Música y poesia: Landini y la primavera

Francesco LandiniHoy es el Día Mundial de la Poesía, celebración que anualmente coincide con el equinoccio de primavera, acontecimiento que este año se ha adelantado unas horas.

La música y la poesía están estrictamente ligadas dentro de la música vocal. A veces los versos sólo son un pretexto para que los cantantes puedan articular los sonidos, otras veces pasa justamente lo contrario y tenemos un poema de gran nivel artístico acompañado por una música sencilla que sólo pretende ser un vehículo para llevar el ritmo de las palabras al oído del oyente.

Afortunadamente no es raro que se unan unos versos y una música de gran valor: en ese caso se alcanza un resultado sublime, lo que ocurre en la siguiente ballata, en la cual Francesco Landini, poeta y máximo compositor del Trecento florentino, recibe la primavera con los siguientes versos (la traducción sólo quiere comunicar el significado del texto y no pretende transmitir su sentido poético):

Ecco la primavera
che ‘l cor fa rallegrare,
temp’e d’annamorare
e star con lieta cera.

No’ veggiam l’aria e ‘l tempo,
che pur chiam’ allegrezza.
In questo vago tempo,
ogni cosa ha vaghezza.

L’erbe con gran freschezza
e i fior copron i prati,
e gli alberi adornati
sono in simil manera.

Ecco la primavera
che ‘l cor fa rallegrare,
temp’e d’annamorare
e star con lieta cera.

Llega la primavera
que alegra el corazón,
tiempo para enamorarse
y tener cara feliz.

Vemos que el aire y el clima
también animan a la alegría.
En este bello tiempo,
todo es belleza.

La hierba con gran frescura
y las flores cubren los prados,
y los árboles son adornados
en similar manera.

Llega la primavera
que alegra el corazón,
tiempo para enamorarse
y tener cara feliz.

Francesco Landini sólo indicó en la partitura las dos voces que contrapuntan. Sin embargo es muy probable que ya en aquellos tiempos la ejecución de las baladas no fuera a cappella, sino con acompañamiento instrumental, de manera parecida a la interpretación que nos ofrecen el Lyrebyrd Consort y el Lumina Vocal Ensemble.

El reducido ámbito en el cual se mueven las dos voces permite su ejecución con la flauta dulce soprano sin necesidad de transposición y, por lo tanto, su fácil empleo en la escuela.

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Piazzolla y el bandoneón

Astor PiazzollaDesde que llegó a Argentina, a comienzos del siglo pasado, el bandoneón ha quedado ligado indisolublemente al tango, tanto que, nada más oír la sonoridad tan peculiar de ese instrumento,  nuestra imaginación  viaja  rápidamente  al país del Río de la Plata.

Difícilmente el inventor del bandoneón, que lo creó a mediados del siglo XIX para sustituir al órgano en la ejecución de la música religiosa en los lugares en que no hubiera este instrumento, llegaría a imaginar que pronto su obra cruzaría el océano para acompañar con su voz triste y melancólica una de las danzas más sensuales que existen.

Astor Piazzolla, tal vez el más famoso bandoneonista que haya existido nunca y del que conmemoramos hoy el aniversario del nacimiento, acontecido en 1921 en la ciudad de Mar del Plata, explica en el siguiente vídeo algo de la curiosa historia y del particular funcionamiento de su instrumento.

Las obras de Piazzolla conforman un catálogo muy extenso que ha suscitado el interés de un gran número de músicos, no sólo de tango sino también de otros géneros como el jazz o la música clásica. Un ejemplo: el violochelista Yo-Yo Ma interpretando  Libertango junto al bandoneonista Néstor Marconi.

Para recordar a este gran músico y darlo a conocer a mis alumnos y alumnas he arreglado esta misma obra para la flauta dulce.

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Samuel Barber: música “bella e semplice”

Samuel BarberEn este año 2010 coinciden las celebraciones del centenario del nacimiento de numerosos compositores: tras Pergolesi (300 años) y Chopin (200 años), llega hoy el turno del estadounidense Samuel Barber (100 años), con el cual no se acaba todavía la lista de “nacidos en el 10″.

Aunque Barber tal vez no sea tan famoso como los otros dos compositores citados, sí es muy conocida una de sus obras, o mejor dicho, las dos transcripciones que realizó de parte de una obra que compuso en su juventud. Lo que originariamente era el segundo movimiento de un cuarteto de cuerda dio lugar a una obra orquestal cuyo escueto título es Adagio for Strings (Adagio para cuerdas) y más tarde también a un Agnus Dei para coro a 8 voces mixtas.

Fue Arturo Toscanini, impresionado por esta pieza que definió como “semplice e bella”, quien animó al compositor norteamericano a realizar la primera de esas dos transcripciones y la estrenó al frente de la NBC Symphony Orquesta en 1938.

Debido a su gran expresividad, esta obra ha sido incluida en la banda sonora de varias películas, entre las cuales destacan El hombre elefante y Platoon, en las que consigue exaltar los sentimientos de tristeza y de dolor frecuentemente presentes tanto en los dos guiones como en las duras imágenes que se suceden en la pantalla. Por la misma razón, el Adagio para cuerda ha acompañado numerosos acontecimientos tristes, como por ejemplo los funerales de personalidades como Albert Einstein, John F. Kennedy y Grace Kelly, el anuncio radiofónico de la muerte de Roosevelt  y varias conmemoraciones de las víctimas del atentado terrorista contra las torres gemelas del World Trade Center. El siguiente vídeo se refiere a uno de esos homenajes, ofrecido 4 días después de la tragedia por la Orquesta Sinfónica de la BBC, dirigida por Leonard Slatkin.

