En estos tiempos de cambio me gustaría que muchos políticos y responsables del mundo de la cultura se pararan a reflexionar sobre esta cuestión.
Uno de los problemas generadores de la realidad de los músicos y artistas la encontramos en una falta de regulación del sector, es decir, que no hay una diferencia entre un artista amateur y un artista profesional. Aquellos que promueven actividades culturales no tienen una manera de pedir acreditación de la profesionalidad de los artistas que no sea su curriculum.
Si nos paramos a reflexionar sobre esta cuestión nos encontramos que la ausencia de un censo del número de músicos y artistas profesionales es el origen de todos los males.
La administración tiene constancia de cuantos médicos, arquitectos, abogados existen y ejercen por diferentes vías: la primera cifra la encuentran en los titulados de una carrera, la segunda la encuentran en el número de colegiados, la tercera la encuentran en el número de contratos que se firman, la cuarta en las afiliaciones a la seguridad social.
Qué sucede con los músicos y artistas, el primer escollo lo encontramos en la primera cifra: músicos titulados. Esta cifra existe pero no es real porque no incluye a aquellos músicos que se han formado en estilos diferentes a la música clásica como pueden ser los del jazz o la música moderna o tradicional. Porque a nadie se le ocurriría decir que artistas como David Bisbal, Alejandro Sanz o Sole Gimenez no son artistas porque no tengan un título oficial habiendose formado por otras vías.
Con respecto a la segunda cifra: los artistas colegiados, no existe porque no hay un colegio oficial de músicos y/o artistas.
Con respecto a la tercera cifra contratos o altas en la seguridad social, pues todos sabemos que tampoco son reales ya que hay mucho intrusismo y mucha ignorancia sobre los procedimientos de contratación de músicos.
Así que la primera cuestión que debemos plantearnos es qué condiciones debe reunir un músico profesional. La formación es importante es decir, debería poder estudiarse de manera reglada cualquier estilo de música y en este aspecto vamos muy despacio. Esta es la solución para las nuevas generaciones de músicos pero ¿qué sucede con todos aquellos que llevan años sobre el escenario?
En el caso de otras profesiones está bastante claro, si por ejemplo, una persona ejerce como camarero, fontanero, administrativo, etc... pero no tiene formación reglada oficial tiene la posibilidad de obtener una cualificación profesional que expide el INCUAL (Instituto Nacional de Cualificaciones) que le permitirá no solo optar a ofertas de empleo en España sino que también, con esa calificación, podrá ejercer la profesión en toda la zona euro.
En el caso de músicos y bailarines nos encontramos que no existen las cualificaciones profesionales y por tanto no es posible que artistas que lleven años ejerciendo obtengan esa cualificación profesional.
Así que mientras no tengamos una herramienta institucional que permita distinguir a un artista profesional (ya sea mediante cualificación profesional o mediante formación (titulación)) estaremos en un sector en el que el intrusismo y el amateurismo será la tónica y este hecho perpetuará la precarización y los abusos por parte de los empresarios.
La Asociación de Músicos Profesionales (
AMPE-Músicos) y La Asociación de profesionales de la danza de la Comunidad Valenciana (APDCV) llevan años intentando que el INCUAL reconozca las profesiones artísticas. Posiblemente la equiparación del Título Profesional de Música que expiden los Conservatorios Profesionales al de Técnico ayude a generar las cualificaciones pero aún se tendrá que avanzar para habilitar y cualificar a los músicos que han estado fuera del sietema.
Hay tanto trabajo por hacer y tan poca conciencia entre los propios músicos y artistas de esta gran necesidad que debemos poner el foco en la cuestión. Puedes compartir este post y ayudar a poner un poco de luz.