Siempre digo, sin ningún tipo de demagogia, que hacer un Musical es crear magia.
Pocos registros artísticos pueden aunar, en un mismo espectáculo, tantas artes escénicas juntas.
Y, en este caso, si se hace con gusto, todo vale. Vale canto, vale danza, teatro, escenografía,… e incluso circo y, por qué no, fotografía y pintura. Todo vale, para contar una historia con un hilo musical conductor. ¡Qué precioso proyecto quien se aventura a ello!
Crear un Musical, jamás ha tenido para mí la vertiente de “negocio”, ni mucho menos, es un sentimiento creacionista para el que tienes que estar preparado y formado. Preparado psicológicamente, sobre todo y formado a rabiar. Cuanto más quieras pulir ese sueño, mayores incertidumbres surgirán, pero más maravilloso lo verás en tu cabeza y ésa es una fotografía muy difícil de olvidar.
Por comenzar, como quien comienza un pastel, la pregunta clave es, “¿Qué quieres transmitir al público?”. No importa qué está de moda, qué película acaba de salir para convertirla en Musical, qué registro es el que ahora se lleva… Si te rindes a las tendencias, se convertirá en una pieza mercantilista y el corazón quedará relegado a la razón que mira al balance positivo y, sí, seguro saldrán mejores resultados económicos, pero la transmisión emocional no será la misma.
Ese “Qué transmitir”, depende, en mi caso, de cada año.
Unos años quieres transmitir tu vena cómica, otros, tu fase misteriosa, otros, directamente algo sencillo, bonito y romántico... No lo puedes saber hasta cuando llega ese preciso año; qué les quiero decir…
Y este “pastel artístico” no se puede hacer de forma separada, se hace conjuntamente; mientras calientas la leche, añades azúcar, mientras bates las yemas, pones a calentar el chocolate…esto es así. Mientras escribes el guión, en mitad de aquella frase tan preciosa, se te ocurre una composición maravillosa que va a incidir en la fase romántica del momento, por ejemplo.
Veo una cierta pérdida de tiempo – y de magia - tener que contar a un compositor externo, la escena teatral, para que se haga una idea de lo que quieres transmitir y componga algo que él puede interpretar… Si la escena, la tienes tú!
Por ello, importantísimo y muy agradecida a los conocimientos de música y piano que consolidé, a mi arreglista y a un equipo actoral con base musical sólida, que hace más bonita aún tu propia creación.
Y poco a poco, todo se une y cobra sentido: ves entrando y saliendo a los bailarines, que quieres que giren de una determinada forma y se lo enseñas; por eso también debes tener conocimientos de danza, ves en ese momento una iluminación especial en el escenario, por eso debes tener, aunque sea de forma básica, conocimientos escenográficos, ves…lo ves todo. Todo cobra sentido y forma.
Y, cuando está todo acabado, los actores entusiasmados, los bailarines expectantes, el público llena la sala… sólo rezas para que algo que no es escape a tu control, no suceda.
Si no sucede, eres muy afortunado y si encima llenas la sala, eres un privilegiado.
Si gusta, eres feliz y si quieres repetir, ya sabes para qué vales. Y así…diez años.
El tema del balance económico… queda para otro relato.
Eva Ausín Andrés
Directora de la Compañía Let’s Dance. Bilbao.