Aquest passat 4 de febrer va tenir lloc a Tarragona la X TROBADA DE CLARINETS.
Cada any, a més del magnífic treball en grup dels profesors dels Conservatoris de Tarragona, Reus, Tortosa, Manresa i Benicarló, es proposa una activitat conjunta d’interès general pels estudiants de clarinet.
En aquesta ocasió he tingut la oportunitat de presentar la xerrada “Clarinet, Música i Respiració”, on de manera breu hem pogut parlar de la relació de la respiració amb les emocions, la importància d’un bon escalfament i preparació de la respiració partint de la respiració natural, i per acabar, una proposta d’aplicació al repertori i com treballar-lo des del punt de vista de la respiració, tant musical com tècnica.
Vull agraïr a Josvi Arnau per proposar aquesta activitat a la X Trobada de Clarinets i a Josep Llauradó, Ricardo Forner, Sergi Costes, Ana Esteller i Francesc Navarro pero la seva bona acollida!
Se trata del clarinetista y profesor Christian Álvarez.
Arriesgándome a parecer una “abuela cebolleta”, como siempre os cuento cómo conocí al entrevistado. Casualmente, él también ha querido reseñarlo en la entrevista, así que tendréis las dos versiones!
Conocí a Christian de una manera casual, en un concierto del “Trio di Clarone” en la Konzerthaus de Viena, donde presentaban, junto con Michael Riessler, su proyecto “Bach in 1 hour”. Por casualidad nos tocaron entradas contiguas, y así nos conocimos, junto con otros compañeros que por aquel entonces también estudiaban por allí. Tener como nexo común el clarinete y a nuestro Profesor José Vicente Herrera, nos hizo congeniar enseguida. Es por esto que esta entrevista me hace especial ilusión.
Christian es un clarinetista con una técnica solidísima, que sólo pasa desapercibida cuando la Música que hace la relega a un segundo plano.
¿Puedes hablarnos de tus inicios en la música y en especial con el clarinete?
Desde muy pequeño he tenido una atracción incontenible hacia la música y lo que ella me hacía sentir. Me fascinaba el hecho de escuchar cualquier pieza y que ésta me pudiese hacer sentir alegre, triste o lleno de energía. Escuchaba música bien en “casets”, televisión o radio y antes de iniciar estudios ya reproducía de oído lo que escuchaba, bien con la típica flauta del cole o en teclados “Casio” tan populares del momento, dando en casa unas “tabarras” de cuidado a mi familia, que me sufría con cariño. Agradezco hablar contigo sobre esto porque me hace recordar y traer de vuelta el cariño y la paciencia que mis padres me prestaban. Veo el reflejo en mis hijos, que me sorprenden cuando escuchamos música en el coche y a Eva, que tiene dos añitos, la encuentras en su sillita con lágrimas en las mejillas diciéndote “toy tiste”, ante una preciosa pieza como “Goodbye” de Jan A. P. Kaczmarek de la Banda Sonora “Siempre a tu lado Hachiko”.
A los 8 años mis padres me matricularon en la “Academia de Música del Ayuntamiento de Cuenca”. Elegí el Clarinete porque en el pueblo de mi familia paterna, Benaguacil (Valencia), tenía dos tíos clarinetistas (uno en la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla y otro profesor de Conservatorio en Valencia) y por ellos ya conocía el precioso timbre de nuestro instrumento.
¿Cómo, cuándo, de qué manera te diste cuenta de que te dedicarías a la música? ¿Fue algo premeditado o más bien te dejaste llevar?
Al comenzar de manera tan temprana siempre supe que formaría parte de mi vida. No sabía de qué manera, pero era indiscutible que iba tan pegada a mí como mi piel. Con trece años y ya en el “Instituto” dije a mis padres que iba a ser clarinetista. Ellos siempre me apoyaron. Entendía necesario tener una amplia cultura y conocimientos sobre los que sustentar mi carrera musical, pero como todos los de mi época sabéis, la comprensión a los músicos en la Enseñanza Obligatoria era nula, por ignorancia y desconocimiento. Una frase muy recurrente de mis profesores de Instituto era: “Deja de perder el tiempo con esa flauta negra. De eso no vas a vivir”. Anecdóticamente os cuento con qué cara de estupefacción me encontré años después a algunos de ellos recibirme con aplausos desde las butacas del Auditorio de Cuenca para escucharme de solista con orquesta, conciertos como los de Mozart, Weber, etc. O recibiéndolos en el Conservatorio con la intención de matricular a sus hijos en tu propia asignatura. Siento que no conociesen y disfrutasen la música como nosotros. No lo concibo.
¿Quién ha marcado (para bien) tu etapa formativa?
Aquí te lo puedo establecer por etapas. Desde la perspectiva que te dan los años ves más nítidamente quién realmente estuvo ahí. Y te lo voy a explicar con algunos valores que están por encima de la propia enseñanza, aprendizaje o transferencia de conocimientos, estos valores son la “ayuda”, el “compromiso”, la “responsabilidad”, la “honestidad” y la “dedicación”. Para mí un “profesor” debe cumplirlos.
En mi etapa en la Academia del Ayuntamiento de Cuenca y hasta mi paso al Conservatorio Profesional de la misma ciudad, recuerdo con cariño a tres personas por su profesionalidad y atención: José Tello (actualmente En la Banda Municipal de Valencia); Fernando Romaguera (actualmente Catedrático en Conservatorio Superior de Música de Valencia) y José García Llopis (Profesor de Clarinete, Director de la Escuela Municipal de Música de Cuenca y gran amigo).
