Hoy traemos a nuestra serie "Grandes Oradores" a un maestro que no necesita presentación, Raimon Samsó: es un paradigma del éxito en su ámbito y aquí se refleja su carácter trabajador, emprendedor y auténtico.
¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Todo empezó con las presentaciones de mis libros que son de alguna manera conferencias sobre el tema del libro. Como sabes escribo ensayo y libros que transmiten ideas de cambio y superación a mis lectores.
Eso dio paso a conferencias ya no centradas en el libro sino en el tema del libro: emprender, cambio personal, etc… Como me sentí bien en ese rol, lo incorporé a mi catálogo de servicios.
¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Un buen mensaje cambia vidas, todos lo hemos comprobado. Vivimos del conocimiento de otros y alimentamos nuestra vida de nuevos paradigmas. Asistir a conferencias nutre, y ignorarlas es una pérdida irrecuperable. Muchas personas han dado un giro a su vida sólo porque un día alguien encendió su mente con una idea poderosa. Las ideas mueves el mundo y las conferencias son el lugar perfecto para compartirlas.
¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
Es vital, aunque en las escuelas lo ignoran. Una persona adulta deberá vender sus ideas tarde o temprano y si no sabe exponerlas entonces perderá sus opciones. La oratoria es una habilidad imprescindible como hablar, andar o respirar. Quien lo sabe triunfará, quien lo ignora, fracasará.
En el mundo que viene, qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar.
Comunicar desde el corazón, hablar a las emociones… no a la cabeza. Quien conecte con el corazón de la gente, llegará; quien sólo hable a las mentes será olvidado. Vamos a una sociedad sabia, consciente y selectiva. Las palabras no dicen nada sin el poder de la emoción. Y eso es lo que comunica más y mejor.
¿Escribes como hablas? ¿Hablas como escribes?
Las dos cosas son verdad. No hay separación entre lo que soy y lo que digo, por eso el mensaje cala hondo. Cuando hay un divorcio entre el mensaje y el mensajero, todo queda en palabras vanas y huecas que se pierden y olvidan. Es aquello de aplica lo que predicas. No hables de oídas.
¿Cómo preparas las conferencias?
Con muchas horas de reflexión delante de un PC y haciendo mapas mentales en el papel para ordenar las ideas, priorizar, seleccionar y descartar. Me aclara mucho ver lo que quiero explicar. Pero siempre me toma días preparar una conferencia.
¿Qué haces para cuidar tu voz?
Soy un irresponsable: nada en absoluto. Carezco de esa formación. Me limito a no beber frío y no gritar. Y protegerme del frío. Pero es verdad que después de un fin de semana de seminario intensivo mi voz está tocada.
¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Bueno, ahora la modulo más, uso mucho las tonalidades para animar el sentido auditivo de la audiencia, antes era más monótono. Eso le dio vida a mi discurso. Y yo lo paso mejor. Es como contar historias.
¿Qué hace a un buen orador?
La práctica, los años de aprender y desafiarse. Se hace, no se nace. Y lo de los nervios es una excusa.
¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Que se haga a un lado, y que cuando hable no piense en sí mismo sino en su audiencia, que es lo único importante. El orador no es nada importante, sirve nada más. Así que se olvide de sí mismo y deje de darse importancia. No cuenta para nada. Sólo cuentan ellos...
¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
En mi web www.raimonsamso.comy sobre todo enwww.institutodeexpertos.com donde enseño a vender ideas y conocimiento desde el escenario y también a venderlas como experto en un tema para vivir del conocimiento como info emprendedor o experto.
Hoy comenzamos una nueva serie en la que en los grandes protagonistas de la oratoria en castellano y comenzamos por uno de los más representativos y geniales. Álex Rovira es una referencia en el campo de la oratoria profesional. Su manera de expresarse y explicar conceptos es cercana (“como hablándole a un amigo”, según me confesó en persona), didáctica y al mismo tiempo amena. Deja enganchado a la silla al oyente con una sonrisa de principio a final sin perder un ápice de seriedad en el contenido.
¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Ya antes de finalizar mi licenciatura, el decano de la universidad en la que estudiaba me propuso colaborar como asistente de algunos profesores. Allí comencé a ensayarme en el universo de la formación. Con el tiempo surgió también la oportunidad de impartir alguna conferencia, y a partir de ahí con la práctica vinieron más y más. La verdad es que nunca hubiera dicho que acabaría dedicando una parte de mi tiempo profesional a impartir conferencias como lo hago, pero la vida me ha llevado a ello.
