Otoño

Firma de Antonio VIvaldiEntre las obras de Antonio Vivaldi hay una cuyo título es Il cimento dell’armonia e dell’inventione, una colección de doce conciertos para violín y bajo continuo. Los primeros cuatro de esos conciertos son tan famosos que tanto las partituras como las grabaciones son casi siempre publicadas separadamente bajo el título de Las cuatro estaciones.

Esta “colección en la colección” no es arbitraria, pues esos primeros cuatro conciertos tienen en común una característica muy interesante: el músico veneciano los compuso basándose en otros tantos sonetos que él mismo escribió, intentando recrear con música las imágenes evocadas por el texto. Así, por ejemplo, el poema que dio lugar al tercer concierto, dedicado a la estación que hoy tiene comienzo en el hemisferio norte, nos presenta imágenes otoñales de la campiña, empezando con las fiestas y los bailes por la buena vendimia, siguiendo con los resbalones y el sueño de los que se han excedido con el vino y terminando con escenas de cacería, en las que aparecen armonías típicas de los cornos y disparos de escopetas.

La interpretación que he elegido es la de un violinista que está entre mis preferidos, un jovencísimo Nigel Kennedy, que ya hemos tenido ocasión de escuchar en este blog, tocando el concierto de otra estación, El invierno, y el doble concierto de Bach.

El estribillo del primer movimiento de este concierto lo he arreglado para flauta dulce de manera que mis alumnos y alumnas de primero de ESO puedan ensayar el si bemol de manera entretenida y agradable.

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Los Picapiedra

Los Picapiedra (en su país de origen The Flintstones) viven en un extraño mundo prehistórico cuyos habitantes tienen los hábitos y los problemas típicos de las familias americanas desde hace 50 años, los que han pasado desde el estreno de la serie de animación de la que son protagonistas.

La música de la secuencia de apertura, muy pegadiza, ha convocado delante de la tele a varias generaciones de niños; por eso los que ya no somos tan niños la conocemos tan bien como la infancia del siglo XXI.

Lo que muy pocos conocen (y tengo que confesar que yo mismo sólo lo conozco desde ayer) es el nombre del compositor de esa melodía tan alegre y simpática: se llamaba Hoyt Curtin y pasado mañana hará exactamente 88 años que nació en California, donde murió a finales del año 2000.

Pocos días antes del comienzo de un nuevo curso escolar, añadimos al repertorio a repasar o a estudiar, según los casos, esta nueva pieza para flauta dulce, dedicada especialmente a mis nuevos alumnos y alumnas de 1º de ESO: ¡bienvenidos al Instituto!

Al no tener notas alteradas, esta melodía no debería resultar especialmente complicada de tocar. Tan sólo una recomendación: la emisión de las notas graves (do y re, sobre todo) es más simple si usamos el truco que consiste en soplar aire caliente.

Si, por otro lado, lo que se nos resiste es la velocidad y preferimos estudiarla más despacio, haremos clic en el botón que está justo debajo de la partitura, en el lado derecho, donde está escrito noteflight: se abrirá una ventana con la partitura más grande y varios comandos, incluyendo el que permite variar el tempo, que está abajo a la izquierda.

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El libro rojo y la estrella brillante

A más de uno el título le habrá recordado a Mao Tse-Tung: basta una traducción innecesaria y nos encontramos en la China popular en vez de la Cataluña medieval, hablando en mandarín en vez de latín.

Además, si nos fijamos en lo bien que suena en catalán, ya no pueden quedar dudas de que, aunque está muy bien saber que quiere decir Libro rojo, merece la pena hacer un muy pequeño esfuerzo de memoria y pronunciación y llamarlo Llibre vermell, el nombre con el que se le conoce desde el siglo XIX, cuando se encuadernó ese manuscripto, que ya tenía entonces alrededor de medio milenio, con una cubierta de terciopelo rojo,  remplazada a mediados del siglo pasado por otra de piel del mismo color.

