Había una vez un Rey que vivía en una lejana y profunda región del océano. Era dueño y señor de cuando había a su alrededor en el fondo marino. Las conchas le ofrecían sus mejores perlas, los corales lo adornaban con belleza de sus formas y las aguas convertían la luz que llegaba de la superficie en un sinfín de colores. Todo era en aquel reino tranquilidad y silencio. Por eso, todos los animales marinos lo conocían como El rey del Silencio.Pero un buen día, el Rey sintió curiosidad por ver qué había fuera del mar y decidió salir de las profundidades para conocer la tierra firme. A los lomos de un veloz delfín. viajó hasta una preciosa playa. De pie, sobre la arena, quedó asombrado mientras miraba las olas.
-¿Qué es esto que acompaña a las olas cada vez que se arremolinan y se deshacen en espuma? -se preguntaba.
Estaba absorto contemplando y disfrutando de aquel espectáculo, cuando oyó a sus espaldas una voz de mujer.
-¡Hola! ¿Quién eres tú? ¡No me lo digas! Seguro que tú debes ser algún mago.
Nuestro Rey del Silencio esbozó una sonrisa silenciosa.
-¿Cómo me confundes con un mago, no ves que soy un Rey?
-¿Un Rey? ¿Qué clase de Rey? Aquí ha habido muchos reyes y ninguno, antes, había conseguido lo que tú.
-No sé qué dices; no he hecho otra cosa que contemplar el amanecer y las olas.
-Has hecho algo muy grande. Tu sola presencia ha hecho desaparecer al enemigo peor de mi reino.
-¡Ah!, pero, ¿tú también eres Reina?
-Sí, hasta ahora una Reina triste. A partir de ahora, la Reina más feliz. Has conseguido desterrar al ser más dañino que había en este reino: El Ruido.
Estaba metido en todas las casa, en los colegios. Nadie podía escuchar a nadie. Todos hablaban a la vez, era imposible descansar. Aunque yo consiguiera componer las más bellas melodías, él se encargaba de destrozarlas conforme iban saliendo de mi garganta. Los pájaros no acababan de llenar la atmósfera con sus trinos, las olas no conseguian relajar a nadie con su murmullo acompasado al besar la orilla; y a nuestros oídos no llegaba nunca la caricia del silbo del viento. Ahora todo es maravilloso y distinto. Desde que tú has llegado, han vuelto aparecer los sonidos más delicados y suaves de la naturaleza. Por fin, la gente de mi reino ha aprendido a escuchar.
Dime, ¿quién eres tú?
-Soy El Rey del Silencio.
-Ahora lo comprendo todo, dijo la Reina -quedándose pensativa.
-Y, ¿qué clase de Reina eres tú que posees los más bellos sonidos que jamás había escuchado? ¿Qué reino es este en el que la naturaleza no cesa de cantar?
-Soy la Reina del País de la Música.
Entonces la Reina y el Rey se dieron cuenta de que la Música y el Silencio no podían vivir separados. Decidieron unir sus reino. Construyeron un hermosos palacio a la orilla del mar. El Rey, cerca de sus océano y sus habitantes marinos. La Reina, rodeada de los sonidos de la naturaleza.
El Ruido hizo intentos de aparecer de nuevo en este reino, pero sus habitantes habían aprendido muy bien el modo de hacerlo desaparecer. Decían susurrando:
-¡Rey - del - Si - len - cio...! -y el ruido, asustado, desaparecía de forma inmediata y casi mágica.
A partir de entonces, la felicidad, la música y la calma reinaron, por fin, en este extraordinario pais.