En tu webwww.alexrovira.comreivindicas el poder de transformación a través de la palabra y propugna la bondad, la voluntad, la responsabilidad, la generosidad, la cooperación, etc.. ¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Sin duda, la palabra es una herramienta poderosísima, y es lo que nos permite intercambiar ideas, expresar emociones, en definitiva generar vínculos de calidad. Creo que tanto un buen libro, como una buena conversación tienen la capacidad de desvelar y de despertar y eventualmente de hacernos cuestionar, de zarandearnos o de provocarnos. Creo que un buen mensaje tiene que combinar tanto la interpelación a la dimensión cognitiva, es decir a la reflexión, a la crítica, al pensamiento, pero también tiene que zarandear emocionalmente e invitar a la acción.
¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
En relación a la palabra hay cuatro habilidades fundamentales: leer, escribir, escuchar y hablar. Por lo menos a mi, cuando era pequeño, y a muchos de mis compañeros y conocidos de mi generación que se han formado en España, se nos enseñó esencialmente a leer y a escribir, pero no recibimos apenas ningún tipo de formación sobre la importancia de saber escuchar y también de saberse expresar. Creo que eso es una carencia que arrastramos no sólo generacionalmente sino también como país si miramos otros países vecinos, especialmente del centro y del norte de Europa. En ese sentido, cuanto menos miedo tengamos a expresarnos en público, y cuanto más practiquemos la voluntad de hacernos entender y de entender al otro, por supuesto que mejoraremos nuestra capacidad de comunicar y eso es absolutamente crítico.
En el mundo que viene, ¿qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar?
Últimamente se habla mucho de tecnología, de digitalización, pero creo que se están olvidando lo principal: las humanidades. De qué sirve la tecnología si no hay un buen criterio que la gobierna y la gestiona. Para novedad los clásicos, y paradójicamente creo que en el mundo que viene seguir siendo absolutamente imprescindible el desarrollo de capacidades esencialmente humanas porque para llegar a corazón del otro aparte de bytes se necesita empatía, alteridad, generosidad, humildad, y todos los valores que tengan que ver con humanizar a la humanidad.
En tu libro Creer, Crear, Lograr conectas con tus lectores por el tono directo y preciso. A la hora de sentarte a la silla: ¿escribes como hablas? ¿hablas como escribes?
Procuro dirigirme tanto al lector como a las personas que están sentadas en la auditorio como lo haría hablándole a un amigo. Desde el máximo respeto, desde la máxima consideración y desde la voluntad de hacerme entender a la vez que con rigor. Tampoco a estas alturas no me pienso demasiado cuál es el tono que tengo que tomar, surge espontánea y naturalmente sin ningún tipo de esfuerzo. Supongo que se debe ya que son miles de horas de vuelo.
¿Cómo preparas las conferencias?
Crear un contenido son muchísimas horas de preparación previa, de lectura, de investigación, de reflexión, de contraste de fuentes. Aparte uno va haciendo su propia alquimia y elaboración tanto de la forma como del fondo, del mensaje y de la manera en la que deseas articularlo, con qué cadencia, secuencia de ideas, en definitiva cuál será el camino creativo con el que quieres generar una introducción, un nudo y un desenlace. Como un buen plato a la hora de comer, se da la paradoja de que la preparación puede suponer cientos o miles de horas de ensayo y práctica a lo largo de los años, mientras que el simple acto de disfrutar de él puede llevar de apenas unos minutos. Lo mismo pasa con la preparación de un contenido que tiene que ser comunicado a una amplísima audiencia.
¿Qué haces para cuidar tu voz?
En mi adolescencia estudié música, piano y canto, y en aquel momento ya aprendí alguna noción para cuidar mi voz. Lamentablemente por circunstancias personales no pude seguir con esos estudios musicales. Pero muchos años después, superados ya los cuarenta años, tomé consciencia de la importancia de cuidar la voz. Me puse en contacto con una magnífica logopeda, y posteriormente con una profesora de canto que me enseñaron herramientas que llevo conmigo y que utilizo antes de hablar en público. Aparte de eso, si te fijas, me verás a menudo que llevo algún tipo de foulard o de bufanda, ya que tengo siempre la costumbre de mantener protegida la garganta porque los cambios bruscos de temperatura pueden provocarme afonía, y alguna vez ya me ha pasado y procuro evitarlo.
¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Creo que la voz de cada ser humano apartó de ser única, singular e irrepetible, es un síntoma de su modo de ser, de su estado de ánimo, de su estado físico tanto energético como de salud. Y he aprendido que no sólo mi voz, sino la voz en general aparte de ser un don extraordinario, evoluciona con el paso del tiempo y es uno de los síntomas más claros de cómo estámos y de cómo nos sentimos. En mi caso a medida que avanza la edad constato que su timbre va cambiando, noto también que no tengo que esforzarme tanto en proyectarla, o incluso a la hora de vocalizar he ido adquiriendo práctica y siento que me expreso con menos trabas y colegialas que cuando comencé hace veinticinco años. Y me atrevería decir que con el paso del tiempo y también gracias a lo que aprendido con los profesionales a los que antes me referido, la logopeda y la profesora de canto, he sabido apreciar este instrumento que tenemos, y he aprendido a cuidarlo para que esté en buen estado tanto de manera preventiva como paliativa.
¿Qué hace a un buen orador?
Si miramos la palabra orador veremos que su origen etimológico viene de la voz orar, por lo tanto un orador es el que ora e invita a orar, el que propone y facilita una conexión con la emoción y con el pensamiento, que es capaz de llevarnos a un estado de reflexión de manera natural. Para mí un buen orador, en definitiva, es el que invita a orar como te decía, pero no desde una dimensión dogmática ni religiosa, cuando digo orar me refiero a que un buen orador es aquel que es capaz de despertar un diálogo interior con uno mismo, que es una práctica que por desgracia no hacemos habitualmente. Un buen orador tiene que provocar, cuestionar, y a la vez debe saber hacer llegar su mensaje de una manera amable y clara.
¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Le diría que trabajen multidisciplinarmente. Es decir, que no sólo se formen en oratoria, si ni que también trabajen, por ejemplo, en talleres de psicodrama, que hagan cursos de teatro y que representen, que aprendan clases de canto, logopedia y por supuesto que preparen muchísimo y en profundidad la materia de la que quieren hablar. Eso implica mucha lectura, mucha investigación, mucho análisis, mucha reflexión, y eventualmente escribir mucho y a fondo sobre aquello que se desee comunicar porque es una magnífica manera de interiorizarlo, de integrarlo. Y por supuesto que estén abiertos a la crítica, tanto sobre lo que has escrito, sobre como lo que has dicho, porque las opiniones críticas son aquellas que cuando se hacen desde el respeto y el rigor actúan como verdaderos regalos y palancas de aprendizaje y transformación.
¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
En mi página web www.alexrovira.com y también en las diferentes redes sociales: Facebook, Twitter, LinkedIn es donde anunciamos los eventos abiertos al público en los que soy invitado.
Hoy comenzamos una nueva serie en la que entrevistaremos a los grandes protagonistas de la oratoria en castellano y comenzamos por uno de los más impactantes. Álex Rovira es una referencia en el campo de la conferencia profesional. Su manera de expresarse y explicar conceptos es cercana, didáctica y al mismo tiempo amena. Deja enganchado a la silla al oyente con una sonrisa de principio a final sin perder un ápice de seriedad en el contenido.
¿Cuál es el origen de tu vocación por dictar conferencias?
Ya antes de finalizar mi licenciatura, el decano de la universidad en la que estudiaba me propuso colaborar como asistente de algunos profesores. Allí comencé a ensayarme en el universo de la formación. Con el tiempo surgió también la oportunidad de impartir alguna conferencia, y a partir de ahí con la práctica vinieron más y más. La verdad es que nunca hubiera dicho que acabaría dedicando una parte de mi tiempo profesional a impartir conferencias como lo hago, pero la vida me ha llevado a ello.
En tu webwww.alexrovira.comreivindicas el poder de transformación a través de la palabra y propugna la bondad, la voluntad, la responsabilidad, la generosidad, la cooperación, etc.. ¿Qué impacto cree que tiene en las personas un buen mensaje?
Sin duda, la palabra es una herramienta poderosísima, y es lo que nos permite intercambiar ideas, expresar emociones, en definitiva generar vínculos de calidad. Creo que tanto un buen libro, como una buena conversación tienen la capacidad de desvelar y de despertar y eventualmente de hacernos cuestionar, de zarandearnos o de provocarnos. Creo que un buen mensaje tiene que combinar tanto la interpelación a la dimensión cognitiva, es decir a la reflexión, a la crítica, al pensamiento, pero también tiene que zarandear emocionalmente e invitar a la acción.