En la etapa de Conservatorios, ya en el Conservatorio Profesional de Música de Cuenca me tutorizó Miguel López Torres (profesor de la Banda Municipal de Madrid), del que observé la organización de aula, seguimiento del alumno, disciplina, hábito de estudio y compromiso con el alumno.
En el Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia fue mi tutor Luis Sanjaime Meseguer, del que agradezco mucho su amabilidad, dedicación y orientación profesional. Durante esta etapa conocí a Francisco Perelló (Solista entonces de la Orquesta de Córdoba y actualmente en la Banda Municipal de Valencia), que me impresionó por su dominio del instrumento, carácter y seguridad, acogiéndome en su casa con total generosidad como uno más y surgiendo una gran amistad entre nosotros desde entonces. Fue un aporte fundamental en mi carrera y crucial para ese momento en concreto. Metafóricamente me ayudó a abrir la ventana y mirar hacia fuera.
A pesar de que en estas etapas mi cabeza (como la de la mayoría de instrumentistas) sólo pensaba en ser concertista, solista de orquesta y todo lo referente a tocar y pisar escenarios, todos estos profesores lograron hacerme apreciar la “Enseñanza” y verla como una respetable opción profesional. Tras la etapa de Conservatorios continué formándome. Un consejo, habiendo conocido bien a los profesores en cursos o clases magistrales y nunca pisando a ciegas.
Tras la etapa de Conservatorios continué con Joan Enric Lluna (Actualmente solista de la Orquesta de la Comunidad Valenciana), con el que estudié tres años. De él aprendí (sintetizando mucho) a expresarme de forma correcta, fundamentada y creativa a la vez, e interpretar y descifrar todo lo que el compositor nos quería hacer llegar a través de esos mágicos grafismos.
Cuando terminé los estudios con Joan quise conocer a José Vicente Herrera (Solista de la Orquesta de Valencia). No conocer a Jose en el mundo del clarinete sería como venir a Cuenca y largarte sin conocer las “Casas Colgadas”. Acerté de pleno. Desde el primer momento congeniamos. Es cercano, generoso hasta la médula, comprometido, honesto y dedicado con sus alumnos. Con Jose estuve cinco años y seguiría estando si me alquilase una habitación en su casa. Él me aportó rigor técnico en todos los sentidos y sin fisuras, perfilando mi interpretación y ensamblándola a esa técnica depurada. Me animó a conocer Austria y los grandes clarinetistas que allí proliferan. Tuve el placer de conocer a su profesor Alfred Prinz (solista de la Orquesta Filarmónica de Viena, ya fallecido) y de certificar que Jose no había dejado gota sin beber de esa fuente. También conocí a Alois Brandhofer (solista por aquel entonces de la Orquesta Filarmónica de Berlín) en Salzburgo, en la Academia de Verano de la Universidad Mozarteum y que a modo de anécdota puedo contar que tras seleccionarme para tocar en representación suya en los recitales de verano de la Universidad en la “Wiener Saal”, me invitó a ser alumno suyo en dicha Universidad. Tuve que declinar dicha invitación por razones profesionales y personales. Muy a pesar mío.
Y por último en esta etapa austríaca conocí a Reinhard Wieser (Solista de la Orquesta Sinfónica de Viena) en una Clase Magistral. Tras terminar la clase me dijo que le gustaba mucho cómo tocaba y quería que fuese alumno suyo en Viena. Como anécdota contar que me agradó enormemente que me invitase a cerrar esa primera clase Magistral que daba en Valencia tocando a dúo con él el dúo para dos clarinetes de F. Poulenc. En ese momento sí estaba en disposición de aceptar y estuve recibiendo clases suyas en Viena. Reinhard, con quien guardo una buena amistad, fue muy generoso ofreciéndome sus clases, enseñándome Viena, sus Orquestas, ensayos, conciertos y su vida musical en general. Con él ratifiqué que el camino andado hasta entonces fue el correcto.
No puedo dejarme por contar que en Viena y asistiendo a un concierto de Sabine Meyer en la Konzerthaus, con un lleno a rebosar y en el medio del patio de butacas, me senté al lado de una persona desconocida que hablaba español, que era clarinetista como yo y que era alumna de mi profesor en España Jose V. Herrera, una casualidad podríamos describir de “increíble”. Era Cecilia Serra Bargalló. Y nos hicimos muy buenos amigos. No íbamos a despreciar esa “increíble” casualidad, ¿no?
Siempre estaré enormemente agradecido a todas estas personas que me ayudaron a subir cada uno de los escalones en mi carrera musical.
¿Cómo fue tu “profesionalización”? ¿Tenías claro qué camino seguir (conciertos, orquesta, enseñanza ….) o fuiste optando a lo que se iba presentando?
