Y quien dice a los padres, dice a todos aquellos que trabajan en el mundo de la educación, puesto que aunque muchas de las cosas que su autor, el neuropsicólogo
Álvaro Bilbao, están dirigidas a orientar a los padres se podría sustituir la palabra padres por docentes o educadores.
El libro
se estructura en cuatro partes convenientemente desarrolladas y explicadas en un tono muy cercano y amable, casi se puede decir que parece que tengas al autor delante hablándote con cariño para que no te lamentes de los errores que hayas podido cometer y animándote a probar cosas nuevas poniendo ejemplos prácticos y sugerencias de actividades.
Estas cuatro partes son:
1. Fundamentos. En la que explica los principios del desarrollo cerebral, los tres niveles de funcionamiento del cerebro reptiliano (instinto), mamífero (emociones) y humano (intelectual), así como la necesidad de ayudar a equilibrar la acción de los mismos para su correcto desarrollo.
2. Herramientas. En la que nos habla de las mejores maneras de motivar a los niños, de establecer los límites (en un aula también hay que hacerlo), entender por qué los castigos no funcionan y pueden llegar a castrar el aprendizaje, ser empático y comunicarnos de manera que los niños se muestren colaboradores y desarollen su propia personalidad.
3. Inteligencia emocional: ya es indudable la importancia que tiene en el aprendizaje desarrollar una adecuada inteligencia emocional ya que el cerebro intelectual se construye sobre el cerebro emocional.
4. Potenciar el cerebro intelectual: en esta parte se hace especial hincapié en el desarrollo de las capacidades ejecutivas del cerebro como son: la atención, la memoria, el lenguaje, la inteligencia visual, el autocontrol y la creatividad.
Los seguidores de esta bitácora conocen mi debilidad por los estudios de los neurobiólogos y neuropsicólogos y las
implicaciones y aportaciones que deben ser tenidas en cuenta por padres y docentes para obrar el milagro del aprendizaje.
Me gusta conocer el por qué de las cosas porque tal y como dice Álvaro "el cerebro funciona como funciona" y no como nos gustaría que lo hiciera y esto para un profesor es tranquilizador porque nos da la seguridad de que empezamos a recorrer un camino seguro. Gracias a estos avances los docentes podemos entender por qué algunas estrategias que empleamos en el aula funcionan y otras no.
En el caso de la pedagogía musical en general y de la pedagogía del canto en particular, considero que aun existen muchas creencias y estrategias que no concuerdan con las investigaciones recientes y en las que es preciso poner el foco para que se produzca un cambio en los enfoques didácticos que anclan sus raices en el siglo XIX y no han sido convenientemente revisados. Por poner un ejemplo concreto, existen docentes de música que creen que no se debe premiar el esfuerzo porque entonces el alumno se relajará, que si le dicen al alumno que algo le sale bien este dejará de estudiar o pensará que es una estrella, etc...
En lo que respecta a su aplicación al mundo de la pedagogía del canto me quedo con la importancia de generar un buen clima emocional en el aula, reforzar y premiar el esfuerzo, ser un buen ejemplo para el alumno desde el punto de vista de la conducta y desde el punto de vista vocal por la importancia que tienen las neuronas espejo en el aprendizaje.
La tercera parte en la que se proponen ideas para el desarrollo del cerebro emocional, es especialmente importante para los docentes que realizamos una enseñanza individualizada ya que los procesos de aprendizaje van a ser adecuados si el vínculo que se establece con el profesor es sano y está basado en la confianza y el respeto mutuo. Mi experiencia me dice que sin un buen vínculo y una buena relación de confianza es imposible el aprendizaje del canto, el alumno debe sentir que está en buenas manos, que progresa, que el profesor le ayuda a alcanzar sus objetivos...
Y con respecto a la última parte considero fundamental desarrollar lo que llama "atención amplia" o lo que es lo mismo, la capacidad de darse cuenta y fijarse en detalles cada vez más sutiles, cuando se trabaja con el propio cuerpo es esencial desarrollar la capacidad de percibir cada vez más finamente tanto las acciones como los efectos que muscularmente se producen. Es por ello que cantar se convierte en muchas ocasiones en una especie de meditación en la que llevamos la atención al cuerpo y a los sonidos y nos abstraemos de todo lo que nos preocupa...