Blog ecológico

Aunque esta entrada no está relacionada con el canto, creo que puede ser atractivo para todos aquellos que nos leáis y tengáis un blog propio.

De rebote, me he encontrado con una iniciativa que me ha llamado la atención. Se trata de el proyecto Mi blog es Co2 neutral que propone lo siguiente: Por cada blog que se registre plantarán un árbol en una zona en riesgo de desertificación.

Nosotros ya hemos enviado nuestra solicitud. Es una forma muy fácil de ayudar a mantener el medio ambiente. Anímate tu también, ¡no cuesta más de 15 minutos!

Pasqual Pastor

Hay una categoría de personas a las que nunca puedes imaginarte inactivas, y a las que la palabra jubilación, con su inevitable matiz de retirada de la circulación, no es aplicable sin que te se te produzca una intensa sensación mental de irrealidad. Y si una persona puede ser el paradigma de esta categoría, ese es Pasqual Pastor. Así que si voy a decir que Pasqual Pastor se jubila, lo que quiero decir es que con toda probabilidad pasa a otro nivel de actividad en tiempo y lugar, y que esa será  con seguridad tan intensa y fructífera como ha sido la que, al menos,  conozco yo y como yo varios cientos de maestros de música en los últimos veinte años.
Porque, haciendo ahora ese siempre desconcertante recuento de los años, hace más de veinte que conocí a Pasqual. En aquellos tiempos, finales de los ochenta y primeros años de los noventa, se iniciaba uno de esos capítulos que marcan los cambios importantes en la educación: la normalización de la Educación Musical en la escuela pública. Por primera vez, esta posibilidad, reservada a la educación ‘bien’ de algunos colegios selectos se colaba, para instalarse ya sin retroceso posible, en el curriculum educativo del sistema escolar. Pasqual tenía a su cargo esta responsabilidad en el País Valencià, y la cosa no podía estar en mejores manos. Para poner en marcha el programa Música a l'Escola  contaba no solo con ideas claras, una considerable experiencia y un apabullante equipamiento conceptual sino, sobre todo, con esa capacidad de liderazgo capaz de convertir hasta a un grupo de modestos maestros funcionarios en  un colectivo de juramentados  entregados a una misión. Los que tuvimos la suerte de participar en esos primeros años, cuando las cosas arrancan con la frescura y la fuerza de aquello que está por construir, llenábamos el depósito con la poderosa convicción  que desplegaba Pasqual en sus charlas, y sobre todo, con el contagioso entusiasmo de su acción.
El sábado pasado nos reunimos casi dos centenares  de amigos para celebrar la jubilación de su puesto en el servicio de formación del profesorado, en el que en esta época difícil resistía desde hace años con su tenacidad característica. Fue en una fiesta inolvidable en la que, como no podía ser menos, la música fue junto a él la protagonista y el afecto el material esencial. En estos tiempos de resistencia, en los que hemos de sufrir los huecos discursos políticos sobre la importancia de la educación de aquellos que la desmantelan con ignorancia y mala fe a partes iguales, es reconfortante un encuentro como este,  en el que en pie saludas y brindas, con Mozart presente, por supuesto, una ejecutoria educativa honesta, clara, limpia y brillante como la de Pasqual. Y no digo jubilación, porque no me creo tal cosa. Gràcies, mestre!

