemán, de cuya versión oficial se suprimieron ciertas referencias a las fronteras de la época de su composición, que, sonando a reivindicación, herirían hoy en día la susceptibilidad de
un buen número de países vecinos y amigos.

En el caso de La Marsellesa, compuesta por Rouget de Lisle en la noche entre el 25 y 26 de abril de 1792 y adoptada como himno nacional por Francia hace exactamente 216 años, el texto está tan vinculado al contexto bélico original como para causar recelo no sólo entre los foráneos (sobre todo los austríacos, sus enemigos en la guerra que acababa de empezar) sino también entre muchos franceses que no se reconocen en un texto que en muchos momentos incita a la violencia.

Sin embargo, tal como ocurre con toda la literatura, máxime la histórica, suele haber un esfuerzo de contextualización por parte del lector (o del oyente) para evitar emitir juicios de valor precipitados. En ese momento, Francia acababa de iniciar la revolución que renovó Europa, eso sí, a costa de una terrible violencia que se justificaba -y se sigue no sólo justificando sino admirando por el heroísmo que conllevó- por luchar hasta acabar con un sistema político y económico basado en la injusticia y las desigualdades sociales.

Este concepto ya lo había dejado claro más de un siglo antes otro francés, Jean de La Fontaine, en su fábula Les loups et les Brebis, que narra cómo los corderos, que habían firmado la paz con los lobos, fueron exterminados al cabo del tiempo por los lobeznos ya crecidos que no respetaron el pacto suscrito por sus padres. La moraleja de esta fábula, anotada por Igor Stravinsky en la partitura de su ballet Jeu de cartes, nos recomienda:

Qu’il faut faire aux méchants guerre continuelle.
La paix est fort bonne de soi;
J’en conviens; mais de quoi sert-elle
Avec des ennemis sans foi?

Hay que luchar sin tregua contra los malvados.
La paz es muy buena de por si;
Estoy de acuerdo; pero de qué sirve
Con unos enemigos desalmados.

Una simple fábula basta para dejar bien claro que, al fin y al cabo, aparte de las referencias a los hechos y a las nacionalidades concretas, el texto de La Marsellesa sigue teniendo una alarmante actualidad. El pacto tácito que ha ido manteniendo la paz social durante tantos años se está desintegrando y ha aparecido una nueva horda de lobos feroces bajo un eufemismo, los mercados, que pretende ocultar la violencia que este colectivo de especuladores sin escrúpulos ejerce contra el pueblo, contra los trabajadores y trabajadoras, arrebatándole el fruto de sus esfuerzos, contra los y las jóvenes, destruyendo sus proyectos de futuro, contra estados enteros, doblegados frente a esos auténticos terroristas financieros con la connivencia de sus gobiernos que, por incapacidad o por interés, producen con sus actuaciones una cada vez mayor desigualdad social y utilizan a las fuerzas de policía contra los que se atreven a pedir justicia en vez de contra los causantes de las injusticias.

Dejemos entonces de contextualizar y leamos La Marsellesa como si fuera lo que es: un texto tristemente intemporal:

Que veut cette horde d’esclaves,
De traîtres, de rois conjurés?
Pour qui ces ignobles entraves,
Ces fers dès longtemps préparés?
Français! pour nous, ah! quel outrage!
Quels transports il doit exciter!
C’est nous qu’on ose méditer
De rendre à l’antique esclavage!

¿Qué pretende esa horda de esclavos,
de traidores, de reyes conjurados?
¿Para quién son esas innobles trabas,
y esas cadenas tiempo ha preparadas?
¡Para nosotros, franceses! ¡Oh, qué ultraje!
¡Ningún arrebato debe exaltarnos!
Es a nosotros a quienes pretenden sumir
De nuevo en la antigua esclavitud.

Ojalá los gobernantes de todo el mundo cambien de rumbo y hagan lo que se espera de ellos: trabajar para el bien del pueblo y la justicia social. Y sobre todo, ojalá lo hagan por las buenas:

Tremblez, tyrans et vous perfides
L’opprobre de tous les partis
Tremblez! vos projets parricides
Vont enfin recevoir leurs prix!
Tout est soldat pour vous combattre
S’ils tombent, nos jeunes héros
La France en produit de nouveaux,
Contre vous tout prêts à se battre.

¡Temblad, tiranos, y también vosotros, pérfidos,
Oprobio de todos los partidos!
¡Temblad! Vuestros actos parricidas
van al fin a recibir su castigo.
Todos son soldados para combatiros
Si perecen nuestros héroes,
Francia produce otros nuevos
siempre dispuestos a luchar contra vosotros.

