Convocatoria para un Técnico de Gestión Cultural. Fundación Municipal de Cultura – Valladolid

Fecha límite de inscripción: 17 de Abril de 2017

Se ofrece

Contrato laboral por obra o servicio determinado para el desarrollo del programa de actividades culturales de la FMC, con especial atención al Laboratorio de las Artes de Valladolid (LAVA), de acuerdo con el programa extraordinario de normalización procedimental y organizativa del organismo autónomo Fundación Municipal de Cultura, conforme a lo previsto en el art. 15 del Estatuto de Trabajadores, aprobado por R.D.L.2/2015 de 23 de octubre, por el que se aprueba el Texto Refundido del Estatuto de Trabajadores en materia de contratos de duración determinada.

La duración máxima del contrato será de 3 años, pudiendo procederse al cese con anterioridad a dicho plazo, en el caso de que se finalice el programa o se alcancen sus objetivos, en los términos de la normativa vigente.

La jornada laboral será a tiempo completo (37,5 horas semanales), con carácter flexible: mañana y tarde, según las necesidades del desarrollo de las actividades y proyectos artísticos.
Sueldo bruto de 32.659,10 euros/anual (Grupo 2, Nivel 6).

Toda la información pinchando en el siguiente enlace.

 

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Audiciones para viola solista, contrabajo solista y contrabajo tutti en Orquesta Sinfónica de Euskadi

Fecha límite de inscripción: 7 de Agosto de 2017 para viola y 8 de Agosto de 2017 para contrabajo

Fecha de las audiciones de viola: 23 de Agosto de 2017

Fecha de las audiciones de contrabajo: 24 de Agosto de 2017

Toda la información e inscripciones gestionadas a través del portal muv.ac 

 

 

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No puedo parar de preocuparme por mi próxima actuación… 4 Razones y 4 Formas de dejar de hacerlo

Todos nos preocupamos por la “materia” de nuestra vida cotidiana de vez en cuando.
La mayor parte de estas preocupaciones son bastante inocentes. Pero a veces, nuestras preocupaciones van más allá de las inquietudes pasajeras y se transforman en un tipo de preocupación más debilitante. Esto es lo que se llama preocupación de “perseveración”.

Aquella en la que nos quedamos atrapados en un bucle de preocupación, sin poder dejar de preocuparnos, y que nos hace sentir cada vez más estresados y ansiosos. Por ejemplo, como puede suceder en los días (o semanas) previos a un concierto importante o audición. Cuando estamos plagados de pensamientos como – ¿Qué pasa si me equivoco? ¿Qué sucede si tengo me quedo en blanco? ¿Qué pasa si mi arco empieza a temblar y no puedo controlarlo? 

Algunos de nosotros somos más propensos a preocuparnos que otros, por supuesto. Y algunos de nosotros tardamos más en detener nuestras preocupaciones, una vez que el vórtice de la fatalidad nos absorbe. ¿Por qué es tan difícil detener este tipo de preocupación? ¿Hay algo que podamos hacer para cortarla cuando emerge? ¿O quizás no sea algo tan malo?

Teoría de la preocupación

Un par de investigadores hicieron una revisión de la literatura científica para acercarse a una “teoría unificada de la preocupación” (no, en realidad no lo llaman así, es sólo que creo que todo suena más guay cuando está precedido por la frase “teoría unificada de …” ). Y resulta que hay ciertos factores que tienden a provocar “bucles de preocupación” y un conjunto diferente de factores que mantienen las preocupaciones. Con una mejor comprensión de estos ingredientes, tal vez podamos encontrar formas de detener estas espirales descendentes antes de que acumulen demasiada fuerza.

¿Por qué empiezan los bucles de preocupación? (es decir, cuáles son los factores “desencadenantes”)

Atención

La gente que tiende a preocuparse tiende a estar más en sintonía con las amenazas que hay a su alrededor. Es como si su “radar” de amenazas llegara a 11. Así que tienden a ver más señales de cosas malas por venir, que los que no se preocupan, que no se dan cuenta. Como por ejemplo, se fija en todas las veces que el conductor parece mirar en su dirección, y no en la sonrisa que le dedica.

Con el tiempo, este sesgo de atención comienza a sesgar nuestra visión del mundo (o conjunto), haciendo que que lo sintamos como un lugar más aterrador (que tal vez realmente sea). Después de todo, estamos notando todas las formas en que el mundo es amenazante, y pocas de las formas en que el mundo es un lugar acogedor, de apoyo e inspirador.

