Este libro contiene 15 artículos que muestran las investigaciones y experimentaciones de 26 profesionales expertos en el uso educativo de ciertas tecnologías cuyo empleo todavía no se ha generalizado en las aulas, aunque su difusión es cada día mayor, como por ejemplo la Realidad Aumentada, los dispositivos móviles o los videojuegos.
Estos 26 autores, dignos de profunda admiración no sólo por su sabiduría, sino también por su generosidad -pues su participación en este proyecto, que será publicado bajo licencia Creative Commons, ha sido totalmente desinteresada- son: Jordi Adell Segura, María Begoña Alfageme González, Cristina Alonso Cano, Manuel Area Moreira, Eloi Biosca Frontera, Linda Castañeda Quintero, David Codina Regàs, Pere Cornellà Canals, José María Cuenca López, Meritxell Estebanell Minguell, Marcelo Fabián Maina, Josefina Ferrés Font, José Luis Gamboa Jiménez, Anna Forés Miravalles, Montse Guitert Catasús, Ignasi Labastida i Juan, Tíscar Lara Padilla, Diego E. Leal Fonseca, Juan Carlos López García, Javier Monteagudo Galisteo, Maria Pérez-Mateo Subirà, Raúl Reinoso Ortiz, Marc Romero Carbonell, Teresa Romeu Fontanillas, Pedro Antonio Sánchez Rodríguez y Francisca José Serrano Pastor. A todos ellos, una vez más, les agradezco de corazón su colaboración en nombre de la Asociación Espiral y, de manera muy especial, del equipo de coordinación del monográfico, formado por José Hernández Ortega, Diego Sobrino López, Azucena Vázquez Gutiérrez y un servidor.
El prólogo del libro es de Juan Miguel Muñoz, el presidente de la asociación, que describe muy bien las intenciones del proyecto. Puedes leerlo en este enlace, donde también puedes participar en la campaña de crowdfunding y convertirte en coeditor del libro.
Cuando termina un año es bastante frecuente oír comentarios sobre si ha sido bueno, malo o regular, lo que nos invita a reflexionar sobre cómo ha resultado para nosotros.
En mi caso, me resulta bastante complicado definir este año con una etiqueta tan simple, pues se han sucedido y solapado acontecimientos maravillosos con otros realmente muy duros, sobre todo un problema de salud del que todavía estoy recuperándome y que espero que dentro de poco sea sólo uno más de esos malos recuerdos que afortunadamente los mecanismos de defensa de nuestra mente se encargan de difuminar.
Simultáneamente a ese trance por el que me ha tocado pasar, y que todavía me tiene de baja, he vivido (sin poder disfrutarlo plenamente) uno de los momentos más gratificantes de este año: la obtención de una plaza de asesor en el CEP Marbella-Coín, puesto al que espero poder incorporarme muy pronto, a ser posible nada más terminar las vacaciones. Tengo mucha ilusión por vivir esta experiencia que estoy seguro de que me resultará muy enriquecedora, tanto a nivel profesional como personal.
Todo eso ha sido durante el último trimestre del 2011, que también es el primero de un curso escolar que he empezado en el centro en el que tengo mi destino definitivo, el IES Vega de Mijas, en el que sólo pude dar 5 o 6 clases a mis 240 alumnos y alumnas de 1º de ESO, muy pocas para poder enseñarles algo más que tres piezas con la flauta, pero suficientes para tomarles mucho cariño y sentir cierta nostalgia cada vez que recibo uno de esos afectuosos mensajes de ánimo que me mandan a través del Tuenti… doce añitos, tan chiquitos y tan grandes.
Durante este último trimestre, por lo que ya he dicho, el ritmo de publicación de este blog ha disminuido enormemente. Eso, sumado al hecho de que durante lo que queda de curso no estaré en el aula, me ha hecho plantearme la posibilidad de cerrarlo, no en el sentido de retirarlo de la red, pero sí de darlo por concluido publicando un último post de despedida y cerrando los comentarios. Lo dije anteayer durante una cena con gente muy cercana a mi, cuatro excelentes blogueros, Benjamín, Javier, Mayti y Piluca, y mi musa. Esas palabras provocaron una reacción tan vehemente de mis amigos que me ha convencido de que educacionmusical.es tiene que seguir.
Este blog, además de servirme de apoyo a las clases y de proporcionar a mis alumnos y alumnas una herramienta de estudio y de encuentro, me ha dado grandes satisfacciones: sin ir demasiado atrás en el tiempo y quedándonos en el año que está a punto de finalizar, el pasado mes de febrero recogí uno de los Premios a Materiales Educativos del ITE, un momento inolvidable en el cual, además de recibir un galardón que premia el blog y, sobre todo, la labor educativa que está detrás de él, tuve la oportunidad de conocer personalmente a algunas de las estupendas personas que trabajan en el ITE, como Carlos, Antonio, Raúl o Ismaíl, a quienes tuve ocasión de volver a ver en diversos eventos, cosa que espero que se repita con frecuencia.