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Himno de Andalucía

AndalucíaSi pides a cinco andaluces que canten el himno de su comunidad autónoma, muy probablemente escucharás cinco versiones un poco diferentes entre sí. Obviamente no me refiero a la letra de Blas Infante, sino a la melodía.

La razón es muy simple: esta obra, estrenada una semana antes del golpe de estado militar que arrastró a España a la Guerra Civil, estuvo relegada a la clandestinidad y a la transmisión oral hasta finales de los años 70. Fue entonces, durante la transición democrática, cuando volvió a sonar públicamente, a grabarse y a transcribirse en varias versiones muy diferentes: para bandas, coros o solistas, con estilo de copla o aflamencadas, en fin, para todos los gustos.

Entre tanta variedad, destaca por su coherencia musical la revisión que hizo Manuel Castillo Navarro. No hay parentesco (por lo menos cercano) sino que sólo compartía apellido con el autor de la melodía, José Castillo Díaz, director de la Banda Municipal de Sevilla, quien, a su vez, se basó en un canto popular.

En el sitio de la Junta de Andalucía podemos consultar y descargar las partituras y particellas para diferentes formaciones de esa revisión, así como escucharlas interpretadas por el Coro San Felipe Neri y la Orquesta Bética de Sevilla.

Himno de Andalucía para coro y orquesta. Revisión de M. Castillo

Finalmente una versión que no podía faltar: para la flauta dulce, para que mis alumnos y alumnas la puedan estudiar para tocarla el último día de clase del mes de febrero, que será cuando celebraremos juntos el Día de Andalucía.

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Kaiserquartett

BerlínLa melodía del himno nacional alemán fue compuesta por Franz Joseph Haydn con fines patrióticos que en absoluto estaban relacionados con Alemania, entre otras razones porque ésta todavía no existía como Estado unificado sino como rompecabezas de  más de 30 territorios. Haydn, que nació muy cerca de Viena, en realidad compuso esta melodía para su emperador: en efecto, su título original, y su primer verso, era Gott erhalte Franz den Kaiser (Dios salve al emperador Francisco). Con los cambios necesarios para adaptarlo a la sucesión al trono, siguió como himno del Imperio Austrohúngaro hasta el fin de la I Guerra Mundial.

Fue entonces cuando esta melodía  pasó a servir como himno de Alemania con un texto escrito en 1841, 30 años antes de la unificación.

Deutschland, Deutschland über alles
über alles in der Welt

(Alemania, Alemania sobre todos,
sobre todos en el mundo)

El texto suena algo duro a los oídos de los ciudadanos del siglo XXI, empujando fácilmente al equívoco sobre el significado  de esas palabras para el himno de un país que tuvo, en un pasado todavía no demasiado lejano, unas ambiciones expansionistas que causaron la más trágica de las guerras que ha vivido la humanidad.

Sin embargo, la intención del autor era animar a abandonar los intereses individualistas de los muchos estados, algunos tan pequeños como ciudades, para unirse en una única nación.

Von der Maas bis an die Memel,
von der Etsch bis an den Belt

(Desde el río Mosa hasta el río Niemen,
Desde el río Adige hasta el Belt)

Otros dos versos de la primera estrofa resultan molestos, y con razón, para varios países: los ríos que se indican como fronteras germanas están incluidos en la actualidad en los territorios de Francia, Bélgica, Holanda, Bielorrusia, Lituania, Italia y Dinamarca. Sin embargo, también en este caso debemos perdonar al autor del texto, ya que éstas eran más o menos las fronteras de aquella época.

Estas razones fueron suficientes para que esta estrofa fuera excluida del himno oficial de la Alemania reunificada. Tampoco está la segunda estrofa, también trasnochada:

Deutsche Frauen, deutsche Treue,
Deutscher Wein und deutscher Sang
Sollen in der Welt behalten
Ihren alten schönen Klang

(Mujeres alemanas, lealtad alemana,
Vino alemán y canciones alemanas
Seguirán muy altamente estimados
En todo el mundo)

En fin, el himno de la República Federal de Alemania sólo tiene una estrofa, la siguiente:

Einigkeit und Recht und Freiheit
Für das deutsche Vaterland!
Danach lasst uns alle streben
Brüderlich mit Herz und Hand!
Einigkeit und Recht und Freiheit
Sind des Glückes Unterpfand;
Blüh im Glanze dieses Glückes,
Blühe, deutsches Vaterland.