Decidí pronto dedicarme de pleno a la música por lo que para mí significaba, al tiempo que era consciente de que era para lo que estaba hecho. En una ciudad tan pequeña y no habiendo tenido como referencia a nadie que hubiese obtenido la Titulación Superior en Cuenca, me tocó abrir ese camino sólo con la ayuda de mis padres. Aun con todo esto terminé obteniendo el Premio Fin de Carrera en Grado Profesional en el Conservatorio de mi ciudad y el Premio Fin de Carrera en el Conservatorio Superior de Música “Joaquín Rodrigo” de Valencia, con un tribunal de excepción, pues conocí a D. Lucas Conejero, D. Rafael Talens y D. Roberto Fores. Esta fue la recompensa al esfuerzo de mi padre que por entonces me llevaba dos días en semana a Valencia durante dos años a todas las clases que precisaba. Quiero decir que estoy muy satisfecho de haber normalizado esa situación en mi ciudad, teniendo ya trece alumnos con estudios superiores a día de hoy.
Terminé con 20 años los Estudios Superiores y un año después gané la plaza de Profesor de Clarinete en el Conservatorio de Cuenca por Concurso-Oposición. Pero estos momentos, lejos de ser alegres como lo serían para cualquiera en dichas circunstancias, para mí fueron lo peor que he vivido jamás, pues mi padre murió de manera inesperada antes de dichas pruebas. No puedo describir cuánto me costaba preparar las oposiciones con el corazón hecho jirones. Quien me conoce sabe que mi medio de expresión es mi instrumento. Y tener que expresar sentimientos que estaban tan lejos de mí, como la alegría, me hacía sentir terriblemente mal. Tenía 21 años.
Esta desgracia que me jugó la vida claro que sí condicionó mis elecciones. Opté por terminar de formarme en España con los profesores con mejor prestigio y que mejor sintonizaban conmigo. Y doy gracias porque elegí bien.
Desde que comencé en el Conservatorio fui solista en la Orquesta Filarmónica de Cuenca (14 años), agrupación profesional que ofreció conciertos y giras hasta que la famosa crisis la devoró como a tantas otras. Y lo he compatibilizado con recitales de clarinete y piano, conciertos con diversos grupos de cámara, Cursos y Clases Magistrales. De esta manera nunca he echado en falta ninguna faceta como músico. Al tiempo me seguía formando como te he contado. Siempre he tenido la necesidad de aprender. Y que no se me olvide, he aprendido y aprendo mucho escuchando muchísima música. Eso sí. Buena. Es algo que no dejo de recomendar a mis alumnos.
Eres profesor en el Conservatorio Profesional de Música de Cuenca. ¿Qué preparación previa hiciste? ¿Qué podrías decirnos del sistema actual de oposición a Conservatorio? ¿Qué podría cambiar o mejorar según tu experiencia?
Tuve la suerte de tener a Luis Sanjaime como tutor en los estudios superiores, él me orientó sobre la preparación de este tipo de oposiciones. Me guió en la realización de mi propio Temario y la elaboración de la Programación Didáctica. Gracias a ello pude presentarme recién salido del Conservatorio Superior “Joaquín Rodrigo” de Valencia. La parte instrumental estaba perfectamente cubierta pues tenía un repertorio amplísimo, recién salido del horno y avalado por los Premios. En esa preparación no sólo estuvo Luis Sanjaime, además Francisco Perelló y Joan Enric Lluna. El presidente de mi Tribunal fue Adolfo Garcés (actualmente Catedrático en el Real Conservatorio de Madrid) quien me felicitó por la solvencia en las pruebas.
El sistema actual de oposiciones es mejorable. De momento incluiría, al menos, escuchar una clase de los opositores. Hay entrevistas de trabajo más complejas para puestos con menos responsabilidad que el nuestro. Y hay maneras de saber si la persona a elegir es la ideal. Dejaría de homologarlas a las pruebas de Secundaria y a su funcionamiento. No tenemos mucho en común. Y la realización de Evaluaciones de Centro “REALES” en los Conservatorios daría muchas ideas positivas a la hora de confeccionar las pruebas, midiendo, entre otras cosas, la productividad en los mismos. Se deben poner en práctica las herramientas precisas para que los alumnos tengan como ejemplo al mejor profesor, al más completo y profesional. Debemos obtener profesionales que sean comprometidos, responsables, honestos y dedicados. Por supuesto excelentes instrumentistas, pero ser profesor requiere mucho más. La libertad para desarrollar nuestra labor de intérpretes nunca debe ir en perjuicio del alumno. Debe ir de la mano de éste. El alumno necesita a su profesor comprometido a su lado. Donde tiene que escucharlo y tenerlo como ejemplo es a su lado, en el aula. Y claro que está muy bien que lo pueda escuchar en diferentes situaciones, pero esto es complementario para su formación. No debe ser una excusa para volver loca la rutina del alumno con cambios constantes de clases, por poner un ejemplo. Comento esto porque es una queja recurrente de los alumnos, que se sienten “platos de segunda mesa”.
Has escrito varios métodos para clarinete, solo y en colaboración con otros profesores. Cuéntanos algo sobre su contenido, para qué o quién están pensados y qué te ha aportado este trabajo.
Me he preocupado mucho siempre por mejorar en mi trabajo y esto ha sido uno de los pasos que me ha tocado dar. Junto a mi amigo José García Llopis y coordinando su programación en la Escuela Municipal de Música de Cuenca con la del Conservatorio, decidimos realizar juntos la bibliografía de Enseñanzas Elementales. Realizamos cuatro libros que la Editorial “Si bemol” acogió de muy buen grado y que de hecho están sirviendo de ayuda a muchos colegas en sus Escuelas o Conservatorios. La razón es que hay que adaptarse a los nuevos tiempos, legislaciones, temporalizaciones y generaciones. La colección de libros es “El Clarinete. Técnica de inicio” de la Editorial “Si bemol”. Nos ha aportado todo el material pedagógico necesario para esos cuatro años de Enseñanzas Elementales sin tener que utilizar libros a “retales”.