¿Qué valor otorgas al desarrollo de la capacidad de hablar en público?
En relación a la palabra hay cuatro habilidades fundamentales: leer, escribir, escuchar y hablar. Por lo menos a mi, cuando era pequeño, y a muchos de mis compañeros y conocidos de mi generación que se han formado en España, se nos enseñó esencialmente a leer y a escribir, pero no recibimos apenas ningún tipo de formación sobre la importancia de saber escuchar y también de saberse expresar. Creo que eso es una carencia que arrastramos no sólo generacionalmente sino también como país si miramos otros países vecinos, especialmente del centro y del norte de Europa. En ese sentido, cuanto menos miedo tengamos a expresarnos en público, y cuanto más practiquemos la voluntad de hacernos entender y de entender al otro, por supuesto que mejoraremos nuestra capacidad de comunicar y eso es absolutamente crítico.
En el mundo que viene, ¿qué crees que tendrá más importancia a la hora de comunicar?
Últimamente se habla mucho de tecnología, de digitalización, pero creo que se están olvidando lo principal: las humanidades. De qué sirve la tecnología si no hay un buen criterio que la gobierna y la gestiona. Para novedad los clásicos, y paradójicamente creo que en el mundo que viene seguir siendo absolutamente imprescindible el desarrollo de capacidades esencialmente humanas porque para llegar a corazón del otro aparte de bytes se necesita empatía, alteridad, generosidad, humildad, y todos los valores que tengan que ver con humanizar a la humanidad.
En tu libro Creer, Crear, Lograr conectas con tus lectores por el tono directo y preciso. A la hora de sentarte a la silla: ¿escribes como hablas? ¿hablas como escribes?
Procuro dirigirme tanto al lector como a las personas que están sentadas en la auditorio como lo haría hablándole a un amigo. Desde el máximo respeto, desde la máxima consideración y desde la voluntad de hacerme entender a la vez que con rigor. Tampoco a estas alturas no me pienso demasiado cuál es el tono que tengo que tomar, surge espontánea y naturalmente sin ningún tipo de esfuerzo. Supongo que se debe ya que son miles de horas de vuelo.
¿Cómo preparas las conferencias?
Crear un contenido son muchísimas horas de preparación previa, de lectura, de investigación, de reflexión, de contraste de fuentes. Aparte uno va haciendo su propia alquimia y elaboración tanto de la forma como del fondo, del mensaje y de la manera en la que deseas articularlo, con qué cadencia, secuencia de ideas, en definitiva cuál será el camino creativo con el que quieres generar una introducción, un nudo y un desenlace. Como un buen plato a la hora de comer, se da la paradoja de que la preparación puede suponer cientos o miles de horas de ensayo y práctica a lo largo de los años, mientras que el simple acto de disfrutar de él puede llevar de apenas unos minutos. Lo mismo pasa con la preparación de un contenido que tiene que ser comunicado a una amplísima audiencia.
¿Qué haces para cuidar tu voz?
En mi adolescencia estudié música, piano y canto, y en aquel momento ya aprendí alguna noción para cuidar mi voz. Lamentablemente por circunstancias personales no pude seguir con esos estudios musicales. Pero muchos años después, superados ya los cuarenta años, tomé consciencia de la importancia de cuidar la voz. Me puse en contacto con una magnífica logopeda, y posteriormente con una profesora de canto que me enseñaron herramientas que llevo conmigo y que utilizo antes de hablar en público. Aparte de eso, si te fijas, me verás a menudo que llevo algún tipo de foulard o de bufanda, ya que tengo siempre la costumbre de mantener protegida la garganta porque los cambios bruscos de temperatura pueden provocarme afonía, y alguna vez ya me ha pasado y procuro evitarlo.
¿Cómo has notado que evolucionaba tu voz conforme a tu experiencia?
Creo que la voz de cada ser humano apartó de ser única, singular e irrepetible, es un síntoma de su modo de ser, de su estado de ánimo, de su estado físico tanto energético como de salud. Y he aprendido que no sólo mi voz, sino la voz en general aparte de ser un don extraordinario, evoluciona con el paso del tiempo y es uno de los síntomas más claros de cómo estámos y de cómo nos sentimos. En mi caso a medida que avanza la edad constato que su timbre va cambiando, noto también que no tengo que esforzarme tanto en proyectarla, o incluso a la hora de vocalizar he ido adquiriendo práctica y siento que me expreso con menos trabas y colegialas que cuando comencé hace veinticinco años. Y me atrevería decir que con el paso del tiempo y también gracias a lo que aprendido con los profesionales a los que antes me referido, la logopeda y la profesora de canto, he sabido apreciar este instrumento que tenemos, y he aprendido a cuidarlo para que esté en buen estado tanto de manera preventiva como paliativa.
