Verdades como puños del mundo de los Conservatorios. Descubro a José Antonio Coso

blogsincosturasHe de decir que en los inicios de este blog me sentía como un en un aislado oasis de internet; por eso bauticé en 2008 a este blog como “Oysiao en el Oasis”. Con el tiempo,  gracias a GuidoBlogs, he descubierto que somos muchos lo que blogueamos en el mundo de los conservatorios. Y hoy he descubierto un nuevo oasis en el desierto, pero uno de los buenos. Se trata del blog de José Antonio Coso, profesor de Piano, Literatura e Interpretación Pianísticas y Pedagogía Musical en el Conservatorio Profesional de Música Francisco Guerrero (Sevilla), del que ha sido director durante doce años. De forma casual he llegado a su blog, el Blog de JAC, y no he podido hacer otra cosa que leérmelo enterito de cabo a rabo, ya que me parecen interesantísimas todas las reflexiones que en él vierte.

Citaré algunas de las múltiples reflexiones que hay en su blog y que más me han gustado.

Sobre el formato clásico de clases de instrumento

En la Q4 de la Crítica Constructiva a un Conservatorio (Quejas sobre el sistema pedagógico real) ya esbocé algunos problemas que actualmente se presentan.  En este caso en el Blog de JAC encontramos una reflexión sobre el sistema de clase-receta.

 Es muy propio de nuestras enseñanzas instrumentales -léase enseñanzas básicas, enseñanzas profesionales y enseñanzas superiores- que, como dicta la tradición, el alumno venga a clase con el trabajo de la semana listo y dispuesto para recibir la “receta” del profesor. Receta cuya “fórmula”, está compuesta fundamentalmente por los siguientes ingredientes -en mayor o menor proporción-, dependiendo de su expendedor y, en muchos casos, exenta de “indicaciones terapeúticas”:

  • 70% de “arregla todo lo que has hecho mal y que acabo de corregirte” -que frecuentemente suele ser todo, y no porque el alumno lo lleve todo mal-
  • 20% de “esto no se hace así, se hace de esta otra manera”
  • 10% de “tienes que estudiar más”.

Evidentemente, no todos los profesores utilizan estos “ingredientes”, pero el caso no es que se utilicen estos u otros, el caso es que el alumno está adiestrado a recibir “la receta”de la semana, y además sin pedirla.

Cuando a un alumno, después de tocar ante el profesor las obras o el trabajo técnico que ha desarrollado durante la semana, se le requiere una opinión sobre el resultado del mismo, o sobre el proceso de estudio que ha tenido lugar a lo largo de la semana, el alumno que no está enseñado a reflexionar sobre sus progresos -o carencia de ellos-, sobre lo que realmente quiere conseguir de una obra o de un pasaje, sobre la búsqueda de posibles fórmulas para vencer una dificultad, sobre “otras posibilidades de interpretación” incluso a riesgo de equivocarse, es decir, sobre SU particular proceso de aprendizaje, no sabe qué decir, se queda bloqueado, pues lo que espera es que el profesor responda a esa pregunta -¡que para eso le pagan! (puede que piense)-.

Todos sabemos que el alumno, al inicio de su andadura, comienza con una absoluta dependencia del profesor al tratarse, por lo general y muy especialmente en nuestro caso, de una disciplina totalmente desconocida por aquél. Pero, a medida que el proceso de enseñanza y aprendizaje avanza, la acción educativa, guiada por la lucidez, la honradez y la valentía, debería ir encaminada a invertir las dos variables del binomio, a ir soltando las riendas del control total del proceso para que el flujo de enseñanza y aprendizaje deje de manifestarse en una sola dirección, y comience a germinar un fenómeno de corresponsabilidad que conduzca al alumno a un progresivo y creciente grado de autonomía, a la adquisición de habilidades, destrezas, estrategias… herramientas, en suma, suficientes y eficientes para iniciar el camino hacia la autarquía profesional.

