“Es que tú lo haces tan fácil…”

Mis alumnos muchas veces me lo dicen, que cuando canto hago que parezca facilísimo.

Lo considero algo bueno y agradezco mucho que me lo digan, pero siempre me veo en la obligación de decirles que no siempre fue así.

He cantado toda mi vida. Desde pequeña.

Los sonidos que producía con mi voz eran generalmente bonitos.

Llámalo suerte, llámalo habilidad innata.

Pero créeme… ¡ni me vino caído del cielo ni todo ha sido fácil para mí!

Me pasaba horas y horas cantando y grabándome para escucharme después una y otra vez.

Esto lo hacía cuando ya tenía poco más de 20 años, a principios de los 2.000.

Llegaba de trabajar, y me ponía con mi ordenador.

Tenía unos auriculares malísimos, y un micrófono aún más malo. Todo lo que estaba de moda por aquella época 😂

Oía mis fallos. Algunos los podía mejorar. Para otros no tenía solución, así que simplemente dejaba de hacer lo que no podía.

Sinceramente, no es la opción que te recomiendo, pero por aquel entonces era lo mejor que podía hacer con los medios que tenía disponibles.

Al fin y al cabo, no hacía tantos años que tenía acceso Internet SIN módem (ese que hacía ruiditos al conectar y que te dejaba sin la posibilidad de utilizar el teléfono de casa).

Para que me entiendas, Internet no era lo que es hoy.

No tenía acceso a muchísima información que existía, simplemente porque no estaba en Internet (o porque no estaba en castellano, que yo por aquel entonces apenas entendía el inglés).

El caso es que cantaba, hacía mis conciertos, y estaba contenta. Acepté mis limitaciones y seguí haciendo lo que me gustaba.

Cuando empecé a entrenar mi voz de la forma que tiene que ser, por supuesto que empecé a sentir mejoras sustanciales, pero también fui mucho más consciente de mis dificultades.

Créeme, también pensaba de mi profesor que él lo hacía todo tan fácil… cantaba notas de rango de mujer con una facilidad…

Y a los alumnos que me dicen que yo lo hago tan fácil les cito lo que mi profesor me dijo cuando yo se lo dije a él: la única diferencia que hay entre lo que tú estás haciendo y lo que yo estoy haciendo son más de 20 años.

Es obvio, directo y completamente lógico. Es evidente.

Pero nunca pensamos sobre ello.

Especial atención a un detalle de la frase: el verbo “hacer”.

Porque no sirve de nada que estudies algo durante 10, 20 o 30 años. Tienes que hacerlo, porque sólo haciéndolo es como se mejora.

Otra evidencia que no está de más recordarla.

Yo llevo desde el 2011 entrenando mi voz. El problema sería si aún me siguieran costando las mismas cosas que por aquel entonces.

Así que la próxima vez que pienses que alguien hace muy fácil algo que es difícil, invoca a un mini-yo en tu hombro para que te recuerde que las cosas requieren tiempo, paciencia y práctica.

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