Criticar y ser criticado

En un mundo en el que se nos enseña a competir y además es tan marcadamente individualista, la crítica juega un papel principal. La crítica forma parte de cualquier aprendizaje, y gracias a ella conseguimos ver nuestros errores y avanzar. Sin embargo, puede convertirse en un arma de doble filo, dañar nuestra autoestima o hacernos mezquinos.

La crítica: qué es y para qué sirve

Aunque la palabra crítica pueda tener connotaciones negativas, no hay aprendizaje sin ella. Todos necesitamos que alguien de fuera nos haga ver lo que nosotros desde dentro no apreciamos para poder avanzar. Es una forma de conocer la perspectiva de otros sobre nuestro trabajo, con el único fin de hacernos mejorar. Sin embargo, todos sabemos que las críticas no siempre se hacen con el fin de ayudar al otro en su aprendizaje, ni con las formas o el planteamiento correctos. De esta manera, podemos dividir las críticas en dos grandes grupos: constructivas o destructivas. Dentro de estos grupos seguro que podemos distinguir muchos matices, pero en general lo que diferencia unas de otras es la intención con la que se hacen.

Constructiva o destructiva

Una crítica constructiva tiene como característica principal que busca ayudar al otro y hacerle mejorar. La crítica constructiva se hace con respeto y con imparcialidad. Además de señalar los aspectos a mejorar, se dan soluciones a través de ella.

La crítica destructiva, por el contrario, es el juicio por el juicio, sin intención alguna de hacer mejorar al que la recibe. Puede ser incluso ofensiva, o hacerse con la intención de ofender.

Hablar mal de los demás… Hasta ahora nos hemos referido a la crítica que le hacemos a los demás “a la cara”. Sin embargo, dentro de la crítica destructiva, quizás sea más común la crítica “por la espalda”. Y aunque le solemos llamar crítica, no es más que un juicio. Este tipo de juicios no tienen ningún resultado positivo, ni para el que lo hace ni para el que es objeto del juicio. Piénsalo. ¿Qué te aporta a ti o a los demás decir lo mal que ha tocado alguien en el concierto? ¿O que la plaza que ha conseguido la tiene de manera injusta? Si crees que alguien tiene que mejorar, dile qué y dile cómo para ayudarle; si crees que hay una situación injusta, denúnciala; pero hablar de ello con terceros no te reportará nada.
Por qué lo hacemos… Depende de la persona y de la situación, pero por lo general, es un mecanismo para hacernos valer frente a otros, remarcando lo que ellos hacen mal (y por contra, nosotros hacemos bien). También es propio de personas que buscan reafirmar su autoestima de ese modo frente a los demás.

Crítica y autoestima

La autoestima se basa en tres pilares:

  • Pensamiento
  • Sentimientos
  • Comportamiento

Cuando pensamos sobre nosotros mismos, nuestra manera de ser, nuestra carrera, nuestro físico, nuestras aptitudes… Creamos una imagen que nos hace sentirnos bien o mal con nosotros mismos, y actuamos en consecuencia. Por ejemplo, si pienso que soy un mal músico, me sentiré mal, y tocaré mal.

Las críticas, ya sean constructivas o no, pueden hacernos sentir vulnerables o molestarnos. No todos tienen la misma capacidad de aceptar que le digan qué cosas está haciendo mal, aunque se haga con buena intención. Frente a una crítica, debemos seguir estos pasos:

  • No tomar nada por el lado de lo personal: Según este artículo de El Mundo, “tendemos a proyectar nuestra falta de confianza personal en las palabras de los demás. Cuanto más daño nos hace una crítica, más probable es que haya tocado un punto sensible que, incluso inconscientemente, sabemos que no es precisamente nuestro fuerte. En ocasiones, nos tomamos lo que es un comentario constructivo como algo destructivo, por lo que debemos conocer nuestras limitaciones para entender qué es aquello que nos pueden reprochar con razón.”
  • Analizar la crítica: ¿Nos está aportando algo positivo? ¿Es una afirmación despectiva o realmente está señalando nuestros errores de manera objetiva? ¿Está proponiéndonos alguna solución?
  • Si es constructiva y nos puede ayudar, debemos tomar de ella todo lo que nos sirva. Si no tiene ningún contenido o fundamente, la debemos desechar tan rápido como podamos, y olvidarnos de ella para que no afecte a nuestra autoestima.
Miedo escénico y miedo a la crítica

Uno de nuestros temores a la hora de actuar en público está relacionados con la crítica o lo que los demás puedan pensar de nosotros como profesionales. Estos temores suelen desembocar en un miedo escénico difícil de controlar.

Subirse a un escenario implica exponerse a la opinión de los demás. Sin embargo, no debemos temer estas opiniones. Todos podemos cometer fallos en una actuación, o encontrarnos en un momento de nuestra carrera más o menos pleno. Lo cierto es que, cuando uno se sube a un escenario no lo hace para ser juzgado, sino para entretener al público con su actuación. Lo que unos u otros puedan pensar o decir no debe afectarnos, siempre que no podamos aprender nada bueno de ello.