Pasqual Pastor

Hay una categoría de personas a las que nunca puedes imaginarte inactivas, y a las que la palabra jubilación, con su inevitable matiz de retirada de la circulación, no es aplicable sin que te se te produzca una intensa sensación mental de irrealidad. Y si una persona puede ser el paradigma de esta categoría, ese es Pasqual Pastor. Así que si voy a decir que Pasqual Pastor se jubila, lo que quiero decir es que con toda probabilidad pasa a otro nivel de actividad en tiempo y lugar, y que esa será  con seguridad tan intensa y fructífera como ha sido la que, al menos,  conozco yo y como yo varios cientos de maestros de música en los últimos veinte años.
Porque, haciendo ahora ese siempre desconcertante recuento de los años, hace más de veinte que conocí a Pasqual. En aquellos tiempos, finales de los ochenta y primeros años de los noventa, se iniciaba uno de esos capítulos que marcan los cambios importantes en la educación: la normalización de la Educación Musical en la escuela pública. Por primera vez, esta posibilidad, reservada a la educación ‘bien’ de algunos colegios selectos se colaba, para instalarse ya sin retroceso posible, en el curriculum educativo del sistema escolar. Pasqual tenía a su cargo esta responsabilidad en el País Valencià, y la cosa no podía estar en mejores manos. Para poner en marcha el programa Música a l'Escola  contaba no solo con ideas claras, una considerable experiencia y un apabullante equipamiento conceptual sino, sobre todo, con esa capacidad de liderazgo capaz de convertir hasta a un grupo de modestos maestros funcionarios en  un colectivo de juramentados  entregados a una misión. Los que tuvimos la suerte de participar en esos primeros años, cuando las cosas arrancan con la frescura y la fuerza de aquello que está por construir, llenábamos el depósito con la poderosa convicción  que desplegaba Pasqual en sus charlas, y sobre todo, con el contagioso entusiasmo de su acción.
El sábado pasado nos reunimos casi dos centenares  de amigos para celebrar la jubilación de su puesto en el servicio de formación del profesorado, en el que en esta época difícil resistía desde hace años con su tenacidad característica. Fue en una fiesta inolvidable en la que, como no podía ser menos, la música fue junto a él la protagonista y el afecto el material esencial. En estos tiempos de resistencia, en los que hemos de sufrir los huecos discursos políticos sobre la importancia de la educación de aquellos que la desmantelan con ignorancia y mala fe a partes iguales, es reconfortante un encuentro como este,  en el que en pie saludas y brindas, con Mozart presente, por supuesto, una ejecutoria educativa honesta, clara, limpia y brillante como la de Pasqual. Y no digo jubilación, porque no me creo tal cosa. Gràcies, mestre!

Bricolaje musical: el pentagrama de mesa

Marc amb nou anys practicant amb sol - mi - la ;-)
Para que no todo  sean electrones girando locamente en microcircuitos, recupero esta antigua entrada,  la primera que introduje en el "Rincón Didáctico" de la web de Aulodia, Asociación de Profesores de Musica de la Comunidad Valenciana, de la que fui creador y administrador de 1998 a 2005, más o menos. La entrada es de 1998. Este recurso es, por supuesto, absolutamente analógico, pero tiene como contrapartida la ventaja de que no se cuelga nunca (precursor del IPad, por tanto).

El pentagrama de mesa, ideado por Maria Montessori (1870-1952) es un recurso muy conocido y útil para la iniciación en la lectoescritura musical de los niños más pequeños. Tiene como indudables ventajas el atractivo de ser un recurso manipulativo, con posibilidad de múltiples actividades de corrección rápida. Como desventaja, el tiempo que se tarda en repartir y luego en recoger las hojas pautadas, las chapas u otros objetos que empleamos como notas... Demasiado para un horario tan ajustado como el que desgraciadamente es común en Educación Musical.
El modelo que proponemos , que puede ser fabricado perfectamente con ayuda de los alumnos más mayores, tiene la ventaja de integrar el pentagrama y las "notas" en un solo artilugio. Las notas corren a lo largo de hilos de nylon sujetos entre los extremos del pentagrama. Es sencillo de distribuir y de usar. Resuelve además de forma automática la dificultad que supone al principio para algunos niños la escritura de las notas de izquierda a derecha.

Actividades
  • Colocación de notas en líneas o espacios
  • Colocación de notas con nombres dictados por el maestro/a
  • Un niño inventa una combinación y la canta. Los demás colocan el esquema cantado.
  • Inventar una combinación dando una consigna (solo grados conjuntos, solo un ámbito determinado, etc) y cantarla a continuación.
  • Dictados breves
  • y todas las que la imaginación permita
Confección:
El mejor material de soporte es el llamado "trasera de melamina blanca", un material de aspecto acartonado que tiene una delgada capa de melamina blanca por una de las caras. Puede encontrarse en almacenes de bricolage en planchas de 1.20 x 2.44. En muchos de estos almacenes realizan el corte gratuitamente. Pediremos que nos lo corten en tableros de aproximadamente 34x28 cm, lo que nos permitirá obtener 28 tableros.
Para las notas emplearemos redondeles de fieltro adhesivo de los que se emplean para colocar en las patas de los muebles. El diámetro más adecuado es de unos tres centímetros.
De acuerdo con este tamaño dibujaremos con rotulador las cinco líneas negras del pentagrama y una línea fina de color para el "do". Practicaremos a continuación con taladro seis agujeros (de 1'5 mm) a cada lado para que pase el hilo de nylon.
Con una aguja de coser e hilo de nylon pasaremos el hilo tal como se ve en el dibujo, atravesando con la aguja las "notas" de fieltro por su diámetro, de forma que éstas puedan deslizarse a lo largo del hilo. Finalmente tensaremos y ataremos los dos extremos por la parte trasera Un marco protector de cinta aislante puede proteger el borde de golpes y embellecer el resultado.
Nota final: Una versión electrónica de este artilugio puedes encontrarla aquí.