De la música a la imagen y viceversa

Edward ElgarHay tres entradas de este blog en las que podemos ver y escuchar sendos episodios de las películas Fantasía y Fantasía 2000, concretamente los que contienen obras de Respighi (las ballenas voladoras), Saint-Saëns (los flamencos y el yoyó) y Ponchielli (los hipoótamos en tutú).

Hoy es el turno de Edward Elgar, por ser el 155º aniversario de su nacimiento: su famosa marcha Pompa y circunstancia sirve de fondo musical para la  narración de la historia bíblica del diluvio universal, con la actuación estelar del pato Donald en el rol de Noé.

El proceso creativo de este episodio -de manera similar a todos los demás que componen las dos películas- es el inverso del habitual: a partir de la música pregrabada y sin modificar un solo compás, los estudios Disney han diseñado la animación sincronizándola perfectamente con la banda sonora.

Mientras navegaba en Internet buscando el vídeo anterior, me encontré con otra película muy curiosa que me ha sorprendido gratamente. Un compositor de música de cine cuyo nombre es Sherief Abraham ha vuelto a invertir el proceso: ha sustituido la banda sonora de ese fragmento de Fantasía 2000 por una obra musical compuesta por él únicamente con el fin de acompañar la animación. El mismo autor nos cuenta que la motivación para este trabajo ha sido realizar un divertido ejercicio para seguir aprendiendo:

“This is a fun re-score of Disney’s fantasia segment Pomp and Circumstance. I did so for my own education.”

La ejecución no está a cargo de una orquesta real, sino que el mismo autor la ha realizado enteramente por ordenador utilizando una tecnología de software llamada VST (Virtual Studio Technology) con un resultado bastante bueno.

Además de agradecerle a Sherief su generosidad por compartirlo libremente en la red y permitirnos así disfrutarlo, también quiero felicitarle por su gran habilidad para dar sonido a las imágenes.

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Melchior Franck y el canon circular

Da pacem DomineMelchior Franck fue un compositor muy prolífico a pesar de haber tenido una vida nada fácilLa región de Coburgo, el pueblo bávaro en el que Franck pasó la mayor parte de su vida, sufrió toda la Guerra de los Treinta Años y tardó mucho en recuperarse de los combates, los saqueos y las epidemias que caracterizaron ese largo período. Como consecuencia, Franck, que ya había perdido a su mujer y a dos de sus hijos durante el conflicto bélico, murió solo y pobre hace exactamente 373 años.

Desde el punto de vista musical, la obra de Melchior Franck se enmarca en una etapa de transición entre el Renacimiento y el Barroco y de conciliación de la polifonía de la música sacra del catolicismo con la sencillez de la música del culto luterano. De hecho, dentro del entramado polifónico de sus más de 600 motetes podemos distinguir cierta simplificación del contrapunto, renunciando a la artificiosidad para mantener la inteligibilidad del texto, y ciertos elementos típicamente barrocos, como pasajes homofónicos y el empleo del bajo continuo.

Además de los motetes, Franck compuso numerosas obras de otros géneros, entre los cuales hay bicinia, tricinia (obras didácticas a dos y tres voces respectivamente), quodlibets (dos o más melodías populares diferentes unidas en una única pieza mediante una elaboración contrapuntística) y obras instrumentales, incluyendo danzas. Un ejemplo de este último género es la siguiente Pavana.

Hay una obra de este compositor que casi todos los que cantan o han cantado en un coro polifónico conocen: el canon Da pacem Domine, una de las primeras piezas a 4 voces a las que se enfrentan los coros principiantes. No se puede decir que sea realmente una pieza simple de ejecutar de manera satisfactoria, ya que justamente por su escritura sencilla necesita también una gran limpieza de timbre y afinación, pero tiene ciertas ventajas didácticas que conviene utilizar en la iniciación al canto polifónico:

  • sólo hay que aprender 6 compases, lo que facilita su memorización, algo fundamental en los coros de aficionados, ya que la mayoría de sus miembros no saben leer una partitura;
  • su ámbito es muy limitado, tan sólo una quinta, lo que evita que los problemas técnicos vocales distraigan de las cuestiones musicales;
  • no modula, permaneciendo todo el tiempo en la tonalidad principal sin emplear tampoco ninguna alteración;
  • los primeros ensayos son muy rentables: todo el mundo trabaja al unísono hasta que salga bien, entonces se divide el grupo en 2 voces y finalmente en 4. De esta manera se aprovecha mejor el tiempo y nadie se aburre mientras las otras tres voces aprenden su parte;
  • es un canon circular, así que podría prolongarse perpetuamente si cada una de las voces siguiera cantando su parte una y otra vez, lo que da juego para variar la manera de empezar y sobre todo de terminar la ejecución, evitando la monotonía en los ensayos.

En YouTube hay varias decenas de interpretaciones de este canon, todas ellas de coros infantiles o de aficionados. Lamentablemente tienen una calidad de grabación bastante baja, tanto de vídeo como de audio. Entre ellas he elegido la que me parece que mejor puede dar una idea.

Los 6 compases de Da pacem Domine son los siguientes:

Da pacem Domine (propuesta)

Los tres signosindican las entradas de la segunda, tercera y cuarta voz respectivamente, con una particularidad que hay que tener bien en cuenta: es un canon a la cuarta inferior, así que la segunda y la cuarta voces deberán ser transportadas este intervalo.

