Hace poco leí este interesante artículo de opinión de un entrenador deportivo: “La gran mentira, Mi hij@ va a dejar de entrenar porque necesita centrarse en los estudios.”
En él se habla del mismo tema que hoy queremos tratar aquí: ¿realmente beneficia académicamente a nuestros hijos que les privemos de actividades como la música?
Si hay dos materias que son las grandes abandonadas en el ámbito escolar son el deporte y las artes. Cada vez están menos presentes y tienen menos peso en los currículos, sobre todo las artes, a las que apenas se les dedica tiempo de trabajo y no siempre de la forma más adecuada.
La música tiene unos beneficios enormes sobre los niños, sus capacidades neurológicas y su desarrollo. Aprender a tocar un instrumento incrementa las habilidades del lenguaje, la memoria, la conducta o la inteligencia espacial entre otros muchos beneficios. Está científicamente demostrado que estudiar música influye directamente en la plasticidad del cerebro. Y no sólo tiene beneficios cognitivos, también sociales y psicológicos: alimenta la autoestima y la confianza ya que es un medio de expresión, además de hacer sentir anímicamente bien al que la practica. Ayuda a los niños a centrarse, les obliga a ser organizados y planificarse, a ser constantes y mejorar su capacidad de atención.
Desde mi experiencia personal, [llevo desde los 9 años en la música] puedo decir que sin ella probablemente sería mucho más vaga y tendría menos intereses. Los propios profesores tanto en el instituto como en la universidad me han reconocido que los alumnos que tocan un instrumento suelen ser más participativos, obtienen mejores resultados y en general, tiene una madurez superior a sus compañeros. Yo pienso que cualesquiera que sean las habilidades del niño, la música las multiplica y las mejora.
Y los beneficios de la música no sólo se producen durante su práctica. Los estudios recientes aseguran que los niños que han aprendido música en su infancia conservan ciertas habilidades cognitivas aprendidas en aquel período, que les hacen tener una mejor capacidad lingüística y mejor memoria de adultos.
Entonces, con todos estos datos, ¿qué excusa tenemos como padres para apartar a los niños de la música? Está claro que la música les beneficia académicamente. Lo único en lo que se puede sustentar esta decisión es en que pensemos “el tiempo que dedica a tocar o ir a clase, lo puede dedicar a hacer las tareas y estudiar”. En este punto, coincido totalmente con el artículo sobre deporte que hemos mencionado antes: sería mucho más conveniente privarles de otras actividades o hábitos que, aun gustándoles, no sean tan beneficiosos para ellos, como por ejemplo, los videojuegos, tablets, móviles, TV...
Sí, es cierto, la música requiere tiempo, no sólo asistir a clase, sino también practicar en casa. Pero tratándose de una actividad que reporta tantos beneficios a los niños, vale la pena el esfuerzo tanto para ellos como para sus padres.
Siempre que al niño le entusiasme y quiera seguir con ello, no hay razón para abandonar los estudios musicales. No es necesario que acabe dedicándose a ello, los beneficios que le reportará el estudio de la música estarán ahí para siempre, siga con ello de forma profesional o no. Ya que en el ámbito escolar no se valora lo suficiente esta disciplina, debemos darle la oportunidad a nuestros hijos de que disfruten con ella y se beneficien de ella.
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