Por Isabel Villagar, Profesora de Canto on line
O "mejor no cantes", "que mal cantas, cállate", o "me molesta oírte"...
Son frases que algunos de mis alumnos me han contado que les decían cuando eran pequeños en su casa o cuando cantaban en el coro en el colegio.
Desde estas líneas me gustaría llamar la atención sobre lo nocivo y peligroso que puede ser este lenguaje, sobre todo en los niños que son una hoja en blanco en la que los mensajes se escriben con fuerza y en ocasiones duran toda la vida.
Recuerdo el caso de una alumna que decidió asistir a clases de canto porque sabía que tenía una asignatura pendiente con su voz, de hecho me contó que cuando era pequeña siempre le decían que se callara e incluso le ponían el chupete o la mano en la boca, a la fuerza, para hacerla callar.
El cuerpo tiene memoria y se ve que, en este caso, le dio la orden a su cerebro de que no era bueno expresarse.
Las clases de técnica vocal fueron para ella una oportunidad de auto descubrirse y de liberar su voz.
Aún recuerdo el día en que consiguió cantar libre.... Se le humedecieron los ojos, me abrazó y me dio las gracias porque ahora sabía que iba a poder cantarle a su nieta que estaba a punto de nacer.
Como padres, como docentes y personas que estamos rodeados de niños tenemos que ser conscientes de que castrar la expresión de los niños es algo muy perjudicial para su desarrollo, en el caso de que quieran cantar o recibir una formación musical no deberíamos hacerles sentir mal por hablar, cantar, hacer música...
Puesto que puede mentalmente limitarles en su desarrollo por generarles un conflicto personal del tipo, si hago ruido soy un niño malo que no merece amor.
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© Isabel Villagar, Profesora de Canto On line
O "mejor no cantes", "que mal cantas, cállate", o "me molesta oírte"...
Son frases que algunos de mis alumnos me han contado que les decían cuando eran pequeños en su casa o cuando cantaban en el coro en el colegio.
Desde estas líneas me gustaría llamar la atención sobre lo nocivo y peligroso que puede ser este lenguaje, sobre todo en los niños que son una hoja en blanco en la que los mensajes se escriben con fuerza y en ocasiones duran toda la vida.
Recuerdo el caso de una alumna que decidió asistir a clases de canto porque sabía que tenía una asignatura pendiente con su voz, de hecho me contó que cuando era pequeña siempre le decían que se callara e incluso le ponían el chupete o la mano en la boca, a la fuerza, para hacerla callar.
El cuerpo tiene memoria y se ve que, en este caso, le dio la orden a su cerebro de que no era bueno expresarse.
Las clases de técnica vocal fueron para ella una oportunidad de auto descubrirse y de liberar su voz.
Aún recuerdo el día en que consiguió cantar libre.... Se le humedecieron los ojos, me abrazó y me dio las gracias porque ahora sabía que iba a poder cantarle a su nieta que estaba a punto de nacer.
Como padres, como docentes y personas que estamos rodeados de niños tenemos que ser conscientes de que castrar la expresión de los niños es algo muy perjudicial para su desarrollo, en el caso de que quieran cantar o recibir una formación musical no deberíamos hacerles sentir mal por hablar, cantar, hacer música...
Puesto que puede mentalmente limitarles en su desarrollo por generarles un conflicto personal del tipo, si hago ruido soy un niño malo que no merece amor.
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