Os propongo también la audición de la versión vocal, escrita sobre el texto litúrgico Cordero de Dios, imaginando que también a vosotros, al igual que me ocurre a mi, os resultará imposible decidir cuál de las dos versiones es más bella. La interpretación es del coro Ex Cathedra dirigido por Jeffrey Skidmore.

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Feliz cumpleaños, maestro Maazel

Lorin MaazelAsistir a la interpretación de un niño prodigio no deja de ser una experiencia encantadora, aunque ya estemos acostumbrado a ver y oír a virtuosos tan pequeños que tocan el piano sin llegar a los pedales o el violín con instrumentos de tamaño reducido.

Pero estoy convencido de que a los que tuvieron la suerte de asistir al debut de Lorin Maazel al frente de una orquesta, ese espectáculo debió haberle resultado aún más que encantador, asombroso e increíble.  No era para menos: sólo tenía 8 añitos y guiaba la orquesta universitaria de Pittsburgh. Y no le quitemos méritos por ser una orquesta de estudiantes, aventajados pero al fin y al cabo estudiantes: al año siguiente ya estaba moviendo la batuta al frente de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, y luego, una tras otra, casi todas las mejores orquestas del mundo. Realmente impresionante, ya que la dirección de orquesta es una de las actividades musicales que más requieren de madurez, por una serie de requisitos imprescindibles, tanto técnicos como caracteriales, que tiene que poseer el maestro para poder liderar adecuadamente una orquesta sinfónica, un numeroso grupo de músicos que habitualmente es bastante exigente con su director.

Ha pasado mucho tiempo desde ese debut y Lorin Maazel, que cumple hoy mismo 80 años, sigue en activo como una de las más importantes figuras de la música a nivel mundial, siendo actualmente el director musical de la Orquesta de la Comunidad Valenciana (Palau de les Arts Reina Sofía). De corazón le deseamos un feliz cumpleaños y que cumpla muchos más y que nosotros disfrutemos de su música.

El gran público lo conoce sobre todo por haber dirigido nada menos que por 10 veces a los Wiener Philharmoniker en el tradicional Concierto de Año Nuevo. En la última de estas actuaciones, que fue en 2005, obviamente no podía faltar el vals An der schönen blauen Donau, El Danubio azul, de Johann Strauss.

Sin embargo, la faceta menos conocida de Maazel quizás sea su actividad como compositor, realmente muy interesante: su obra más importante es la ópera 1984, basada en la homónima novela de Georg Orwell, mientras que la que propongo a continuación es una obra concertante para violonchelo y orquesta: Music for Violoncello and Orchestra, Op. 10, con la solista Han-Na Chang acompañada por la Bavarian Radio Symphony Orchestra  dirigida por el mismo Lorin Maazel.

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Centenario de Chopin

Frédéric ChopinHoy es un día muy importante para la música, y muy especialmente para el piano: hace 200 años nacía en Polonia uno de los más importantes pianistas de todos los tiempos, Frédéric Chopin. Algunas fuentes pueden dar una fecha diferente, basándose en su partida de bautismo; sin embargo, el mismo Chopin y todos sus familiares siempre indicaron el 1 de marzo de 1810 como el día de su nacimiento.

Por cierto, aunque su padre fuera francés, el nombre original del pequeño Chopin era polaco (si quieres, descubre ese nombre resolviendo esta sopa de letras), aunque empleó con más frecuencia la traducción francesa por vivir la mayor parte de su vida adulta en París.

El catálogo de Chopin está formado casi exclusivamente por obras para piano, aunque no debemos dejarnos engañar por esta aparente uniformidad, que en realidad esconde una gran variedad de géneros, formas y carácter, en cuyos extremos están las grandes formas clásicas, como los conciertos y las sonatas, y las obras breves e íntimas, típicamente románticas, como los nocturnos y los preludios. Merece la pena escuchar por lo menos una obra de cada uno de estos dos ejemplos, para que nos apetezca seguir con todo el resto.

Chopin escribió dos conciertos para piano y orquesta. Tenemos la suerte de disponer en YouTube de una grandiosa interpretación del Concierto nº2 (segundo sólo por publicación, ya que, curiosamente, fue escrito antes del Concierto nº1), la del pianista Arthur Rubinstein, polaco al igual que el compositor.

La obra de Chopin, al igual que la de todos los compositores desaparecidos hace más de 70 años, pertenece al dominio público. Por eso es posible descargar gratuitamente muchas partituras suyas desde el IMSLP – Petrucci Music Library, por ejemplo los 24 Preludios Op.28. El séptimo de esos 24 preludios es el más breve: pocos compases cargados de expresividad, como podemos comprobar en la interpretación de Michael Glenn Williams.

Para que mis alumnos y alumnas puedan tocar una pieza de Chopin, he arreglado este preludio para flauta dulce. No es en absoluto difícil para los dedos, pero sí se necesita cierta habilidad para tocarlo bien, ya que tiene varias notas agudas que hay que tocar soplando con mucha presión pero con muy poca cantidad de aire, para que no salga un sonido chillón.

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