(Unidad, justicia y libertad
Para la patria alemana;
Eso persigamos todos
Fraternalmente con el corazón y las manos.
Unidad, justicia y libertad
Son el voto de la felicidad;
Florece con el brillo de esa suerte,
Florece, patria alemana.)

De las muchas versiones de esta melodía, he dejado para el final la mejor: las variaciones que compuso el mismo autor del tema, Haydn, como segundo movimiento del Cuarteto op. 76 nº 3, conocido, obviamente, como Kaiserquartett (Cuarteto “Emperador”).

Sirva esta entrada como prólogo a mis vacaciones berlinesas que empiezan mañana, como homenaje a ese estupendo país que es Alemania y a sus habitantes y, una vez más, a Franz Joseph Haydn, que seguiremos recordandando durante todo este año, por ser el 200º desde su muerte.

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2001: Una odisea del espacio. Karajan y los Strauss

La banda sonora de la película 2001: Una odisea del espacio, del director Stanley Kubrick, empieza con unas notas largas de trompeta alternadas a secos golpes de timbales: es el comienzo del poema sinfónico Así habló Zarathustra, del compositor alemán Richard Strauss, inspirada en la obra homónima de Friedrich Nietsche. En esta primera sección, cuyo titulo es Amanecer, describe musicalmente el nacimiento del superhombre y el comienzo de una nueva era.

En la banda sonora de la misma película encontramos otro Strauss, que no tiene ningún parentesco con Richard. Se trata de Johann Strauss hijo, miembro de una importantísima familia de músicos de la Viena decimonónica: su padre, Johann Strauss I, cuya obra más famosa es indudablemente la Marcha Radetzky, y dos de sus hermanos, Joseph y Eduard. Sin embargo, Johann II fue el más importante, sobre todo por sus valses, una danza de origen popular que, de su mano, llegó a la corte imperial, además de a todas las fiestas de la aristocracia austríaca. Y justamente el más famoso de sus vals, El Danubio Azul, es la obra que Kubrick eligió para comentar musicalmente una escena de su película en la que se alternan imágenes de cuerpos celestes y astronaves flotando en el espacio con imágenes de objetos flotando en el interior de la nave por la falta de gravedad. Esa sensación de extrema ligereza de una escena que es casi una coreografía, está en perfecta sintonía con tan refinada música de danza.

La banda sonora no fue ni escrita ni ejecutada pensando en la película: Kubrick eligió varias obras musicales ya grabadas y las insertó en el largometraje. Las dos que acabamos de escuchar, tan diferentes desde el punto de vista musical, tienen en común, además del apellido del compositor, otro detalle muy importante: ambas son dirigidas por Herbert von Karajan, uno de los más importantes directores de orquesta del siglo XX. En Así habló Zarathustra estaba al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena, mientras que en el caso del vals, de la Orquesta Filarmónica de Berlín, de la que fue director estable durante más de 35 años.

Hoy conmemoramos el vigésimo aniversario de la muerte de Karajan. Ese 16 de julio de 1989, el músico austríaco tenía 81 años y seguía en activo, dando conciertos en directo y realizando grabaciones discográficas.

KarajanSin lugar a dudas, Karajan es el director de orquesta más conocido entre el gran público. Hasta los que nunca han oído una nota dirigida por él conocen su apellido (que no su nombre, que muchos creen que es Adagio).  Esa popularidad se debe, además de a sus cualidades musicales y perfeccionismo, a que supo vislumbrar el potencial comercial de la tecnología y la empleó a fondo para la difusión de su trabajo. En efecto, nos ha dejado una discografía inmensa, casi un millar de discos, además de un gran número de grabaciones en vídeo, entre las que destacan las sinfonías de Beethoven.

En 1972, el Consejo de Europa eligió el último movimiento de la 9ª sinfonía de Beethoven como Himno de Europa. Trece años más tarde hacía lo mismo la Unión Europea. Herbert von Karajan fue el encargado de componer tres arreglos diferentes, que son las versiones oficiales: uno para piano sólo, otro para instrumentos de viento y otro para orquesta sinfónica. Sin negar el valor que tienen estas versiones en el ámbito institucional, sigo prefiriendo la versión original.

Más obras de este maravilloso binomio, Beethoven-Karajan, estarán durante unos días en el recién estrenado widget de Grooveshark, en la columna derecha de este blog. Son las tres sinfonías más famosas, la 5ª, la 6ª y la 9ª. ¡Qué las disfrutéis!

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