Estas reflexiones aparecen en la entrada Autarquía: un logro irrenunciable de la enseñanza instrumental, publicada el 17 de noviembre de 2011 en el blog de JAC.

Sobre el sentido de las enseñanzas profesionales

Actualmente somos muchos los que hemos señalado el problema de la falta de validez en el mundo profesional y de reconocimiento del título profesional de música. (http://jlmirall.es/oysiao/?p=1703).

Un alumno, cuando acaba los estudios de enseñanzas profesionales (como se les denomina ahora) —se preguntaba mi interlocutor—, es profesional ¿de qué? Nos estamos engañando a nosotros mismos pensando que estamos preparando a profesionales del mañana (si quiera a algunos), cuando la realidad es otra muy distinta y triste, ya por falta de estudios, falta de reconocimiento, falta de nivel, falta de coordinación y comprensión de las demás enseñanzas, falta de motivación interna del mismo centro, falta de, falta de, falta de…

[...]

1. ¿Nuestros alumnos acuden a los conservatorios profesionales de música con la intención de ser músicos profesionales? ¡No! La gran mayoría no tiene la menor idea de lo que podría ser su futura dedicación profesional (pero, ni dentro ni fuera del conservatorio). Sólo hay tres categorías de alumnos candidatos a intentar seguir los estudios superiores, a saber:

a) Los que, con condiciones musicales, afición y mucho interés lo tienen muy claro desde determinada edad (antes de concluir las enseñanzas profesionales).

b) Los que han llegado a la universidad antes de concluir las enseñanzas profesionales y se dan cuenta que lo que realmente les gusta y a lo que quieren dedicarse es la música.

c) Los que habiendo realizado los estudios profesionales, en paralelo con la enseñanza general, descubren a última hora que lo que antes fueron estudios de “formación complementaria o cultural”, podrían convertirse en salida profesional.

Posiblemente si digo que la suma de estas tres categorías de alumnos pueda suponer entre un 5% y un 10% del total del alumnado de un centro, quizás esté siendo generoso con la estadística.

 Hay todo un mundo laboral completísimo relacionado con la música, pero totalmente desconectado de los conservatorios:

2. Suponiendo que un alumno concluya sus estudios profesionales en un conservatorio de música, ¿a qué puestos de trabajo tiene acceso con su capacitación (título profesional) en el actual mercado de trabajo? La única salida laboral que el título profesional ofrece a un egresado de enseñanzas profesionales (es decir, sin titulación superior) es trabajar como profesor en una escuela de música, única y exclusivamente. En cambio, profesiones de actualidad como técnico de sonido, montador musical, músico de jazz, músico de cámara (¡ni siquiera eso!, debido a la catastrófica gestión que hace la administración educativa con esta importantísima asignatura), arreglista, músico publicitario, música de cine, experto en edición musical, vídeo y audio…, se nutren de otras canteras que no las del conservatorio profesional, porque estas disciplinas o campos musicales no están contempladas ni de lejos en los planes de estudio de nuestras enseñanzas.

Y también sobre el problema de que quizá tampoco estemos consiguiendo futuro público para los conciertos entre el alumnado que ha pisado alguna vez el conservatorio:

Tiene sentido tantas horas de estudio, tanta diversificación curricular, tantos años, tanto esfuerzo …, ¡para tan poco!? Algún lector podrá estar pensando que, al menos, el resto de alumnos que no siguen profesionalmente el camino de la música, acaben siendo grandes o, al menos, buenos aficionados. ¡Tampoco! En la gran mayoría de los casos, y dado que el diseño curricular al que nos debemos es un “querer y no poder”, la asfixia a la que están sometidos los alumnos ante la gran cantidad de asignaturas que deben cursar a lo largo de los 6 años y el nivel (mínimo, dicho sea de paso) que se exige para justificar “lo profesional” de nuestras enseñanzas, no suele dejarles un buen recuerdo musical de su paso por el conservatorio (siempre hay honrosas excepciones), si no es por alguna experiencia puntual, o por una afición ya aquilatada anteriormente.