En la siguiente partitura interactiva, un arreglo que he preparado para la flauta dulce, el canon está desarrollado de una de la muchas maneras posibles: tras la exposición de la melodía por parte de la primera voz (o de todas al unísono si se prefiere), empieza el juego contrapuntístico con la entrada escalonada de las 4 voces que repiten dos veces la melodía completa. Además, para finalizar juntos, la primera voz canta una vez más la primera frase mientras que la segunda y tercera sólo ejecutan el fragmento necesario para acompañarla.

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De planetas y dioses

Gustav HolstAntiguamente se creía que todos los cuerpos celestes se movían alrededor de la Tierra, pues esa es la impresión que tenemos mirando al cielo. Siguiendo el sistema geocéntrico, Platón describió el espacio exterior a la atmósfera terrestre como formado por 8 cielos que se movían con independencia el uno del otro, arrastrando en su movimiento los astros que contenían. En el último de estos círculos celestiales estaban las estrellas fijas, las que no mudan de posición con respecto a las otras, conformando las constelaciones. En los 7 círculos más cercanos a nosotros, además de la Luna y el Sol, estaban los 5 planetas conocidos en aquel tiempo: Venus, Mercurio, Marte, Júpiter y Saturno, citados respetando el orden que se creía que ocupaban en esta secuencia de cielos concéntricos. El nombre planeta (derivado del griego πλάνητες ἀστέρες, estrellas vagabundas) se debe justamente a su movimiento irregular e independiente entre ellos y con respecto a las estrellas fijas.

Estos 5 planetas, al igual que los que se descubrirán más adelante y sus satélites, toman su nombre de divinidades de la mitología clásica, lo que establece una relación entre el planeta y el carácter de la respectiva deidad, algo que ha sido explotado por la astrología para describir el tipo de influencia que tendría sobre las personas la posición de cada uno de estos planetas en su signo zodiacal.

Gustav Holst, compositor inglés del que hoy conmemoramos el 78º aniversario de su muerte, se acercó a la astrología durante un viaje en España que realizó junto con algunos músicos y poetas también ingleses, entre los cuales estaba Clifford Bax, que fue quien le transmitió ese interés. Y fue justamente esa pasión hacia la astrología la que lo empujó a componer su obra maestra, Los planetas (partitura), una suite en siete movimientos dedicados respectivamente a cada uno de los planetas de nuestro sistema solar, con un subtítulo que describe el programa, basado en el carácter del correspondiente dios:

  • Marte, el portador de la guerra.
  • Venus, el portador de la paz.
  • Mercurio, el mensajero alado.
  • Júpiter, el portador de la alegría.
  • Saturno, el portador de la vejez.
  • Urano, el mago.
  • Neptuno, el místico.

El primero de estos 7 movimientos está construido sobre un compás de 5/4 y arranca con un ostinato rítmico de los timbales y las cuerdas que avanza implacable y al que en seguida se sobrepone el tema principal, muy marcial y tenebroso, protagonizado por las trompas (otro recurso musical que evoca la guerra).

En el segundo movimiento, sereno y luminoso como el astro que más reluce antes del amanecer o después del atardecer (excluyendo la Luna), Holst utiliza numerosos recursos musicales para conseguir neutralizar la belicosidad anterior, empezando por renunciar a la gran variedad de instrumentos de percusión de los que dispone en esta pieza y siguiendo con el empleo de la sordina en las cuerdas y de solos del concertino.

El empleo intensivo de rápidos y ligeros pasajes de escalas y arpegios da la idea de velocidad relacionada tanto con el dios Mercurio, frecuentemente representado con alas en los pies, como con el planeta homónimo, el más rápido del sistema solar, que sólo tarda 88 días en completar su órbita alrededor del Sol.

Aunque en la iconografía del padre de los dioses del Olimpo prevalezca una imagen muy severa -sentado en el trono desde el cual impartía la justicia imponiendo severos castigos a los reos, fulminando con un rayo o transformando en planta o animal a quien lo enojaba- el término jovial nos lleva a recordar la faceta más alegre de este personaje mitológico, al que se le atribuye una gran cantidad de amantes. Holst lo describe como portador de la alegría con un movimiento a la vez solemne y chispeante.

Mucho más sombrío es el movimiento dedicado a Saturno, tal como era de esperar tratándose de alguien capaz de devorar a sus propios hijos a cambio de un reinado y por eso reducido a la condición de mortal, lo que le hará conocer el envejecimiento. Desde el comienzo, este movimiento nos recuerda el paso del tiempo con una obsesiva repetición de la alternancia de dos acordes imitando el tictac de un reloj.

Urano, el mago es un claro homenaje a otra obra que trata de magia: El aprendiz de brujo de Paul Dukas. Al igual que ésta, la pieza de Holst empieza con 4 notas largas, en esta ocasión sin adornos. Tras la repetición rápida de esas 4 notas, los fagots presentan el mismo ritmo saltarín empleado por el compositor francés y popularizado por Mickey Mouse en Fantasía.

Neptuno es quizás el dios más enigmático de la mitología clásica, misterioso como su reino, el mar, tan fascinante y a la vez tan peligroso. Los trémolos y los arpegios de las arpas y las cuerdas frotadas, junto con la alternancia de dos acordes menores, crean una atmósfera impenetrable que llega a su culminación cuando Holst evoca otro personaje mitológico del mar, las sirenas, con el canto sin texto de voces femeninas, sorprendiendo al oyente que acude a un concierto sin conocer la obra, pues el compositor indicó en la partitura que “el coro debe situarse en una habitación adyacente cuya puerta debía quedar abierta hasta el último compás de la pieza, cuando se cerrará lenta y silenciosamente”. En el último compás de la partitura hay otra anotación: “este compás debe ser repetido hasta que el sonido se pierde en la distancia”.

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