De manera individual he terminado este año otra colección de seis libros que necesitaba de manera imperiosa para la temporalización de Enseñanzas Profesionales. Venía echando en falta libros de estudios diarios de escalas que sirviesen para todo el grado, que fuesen progresivos y tratasen todas sus variantes básicas y necesarias para este nivel. Los libros que veníamos usando, al no estar pensados para nuestros seis años de duración, bien quedaban cortos o bien el nivel no era el apropiado. Esta colección se llama “Ejercicios diarios de Escalas”, editados por la Editorial “Si bemol”.
¿Cómo se ve el panorama musical del país desde Cuenca? ¿Cómo lo ves tú, musicalmente o clarinetísticamente hablando?
Actualmente las opciones profesionales que ofrece el país son tremendamente escasas para la cantidad de músicos que generan los alrededor de ¡25 Conservatorios Superiores! que tenemos. Procuro, desde el aula, orientarles de manera realista y hacer músicos que puedan ganarse la vida con la música (si ese es su propósito) de la mejor manera posible y aprovechando lo que cada momento les ofrezca. Como he comentado, tengo 13 alumnos con Titulación Superior trabajando en Escuelas, Conservatorios y Orquestas, pero tengo más de 10 que con Grado Profesional son Profesores de Educación Primaria con plaza propia y algunos, de la misma manera, en Educación Secundaria. Sé que todos son muy felices con lo que hacen, porque trabajan en lo que más les gusta, la MÚSICA.
¿Hay algún proyecto del que quieras hablarnos?
Tengo casi 20 proyectos. Son Diego, Lucía, Jaime, Miguel, Julián, Candela, María, Marta, Andrea, etc….. mis alumnos. Todo lo demás es accesorio, complementario. Lo que me compensa de mi trabajo es sembrar con generosidad y dedicación y recoger la cosecha como “satisfacción del trabajo bien hecho”, sin esperar agradecimientos porque ese es mi trabajo. Ahora tengo dos alumnos en el Conservatorio Superior de Valencia, dos alumnas en el Superior de Madrid y una en el Superior de Zaragoza, y mantienen el contacto conmigo para orientarles en todo lo que puedan necesitar.
Si en nuestra profesión haces las cosas “bien”, la recompensa en inmensa, pues obtienes la amistad y reconocimiento de personas a las que has servido de ayuda en sus vidas, que no es algo efímero como ocurre con dar un concierto, con el que obtenemos una gran satisfacción el día que por fin lo damos y poco a poco el tiempo lo diluye como azúcar en agua. Ellos (tus alumnos) siempre estarán ahí, no se diluyen, sino que con la perspectiva del tiempo sabrán reconocer si hiciste lo que debías o no.
No words.
¡Mil gracias por compartir tu tiempo con nosotros!
¡Tenemos entrevista especial para el día de Reyes!
Carelys Carreras es la protagonista. Clarinetista cubana afincada en Alemania, tiene mucho y muy interesante por contarnos.
Conocí a Carelys durante mis estudios en Viena. Supongo que por la afinidad del idioma y del instrumento conectamos enseguida. Yo estaba en un momento difícil de mi vida musical: mucho trabajo y muchas dudas… Quizá por eso me llamó profundamente la atención su manera de ser abierta, franca, decidida… Como clarinetista, me encantó su seguridad, tanto en el carácter como en el dominio técnico, sin hablar de la musicalidad, que era evidente en cada sonido. En alguna ocasión pudimos estudiar juntas, y todavía recuerdo vívidamente algunos consejos que me dio para tocar el registro agudo y sobreagudo, y que todavía utilizo conmigo y con mis alumnos.
¡Empezamos!
Nombre completo: Carelys Carreras Camporredondo
Lugar de nacimiento: Ciudad de la Habana, Cuba
Fecha de nacimiento : 6.8.1976
¿Puedes hablarnos de tus inicios en la música y en especial con el clarinete? ¿Qué persona/s fue/ron decisivas para ti en esta primera etapa?
Comencé con el aprendizaje del instrumento de manera muy curiosa, como por casualidad, aunque las casualidades no existan… En realidad mi sueño era ser bailarina y por diferentes razones no pude entrar en la escuela cubana de ballet. Siempre cantaba y bailaba en casa y muchos veían mis aptitudes artísticas y así fue como mi madre, dejándose llevar por recomendaciones de parientes, me llevó un día a visitar la escuela de música de nivel elemental “Guillermo Tomás” en Guanabacoa, Ciudad de la Habana.
Fue solo entrar en ese recinto y enamorarme del ambiente acogedor, de los pasillos ruidosos, donde se mezclaban coros con pianos, con guitarras y otros tantos instrumentos, mientras arriba desde los balcones algún que otro trompetista soplaba sus agudos.
