Los alumnos no son de nadie

Cuando uno empieza a estudiar con un profesor cabe la posibilidad de que en la relación estrecha que se genera entre profesor y alumno se establezcan algunos patrones psicológicos poco recomendables y que pueden, a la larga, perjudicar a ambos. 

Me gustaría hacer una comparación con el mundo de la jardinería del que he aprendido tanto. Un jardinero siente responsabilidad por su jardín y hace todo lo posible para mantenerlo sano, bello y fuerte pero sabe que son muchos los factores que determinarán que un árbol llegue a milenario y que seguramente él no lo verá y sobre todo que está en la naturaleza del propio árbol transformarse y adaptarse a las circunstancias de la vida. También sabe que hay plantas que otros han plantado, que debe estar agradecido por ello y que está en su mano seguir haciéndolas crecer.


Si comparamos al jardinero con el profesor y a los alumnos con el jardín entenderemos por qué algunas de las cosas que voy a mencionar se salen de toda lógica.

Cuando el alumno llega a una clase es como una pequeña planta que tiene toda la fuerza y el potencial para crecer pero que requiere atención, guía y cuidados para poder ser autónomo y valerse por si mismo y tener criterio propio.

El profesor debe ser consciente de su rol de jardinero y saber que es el que guía y que su influencia es grande y requiere de una gran responsabilidad pero no debería sentir al alumno como una posesión. Está claro que para ayudar al alumno a crecer se tiene que implicar en todo el proceso y poner a trabajar todos sus  sentidos de una manera muy minuciosa y consciente pero no debe olvidar que forma parte de su trabajo y no de algo extraordinario.

Por otro lado, para que el proceso de enseñanza-aprendizaje, la interacción en la que se produce el aprendizaje, fluya debe existir plena confianza y respeto entre ambos pero el profesor debe ser siempre consciente de que el alumno está de paso y que debe ayudarle a ser lo más autónomo posible lo antes posible y que, en cualquier caso, el alumno le debe respeto pero no pleitesía. Con esto quiero decir que el alumno debe ser libre para tomar sus decisiones e incluso poder contradecir al profesor o cuestionar aquello que enseña y no por ello sentir que está haciendo algo malo o traicionado la confianza. Permitir el error es parte del proceso y solo un clima que tolera el error y la crítica constructiva y razonada permite generar un ambiente favorable para el aprendizaje.

El profesor de canto, bajo su criterio honesto debe aconsejar y guiar como un jardinero guía al árbol para que crezca sano pero no obligar y debe permitir que los alumnos elijan su propio camino en pro de la autonomía de la que hablaba antes porque el día de mañana tendrán que tomar decisiones solos y cuanto antes adquieran esta capacidad y antes se equivoquen más aprenderán. El problema, en muchas ocasiones, lo tienen muchos profesores que vinculan los éxitos y los fracasos de los alumnos a su éxito o fracaso y hay que asumir que estos son responsabilidad, en última instancia del alumno. Un jardinero sabe que no todas las plantas de su jardín serán las más bellas y no por ello se siente menos capaz de hacer su trabajo. 

Si eres profesor de canto ¿Qué tipo de jardín estas creando? En mi labor como docente considero fundamental valores como la libertad, la capacidad de superación, la coherencia y la responsabilidad para con el alumno.