Tanto antes como después de este día, he recibido las felicitaciones de mucha gente de mi ámbito laboral, lo que me ha gratificado enormemente porque desmiente, por lo menos en buena parte, una frase que suele oír quien se implica en este trabajo más allá de sus estrictas obligaciones: nadie te lo va a agradecer. Sin embargo, además del agradecimiento tácito pero sincero y profundo de mis alumnos y alumnas, los únicos en los que pensaba cuando abrí este blog, recibí el reconocimiento del delegado provincial (excelente músico y docente) y del consejero.
También me felicitó el inspector, lo que, junto con el aprecio de los ya citados representantes de la Administración educativa, compensó con creces el hecho de que (parafraseando a una de las premiadas en la más reciente edición de los premios Espiral Edublogs) mi directora no está aquí y mi claustro no me ha felicitado. Aunque cueste creerlo, la directora y el jefe de estudios de mi centro han demostrado un desinterés que roza el desprecio a mi labor y a mi ofrecimiento -totalmente desprendido y manteniendo no 18 sino 21 horas lectivas- de poner mi experiencia a disposición del centro. Pero ya se sabe: nemo propheta in patria sua.
Participar en la coordinación de este libro, un proyecto que recoge las aportaciones de más de un centenar de docentes de toda España, ha sido una gran oportunidad de colaborar con unas personas para las que el adjetivo excelente se queda corto, tanto desde el punto de vista profesional como humano, y de aprender mucho de ellos. Hablo de Azu Vázquez, Diego Sobrino y Pep Hernández, los otros tres coordinadores, y de Juanmi Muñoz y Esther Subias, respectivamente presidente y vicepresidenta de la Asociación Espiral.
Las pocas horas que quedan para que termine el 2011 no las quiero dedicar a recordar el pasado, sino a imaginar el nuevo año, para el que ya tengo en mente varios proyectos, y desearos a todos vosotros, lectores y lectoras de este blog, que en él se cumplan vuestras más ansiadas ilusiones.
Es la segunda vez que asisto a esta ceremonia. El año pasado fue para recoger mi peonza y, por esa misma razón, en esa ocasión no me sorprendió sentir tanta emoción. No obstante, tenía la sensación de que todo el público estaba muy emocionado, no sólo los premiados, sensación que se transformó en certeza este año, que estaba sentado entre el público observando cómo todos los galardonados y galardonadas subían al escenario para recibir su ansiado trofeo y pronunciar, generalmente con la voz rota, un agradecimiento que llegaba de lo más profundo de su corazón.
Cada cual lo agradecía a su manera: unos improvisando, otros leyendo desde un papel por miedo a quedarse en blanco por la emoción; unos pronunciando largos discursos, otros limitándose a 140 caracteres; unos agradeciendo la colaboración de su equipo directivo y otros lamentando su ausencia y desinterés; sin embargo, entre tanta diversidad había un fondo común: la gran satisfacción por haber logrado, junto con este premio, el merecido reconocimiento hacia un trabajo que destaca por estar bien hecho y ser útil para toda la comunidad educativa.
No es una simple cuestión de orgullo, más bien quizás todo lo contrario: por fin, en ese momento y en ese escenario, para muchos de los autores y autoras de los blogs galardonados se disipaba la duda que de vez en cuando probablemente les haya asaltado sobre si su blog le interesa a alguien más allá de su clase, su AMPA o sus amigos y amigas. Y posiblemente para todos y todas llegaba frente a ese público tan cálido y cercano, la plena conciencia de que sí, su blog es realmente muy bueno y que sus esfuerzos para crearlo de la nada y criarlo con constancia y dedicación, sacrificando tantas horas de su tiempo libre, sí merecen la pena.
Con todo el cariño del mundo quiero felicitar a todos los autores y autoras de las bitácoras premiadas, que son las siguientes:
No quiero terminar sin felicitar muy sinceramente también a todos los autores y autoras de los blogs no premiados: he estado en el jurado y puedo asegurar que la labor de seleccionar sólo las bitácoras que componen la lista anterior no ha sido tarea fácil en absoluto, pues la gran mayoría de los propuestos son blogs de altísima calidad.
El pasado sábado, en el maravilloso marco del Auditorio 400 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, vio la luz el libro Experiencias educativas en las aulas del siglo XXI – Innovación con TIC, una publicación monográfica, editada por Espiral, Educación y Tecnología y EducaRed Fundación Telefónica, que recoge 94 experiencias didácticas con TIC realizadas no sólo en colegios, institutos y universidades, sino también en aulas de educación especial, hospitalarias, de formación profesional, de educación de personas adultas y de centros penitenciarios, sin olvidarnos de la educación a distancia, la formación permanente del profesorado y, naturalmente, el punto de vista de las familias.