Mi instrumento elegido en primer lugar fue la guitarra, muy conocida y utilizada en la música cubana. Pero no, la respuesta después del examen de admisión fue: “manos muy pequeñas”. Próximo instrumento a elegir, la flauta. Respuesta: “no, brazos muy cortos”. Tercer y último instrumento: percusión. Respuesta : “eres muy rítmica pero, no nos quedan plazas”. Así que regresé cabizbaja y triste a casa ese día…
Finalmente, un día antes de comenzar el nuevo curso llamaron por teléfono: “Una plaza de clarinete queda libre, ¿le interesará a su hija?”. “¿Te interesa, Carelys?” “Pues no sé qué es un clarinete, pero si puedo visitar esa escuela, sí, ¡quiero aprender!”.
¿Cómo, cuándo, de qué manera te diste cuenta de que serías músico? ¿Fue algo premeditado o más bien te dejaste llevar?
A los 14 años se decidía en Cuba si preferías estudiar otra carrera. Para eso tendría que visitar un preuniversitario diferente. Algunos de mis compañeros presentó examen en otros Pre, pero para mí ya estaba más que claro. Yo sería clarinetista y sólo me presentaría para los exámenes del Conservatorio “Amadeo Roldán”, y si sólo había una plaza, ésa sería mía.
¿Quién ha marcado tu etapa formativa?
Durante la primera clase con mi primer maestro y luego profesor y siempre fuente de inspiración Vicente Monterrey Monterrey, logré tocar unas 8 o 9 notas que según el sonaron fenomenal. Yo tenía 11 años.Fue buen comienzo. Y ese maestro más que enseñarme a tocar un instrumento me enseñó a amar la música, me enseñó a respetar la profesión, me introdujo en el mundo de la zarzuela, de la ópera, de la música de cámara, etc. Sigue siendo hasta hoy como un padre para mi.
Además querría agradecerle a mi familia, que siempre me apoyó en mi carrera, principalmente a mi abuela Nenita y a mi madre Carmen.
Has estudiado fuera de tu país. ¿Qué destacarías de esta experiencia, tanto para tu formación musical/clarinetística como para tu desarrollo personal?
Gracias a la invitación del Maestro Claudio Abbado después de su visita a Cuba junto a la Orquesta Juvenil Gustav Mahler en el año 1999, pude participar en la Academia Ferrara Música y en la Academia Gustav Mahler de Bolzano en el año 2000.
Con amistades viajé a Viena y toqué sin preámbulos en la puerta de la clase de Peter Schmidl (por aquel entonces clarinete solista de la Filarmónica de Viena). Le pedí que me escuchara y así lo hizo. Recuerdo que toqué las tres piezas de Stravisnky. Le gustó y prometió tomarme como estudiante en cuanto presentara exámenes . Fue una etapa hermosa de mi vida, rica en conocimientos y nuevas experiencias. Su asistente en aquellos momentos era el clarinete solista de la Sinfónica de Viena Gerald Pachinger, quien fuera ejemplo para mi de dominio del instrumento, de la columna de aire, del más bello sonido y del staccato más perfecto.
No aprendí sólo a través de los profesores, sino también de los otros compañeros de la clase y de las otras clases. Aprendí de las pianistas que nos acompañaban. De las audiciones para optar por participar con Orquestas Juveniles. Aprendí junto a la Junge Philharmonie Wien en el puesto de primer clarinete. Aprendí tocando junto a la Radio de Viena y junto a la Sinfonica de Viena. En cursos como los de Santander, Attergau y posteriormente como invitada especial en la misma Gustav Mahler Jugend Orchester dirigida por el propio Abbado y compartiendo escenario junto a Marta Argerich en la gira del año 2002.
¿Cómo fue tu “profesionalización”? ¿Tenías pensado qué camino seguir (conciertos, orquesta, enseñanza…) o fuiste optando a lo que se iba presentando?
La verdad es que ya yo era clarinetista profesional a mi llegada a Europa. Con 19 años formaba parte de la Orquesta Sinfónica de la Habana, en un principio como requintista y segundo clarinete. Poco tiempo después como Primer Clarinete de la misma, bajo la batuta del maestro guitarrista, compositor y director de orquesta Leo Brower. Aprendí muchísimo junto a mis viejos colegas, hice repertorio, perdí miedos escénicos etc. Los estudios en el extranjero me sirvieron para madurar. Para mejorar el sonido y principalmente el fraseo, pero yo era ya clarinetista.
Me hubiese gustado ganar un puesto en una orquesta alemana, pues son excelentes y es donde vivo. Pero estaba el asunto de los diferentes sistemas. El sistema Böhm que yo dominaba y el sistema Alemán que es el que se acepta tanto en Alemania como en Austria. Y bueno, que me decidí a ser una mamá joven, le di prioridad a mi familia… ¡Pero no me arrepiento! Hoy en día domino también el sistema alemán y lo utilizo en piezas del repertorio clarinetístico como las sonatas de Brahms, el concierto de Mozart, las piezas de Schumann, etc. Sin embargo, tocando un Stravinsky o un Messager o un Debussy utilizo el sistema francés y me siento en casa.
Tocas en varios ensembles, en orquesta… háblanos de tu faceta de intérprete.
Hoy en día aunque no pertenezca a una orquesta determinada mi vida artística es muy rica y le estoy agradecida a la vida por eso. Pertenezco a un trío de cañas , somos el Ensemble Tre Colorijunto a mis colegas Elisabeth Wieland (oboe, de Alemania) y Arlette Probst (fagot, de Suiza). Dominamos un repertorio extensísimo con arreglos de música medieval hasta composiciones modernas hechas para nosotras y pasando por el repertorio obligatorio francés e incluyendo muchísimos arreglos de música latinoamericana. Con ellas crezco cada día en el trabajo arduo de la música de cámara.