¿Qué hace a un buen orador?
Si miramos la palabra orador veremos que su origen etimológico viene de la voz orar, por lo tanto un orador es el que ora e invita a orar, el que propone y facilita una conexión con la emoción y con el pensamiento, que es capaz de llevarnos a un estado de reflexión de manera natural. Para mí un buen orador, en definitiva, es el que invita a orar como te decía, pero no desde una dimensión dogmática ni religiosa, cuando digo orar me refiero a que un buen orador es aquel que es capaz de despertar un diálogo interior con uno mismo, que es una práctica que por desgracia no hacemos habitualmente. Un buen orador tiene que provocar, cuestionar, y a la vez debe saber hacer llegar su mensaje de una manera amable y clara.
¿Qué consejo darías a quien comienza en el mundo de la oratoria?
Le diría que trabajen multidisciplinarmente. Es decir, que no sólo se formen en oratoria, si ni que también trabajen, por ejemplo, en talleres de psicodrama, que hagan cursos de teatro y que representen, que aprendan clases de canto, logopedia y por supuesto que preparen muchísimo y en profundidad la materia de la que quieren hablar. Eso implica mucha lectura, mucha investigación, mucho análisis, mucha reflexión, y eventualmente escribir mucho y a fondo sobre aquello que se desee comunicar porque es una magnífica manera de interiorizarlo, de integrarlo. Y por supuesto que estén abiertos a la crítica, tanto sobre lo que has escrito, sobre como lo que has dicho, porque las opiniones críticas son aquellas que cuando se hacen desde el respeto y el rigor actúan como verdaderos regalos y palancas de aprendizaje y transformación.
¿Dónde pueden nuestros lectores encontrar información actualizada sobre tus próximas charlas?
En mi página web www.alexrovira.com y también en las diferentes redes sociales: Facebook, Twitter, LinkedIn es donde anunciamos los eventos abiertos al público en los que soy invitado.
En el mundo de la oratoria hay dos componentes, el 20% es el mensaje y el 80% es cómo se transmite. Es mucho más importante, pues, cuidar aspectos como: el lenguaje corporal, la mirada, la postura, etc... Y sobre todo: la voz, ese elemento único, personal y que refleja la esencia de la persona.
Lo que distingue a un buen orador de uno malo es su técnica, pero sobre todo su sinceridad y honestidad con la que transmite el mensaje. Esa sinceridad no se puede transmitir sin un correcto uso de todo el potencial vocal, que de hecho, se puede y se debe trabajar para que el resultado final del acto comunicativo sea óptimo.
En nuestro país no existe ningún tipo de tradición ni formación en oratoria en las escuelas y esto hace que la mayor parte de las personas piensen que los grandes oradores nacen y no se hacen. Este error conduce a un acto de soberbia por ignorancia en el que la mayoría de nuestros políticos piensa que "con lo que tienen de natura es suficiente". El hecho de que, en este ámbito, ni imaginen que puede mejorarse, no significa que no pueda haber campo de mejora, y mucho, en la mayoría de casos!
Es un acto de humildad y de respeto al auditorio trabajar la voz con un buen coach hasta el punto de poder expresar siempre con pasión y sinceridad aquello que se desea comunicar. Os adjunto un post anterior en el que figura un decálogo que todo orador debería tener presente siempre.
Alguno de estos consejos tienen que ver con ser concisos, precisos, no leer, y sobre todo sentir aquello que se dice. Si no te crees tu mensaje, tu auditorio tampoco lo hará.
Los silencios en música son tan importantes como las notas. Nos encontramos muchas veces una "verborrea" dificilmente de poder ser seguida mentalmente y "embutir" más palabras en menos tiempos, no es, ni mucho menos, comunicar más. Esto también es competencia de un buen coach vocal y se puede aprender: ritmo!
La diferencia entre ganar y perder unas elecciones tiene que ver con la técnica en la oratoria pero aún más con la honestidad en el acto comunicativo.
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