Troy Davis fue condenado a muerte en 1991 por el asesinato del agente de policía Mark Allen, cometido en Savannah, Georgia, en 1989. Nunca ha existido ninguna prueba material que vincule directamente a Davis con el asesinato, y el arma del crimen nunca se encontró. La acusación contra Davis se basaba en declaraciones de testigos presenciales y siete de los nueve testigos clave se han retractado de su testimonio o lo han modificado.
En cualquier sistema legal, todos somos inocentes hasta que se demuestra lo contrario. Sin embargo, en Estados Unidos la pena de muerte discrimina a las personas, ya que tiene una incidencia desproporcionada en personas sin recursos económicos, en minorías étnicas, y se aplica a menudo en juicios injustos, en los que se plantean dudas sobre la culpabilidad de los condenados, u otras irregularidades. Desde que Troy Davis fue condenado, más de 90 presos han sido excarcelados tras demostrarse su inocencia. En todos esos casos, los acusados habían sido declarados culpables más allá de una duda razonable.
Actúa ahora mismo. El tiempo se acaba para Troy. La Junta de Indultos y Libertad Condicional va a revisar ya mismo su caso. Si no llegamos a tiempo, es muy probable que muera un inocente.
Enlace a la página de Amnistía Internacional donde puedes firmar.
ACTUALIZACIÓN 26/09/2011:
Como ya sabréis después de estos días, a Troy lo han ejecutado, a pesar de haber recibido más de un millón de firmas pidiendo que no lo hicieran, y de tener a gran parte de la opinión pública de EEUU en contra de esa ejecución.
Como no les bastaba con haberle tenido sufriendo tantos años en prisión, un momento antes de su ejecución las autoridades ordenaron detenerla, para revisar su propia decisión. Así durante varias horas, supongo que interminables para Troy. Finalmente, le inyectaron una combinación letal de fármacos.
Hoy es un día triste.