Por otro lado, es posible que tengas miedo a la crítica porque no quieres aceptar tus fallos. O quizás porque otras veces has tomado parte en críticas no muy constructivas, y temes que te hagan lo mismo. Sé consecuente con el trabajo que realizas y respetuoso con el que realizan los demás, y no tendrás de qué asustarte.

Criticar bien

Para hacer una buena crítica a un compañero o alumno, hay que tener presentes los siguientes puntos:

  • ¿Qué está haciendo mal y cómo lo puede mejorar?
  • Háblale con aprecio y respeto. Debes conseguir que la otra persona entienda que le estás criticando por su bien, no para ensañarte con él. El lenguaje es importante.
  • Céntrate en acciones, no personifiques. No es lo mismo decir “No tienes oído” que decir “Esa nota estaba desafinada”. En la primera, nos referimos a la persona. En la segunda, a sus acciones.
  • Usa un tono adecuado y dilo en el momento adecuado. Cuando criticamos o corregimos a alguien no debemos ser prepotentes. Tampoco debemos corregir todo en todo momento, podemos agobiar al otro, cuando en realidad él sólo probablemente pueda darse cuenta de muchos de los errores que estamos señalando.

Si tu crítica no va destinada a ayudar al criticado, déjala pasar, porque no aportarás nada a los demás ni a ti mismo.

 

 

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Publicada: 16 de Mayo de 2016

Fecha límite de envío de solicitudes: 25 de Mayo de 2016

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La proactividad en la carrera musical

En la época que vivimos, las palabras como emprendedor, positivismo o proactividad son muy frecuentes. Todas hacen referencia a una forma de pensar y unas actitudes muy concretas. Hoy queremos hablar precisamente de una de ellas: la proactividad.

¿Qué es la proactividad?

La proactividad es una actitud humana que implica que la persona tiene pleno control de su conducta y de sus decisiones. Es una características que tienen aquellas personas con iniciativa y creatividad, que a su vez se hacen totalmente responsables de sus acciones.

Las personas que toman una actitud proactiva se forman una serie de valores sobre los que fundamentan todas sus acciones. Sus emociones no dependen de su entorno, porque no son personas que se preocupen por las situaciones que no pueden controlar.

Por el contrario, las personas reactivas serían personas más pasivas, a las que les cuesta tomar decisiones o coger las riendas. Se dejan llevar más por las emociones que por los valores, y pueden sentirse influenciadas por el ambiente o las circunstancias.

Vamos a verlo con un ejemplo: Tenemos a dos músicos que se examinan ante un tribunal en unos meses. Uno de ellos es más proactivo, el otro es más reactivo. El primero se hará un planing de estudio y lo cumplirá, confiando en que el trabajo duro le va a proporcionar buenos resultados. El segundo estudia todos los días, pero sin objetivos ni organización. Llegado el día del examen ambos actúan ante el tribunal. El músico proactivo se siente satisfecho de su buen trabajo y se despreocupa, pues lo que el tribunal pueda opinar sobre su interpretación no es algo que esté bajo su control. El músico reactivo, por el contrario, entrará en la sala de examen preocupado y saldrá de la misma forma. Si los resultados son negativos, el músico proactivo no se sentirá triste o preocupado, pues es consciente de que ha estudiado, y de que los resultados llegarán tarde o temprano. El músico reactivo se sentirá afectado y triste, y se lo tomará como una afrenta personal.

¿Cómo podemos aplicarlo a nuestra carrera musical?

La actitud proactiva puede ayudarnos a ser músicos más seguros de nosotros mismos. Si somos proactivos, tendremos la capacidad de decidir qué nos afecta y qué no. De esta manera, podemos conseguir un concepto mejor de nosotros mismos y conseguir ser más felices. No podemos cambiar las cosas que escapan a nuestro control: los resultados de una audición, las críticas tras un concierto, los imprevistos que podamos cruzarnos… etc. Si no podemos controlar todo esto, ¿por qué nos debe afectar? Si conseguimos abstraernos de todas estas cosas que escapan a nuestro control, conseguiremos ser más felices y sentirnos mejor con nosotros mismos.

Una de las principales características de las personas proactivas es la capacidad de iniciativa. Antes de esperar a que los demás nos den lo que queremos, tenemos que encontrar la forma de conseguirlo por nosotros mismos, ser emprendedores y dueños de nuestra propia vida. Si lo que quieres es dedicarte a la música, no tienes que esperar a que otro te ofrezca las oportunidades de hacerlo, también tú puedes crear tus propias oportunidades y conseguirlo. A veces podemos sentirnos mal porque nadie nos ofrece trabajo, pero esa es una actitud reactiva. Esperar a que los demás te proporcionen una felicidad que sólo tú puedes conseguir.

PROACTIVIDADPara conseguir una actitud proactiva debemos primero fijarnos unos valores, y guiarnos por estos valores. Una vez los fijemos, todas nuestras decisiones deben asentarse en estos valores, no en las opiniones o decisiones de otros. 

Otra de las claves de una persona proactiva es la organización y planificación de sus objetivos. Una vez fijados, los objetivos necesitan de un plan para llevarlos a cabo, para conseguirlos. Ya hemos hablado en otras ocasiones de cómo la planificación puede ayudarnos a mantener la motivación y a lograr nuestras metas de una forma ordenada y consecuente.

 

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