Shh, silencio, por favor.

   Cuánto ruido, por todas partes. El tráfico, la tele de los vecinos, la publicidad que se cuela cuando oyes música o ves vídeos, el chunta chunta del bar de la esquina o las notificaciones, propias o ajenas. La gente hablando fuerte, los y las alumnas que no paráis, y diciendo "no estoy hablando, le estoy diciendo que...", los profesores/as con nuestra cháchara... Y el arreglo del ascensor, el taladro que empieza a sonar justo cuando estáis preparados para empezar a escuchar una audición que hemos tardado veinte minutos en preparar... 
   Cuando hablamos de contaminación acústica y ponemos de ejemplo a las personas que viven cerca de un aeropuerto, y enumeramos las enfermedades que puede generar el exceso de ruido, parece que pasamos página y que el tema del ruido desaparece de nuestra vida. Nada más lejos de la realidad. El timbre del recreo, el volumen de las conversaciones, las puertas que se cierran de golpe por una corriente de aire, la interrupción constante... 
   Un poco de silencio, por favor, "partimos de una situación de silencio", decimos antes de empezar a tocar. Necesitamos el silencio no solo para empezar a hacer música, sino también para poder ordenar las ideas y pensar, imaginar, crear, entender lo que leemos, plantear, escribir, revisar, para poder equivocarnos y rectificar, para escuchar a los demás, para estar tranquilos, en paz, a gusto, contentos. 


De Cristina Morales

     "La clase ya se había detenido por completo y la mayoría de los alumnos estaba en torno nuestro escuchando. Otros, los menos, se habían asomado al corro, no les había interesado lo que pasaba y habían seguido a lo suyo, contándose la vida o agarrando el móvil. El que, bajo mi punto de vista, es el mejor bailarín de la clase, el callado y espigado Bruno, había seguido bailando. Siempre baila como siguiendo una misma música que solo él oye, que, mande Lluís el ejercicio que mande y ponga la música que ponga, él acaba siempre destinando sus movimientos hacia esa exclusiva danza suya de giros sobre un pie y sobre el otro, con la cadencia de un tentetieso y los brazos en suave cruz, no tensados, sino unos brazos como alas que le ayudan no a impulsar sino a suavizar su giro, a evitar el mareo. Mientras baila se toca la cara en un gesto de indagación de sí mismo, un gesto, a veces, de profunda concentración que sin embargo no detiene su danza; o un gesto que consiste en sonreír para sí, a veces estirando el cuello hacia arriba y moviendo los labios sin decir nada o diciendo algo inaudible, y otras veces, probablemente porque ha llegado a matearse, frenándose poco a poco y dejando caer el tronco hacia delante con las piernas completamente estiradas o descendiendo hasta quedar casi perfectamente abierto de piernas. Profundos estiramientos que forman parte de su baile y en los que se detiene un tiempo indeterminado en función del gusto que le proporcionan para después emerger nuevamente a la verticalidad, a la indagación y a los giros. Por eso es Bruno el mejor bailarín de la clase: porque solo baila por placer, y el placer continuado, visto desde fuera, es estremecedor y obnubila."

"Lectura fácil", Cristina Morales.




Audición con CSI: "El invierno", A. Vivaldi

Audición: "El invierno", A. Vivaldi.

Forma: Concierto.

Actividad: Escucha activa con CSI





Al alumnado se le ha explicado qué es un concierto y se le ha propuesto sintetizar las ideas, pensamientos, sensaciones o emociones que le vayan surgiendo durante la audición, en tres ideas (color, símbolo e imagen), para compartir posteriormente con sus compañeros/as y fomentar el diálogo sobre la audición.

Nombre de las notas en un teclado

Teclado vía sweepfliping.com





     Observa el teclado y repasa los intervalos. Puedes comprobar el sonido de las distintas notas en este teclado virtual:



Aquí tienes una ficha sencilla para practicar el nombre de las notas en el teclado: