Un año sin Alicia de Larrocha

Ya ha pasado un año desde que la gran pianista Alicia de Larrocha nos dejó. La recordamos hoy disfrutando de su magistral interpretación del segundo movimiento de España, Op.165 (clic para descargar la partitura) de Isaac Albéniz.

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Canciones y Contrastes del Rey del Swing

Podemos hacernos una idea del valor de ser considerado el Rey del Swing simplemente con leer el primer párrafo de la definición de swing recogida actualmente en la Wikipedia:

La palabra Swing hace referencia tanto a un estilo musical dentro de la evolución del jazz, como a una cualidad musical inefable (en un sentido similar al de la palabra duende aplicada al flamenco, la palabra flow aplicada al Hip Hop, la palabra tumbao aplicada a la salsa, o la palabra riddim aplicada al reggae). Se dice de una interpretación (normalmente, vinculada al jazz) que tiene swing cuando se quiere resaltar que el intérprete ha logrado conferirle una cualidad rítmica especial en algún sentido.

Y podemos hacernos una idea de las razones por las que este título recae en Benny Goodman simplemente con escucharle interpretar una de sus obras más conocida, cuyo título está tan lleno de entusiasmo y vitalidad como su música: Sing, sing, sing (with a swing).

Mientras su increible talento como músico de jazz es muy conocido, no lo es tanto otra faceta de su prodigiosa musicalidad: la de clarinetista “clásico”. Varios compositores compusieron pensando en Goodman y le dedicaron alguna obra: en el caso de Aaron Copland, Paul Hindemith y Malcom Arnold esa obra fueron sendos conciertos para clarinete y orquesta. Sin embargo, Béla Bartók le dedicó su única obra de cámara con un instrumento de viento: Contrastes, para violín, clarinete y piano (1938).

El encargo llegó al compositor húngaro por medio de su paisano el violinista Joseph Szigeti, quien le pidió una obra breve en dos movimientos para poder grabarla con Goodman en un disco de 78 revoluciones, en aquel tiempo todavía muy limitados en cuanto a duración. Sin embargo, la obra fue evolucionando en la mente de Bartók hasta llegar a tener tres movimientos, basados sobre ritmos populares húngaros y rumanos (tanto Bartók como Szigeti nacieron en Transilvania, entonces pertenecientes al Imperio austrohúngaro y actualmente dentro de las fronteras rumanas).

En el tercer movimiento, Bartok utiliza un recurso muy poco usado en el violín: la scordatura. Con este término italiano se define el cambio de la normal afinación de las cuerdas (desde el grave hacia el agudo: sol, re, la y mi). En este caso, Bartók sube un semitono la cuarta cuerda y baja la primera el mismo intervalo, quedándose la afinación de la siguiente manera: sol#, re, la y mib. Podemos observar que dos de las quintas que se forman entre cada par de cuerdas no son justas, sino disminuidas (enarmónicamente son trítonos, esto es, diabulus in musica).  El movimiento arranca con las cuerdas al aire, provocando un efecto siniestro (parecido al de la entrada del violín en la Danza Macabra de Saint-Saëns) que, al igual que pasa en ésta, se diluye rápidamente en el ritmo de baile.

Tenemos la suerte de poder escuchar esta obra interpretada por los tres músicos citados: el mismo compositor, el violinista que se la encargó y el Rey del Swing, del que  hoy celebramos los 101 años del nacimiento.

La versión es completa, pero dividida en tres vídeos: al finalizar el primer movimiento se cargará automáticamente el segundo; lo mismo ocurrirá después con el tercero y último.

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Gabriel Fauré y la sordina del violín

SordinasLa sordina es un artilugio que permite no sólo disminuir el volumen sonoro producido por un instrumento, sino también (y  éso es lo más importante) modificar su timbre para conseguir determinadas atmósferas.

Las sordinas más conocidas tal vez sean las de la trompeta, pues además de transformar totalmente el timbre del instrumento, se colocan en la parte más visible desde el punto de vista del público, es decir en el pabellón.

Menos conocidas son las sordinas de los instrumentos de cuerda frotada, principalmente por dos razones: la primera es que hay pocas obras en las que se utilicen en un instrumento solista, empleándose con más frecuencia en las partes de la orquesta, en las que la modificación tímbrica es menos evidente; la otra razón es que, debido a su menor tamaño y a su forma más discreta, suelen pasar desapercibidas  a simple vista.

Las sordinas de los cuatro instrumentos de cuerda frotada de la orquesta moderna, el violín, la viola, el violonchelo y el contrabajo, son parecidas en cuanto a forma, aunque obviamente su tamaño es proporcional al tamaño del instrumento mismo. Todas ellas se colocan en el puente, que es la pieza de madera en la cual se apoyan las cuerdas en el extremo opuesto al mango del instrumento. El puente, además de sostener las cuerdas, transmite la vibración de éstas a la caja de resonancia. La sordina, al obstaculizar la oscilación del puente, reduce la vibración de la madera de la caja de resonancia misma y del aire contenido en ésta.

Existen distintos tipos de sordinas que se diferencian sobre todo por su forma y, lo más importante, por su peso. Para tocar como solista generalmente se utiliza una sordina de peso intermedio, hecha en madera dura (ébano, boj o similar) o en metal, que proporcionan un timbre intimista sin reducir tanto el volumen sonoro como para dificultar la audición de la parte principal. Las hay también tan pesadas que casi impiden la vibración del puente: éstas no se usan en público sino que sólo se utilizan para estudiar en horas y lugares inadecuados (p.e. hoteles durante las giras de conciertos). Finalmente las hay también más ligeras, de goma o plástico, que, renunciando a una mínima parte de calidad tímbrica, proporcionan la comodidad de quedar enganchadas a las cuerdas sin molestar su vibración cuando no las necesitemos y de poderse colocar en el puente con extrema rapidez cuando haga falta. Este tercer tipo se usa sobre todo en orquesta.

