¿Cuál es la primera experiencia que recuerdas con la música?
La primera vez que canté en público. Tenía 7 años y canté el salmo en la iglesia del pueblo de mis padres. Antes de eso siempre tuve una conexión muy estrecha con el canto, porque desde muy pequeña mi padre cantaba canciones del cancionero portugués y fados de Amália.
¿Cuándo decidiste que querías cantar?
Tuve varios momentos. A la edad de 10 años empecé a cantar en un coro que hacía grandes producciones de ópera donde me invitaron a ser parte y ser protagonista de algunas de ellas, luego a los 15 años me uní al Conservatorio de Música Nacional de Oporto donde estudié canto durante 5 años, pero más allá del canto lírico había otro estilo musical que me atraía y donde me entregaba más, que era el fado.
En cada idioma hay algunas palabras que son tan difíciles de traducir a otras lenguas que terminan siendo aceptadas tal cual. Por ejemplo la palabra portuguesa saudade, incluida en el diccionario de la RAE como “Soledad, nostalgia, añoranza.”. No sé si un portugués estaría de acuerdo con esa traducción, pero estoy convencido de que un fadista difícilmente la aceptaría, pues ninguna de las tres palabras, y tampoco las tres juntas, basta para explicar lo que es saudade. Ni siquiera son suficientes las más de 3.300 palabras, 11 referencias y 3 imágenes que a día de hoy publica la Wikipedia en esta entrada.
Saudade es algo que no se comprende, sino que se siente. Que no se entiende, sino que se sufre. Que no se cuenta, sino que se canta. Y cuando la saudade se canta, se llama fado.
No vamos ahora a intentar explicar esta otra palabra, dejemos que lo haga Amália Rodrigues, considerada universalmente como la reina del fado (la traducción sólo quiere comunicar el significado del texto y no pretende transmitir su sentido poético).
Perguntaste-me outro dia Se eu sabia o que era o fado
Disse-te que não sabia
Tu ficaste admirado
Sem saber o que dizia
Eu menti naquela hora
Disse-te que não sabia Mas vou te dizer agora.
Almas vencidas
Noites perdidas
Sombras bizarras
Na Mouraria
Canta um rufia
Choram guitarras
Amor ciúme
Cinzas e lume
Dor e pecado
Tudo isto existe
Tudo isto é triste
Tudo isto é fado.
Se queres ser o meu senhor
E teres-me sempre a teu lado
Nao me fales só de amor
Fala-me também do fado
E o fado é o meu castigo
Só nasceu pr’a me perder
O fado é tudo o que digo
Mais o que eu não sei dizer.
El otro día me preguntaste
si sabía lo que era el fado,
te dije que no lo sabía
te quedaste sorprendido.
Sin saber lo que decía
te mentí en aquel momento,
te dije que no lo sabía
pero te lo voy a decir ahora.
Almas derrotadas,
noches perdidas,
sombras extrañas
en la Mouraria,
canta un rufián,
lloran guitarras,
amor, celos,
cenizas y lumbre,
dolor y pecado,
todo esto existe
todo esto es triste
todo esto es fado.
Si quieres ser mi hombre
y tenerme siempre a tu lado,
no me hables sólo de amor,
háblame también de fado.
Y el fado es mi castigo,
he nacido para perderme,
el fado es todo lo que digo
más lo que no sé decir.
Además de la voz, en el fado suele haber dos instrumentos, laguitarra portuguesa, que dialoga con ella, y la guitarra española, llamada viola por los fadistas y generalmente empleada para sostener armónica y rítmicamente la canción, alternando de manera prácticamente continua el bajo con el resto del acorde.
Aunque compartan nombre y pertenezcan a la misma familia de los cordófonos, son dos instrumentos muy diferentes tanto en forma y tamaño (la caja de resonancia de la guitarra portuguesa, más pequeña que la española, tiene forma de pera), como en otras características que afectan decisivamente al timbre, entre las cuales destacan las cuerdas: la guitarra española tiene seis cuerdas de nylon mientras que en la portuguesa hay seis pares de cuerdas metálicas, lo que le confiere su sonoridad plena y su timbre tan peculiar.
Por lo que se refiere al aspecto exterior, seguramente la parte más original es la cabeza, en la que está insertado el clavijero con sus 12 clavijas metálicas dispuestas en forma de abanico. Su decoración es diferente en cada uno de los tres tipos de guitarra portuguesa existentes: la guitarra de Oporto con una escultura, generalmente una cabeza de persona o animal, de manera similar a las violas antiguas, la de Lisboa con una voluta, al igual que la moderna familia del violín, y la de Coimbra con una lágrima, una forma totalmente original que podemos observar, junto con otros detalles, en las preciosas fotos que aparecen en la siguiente presentación, obra de Feliciano Guimarães, quien generosamente las comparte en Flickr.
Desde siempre, para mi el 25 de abril es el día de la libertad, pues en mi país de origen en esa fecha se celebra la liberación de Italia de la ocupación nazifascista, en 1945. Así que aunque en España, mi país de adopción, el 25 de abril es un día cualquiera, siempre que llega ese día mi recuerdo va para los que han luchado, alguno de ellos sacrificando su propia vida, por ese derecho fundamental.
Este año he tenido la oportunidad de celebrar el 25 de abril en Portugal, donde también conmemoran en esa fecha su liberación de una dictadura, el salazarismo, conseguida en 1974 con la Revolución de los Claveles.
Ese día, a pesar de la lluvia incesante, el Rossio estaba lleno de gente de todas las edades que, con un clavel rojo en la mano, conmemoraba el fin del régimen, acabado por el golpe de Estado militar del Movimento das Forças Armadas, que abrió paso a un proceso de democratización de Portugal y al que se unió masivamente el pueblo luso, que salió a la calle en las principales ciudades portuguesas para apoyar el levantamiento y mezclarse con los militares rebeldes, a pesar de que las indicaciones que éstos daban a la población eran permanecer en sus casas. Por su parte, unos soldados pidieron unos claveles a unas vendedoras ambulantes y los introdujeron en los cañones de sus fusiles para dejar todavía más claro, por si hiciera falta, su deseo de no utilizar sus armas más que como disuasivo para el resto del ejercito y, sobre todo, para la PIDE, la policía política, que antes de rendirse causó la muerte de 4 civiles, los únicos que perdieron la vida en toda la revuelta.
Como señal para el inicio de las operaciones militares, los comandantes del MFA utilizaron una canción prohibida por el régimen dictatorial, Grândola, Vila Morena, que eligieron en un concierto que Amália Rodrigues, la reina del fado, había dado en el Coliseo de Lisboa poco menos de un mes antes. Esa canción, al igual que la mayoría de las compuestas por su autor, José Afonso, estaba prohibida por la censura, que en ese mismo concierto impidió la ejecución de otras 5 canciones del mismo cantautor. Sin embargo Grândola, Vila Morena se le escapó, así que Amália la cantó para cerrar ese concierto (la voz del siguiente vídeo es la suya) y la asoció para siempre a la Revolución de los Claveles.
El momento clave del 25 de abril portugués fue sin duda el sitio y la detención de Marcelo Caetano, el sucesor de Salazar, que a partir del comienzo de la revolución se había refugiado en el Cuartel de la Guarda Nacional Republicana del Largo do Carmo, en el Chiado. Ese momento está documentado en este vídeo, en el que se aprecia la gran cercanía y afinidad entre el pueblo y los militares rebeldes.
En ese mismo lugar, unas horas después de la manifestación, pude volver a escuchar Grândola, Vila Morena, tocada por unos gaiteros espontáneos.
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