El Llibre vermell contiene diez obras musicales, cantos y danzas, que servían de entretenimiento para los viajeros que iban de peregrinación al santuario de Montserrat. Entre ellas está la danza Stella splendens, un virelai a dos voces. Tras el vídeo con la interpretación del grupo Alla Francesca está el arreglo para dos flautas dulces,  extraído del manuscrito original.

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Henry Mancini y la Pantera Rosa

Imposible pensar en la Pantera Rosa sin que nos venga a la mente la música que acompaña sus curiosísimos andares, esa pegadiza melodía que tanto se ajusta a ese felino surrealista gracias a la elegancia algo enigmática de su cromatismo, la agilidad cautelosa de su ritmo y el cálido timbre del saxofón.

El autor de esa partitura es Henry Mancini, compositor de una lista larguísima de bandas sonoras, además de jazz, género cuya influencia es muy evidente en la música de la citada serie de animación. Por su música de cine recibió un gran número de galardones: nada menos que 20 Grammy, 4 Óscar y un Globo de Oro. Sólo por citar algunos de sus éxitos: Moon River (de la película Desayuno con diamantes), Days of Wine and Roses (del homónimo filme) y el tema principal de la película Peter Gunn, cuyo cover más famoso apareció en The Blues Brothers.

Hoy hace exactamente 86 años del día en que nació. Lamentablemente hace casi 16 años que nos ha dejado. Mis alumnos y alumnas y yo lo recordaremos tocando con nuestras flautas su melodía más famosa.

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El Padrino, el Óscar de Nino Rota

Nino RotaHace ya unas semanas que varios chicos de 2ºA me vienen pidiendo “la partitura de la música de El Padrino“: otro alumno de la misma clase, que estudia guitarra en el Conservatorio y toca la flauta travesera en la Banda Municipal de Mijas, ha sacado las notas gracias a su oído muy bien entrenado y a veces se le oye tocarla por el pasillo, mientras, junto con sus compañeros y compañeras, se acerca al aula de Música para empezar nuestra hora de clase.

Les encanta esa melodía simplemente por cómo suena: ni han visto la película, ni conocen el nombre del compositor y tampoco saben que éste, Nino Rota, ganó un Óscar gracias a esa banda sonora. Tampoco ha vuelto a estar de moda por sonar como fondo de un anuncio; en fin, ninguna influencia extramusical motiva la insistencia de estos alumnos y alumnas, sólo las ganas de aprender a tocar con sus flautas más y más obras musicales.

Aprovechando el día del aniversario de la muerte de Nino Rota, que ocurrió hace exactamente 31 años, les he preparado el ansiado arreglo.

Pero, antes de pasar a la acción, vamos a recordar la obra de este compositor, famoso sobre todo por su música de cine. Además de esa aportación a los largometrajes de Francis Ford Coppola, Rota colaboró con otros grandes directores, entre los cuales destacan Luchino Visconti (Noches blancas, Rocco y sus hermanos, Boccaccio 70El Gatopardo)  y Federico Fellini (una larga lista de filmes de la que por brevedad sólo citaré Las noches de Cabiria, La dolce vita, , Roma y Amarcord).

Su producción musical no cinematográfica es menos conocida pero no por eso menos interesante: basada en una estética clásico-romántica, tanto por el uso de las formas como de la armonía de ese siglo y medio, tiene su fuerza en las melodías frescas, brillantes y rebosantes de vitalidad e ironía, como las que podemos escuchar en su Concerto per trombone, compuesto en 1966.

Volviendo a su obra galardonada con la estatuilla de Hollywood, realizando este arreglo didáctico para flauta dulce me he encontrado con la necesidad de evitar unas  notas demasiado agudas para el nivel del alumnado al que está dirigido. Así que, como mal menor, he optado por suprimir un par de notas graves, que, de todas formas, siguen en el acompañamiento del piano.

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