Por otra parte me llaman para tocar en orquestas de diferente perfil, tanto sinfónico como de ópera, musical etc. Orquestas de Stuttgart, Reutlingen, Ulm, Munich, Pforzheim, Bremen… Y es muy amplio el repertorio y por lo general he de ser espontánea y rápida a la hora de suplir a colegas enfermos y demás . Eso le da una riqueza increíble a mi vida como clarinetista. Constantemente he de adaptarme a diferentes cuerpos sonoros, a diferentes estilos y agrupaciones musicales. Y ese tipo de trabajo me enriquece enormemente.
En cuanto a la enseñanza, ¿qué te aporta como músico?
Siempre he dado clases, siempre he enseñado el clarinete. La enseñanza me parece imprescindible a la hora de entender lo que hacemos a profundidad. Para enseñar algo tenemos que dominarlo antes, tenemos que preguntarnos e investigar cómo funciona la técnica, cómo podemos resolver ciertos problemas para después poder transmitir los conocimientos. Para enseñar buen sonido hay que tener buen sonido y para enseñar cómo hacer música tenemos que dominar el fraseo y el significado de la misma.
Vives y trabajas en Alemania. ¿Cómo se ve España desde donde tú estás? ¿Cómo la ves tú, musicalmente o clarinetísticamente hablando?
Lamentablemente España está muy lejos de Alemania. Y no por una cuestión de distancia sino por el hecho de que aquí le dan mucho valor a la música y a los intérpretes alemanes, ensombreciendo de esa manera bastante lo que sucede en otras partes de nuestro planeta. Y sé que la escuela de clarinete en España es fabulosa al igual que la de Francia o la de los Estados Unidos. Pero nos llega muy poca información la verdad.
¿Algún consejo?
Quisiera aconsejar a todo aquél que busque un puesto de estudio que conozcan primero a sus profesores, que escuchen la clase, que hagan clases de prueba antes de decidirse por un profesor o una Universidad determinada, y que piensen antes qué quieren lograr, si quieren dar clases, ser concertistas, pertenecer a una orquesta …. en fin, que encontrar al profesor adecuado es muy importante para lograr lo que se proponen en la carrera. Sobre todo un profesor que apoye, que ayude, que estimule, que los haga más seguros… y no uno que, aun siendo posiblemente muy famoso, no esté realmente interesado en transmitir sus conocimientos y en ayudar a sus alumnos a alcanzar inclusive lo imposible!
¡Muchísimas gracias!
Y hasta aquí la entrevista… ¿Queréis escucharla un poco?
Os dejo un enlace, pero os invito a que busquéis más música interpretada por ella, ¡os gustará!
Pronto cerraremos el año y será tiempo de estar más en casa, visitar a la familia, hacer regalos, descansar, prepararnos para un nuevo año… o simplemente tener más tiempo para nosotros y hacer durante un par de semanas aquellas cosas que durante los días laborales nos es más difícil hacer “sin reloj”: leer tranquilamente, dar paseos, encontrarnos con amigos…
Yo cierro el año de mi blog con una entrevista especial a una clarinetista especial: Mónica Campillo García.
Conocí a Mónica cuando trabajé por primera vez en un Conservatorio madrileño, el “Teresa Berganza”. Un día Mónica participaba en un concierto de profesores… alguna pieza de Iturralde, no recuerdo cuál… cuando acabé las clases fui a escucharla y me emocioné muchísimo.
Quienes la conocemos, lo primero que nos llama la atención es que es un espíritu libre, con una manera libre de pensar, de tocar, de enseñar…
Vamos allá.
Nombre completo: Mónica Campillo García
Lugar de nacimiento: Alicante
Fecha de nacimiento: 15/11/1966
¿Puedes hablarnos de tus inicios en la música y en especial con el clarinete? ¿Qué persona/s fue/ron decisivas para ti en esta primera etapa?
Yo vivía en un pueblo, Guardamar, donde no había Banda, ni escuela de música. Nada.
La música siempre estuvo en casa: mi madre cantaba sin parar, escuchaba música clásica, había un piano en casa que ella tocaba de vez en cuando, y siempre escuché que a ella le hubiese gustado ser concertista de piano; me llevaba a conciertos y yo recuerdo alucinar bastante, cantando con ella, escuchándola tocar o escuchando Mozart o Bethoveen los domingos…
Yo quería aprender, pero ella pensaba que las mamás no eran buenas profes y tuve que esperar a los 10 años, cuando se volvió a crear la Banda del pueblo, desparecida por la guerra, y allí acudió una Monikita feliz que, al fin, iba a estudiar Música.
Me entregué en cuerpo y alma al “Solfeo”, mi primer libro LAZ, para muy pronto poder soplar el clarinete, instrumento que me llamó la atención desde el primer día que lo ví tocar al maestro director.Recuerdo que tocó el conglomerado de semicorcheas de Mozart y me dije a mi misma que yo quería tocar eso.
¿Cómo, cuándo, de qué manera te diste cuenta de que te dedicarías a la música? ¿Fue algo premeditado o más bien te dejaste llevar?
