[...] "Hacía ya tiempo que yo había imaginado una forma que me parecía ser la única por la que un músico podía expresarse sobre un escenario. La llamé, hablando coloquialmente conmigo mismo: hacer música con los recursos de la escena.
No es fácil lo que quería expresar con ello: voy a intentar explicarlo.
En realidad los sonidos no son otra cosa -mirándolos clara y fríamente- que una forma especial de vibraciones del aire y como tales hacen efecto sobre el órgano del sentido correspondiente, sobre el oído. Por una manera especial de combinarlos provocan impresiones artísticas y, si se me permite decir, espirituales. pero como esta capacidad no es inherente a cada sonido por sí mismo, tendría que ser posible provocar tales efectos con algunos otros materiales y bajo ciertas condiciones; tratándose como los sonidos; sabiendo unirlos en formas y figuras, sin negar con ello su sentido material., pero independientemente de este sentido después de haberlos medido, de modo parecido a los sonidos, en el tiempo, la altura, la anchura, la fuerza y muchas otras dimensiones; si se supieran relacionar entre sí, correspondiendo a leyes más profundas de lo que son las leyes del material. Según las leyes de un mundo construído por su Creador, según el tamaño y el número."
de una conferencia en Breslau sobre
"Die glückliche Hand" ("la mano feliz"), en
"Cartas, cuadros y documentos de un encuentro extraordinario",
Arnold Schoenberg /Wassily Kandinsky,
versión española de Adriana Hochleitner,
Alianza Editorial, madrid, 1987.