Cecilia Serra
El clarinete es un instrumento de la familia de viento-madera. Su sonido es producido por la vibración, mediante el soplo, de una sola caña o lengüeta contra la boquilla.
El clarinete goza de una gran popularidad debido a su versatilidad. Tiene cabida en bandas, orquestas, grupos de jazz, así como en música de cámara de compositores tan importantes como Mozart, Schumann, Brahms, etc. El hecho de que su invención date aproximadamente de principios del siglo XVIII, no le exenta de que su repertorio abarque desde el Barroco hasta nuestros días, con interesantísimas contribuciones en todos los campos.
Debido a su sonoridad llena de colores y posibilidades, es un instrumento especialmente querido por los niños en edad de iniciarse en la música, así como por adultos interesados en proseguir o empezar su práctica musical.
Si este es tu caso y quieres aprender música a través del clarinete, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
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El clarinete es un instrumento pesado. Su sujeción implica el equilibrio del instrumento entre la embocadura y su apoyo sobre el dedo pulgar derecho, soportando este último prácticamente la totalidad de su peso.
En este post me gustaría exponer algunas de las dificultades que he observado con más frecuencia en las primeras semanas y meses del aprendizaje del clarinete, en cuanto a su sujeción y especialmente en niños.
El aprendizaje del clarinete suele iniciarse a los 8 años (3º de Primaria). A esta edad, la mayoría de los niños han mudado los incisivos superiores, condición indispensable para empezar a construir una embocadura funcional. A los 8 años la mayoría de los niños tienen una motricidad suficiente para iniciarse en el clarinete, pero su sistema muscular está todavía sin desarrollar y es frágil. Si el aprendizaje de la embocadura es de por sí laborioso, el aprendizaje de una buena sujeción del clarinete lo es todavía más.
Un clarinete pesa alrededor de 750 g., reduciéndose esta cantidad si su material de construcción no es la madera; mide unos 60 cm. (sin contar la boquilla) y, lo que también es importante y quizá no recibe la importancia que se merece, es su grosor: el tubo del clarinete tiene un grosor aproximado de 3 cm., a lo que tenemos que sumar las llaves que sobresalen de esta medida (llegando a los 5 cm.), lo cual condiciona el manejo del instrumento, y más en manos pequeñas.
Respecto al cuerpo, el clarinete tiene un posicionamiento frontal y vertical, con una disposición asimétrica de los brazos: el derecho está más abajo y tiene una función mecánica y de soporte, el izquierdo está más arriba y tiene una función puramente mecánica (esta mano puede asumir momentáneamente una función de soporte en ocasiones puntuales).
Por su longitud, y sobre todo en principiantes-niños, la colocación del cuello puede sufrir una inclinación no deseada hacia el lado derecho, ya que es en esta parte donde recae el peso del instrumento. Darse cuenta a tiempo, trabajar la propiocepción sin y con instrumento, ayudarse de un espejo para verificar e introducir numerosas pausas en la clase para acostumbrarse paulatinamente el peso y envergadura del instrumento, son algunas de las herramientas de que disponemos para favorecer actitudes y hábitos posturales adecuados.
Producir las diferentes notas y por tanto aprender a tapar y destapar los agujeros, es algo que los niños quieren aprender rápidamente, a veces sin llegar a comprender de una manera consciente que es el soplo el que produce el sonido y no “los botones”. En una época tan digitalizada como la nuestra es algo cada vez más frecuente, me temo.
El hecho que primero aprendamos las notas de la mano IZQUIERDA y que la sujeción sea a cargo de la mano DERECHA nos permite trabajar, en los puros inicios, con el clarinete “por piezas”.
El peso del instrumento, su longitud y su envergadura, así como la disposición de los agujeros (al principio no utilizamos todavía las llaves) hacen que una postura ergonómica de brazos, manos y especialmente de los dedos sea objeto de dedicación y trabajo constantes. Las pausas sin clarinete para concienciarnos de su peso, de los puntos “dolorosos” (labio inferior, pulgar derecho…) y de cómo podemos aliviar, concienciar, relajar, fortalecer y entrenar las partes del cuerpo involucradas en la sujeción, son de vital importancia.
En un próximo post describiré alguna rutina de ejercicios para relajar el pulgar derecho, fortalecer dedos, manos, brazos y espalda, así como para estirar la zona del cuello.
Como se puede ver en la foto, ejercicios de concienciación del tacto, de regulación de la presión de manos y dedos y de movimiento sobre un tubo de cartón pueden ser útiles para tomar conciencia, aprender a “aflojarse”, aprender a coordinar movimientos e insertar las pausas tan importantes para mi en el inicio del aprendizaje del clarinete por parte de los niños más pequeños.
Muchos principiantes se benefician de poder empezar con un clarinete en do. Éste utiliza la boquilla del clarinete en sib, lo cual es una ventaja para su desarrollo posterior. El peso del instrumento sobre la mano derecha, sobre todo si el clarinete no es de madera, se ve aliviado. La distancia entre los dedos es menor, con lo cual pueden desarrollarse mejores sensaciones y hábitos. El grosor es el mismo que el del clarinete en sib, con lo cual la problemática de “pisar” llaves accidentalmente permanece.
Un buen posicionamiento del pulgar derecho es imprescindible para una buena sujeción. En un próximo post hablaré de cómo trabajo la búsqueda, las sensaciones y el fortalecimiento de este dedo en relación con el resto de la mano, los brazos, la espalda y en general con todo el cuerpo, en la búsqueda de una actitud adecuada para el aprendizaje.
¡Muchas gracias por leer!
Cecilia
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En esta última propuesta de conciertos que he tenido la suerte de llevar a cabo, tanto en Madrid como en Tarragona, he optado por el “concierto narrado”.
Teniendo en cuenta que esta propuesta “Música para un nuevo siglo” es temática, la narración, que incluye breves contextualizaciones de los compositores, las épocas y las obras, ameniza la interpretación, hace que el concierto fluya de otra manera: despierta el interés, ilustra la música y es una forma de completar el acto de comunicación que es un recital.
¡Gracias por leer!
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A vegades, una simple data a l’agenda es converteix en un moment especial.
Fa tres anys, l’Escola-Conservatori de Música de la Diputació de Tarragona organitza un petit cicle de concerts d’exalumnes. Aquest curs he tingut la sort de poder participar-hi.
Per motius personals que no vénen al cas, he estat temps apartada dels concerts, i aquesta data em permetia donar-me una empenta i tornar a posar-me en forma per interpretar davant del públic.
El programa escollit, quasibé per atzar, va ser el que compon el recital “Música per a un nou segle”, que ja vaig presentar a Madrid un parell de vegades el mes anterior.
Ravel (Peça en forma d’havanera), Hahn (L’heure exquise), Koechlin (Confidences d’un jouer de clarinette), Poulenc (Sonata), Stravinsky (Tres peces per clarinet sol) i Debussy (Petite Pièce, La fille aux cheveaux de lin i Première Rhapsodie). En aquesta ocasió, a Tarragona, el meu company d’escenari ha estat el pianista Jordi Soler.
Per mi ha representat una fita plena de reptes musicals, d’emocions, de records, de retrobaments i de noves coneixences… Certament recordaré com quelcom molt especial haber pogut comptar entre el públic amb amics, exprofessors i família.
Gràcies per llegir!
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