Interpretación

Gran parte de lo que experimentamos en el día a día es bastante ambiguo. Digamos que alguien no ha respondido a su correo electrónico durante un par de días. ¿Significa que le ofendiste de alguna manera? ¿O tal vez estaba ocupado y no han tenido tiempo para responder? Es imposible saberlo, pero los preocupados tienden a interpretar esos eventos ambiguos de una manera que amplifica la amenaza. Lo cual, por supuesto, hace difícil no inquietarse y preocuparse.

¿Por qué los bucles de preocupación son difíciles de detener (es decir, cuáles son los factores que ayudan a mantener la preocupación)

Humor

Sabemos que preocuparnos a menudo tiene el efecto de ponernos de mal humor, pero hay evidencias de que funciona de otra manera también. Que estar en un estado de ánimo negativo también ayuda a caer en bucles de preocupación.

Además, estar en un estado de ánimo negativo tiene este efecto extraño de hacernos más perfeccionistas acerca de nuestra preocupación. Donde empezamos a sentir la necesidad de preocuparnos hasta que hayamos encontrado todas las soluciones posibles para cada amenaza potencial. O hasta que hayamos solucionado la preocupación de manera tan efectiva que nos sintamos mejor. Pero rara vez (¿alguna vez?) la preocupación nos hace sentir mejor, por lo que terminamos cavando el agujero más y más profundo, lo que hace aún más difícil romper el ciclo.

Creencias

De manera similar, a veces interiorizamos creencias o “reglas” inútiles acerca de la preocupación. Al igual que la idea de que preocuparse evitará que algo malo suceda (o al menos, hará menos probable que lo malo suceda). O que si nos preocupamos de que ocurra algo malo, estaremos preparados para ello.

Hay ciertamente algo que decir sobre la planificación de la contingencia y el intentar resolver problemas antes de que ocurran. La preocupación que está orientada a la acción productiva de esta manera puede ser útil. Pero eso es muy diferente a vivir en una situación que nos causa ansiedad, repitiéndola una y otra vez en nuestras cabezas, acompañada por una cadena interminable de ardor de estómago sin respuesta que induce a pensar “¿qué pasará si…?”.

¿Cómo ponerle solución?

Así que hemos identificado dos razones por las que comienzan los bucles de preocupación, y dos razones por las que los bucles de preocupación pueden ser difíciles de detener (aparte de la más obvia de no estar adecuadamente preparada, ¡por supuesto!). ¿Cómo podemos usar este conocimiento para detener o reducir nuestras preocupaciones desbocadas? No puede haber una sola solución a todo, pero aquí hay 4 estrategias que la investigación sugiere y que puede ayudar.

Participar en actividades para mejorar el estado de ánimo

Los bucles de preocupación pueden golpearnos cuando estamos de mal humor. Lo cual no significa que debamos aspirar a irradiar alegría las 24 horas del día. Pero hay una tendencia paradójica, cuando estamos en horas bajas, a hacer cosas que realmente profundizan nuestro estado de ánimo negativo.

Por ejemplo, si nos sentimos desalentados después de un mal día de práctica o de un concierto/audición poco fructífero, y estamos empezando a preguntarnos si tenemos lo que se necesita para ganar una audición, es fácil querer desplomarse en el sofá con una caja de helado, sándwiches y ver algo en Netflix. Y eso nos parecerá apetecible y genial a corto plazo, pero será menos probable que levante nuestro estado de ánimo que ir a correr, ver a un amigo, o comenzar un nuevo pasatiempo, como el tiro con arco (!?).

Usar la regla de parar “ese sentimiento que continúa”

Esto va a sonar ridículamente simple, pero cuando te encuentres en un bucle de preocupación, tómate un momento para hacer una pausa y pregúntate si te gustaría continuar preocupándote o no. Lo más probable es que te resulte más fácil detener el ciclo y seguir adelante. Por defecto, tendemos a usar lo que los psicólogos llaman la regla de “tanto como pueda”, donde permanecemos sin pensar en el bucle de preocupación hasta que nos sintamos mejor (lo cual casi nunca sucede).

Destrucción cognitiva

Esto suena contraintuitivo, por lo que es posible que quieres leer más sobre el tema aquí (@bulletproof), aquí (@Huffington Post), o aquí (relacionado con el deporte). Se trata de retroceder un poco para observar nuestra voz interior, y reconocer que nuestras preocupaciones son sólo pensamientos, no la realidad. Esto puede ayudarnos a avanzar más rápidamente y evitar quedar atrapados en un bucle.

Aparcar las preocupaciones

Esta estrategia también sonará un poco simple, pero programar el tiempo que le dedicamos a la preocupación es un hack psicólogo clásico, que los estudios sugieren que  puede ayudar a mantener las preocupaciones lejos nuestros pensamientos. Lea más sobre esto aquí (@bulletproof).


