En mi opinión, sigue siendo secreto muy a mi pesar, ya que yo no me canso de gritarlo a los cuatro vientos en mis intervenciones en público y siempre, siempre les incluyo en los agradecimientos finales, así como en las entradas del blog que hago postconcierto. Bien, pues en esta ocasión ese equipo de profesionales se merece una mención más especial aún.
El concierto en sí ya suponía mucho trabajo, de montaje de luces, tarimas, cubrir el foso, poner el linóleo para la danza y demás historias. De todos modos, lo más gordo estaba por venir y era organizar, de forma ágil y efectiva, a toda aquella marabunta de músicos, con sus correspondientes instrumentos, de forma que no "nos diesen las uvas" en la prueba acústica y mucho menos en el concierto.
El suelo del escenario del teatro de la Laboral acabó con un aire muy carnavalero: decorado con marcas de colores blanco, azul, rojo y verde que señalaban el lugar exacto en el que debía ir cada silla, atril y micrófono en cada cambio de escena (que lo vaya teniendo en cuenta si alguien quiere dedicarse a trabajar como personal técnico de un teatro: en caso de tener diagnosticado daltonismo quizás no puedan hacer su sueño realidad). Y yo me pregunto...¿por mucha marca que pongan...cómo se las arreglan para saber dónde va cada cosa, si luego los cambios los hacen a oscuras?
Les estamos eternamente agradecidos porque todo el programa, por bien que suene, no habría resultado tan digno de contemplar, de no ser por ese cuerpo técnico. Porque hacen que el valor de nuestro trabajo se multiplique por muchos enteros. Maléfica y Mafalda no habrían resultado igual de convincentes sin ese foco que centraba la atención en ellas en todos los cambios. Por todo eso y mucho más que no se ve, que queda detrás y que resulta imposible de resumir aquí.
Desde luego todo el profesorado y alumnado del centro había trabajado mucho para que el evento resultase instructivo, divertido, vistoso, entretenido, toda una experiencia para participantes y público. Tras el concierto de ayer hay mucho más que lo que refleja Miguel Galdón en la entrada de su blog titulada "Lo que cuesta a un músico preparar un concierto".
Mucho más porque en nuestro caso ni siquiera se hace un ensayo general. Tenemos "margen" (y poco) para hacer una prueba acústica, es decir, no podemos pasar todas las obras seguidas como se van a realizar después ante el público. Solamente entradas y salidas, cambios de escena (atriles, sillas y demás, y prueba de micrófonos y amplificación y cambio de luces) y todo eso ni siquiera en el orden que irá después en el concierto. En el caso de la danza solamente pueden marcar las coreografías y hacerse, en cuestión de minutos (o segundos en algún caso) con el espacio disponible para adaptar lo ensayado en las clases. ¡Una locura!
Todo eso contrareloj y manteniendo la calma, las formas, los buenos modales y el respeto. Nada fácil.
Y para complicar más aún la tarea...¡disfrazados! Con todo lo que eso puede suponer de alboroto, novedad y distracción.
Insisto, muchas gracias. Os dejo con un divertido vídeo que aborda esa labor impagable, en este caso, de los técnicos de sonido. Y recuerden: este fin es el comienzo del siguiente carnaval.