El resultado de este proyecto, en el cual han trabajado alrededor de 120 personas, es un volumen de más de 400 páginas, cuya primera edición en papel ha sido repartida de forma gratuita entre el público asistente al evento. Hay dos versiones digitales disponibles para descarga gratuita: la versión ePub, para libro electrónico, en la web de la Fundación Telefónica, y la versión PDF, insertada para lectura en pantalla con posibilidad de descarga, en este mismo sitio web.
El acto se abrió con las palabras de bienvenida de Juan Miguel Muñoz, presidente de Espiral, y de José de la Peña, director de EducaRed, que dieron paso al siguiente vídeo, con el cual Azucena Vázquez, la ausencia más notada del día, nos saludó y conmovió de la siguiente manera:
Tras este momento tan entrañable, tomamos la palabra los otros tres coordinadores, Diego Sobrino, José Hernández y yo.
Empecé justificando el proyecto, tanto por lo que se refiere a la elección del momento en que se realiza como a su contenido. En el libro podemos encontrar una gran cantidad de experiencias que han sido efectiva y eficazmente aplicadas en el aula con el alumnado y que suponen un cambio metodológico que pone al alumno y la alumna en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Por eso son buenas prácticas: si usáramos las TIC para hacer lo mismo que sin ellas, estaríamos complicándonos la vida inútilmente. La implantación del Proyecto Escuela 2.0 a lo largo de la mayoría del territorio nacional y la incorporación de las competencias básicas al currículo de las etapas educativas obligatorias, entre otras cosas, auguran un aumento considerable del empleo de las TIC en el aula por parte de docentes que, por la razón que sea, han hecho poco uso de ellas hasta el momento. En este contexto, una recopilación de buenas prácticas con las TIC puede ayudar a entender que éstas no deben ser un objetivo sino un medio al servicio de un sólido proyecto pedagógico, al que tienen que servir y apoyar con herramientas útiles para proporcionar al alumnado un rol activo y protagonista dentro de su formación.
Diego hizo hincapié en la importancia del trabajo colectivo. Con este fin nos describió la estructura arquitectónica del Castillo de la Mota, en Medina del Campo, que no está construido en piedra, sino con un material de por sí poco resistente: el ladrillo. Sin embargo, bien colocados y unidos, los ladrillos han sido capaces de resistir a más de cinco siglos y a los ataques de la artillería pesada. También, en otra acertada metáfora, nos contó que las ardillas pierden la mitad de las bellotas que recolectan porque olvidan dónde las enterraron. Esto da la idea de cómo el conocimiento es acumulativo y los esfuerzos que realizamos, hasta los que parezcan perdidos, terminarán brotando y beneficiando a toda la colectividad, de la misma manera que de una bellota olvidada bajo tierra saldrá un nuevo árbol que mantendrá vivo el bosque.
José por su parte, además de afirmar que las TIC han entrado en el mundo educativo para quedarse, y no como un experimento pasajero, nos hizo notar algunas de las paradojas de la educación tal como se entiende tradicionalmente a través de las palabras del psicólogo y pedagogo Jean Piaget y de la actriz cómica Phyllis Diller. Para el primero “el principal objetivo de la educación consiste en formar a personas que sean capaces de hacer cosas nuevas y no simplemente de repetir lo que otras generaciones han hecho”, reflexión que pone en evidencia la necesidad de superar el planteamiento transmisivo de la educación, en el que al alumnado sólo se le requiere que aprenda pasivamente los conocimientos de las generaciones anteriores. La segunda nos arranca una sonrisa agridulce diciendo que “durante los primeros doce meses de la vida de un hijo le enseñamos a andar y a hablar, y durante los siguientes doce años le enseñamos a estar sentado y a callar”.
Cerramos así el círculo volviendo a afirmar que el alumnado (no entendido como entidad colectiva, sino pensando en cada niño y niña, con su talento e intereses) debe ser el protagonista real del sistema educativo y las TIC tienen que servir para situarlo en este lugar, ocupado en la escuela más tradicionalista por la asignatura y su materialización, el libro de texto.
Al final expresamos nuestro agradecimiento para quienes han hecho posible la realización de este proyecto: la Junta de la Asociación Espiral, sobre todo en las personas de Juan Miguel Muñoz, el presidente, y Esther Subías, la vicepresidenta, que siempre han estado apoyándonos y animándonos durante los intensos meses de trabajo que ha necesitado el proyecto; EducaRed, en la persona de José de la Peña, cuya confianza en nuestro proyecto ha hecho posible la impresión en papel y la presentación en ese lugar privilegiado; y sobre todo al prologuista, Jordi Adell, a los 112 autores y autoras, a las 5 traductoras y a los 4 correctores y correctoras, por su gran generosidad y su trabajo desinteresado.
Las últimas palabras de este post son para mis tres compañeros de equipo, Azu, Diego y Pep: no tengo palabras suficientes para agradeceros todo lo que he aprendido trabajando a vuestro lado. Un fortísimo abrazo.
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