De Félix de Azúa

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"La música, por estar hecha de tiempo, sólo puede existir en el tiempo de todo el mundo, es decir, en el presente. Una sonata de Schubert no existe en la partitura, la cual es un simple memorando escrito, sino en cada una de las ejecuciones que de ella se hagan. Y cuando no hay ejecución, no hay sonata, sólo la letra impresa como recuerdo del silencio y petición constante de ejecución. La partitura es sólo un conjunto de normas capaces de dar vida a la sonata, así como los planos de un edificio son instrucciones para levantarlo, pero no pueden sustituirlo. Uno no puede irse a vivir a unos planos."
[...]
de la entrada "Música" de Diccionario de las artes
de Félix de Azúa, Planeta, Barcelona, 1995.

De Schönberg

[...] "Hacía ya tiempo que yo había imaginado una forma que me parecía ser la única por la que un músico podía expresarse sobre un escenario. La llamé, hablando coloquialmente conmigo mismo: hacer música con los recursos de la escena.
        No es fácil lo que quería expresar con ello: voy a intentar explicarlo.
En realidad los sonidos no son otra cosa -mirándolos clara y fríamente- que una forma especial de vibraciones del aire y como tales hacen efecto sobre el órgano del sentido correspondiente, sobre el oído.  Por una manera especial de combinarlos provocan impresiones artísticas y, si se me permite decir, espirituales. pero como esta capacidad no es inherente a cada sonido por sí mismo, tendría que ser posible provocar tales efectos con algunos otros materiales y bajo ciertas condiciones; tratándose como los sonidos; sabiendo unirlos en formas y figuras, sin negar con ello su sentido material., pero independientemente de este sentido después de haberlos medido, de modo parecido a los sonidos, en el tiempo, la altura, la anchura, la fuerza y muchas otras dimensiones; si se supieran relacionar entre sí, correspondiendo a leyes más profundas de lo que son las leyes del material. Según las leyes de un mundo construído por su Creador, según el tamaño y el número."

de una conferencia en Breslau sobre 
"Die glückliche Hand" ("la mano feliz"), en
 "Cartas, cuadros y documentos de un encuentro extraordinario",
 Arnold Schoenberg /Wassily Kandinsky,
 versión española de Adriana Hochleitner, 
Alianza Editorial, madrid, 1987.

LOS ADIOSES

Parecía que el momento  nunca iba a llegar, pero  ya está: hemos terminado.
No ha sido fácil; algunos se quedan, otros se van. La vida.
"Buen  verano chicos, disfrutad y estudiad los que debáis hacerlo..." Felicitaciones a unos, palabras de ánimo a otros...ni un reproche..."te queremos profe....gracias, yo también, no sé qué decir..."...sonrisas, miradas que sí dicen; besos...

Son la cosas buenas de nuestra profesión, que es maravillosa.

Y maravillosa es también  la música que nos envuelve constantemente, que pone emoción y color a nuestras vidas y que además es capaz de expresar

"todos los sentimientos individuales, todos los matices de la alegría, de la serenidad espiritual; el júbilo y cualquier fantasía;   los impulsos anímicos; del mismo modo que puede recorrer todos los grados de la ansiedad y de la tristeza. Las angustias, las inquietudes, los dolores, las aspiraciones, la adoración, el rezo, se convierten en dominio idóneo de la expresión musical"

                                                                      G.W.F Hegel (1770-1831).  Lecciones de Estética III

Música y gestos pueden decir mucho  por si solos.  Sabiamente manejados por Joseph Haydn, se constituyeron en 1772 en el vehículo perfecto de expresión al más claro estilo Hegeliano.
Es cierto: no hace mucho explicábamos en clase la famosa Sinfonía nº 45, (Hob.I/45) "de los adioses".
Fue compuesta  en fa sostenido menor, con los cuatro movimientos propios del clasicismo (Allegro assai - Adagio - Menuet: Allegretto -  Finale: Presto/Adagio) y con un final muy particular. 
El gran actor Peter Ustinov nos lo recuerda divinamente en este simpático vídeo:


   

Como bien afirma nuestro querido Fernando Argenta:  "La música de Haydn, no exenta de profundidad cuando él así lo quería, rezuma vitalidad y en muchos casos refleja  el ya alabado buen humor de su creador".


Sea pues ésta, una despedida Haydniana. 

Disfrutad de la sinfonía completa: es preciosa.




Y ahora, la que suscribe, apaga la vela de su atril... y se retira. 

¡FELICES VACACIONES!


Enlaces de interés:
Hegel. Lecciones de estética

Una lectura para este verano (aunque no tenga nada que ver)
Juan Carlos Onetti.  Los adioses