Gabriel Fauré y la sordina del violín

SordinasLa sordina es un artilugio que permite no sólo disminuir el volumen sonoro producido por un instrumento, sino también (y  éso es lo más importante) modificar su timbre para conseguir determinadas atmósferas.

Las sordinas más conocidas tal vez sean las de la trompeta, pues además de transformar totalmente el timbre del instrumento, se colocan en la parte más visible desde el punto de vista del público, es decir en el pabellón.

Menos conocidas son las sordinas de los instrumentos de cuerda frotada, principalmente por dos razones: la primera es que hay pocas obras en las que se utilicen en un instrumento solista, empleándose con más frecuencia en las partes de la orquesta, en las que la modificación tímbrica es menos evidente; la otra razón es que, debido a su menor tamaño y a su forma más discreta, suelen pasar desapercibidas  a simple vista.

Las sordinas de los cuatro instrumentos de cuerda frotada de la orquesta moderna, el violín, la viola, el violonchelo y el contrabajo, son parecidas en cuanto a forma, aunque obviamente su tamaño es proporcional al tamaño del instrumento mismo. Todas ellas se colocan en el puente, que es la pieza de madera en la cual se apoyan las cuerdas en el extremo opuesto al mango del instrumento. El puente, además de sostener las cuerdas, transmite la vibración de éstas a la caja de resonancia. La sordina, al obstaculizar la oscilación del puente, reduce la vibración de la madera de la caja de resonancia misma y del aire contenido en ésta.

Existen distintos tipos de sordinas que se diferencian sobre todo por su forma y, lo más importante, por su peso. Para tocar como solista generalmente se utiliza una sordina de peso intermedio, hecha en madera dura (ébano, boj o similar) o en metal, que proporcionan un timbre intimista sin reducir tanto el volumen sonoro como para dificultar la audición de la parte principal. Las hay también tan pesadas que casi impiden la vibración del puente: éstas no se usan en público sino que sólo se utilizan para estudiar en horas y lugares inadecuados (p.e. hoteles durante las giras de conciertos). Finalmente las hay también más ligeras, de goma o plástico, que, renunciando a una mínima parte de calidad tímbrica, proporcionan la comodidad de quedar enganchadas a las cuerdas sin molestar su vibración cuando no las necesitemos y de poderse colocar en el puente con extrema rapidez cuando haga falta. Este tercer tipo se usa sobre todo en orquesta.

Gabriel FauréEntre las poco numerosas obras para violín con sordina he elegido la Berceuse op.16 de Gabriel Fauré. Su título se puede traducir al español como canción de cuna o nana.

La elección de esta pieza se debe a dos razones. La primera es que hoy es el aniversario de este compositor y pedagogo francés, maestro, entre otros, de Maurice Ravel y Nadia Boulanger: Fauré nació hace exactamente 165 años. La segunda razón es que ésta es la primera obra que toqué en público, hace ya alrededor de tres décadas, por lo que la recuerdo con especial cariño.

En el siguiente vídeo, además de poder ver el empleo de una sordina en un violín y  escuchar  su efecto, podemos disfrutar de la estupenda interpretación del violinista Daniel Zisman y de la pianista Christina Bauer.

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350º aniversario de Alessandro Scarlatti

Alessandro ScarlattiAlessandro Scarlatti es uno de los músicos que para ser identificados necesitan del nombre, además del apellido, para que no les confundamos con su hijo, como es el caso de Leopold Mozart, o de su  padre, como les ocurre a Carl Philipp Emanuel, Johann Christian o cualquier otro de los numerosos hijos de Johann Sebastian  Bach.

En efecto, Domenico es mucho más famoso que él, y aquí en España aún más, tanto por haber vivido aquí gran parte de su vida, hasta el final, por haber conocido, valorizado y empleado el folclore musical español en su música y por haber sido maestro de la reina Bárbara de Braganza y de Antonio Soler, quien continuó su brillante estilo clavecinístico.

Por otro lado, de Alessandro, del que hoy se cumplen los 350 años del nacimiento, se conoce sólo una mínima parte de su obra, a pesar de ser ésta impresionante, tanto por cantidad como por calidad: más de un centenar de óperas (algunas de las cuales se perdieron), decenas de oratorios y varios centenares de cantatas que han sido fundamentales en el desarrollo de la escuela napolitana y de dos formas musicales, la sinfonía u obertura italiana, precursora de la sinfonía clásica, y el aria col da capo.

Esta última tiene una estructura tripartita (ABA’): la parte central contrasta armónicamente con la primera sección, que a su vez vuelve, variada con adornos, para cerrar la pieza.

Un ejemplo bastante conocido de aria col da capo de Alessandro Scarlatti es O cessate de piagarmi, de la ópera Pompeo. La fama de esta aria se debe, más que a las muy raras representaciones o grabaciones de la ópera a la que pertenece, a estar incluida, junto con otras obras de la escuela napolitana, en una colección didáctica muy empleada en las clases de canto de todo el mundo, recopilada por Alessandro Parisotti y publicada por Ricordi en 1890 bajo el título de Arie antiche.

El texto, de Nicola Minato, es el lamento de un amante no correspondido (la traducción sólo quiere comunicar el significado del texto y no pretende transmitir su sentido poético):

O cessate di piagarmi,
o lasciatemi morir!
Luci ingrate,
dispietate,
Più del gelo e più de’ marmi
fredde e sorde a’ miei martir.
Più d’un angue, più d’un aspe
crudi e sordi a’ miei sospir,
occhi alteri,
ciechi e fieri,
voi potete risanarmi,
e godete al mio languir

¡Oh parad de herirme,
oh dejadme morir!
Ojos desagradecidos,
despiadados
Más que el hielo y más que los mármoles
fríos y sordos a mis martirios.
Más que una serpiente, más que un áspid
crudos y sordos a mis suspiros,
ojos altivos,
ciegos y fieros,
vos que podéis sanarme,
y gozad de mi languidecer.

La siguiente interpretación es del contratenor Douglas Dodson.

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El libro rojo y la estrella brillante

A más de uno el título le habrá recordado a Mao Tse-Tung: basta una traducción innecesaria y nos encontramos en la China popular en vez de la Cataluña medieval, hablando en mandarín en vez de latín.

Además, si nos fijamos en lo bien que suena en catalán, ya no pueden quedar dudas de que, aunque está muy bien saber que quiere decir Libro rojo, merece la pena hacer un muy pequeño esfuerzo de memoria y pronunciación y llamarlo Llibre vermell, el nombre con el que se le conoce desde el siglo XIX, cuando se encuadernó ese manuscripto, que ya tenía entonces alrededor de medio milenio, con una cubierta de terciopelo rojo,  remplazada a mediados del siglo pasado por otra de piel del mismo color.

El Llibre vermell contiene diez obras musicales, cantos y danzas, que servían de entretenimiento para los viajeros que iban de peregrinación al santuario de Montserrat. Entre ellas está la danza Stella splendens, un virelai a dos voces. Tras el vídeo con la interpretación del grupo Alla Francesca está el arreglo para dos flautas dulces,  extraído del manuscrito original.

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Henry Mancini y la Pantera Rosa

Imposible pensar en la Pantera Rosa sin que nos venga a la mente la música que acompaña sus curiosísimos andares, esa pegadiza melodía que tanto se ajusta a ese felino surrealista gracias a la elegancia algo enigmática de su cromatismo, la agilidad cautelosa de su ritmo y el cálido timbre del saxofón.

El autor de esa partitura es Henry Mancini, compositor de una lista larguísima de bandas sonoras, además de jazz, género cuya influencia es muy evidente en la música de la citada serie de animación. Por su música de cine recibió un gran número de galardones: nada menos que 20 Grammy, 4 Óscar y un Globo de Oro. Sólo por citar algunos de sus éxitos: Moon River (de la película Desayuno con diamantes), Days of Wine and Roses (del homónimo filme) y el tema principal de la película Peter Gunn, cuyo cover más famoso apareció en The Blues Brothers.

Hoy hace exactamente 86 años del día en que nació. Lamentablemente hace casi 16 años que nos ha dejado. Mis alumnos y alumnas y yo lo recordaremos tocando con nuestras flautas su melodía más famosa.

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El Padrino, el Óscar de Nino Rota

Nino RotaHace ya unas semanas que varios chicos de 2ºA me vienen pidiendo “la partitura de la música de El Padrino“: otro alumno de la misma clase, que estudia guitarra en el Conservatorio y toca la flauta travesera en la Banda Municipal de Mijas, ha sacado las notas gracias a su oído muy bien entrenado y a veces se le oye tocarla por el pasillo, mientras, junto con sus compañeros y compañeras, se acerca al aula de Música para empezar nuestra hora de clase.

Les encanta esa melodía simplemente por cómo suena: ni han visto la película, ni conocen el nombre del compositor y tampoco saben que éste, Nino Rota, ganó un Óscar gracias a esa banda sonora. Tampoco ha vuelto a estar de moda por sonar como fondo de un anuncio; en fin, ninguna influencia extramusical motiva la insistencia de estos alumnos y alumnas, sólo las ganas de aprender a tocar con sus flautas más y más obras musicales.

Aprovechando el día del aniversario de la muerte de Nino Rota, que ocurrió hace exactamente 31 años, les he preparado el ansiado arreglo.

Pero, antes de pasar a la acción, vamos a recordar la obra de este compositor, famoso sobre todo por su música de cine. Además de esa aportación a los largometrajes de Francis Ford Coppola, Rota colaboró con otros grandes directores, entre los cuales destacan Luchino Visconti (Noches blancas, Rocco y sus hermanos, Boccaccio 70El Gatopardo)  y Federico Fellini (una larga lista de filmes de la que por brevedad sólo citaré Las noches de Cabiria, La dolce vita, , Roma y Amarcord).

Su producción musical no cinematográfica es menos conocida pero no por eso menos interesante: basada en una estética clásico-romántica, tanto por el uso de las formas como de la armonía de ese siglo y medio, tiene su fuerza en las melodías frescas, brillantes y rebosantes de vitalidad e ironía, como las que podemos escuchar en su Concerto per trombone, compuesto en 1966.

Volviendo a su obra galardonada con la estatuilla de Hollywood, realizando este arreglo didáctico para flauta dulce me he encontrado con la necesidad de evitar unas  notas demasiado agudas para el nivel del alumnado al que está dirigido. Así que, como mal menor, he optado por suprimir un par de notas graves, que, de todas formas, siguen en el acompañamiento del piano.

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