Traducido de: Bullet Proof Musician

Autor: Dr. Noa Kageyama

Título original: Can’t Stop Worrying About An Upcoming Performance? Here Are 4 Reasons Why – and 4 Ways to Stop.

Enlace al original: http://www.bulletproofmusician.com/cant-stop-worrying-about-your-upcoming-performance-4-reasons-why-4-ways-to-stop/

 

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Cómo actuar frente a los errores del alumno

¿Alguna vez has cometido errores de enseñanza? Si es así, ¿cómo te recuperaste? ¿Siguen agazapados en tu conciencia, como una mancha, o los has asimilado? ¿Aprendiste algo? ¿Seguiste adelante? ¿Y tus alumnos? ¿Alguna vez te han mal interpretado, o simplemente no te han entendido?

La importancia del error

Todos aprendemos mejor de nuestros errores. Aunque pueda ser doloroso y duro reflexionar sobre ellos, estos son los momentos en que crecemos más. De igual modo, la actitud que tomemos con los errores que cometen nuestros alumnos dirá mucho sobre nosotros como maestros. ¿Nos reímos, o lo alentamos de alguna otra manera? ¿Nos estremecemos visiblemente, haciendo gestos de incomodidad cada vez que una nota no está perfectamente ejecutada? O, como observé una vez en una clase muy eminente, ¿dejamos caer nuestra cabeza entre nuestras manos, colapsamos sobre el escritorio y murmuramos, apenas audiblemente: “¡Oh Dios mío, qué horrible – no puedo escuchar una nota más.”?

¿Debe ser todo perfecto?

Solemos decir a nuestros alumnos que preferimos que toquen de manera comprometida y comunicativa a pesar de los errores antes de que lo hagan de forma robótica, técnicamente perfecta. Y rara vez nos creen. ¿Hay algo en la cultura que están recogiendo que podríamos trabajar para eliminar? Dado que los alumnos están tomando ejemplo de cada detalle nuestros como personas y como músicos, ¿estamos mostrando que el error puede ser provechoso?. ¿O permitiendo que salga el perfeccionista que llevamos dentro?

Por supuesto, los estándares y la calidad son la clave de toda nuestra enseñanza. Y están ahí todo el tiempo, en el aire, donde la perfección clínica del estudio de grabación es la regla con la que se miden nuestros jóvenes estudiantes. Pero, ¿es la forma más saludable de guardar esos estándares? ¿Siempre luchando por, y sólo tolerando, la perfección? ¿Son los mejores músicos necesariamente los que cometen menos errores?

Profesor amable o crítico implacable

Recientemente, se ha planteado la cuestión de si los profesores son demasiado amables. Frente a ello, también se cuestiona si la crítica da lugar automáticamente a mejores intérpretes. Para mí, estos argumentos parecen sugerir que sólo hay un tipo de profesor que se adapte a todos los alumnos, y sólo un tipo de profesor es mejor en todas las etapas del desarrollo. Ambas ideas son sin duda absurdas. Aunque la alabanza inmerecida es por supuesto fatua, su opuesto puede dejar cicatrices.

Señalar el error como un problema

Hay una escuela particularmente estéril de enseñanza, que funciona así. El alumno empieza a tocar una pieza preparada en casa, y toca hasta el punto en que el maestro identifica un error. El maestro advierte al alumno: “No. Eso está mal. Debe ser X. Vuelve a intentarlo.” El alumno suspira, vuelve al principio y hace un segundo intento, esta vez consciente de la equivocación potencial y anticipándose. Entonces ocurre una de estas dos cosas:

  • El alumno pasa el punto de manera segura y continúa hasta que el siguiente problema
  • El alumno, sumido en la ansiedad, comete el error de nuevo.

Toda la energía de la lección se centra en ese punto de negatividad, y todo el fraseo se pierde. La interacción entre maestro y estudiante se deriva totalmente de esta causa central, una especie de punto de cadencia deprimente y demasiado frecuente.

El “problema” se convierte en la lección. Y a menudo no sólo está el problema en su totalidad, sino localizado en un punto en particular y en una pieza particular de repertorio. Se necesitan años de experiencia para poder aplicar una solución a este problema, y la experiencia es exactamente de lo que nuestros alumnos (en la mayoría de los casos no han vivido tanto tiempo como nosotros) carecen.

Lógicamente hablando, el fin de esta dinámica de trabajo es que el alumno toque todo el repertorio delante del profesor hasta que lo haga perfectamente, el profesor ya no sea necesario, y el alumno sea por fin libre. Eso implica un montón de tiempo de aprendizaje – largos años de hecho, y potencialmente bastante tediosos.

