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En el camino al éxito profesional, muchos músicos abandonan por las trabas que se les van presentando. El miedo al fracaso, el paso del tiempo sin lograr los objetivos, la dureza y la exigencia de la carrera y la falta de motivación son algunas de las razones.
Libros recomendados:
El nivel de exigencia
Para poder librarnos del miedo o la desmotivación, debemos tener en cuenta dos cosas:
- Fijarnos unos objetivos plausibles
- Aceptar que podemos cometer fallos
Como ya comentaba en este otro post sobre motivación, es muy importante que el objetivo que nos marcamos sea realizable. ¿Cómo podemos saber que no nos estamos exigiendo demasiado? Cualquier objetivo que te marques tienes que poder empezar a cumplirlo desde ya. Los objetivos demasiado lejanos en el tiempo o inalcanzables a nivel técnico o académico no nos ayudarán. La falta de perseverancia o de ilusión por lo que se hace a menudo viene como consecuencia de la falta de objetivos por los que trabajar: son demasiado altos, poco concretos, o son objetivos poco atrevidos.
Es importante saber medir la dificultad de la meta que nos marcamos. Si subestimas la complejidad del camino que has elegido puedes llevarte un buen chasco: pensabas que iba a ser más fácil y te has caído con todo el equipo.
Por otro lado, debemos tener la capacidad de perdonarnos los fallos y entender que siempre van a estar ahí, puesto que no somos perfectos. Esto no quiere decir que tengamos que ser permisivos con nosotros mismos y dejarnos caer en el “todo vale” o la mediocridad. Hay que tener exigencia y ganas de superación, pero machacarse por los fallos cometidos no nos llevará por el camino correcto.
De la misma manera debemos actuar con nuestros alumnos si somos profesores. Para alguien que está aprendiendo, la motivación viene de la superación. Y uno se supera si va alcanzando objetivos cada vez más difíciles, con esfuerzo pero sin frustración. Para nuestros alumnos, será sin duda mucho más interesante trabajar obras con una dificultad técnica que vaya en aumento. Por otro lado, si tocan estudios o ejercicios técnicos, lo harán con mucha más motivación sabiendo para qué los hacen y cuál es el objetivo de los mismos.
La perseverancia
Cuando uno tiene un objetivo claro y sabe con detalle el camino que quiere andar, la perseverancia vendrá de la mano. Si estás convencido de que quieres lograr algo concreto, casi al punto de la obsesión, no habrá nada que no seas capaz de hacer, ningún esfuerzo que te suponga demasiado para conseguirlo.
Pocos pueden lograr este estado de perseverancia y a menudo se quedan en el camino. Muchas veces, hay variables externas que nos torpedean nuestros objetivos. Como, por ejemplo, la situación actual de falta de puestos de trabajo en el mundo cultural, que puede mermar mucho la voluntad del músico más decidido. A pesar de todas las circunstancias ajenas a nosotros debemos mantenernos firmes en nuestros objetivos y seguir perseverando y luchando.
En la perseverancia, son clave:
- La ambición
- La ilusión
Para no cesar en nuestros objetivos es importante tener ambición real por ellos, apostar con todo lo que tenemos y dejarnos de medias tintas. El que no arriesga no gana, y para lograr lo que ambicionamos debemos arriesgar y volcar todo el corazón.
Mantener la ilusión por lo que queremos es igual de importante. Tenemos que visualizarnos consiguiendo nuestros objetivos con todos los honores. Imaginar aquello que queremos lograr y lo bien que nos sentará conseguirlo nos ayudará mucho más que visualizar nuestro objetivo como algo lejano y difícil de alcanzar, aunque lo sea. Recuerda: el esfuerzo ilusionado conduce a la excelencia.
El camino no será recto, tendrá muchas y muchas curvas, pero debemos continuar esforzándonos siempre, porque después de una de esas curvas, podremos ver el final. Si trabajas, lo lograrás.