Gabriel FauréEntre las poco numerosas obras para violín con sordina he elegido la Berceuse op.16 de Gabriel Fauré. Su título se puede traducir al español como canción de cuna o nana.

La elección de esta pieza se debe a dos razones. La primera es que hoy es el aniversario de este compositor y pedagogo francés, maestro, entre otros, de Maurice Ravel y Nadia Boulanger: Fauré nació hace exactamente 165 años. La segunda razón es que ésta es la primera obra que toqué en público, hace ya alrededor de tres décadas, por lo que la recuerdo con especial cariño.

En el siguiente vídeo, además de poder ver el empleo de una sordina en un violín y  escuchar  su efecto, podemos disfrutar de la estupenda interpretación del violinista Daniel Zisman y de la pianista Christina Bauer.

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La primavera de Beethoven

BeethovenVuelve la primavera, estación celebrada por muchos músicos: en este blog ya hemos hablado de cómo la veían Vivaldi y Stravinsky. Aprovechamos el día del equinoccio para disfrutar de otra obra musical que de alguna manera está relacionada con la primavera, la Sonata para violín y piano nº5, Op.24 de Ludwig van Beethoven.

En realidad, al contrario de lo que ocurre con el concierto vivaldiano (basado en el primero de los cuatro sonetos con los que el propio compositor describe las estaciones) y con el ballet strawinskiano (que describe el sacrificio ritual de una adolescente que danza hasta la muerte para atraer el favor de los dioses ante la llegada de la nueva estación), no hay ninguna razón extramusical que vincule la obra de Beethoven con la primavera. Tampoco hay ningún dato que vincule el título con el compositor, siendo muy probable que la idea haya salido del editor, que intentaba así hacer que la partitura fuera más atractiva para los músicos, sobre todo los aficionados, los mayores consumidores de música impresa durante el Romanticismo, época en la que se consideraba la música capaz de evocar todo tipo de imágenes y sensaciones.

La interpretación que os propongo es la de una violinista a la que no veo desde hace casi veinte años y a la que debo mucho: Dora Bratchkova, mi última profesora de violín, con la que estudié después de haber finalizado el conservatorio.

Fue un año muy productivo, debido a que sus conocimientos violinísticos y musicales están acompañados por una gran habilidad pedagógica y didáctica. Me impactaba la facilidad con la que diagnosticaba los problemas técnicos ofreciendo inmediatamente la solución personalizada, consistente en una pequeña modificación de la posición o de un movimiento. Pero era aún más asombroso ver cómo conseguía trabajar el fraseo, transformando nuestras ejecuciones en interpretaciones, nuestro tocar en cantar.

Casi simultáneamente ambos nos fuimos de Italia. Su destino fue Alemania, donde actualmente es profesora en el Conservatorio de Mannheim, concertino de la Orquesta de la Deutsche Radio Philharmonie de Saarbrücken y primer violín del Cuarteto Rasumowsky.

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Centenario de Chopin

Frédéric ChopinHoy es un día muy importante para la música, y muy especialmente para el piano: hace 200 años nacía en Polonia uno de los más importantes pianistas de todos los tiempos, Frédéric Chopin. Algunas fuentes pueden dar una fecha diferente, basándose en su partida de bautismo; sin embargo, el mismo Chopin y todos sus familiares siempre indicaron el 1 de marzo de 1810 como el día de su nacimiento.

Por cierto, aunque su padre fuera francés, el nombre original del pequeño Chopin era polaco (si quieres, descubre ese nombre resolviendo esta sopa de letras), aunque empleó con más frecuencia la traducción francesa por vivir la mayor parte de su vida adulta en París.

El catálogo de Chopin está formado casi exclusivamente por obras para piano, aunque no debemos dejarnos engañar por esta aparente uniformidad, que en realidad esconde una gran variedad de géneros, formas y carácter, en cuyos extremos están las grandes formas clásicas, como los conciertos y las sonatas, y las obras breves e íntimas, típicamente románticas, como los nocturnos y los preludios. Merece la pena escuchar por lo menos una obra de cada uno de estos dos ejemplos, para que nos apetezca seguir con todo el resto.

Chopin escribió dos conciertos para piano y orquesta. Tenemos la suerte de disponer en YouTube de una grandiosa interpretación del Concierto nº2 (segundo sólo por publicación, ya que, curiosamente, fue escrito antes del Concierto nº1), la del pianista Arthur Rubinstein, polaco al igual que el compositor.

La obra de Chopin, al igual que la de todos los compositores desaparecidos hace más de 70 años, pertenece al dominio público. Por eso es posible descargar gratuitamente muchas partituras suyas desde el IMSLP – Petrucci Music Library, por ejemplo los 24 Preludios Op.28. El séptimo de esos 24 preludios es el más breve: pocos compases cargados de expresividad, como podemos comprobar en la interpretación de Michael Glenn Williams.

Para que mis alumnos y alumnas puedan tocar una pieza de Chopin, he arreglado este preludio para flauta dulce. No es en absoluto difícil para los dedos, pero sí se necesita cierta habilidad para tocarlo bien, ya que tiene varias notas agudas que hay que tocar soplando con mucha presión pero con muy poca cantidad de aire, para que no salga un sonido chillón.

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