Reflexiona sobre tu actitud ante el error

“El ochenta por ciento de lo que enseñamos es quiénes somos”, dice Eric Booth, autor de The Music Teaching Artist’s Bible. La forma en que manejamos los errores, los nuestros y los de nuestros alumnos, es una parte importante de ese 80 por ciento. ¿Nos enfocamos en ser bueno, o en mejorar? Al luchar por la perfección, ¿estamos garantizando el fracaso? Al intentar evitar errores, ¿estamos perdiendo un montón de cosas maravillosas en el camino?”

Como músicos, somos seres humanos hablando entre nosotros a través del arte, y parte de eso, sin duda, está permitiendo que nuestra vulnerabilidad se muestre.

Traducido de la publicación The Strad

Enlace al original: http://www.thestrad.com/the-secrets-of-violinist-dorothy-delays-teaching-methods/

Fecha: 14 Noviembre 2016

Título original: Music teachers must learn to correctly respond to student mistakes

 

 

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Deporte para músicos, ¿cómo conseguir ser constante?

Sí, todos lo sabemos. El deporte es bueno para el cuerpo y la mente. Y en especial para los músicos, que pasamos tantas horas en posturas relativamente estáticas. La vida sedentaria no le hace bien a nadie. Todo esto suena muy bien en la teoría, pero ¿y en la práctica? ¿Te cuesta sacar tiempo para el deporte? ¿Eres de los que va al gimnasio una semana sí y dos no? ¿Cómo conseguir ser constante?

Tocar es importante, pero tu cuerpo también lo es

¿Lo primero que te viene a la mente cuando te dicen que practiques deporte es: “tengo que estudiar/trabajar”? No eres el único. Los músicos tenemos la mayor parte del día ocupado. Hay que trabajar/ir a clase, sí. Pero también hay que practicar en casa. Y los pocos ratos que nos quedan libres, no siempre nos apetece dedicárselos al deporte.

Sin embargo, como buenos profesionales, tenemos que darle al deporte la importancia que se merece dentro de nuestra carrera. No lo visualices como una actividad de ocio. Piensa que es parte de tu carrera. Al fin y al cabo, el cuerpo es el primer instrumento con el que contamos. Igual que le dedicas un ratito diario a las escalas, un poco de ejercicio debe formar parte de tu programa diario de trabajo.

Probando deportes

No a todo el mundo le gusta salir a correr. Igual que no a todos nos apetecen los deportes de equipo. Puede que no te apetezca practicar deporte porque aún no has encontrado el que se amolde a ti.

Lo mejor que puedes hacer es investigar qué deportes te pueden interesar. Y por supuesto, ¡probarlos! Porque, quién sabe, puede que encuentres una segunda pasión -la música siempre primero ;).

Los 5 mejores deportes para el músico

Rutina

Si hay algo que nos ayuda a mantener la constancia es establecer una rutina. Márcate los días e incluso horas en los que quieres hacer deporte. Si sigues esta rutina, hacer deporte será vestirse por las mañanas, un elemento más de tu día a día.

Una vez que le tomes el gusto a esa rutina, verás que en cuanto no puedes cumplirla, lo notas. Y muy importante, ¡no lo dejes! O te costará mucho más volver a coger la misma rutina otra vez.

En nuestra tienda puedes encontrar algunas utilidades para el músico deportista.

¡Apúntate!

Apúntate a clases, apúntate al gimnasio, apúntate a tenis… ¡pero apúntate a algo! Es sencillo: si tienes un horario marcado, pagas una tarifa mensual, y adquieres cierto compromiso con otros, te será mucho más difícil abandonar la actividad deportiva.

Por experiencia propia, es mucho más fácil decir que no vas a salir a correr “porque no te apetece”, a decidir no ir al entrenamiento esta semana. Un entrenamiento que ya has pagado, con un profesor que te espera, unos compañeros y un horario marcado.

Metas

Marcarse metas es un elemento esencial para motivarse. Lo habrás comprobado en el ámbito musical. Cuando no tenemos objetivos, nos cuesta mucho más estudiar todos los días.

También el entrenamiento y actividad física tienen llevar un componente de superación. Necesitas sentir que has conseguido los objetivos marcados. Por ejemplo, correr unos cuantos kilómetros más cada mes, saltar más alto, ganar más partidos… lo que sea. Con tal de que te anima a superarte y a seguir practicando deporte.

Busca un compañero

Encuentra algún amigo con el que practicar deporte. Cuando uno no se anime, el otro lo hará y viceversa. Seguro que notas la diferencia de practicar deporte en compañía a hacerlo solo.

Y qué mejor compañía que practicar algún deporte en equipo. ¿No te gustaría echar algún partido violines contra violonchelos? Puede ser fútbol, tenis, pádel… ¡Pero cuidado con las lesiones, fair play!

 

 

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