Cuando empecé a soplar, a los 11 años, yo ya había vivido la emoción de la música, ya la tenía dentro. Después de examinarme de 1º de Solfeo y aprobar por libre, un día en casa, tocando el método “Tú y el Clarinete”, de Vercher, sentía algo poderoso, una vibración en mi cuerpo que me hizo saber, a muy temprana edad, que mi vida la entregaría al clarinete. Se lo dije a mi madre, con 12 años, y ella sonrió dándome todo el impulso para que con 14 me trasladase a Alicante al Conservatorio, matriculándome en el Instituto nocturno y así tener todo mi tiempo para mi recién despertada vocación.
¿Quién ha marcado (para bien) tu etapa formativa?
Es un conjunto de influencias, creo que cada etapa es diferente, y en todas siempre hay alguien que te apoya. Para mí lo más decisivo lo viví en casa, primero la vivencia, cantar, escuchar, sentir con la música. Después, la persona que me inició, el director de esa primera banda, que como quien le cuenta una historia fantástica a un niño, me dijo: “Con tu clarinete puedes ir donde quieras, pues la música es un lenguaje Universal, coge tu clarinete y él te llevará”. Eso fue crucial.
Después, en El Conservatorio, sobre todo la influencia del grupo de amigos, con los que hoy mantenemos relación e incluso nos vemos cuando podemos, cada uno está una punta, chavales como yo que querían lo mismo que yo. Aquello fue un gran intercambio, en una época en la que hablar del picado, del sonido, del legato, era totalmente novedoso, lo compartíamos como buscadores insaciables, y poco que nos venía de fuera.
Mi maestro de esa etapa, Francisco Florido, era un revulsivo, pues llegaba de Madrid con “nuevas partituras”. Debussy (la Rapsodia), por ejemplo, ¡nadie la conocía! Y otras obras para clarinete solo y música más actual, que hoy está al alcance de todos, pero en aquella época no. Florido era tan pasional que compartía nuestros anhelos, y nos dio a todos un gran impulso. Al terminar, conocí a José Luis Estellés, como alumno, en unas pruebas de la JONDE, que obviamente aprobó él. Nos hicimos grandes amigos y a su vuelta de Londres me pegué a él, sabiendo que con él y su generación se abría una nueva etapa para España, como así ha sido, y fue el apoyo personal y pedagógico decisivo.
¿Cómo fue tu “profesionalización”? ¿Tenías pensado qué camino seguir (conciertos, orquesta, enseñanza…) o fuiste optando a lo que se iba presentando?
Yo siempre decía que quería ser profesora, dado que en mi familia hay tradición de maestros. Siempre me atrajeron las aulas y es por eso que aposté fuerte en mi época, donde no había orquestas, ni de jóvenes, por hacer mi camino camerístico y docente. Llevo 20 años de feliz profesora. Recuerdo llegar al Conservatorio a matricularme de 2º, pero yo ya me sentía que estaba en mi camino. Y así fue hasta hoy, que acabo de cumplir 50 primaveras.
Tocar en Orquesta , creo que es el “sueño” de todos los clarinetistas aspirantes a músicos, pero no estamos en un país donde sea muy propicio…..así que me vine a Madrid para conocer muchos músicos y poder así crear o participar de grupos de Cámara, y desde que estoy aquí, 20 años ya, no he parado de involucrarme en proyectos. La culminación de esta entrega llegó cuando Valentín Ruiz, compositor, tuvo la generosidad de escribirme el Concierto para Clarinete y Orquesta, que se estrenó con la ORTV en 2010, cuyo vídeo esta por Youtube. Desde ese momento, mi impulso clarinetístico no ha hecho más que crecer, y me lancé a mis propios proyectos: “Sitango”, “11 abrazos” o “MoEBius”, dúo con clarinete y piano con el que finalmente grabamos “La melodia encantada”, un CD dedicado a la infancia, recordando cómo de pequeña me embriagaron poderosas y bellísimas melodías, algunas de ellas rescatadas para este CD.
Eres profesora en el Conservatorio Profesional de Música “Teresa Berganza” de Madrid. ¿Qué preparación previa hiciste? ¿Qué podrías decirnos del sistema actual de oposición a Conservatorio?
Cuando yo oposité, en el año 1992, la cosa era bien distinta a ahora. Un país en expansión, con muchos nuevos Conservatorios y muchos jóvenes en formación. Muchas plazas constantemente, cada año. Ahora hay muchísimos más jóvenes muy preparados y cero plazas. Se hace difícil animar a los alumnos a dedicarse profesionalmente, todo cuesta mucho dinero, masters, matrículas, desplazamientos, instrumental……y muchos se desalientan y optan por otras carreras, viendo el panorama. Otros apuestan muy muy fuerte y salen fuera, no hay otra.
La oposiciones actuales no las entiendo, primero por que no las hay, pero cuando las hay, no entiendo que no sean más sencillas, que no se dé una clase real, que tengas que hacer una programación secuenciada que todos los profesores sabemos que es imposible hacer, pues es el alumno el que te guía, siempre, con su particularidad. A dar clase se aprende dando clase, y yo en ese sentido estaba dando clase desde los 16 años, en un colegio, de música extraescolar cuando todavía no se estilaba eso, y al dar una clase Real en mis oposiciones, pude adaptarme al alumno de inmediato: eso no se puede programar.
