Risas en los conciertos: ¿por qué no?

Recientemente pude leer un artículo en el que Miguel Ayuso criticaba a Max Hole, directivo de Universal Music, por unas desafortunadas palabras de éste (dijo que para que la música clásica llegue a todo el público los músicos deben cambiar su forma de vestir, perder la rigidez, alentar a que el público aplauda cuando quiera, e incluso se levante y baile en medio de la interpretación).

Se habla en ese artículo de Gustavo Dudamel, director de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar. Ya se sabe que este joven director está avalado por varios de los grandes entre sus colegas de trabajo. Es indiscutible también que al frente de los jóvenes músicos del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela ha cosechado grandes éxitos, no sólo musicales, sino también educativos, dando una oportunidad a jóvenes con talento y en posible riesgo de exclusión social. Sus detractores alegan que no es necesario "disfrazar" a los músicos (en su caso con el chándal con los colores de la bandera venezolana) para acercar la música al pueblo.

Pienso que no hay que llevar las cosas al extremo. Se puede desengolar algo la música clásica sin llegar al extremo de que la gente se levante a bailar. Quizás hay veces que estamos demasiado serios interpretando y escuchando, pero todos deseamos escuchar cada sonido, cada instrumento (lo que no se podría hacer apropiadamente si el que tienes al lado tuyo se pone a aplaudir o a bailar cuando le viene en gana).

En todo caso, algo hay que hacer para desempolvar nuestra música y acercarla al público. Algo de eso podemos apreciar en este vídeo. Simpática introducción y fenomenal actuación (aunque nos recuerde inevitablemente a Jerry Lewis en Lío en los grandes almacenes):


Un claro ejemplo de que la música clásica se puede interpretar a veces con humor es el genial violinista armenio (ya medio español) Ara Malikian. Aquí os dejo un vídeo de la archiconocida Pagagnini, interpretado con el grupo Yllana:






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