Tampoco es que crea en eso del trabajo para toda la vida. Que a unos pocos nos ha venido bien, sí, pero estanca el proceso natural de intercambio permanente… como la cosa está tan mal, si tienes un puesto fijo… en esa carrera tan española del puesto fijo, ahora no está, pero tampoco hay otras posibilidades. Hay que inventar, crear, moverse por lugares y músicas nuevas y aportar , estés donde estés. El sistema actual, como tú lo llamas, es un sistema que no atiende a los grandes músicos que tiene este país, ni fomenta la música y artes accesibles al gran publico. Ahora nos encontramos con una gran generación de jóvenes muy preparada musicalmente, en España, donde saber moverse es tan crucial como tocar.
¿Cómo se ve el panorama musical de España desde Madrid? ¿Cómo la ves tú, musicalmente o clarinetísticamente hablando?
Yo lo que veo es que la gente está muy activa, más que nunca antes, hay un gran elenco de profesores en todas partes del país, incluyendo pequeñas escuelas de pueblos donde se está haciendo un enorme trabajo, que es la base y de donde sale todo. Hay muchas orquestas de jóvenes, muchos músicos que se están lanzando a grabar sus proyectos personales, precisamente ahora que parece que el CD no tiene visos de ser un negocio, más bien lo contrario, te lo has de buscar tú, pues no se para de grabar… Eso dice mucho de lo viva que está la profesión, que a pesar de todo, está imparable. Los que aquí estamos, seguimos haciendo cosas sin descanso, y los que se han ido fuera, exactamente igual y son nuestra inspiración. Lo que me gusta mucho de Madrid, es que al existir varias escuelas Superiores, varias Orquestas, varios Conservatorios profesionales, etc. hay mucha actividad, muchas propuestas, como la Orquesta de Conservatorios de Madrid, el intercambio de La Semana del Clarinete… y como éstos muchos proyectos comunes. Esta crisis nos ha llevado a que haya más colaboración, pues todos estamos afectados por esta ausencia de posibilidades para tocar, bajadas de caché, etc.
Hace algún tiempo nació el proyecto de “La melodía encantada”, que culminó en la edición de un CD. ¿Puedes hablarnos de la idea, de su desarrollo y de su cristalización en un trabajo discográfico?
Grabar un CD es algo que implica muchas cosas. Un CD significa que ya te has “pegao” un buen viaje y hay madurez para plasmarlo. Eso para empezar. Después se tienen que dar las circunstancias: que tengas un grupo, una propuesta personal, unos medios, unos contactos… Que se llegue a dar todo parece un asunto de magia. Pero si algo está muy fuerte dentro de ti, se acaban dando las ocasiones para que se materialice.
Con MoeBius, dúo con piano con Emilio González Sanz, llevábamos varios años profundizando en la melodía, a través del Lied. Hicimos el “Swanengesang” (Canto del cisne) de Schubert y nos emocionó la pureza, decidiendo seguir indagando en la melodía, en esas melodías tan bellas que nunca tocamos porque están escritas para voz u otros instrumentos, y nos dábamos cuenta que con clarinete era muy hermoso. Yo siempre quise grabar repertorio para clarinete, y eso, sé que llegará. Pero sucedió con “La Melodía”, pues vimos que este repertorio llegaba al público general ,coincidiendo que queríamos hacer una grabación casera para un niño, Alexander, que nació en ese momento… y decidimos hacer algo más en serio: grabar nuestro primer CD. Fue complicado todo, por ser la primera vez y por adentrarnos en un mundo desconocido de financiación, organización, etc., pero finalmente se anduvo el camino y aquí tenemos nuestra pequeña Joya, regalo especial para niños, y es cierto que hasta ahora ha llegado adonde queríamos, los niños, pues muchos ya tienen su CD como propio. De ahí salió la idea de tocarlo en directo para niños, y surgió el “Cuento de La melodía encantada”, creado por mi hermana Haizea, hoy profesora de niños y actriz, y yo. Se cuenta la historia de Melodía, una niña, intercalada con piezas del CD. Lo mejor que me ha pasado sea, tal vez, tocar para 400 niños encantados :-))
¿Hay algún nuevo proyecto del que quieras hablarnos?
Siempre se tienen proyectos, unos contables y otros no tanto, por estar en la incubadora… recientemente hemos grabado Emilio y yo un CD doble con música de Enrique Granados, para piano y vocal, bellísimas canciones poco conocidas, con un tratamiento del piano muy impresionista, influenciado por toda la música que Granados absorbió de su estancia en París, un mago de la melodía y de la armonización. No sé cuándo saldrá…pero está ahí en la cola. El compositor Juanjo Talavera nos escribió una Suite al dúo “11 abrazos”, y está en proyecto grabarla en Audiovisual, con bailarines, pues lleva Tango y milonga.
Y… como sueño, volver a tocar, y no una sola vez, el Conciero del Azul Celeste. En ello estoy, dejando que me lleven los hilos invisibles, siguiendo el llamado de mi corazón.
Bueno, pues hasta aquí la entrevista a esta clarinetista tan especial.
Si queréis haceros con el CD “La melodía encantada”, AQUÍ tenéis el link de Amazon. Un buen regalo para hacer en estas fechas, ¿no es así?
Y si os habéis quedado con ganas de saber más sobre Mónica y este proyecto, podéis echar un vistazo a su canal de Youtube, del cual os dejo aquí un par de enlaces:
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