Estas reflexiones aparecen en la entrada Falsas expectativas, publicada el 30 de enero de 2009 en el blog de JAC.

Sobre la atención a la diversidad en conservatorios

- Formación inicial del profesorado en el ámbito de la educación especial: CERO
- Formación permanente (cursos para profesores): CERO
- Puesta en marcha de programas de eliminación de barreras: ¿QUÉ BARRERAS?, en el centro en el que he sido director durante 12 años, hay partes inaccesibles para alumnos con determinados déficits físicos, habiendo habido de por medio una reforma del centro bastante costosa, pero para “eso” ya no quedaba dinero.
- Apoyo de la administración a una situación de NEE (Necesidades Educativas Especiales): simple y llanamente, INEXISTENTE, por decirlo suavemente, o no hay especialistas, o no hay voluntad de contratarlos, … únicamente organizaciones como la ONCE facilitan apoyo a esos alumnos, especialmente con deficiencia visual.

Es decir, la cuadratura del círculo, que los profesores que tengan una situación de NEE, sin formación especializada (inicial o permanente), sin apoyo de la administración, sin material específico, sin dotación económica especial (ni ordinaria) han de conseguir que ese alumno cumpla con los objetivos establecidos para todos los demás alumnos de su nivel. ¿Que cómo? ¡Ah, bueno!, eso ya es cosa del docente y de su capacidad de obrar milagros (¡vamos, que ni el mismísimo Dumbledore de “Harry Potter”!).

Estas reflexiones aparecen en la entrada (des)Atención a la diversidad publicada el 9 de septiembre de 2009 en el blog de JAC.

Sobre el modelo curricular en los conservatorios

El verano pasado ya expuse una reflexión sobre la futilidad del modelo de programación didáctica aplicada a las enseñanzas de instrumentos musicales. (http://jlmirall.es/oysiao/?p=3895). José Antonio Coso también reflexiona sobre este hecho:

Si hiciéramos un estudio comparativo entre las Enseñanzas de Régimen General y las Enseñanzas de Música desde el punto de vista curricular y didáctico nos encontraríamos con escasos aspectos comunes y abundantes diferencias. Efectivamente, ambas enseñanzas comparten momento en la vida escolar de un estudiante: el acceso a las enseñanzas elementales de música (1er. curso de enseñanza elemental) coincide con el 3er. curso de enseñanza primaria, siguiendo en paralelo hasta finalizar la enseñanza profesional (en música) y 2º curso de bachillerato. También encontramos concomitancias parciales en cuanto a la organización escolar, habida cuenta que en ambas enseñanzas hay asignaturas colectivas, en las enseñanzas generales todas son colectivas, y en las musicales conviven las colectivas (asignaturas teórico-prácticas) con las individuales (especialidades instrumentales). Desde la otra perspectiva, el capítulo de diferencias sería ímprobo y, como consecuencia, inviable en este contexto.

Sin embargo, y a pesar de los grandes cambios a mejor que han experimentado nuestras enseñanzas desde 1990 —mejoras organizativas, normativas, de infraestructuras y de equipamiento, fundamentalmente—, las administraciones implicadas en su ordenación académica, planificación y gestión, aún no han llegado a comprender estas substanciales y cuantiosas diferencias y, de alguna manera y en especial en cuanto a legislación curricular se refiere, seguimos siendo una especie de apéndice de las enseñanzas de régimen general.

El ejemplo más claro de esta situación es precisamente la aplicación del modelo curricular en los conservatorios. Nuestra comunidad docente no ha tenido una formación inicial sobre teoría curricular general y menos adaptada a nuestros estudios, tampoco la puesta en marcha de la reforma tuvo la previsión de formar al profesorado de manera eficiente, no se hizo ningún estudio de viabilidad en virtud de la naturaleza diferenciada de nuestras enseñanzas, y después de su aplicación tampoco se han hecho estudios para verificar si este modelo de escuela es apropiado a nuestra idiosincrasia.

Como consecuencia, nuestra esfera docente, ante tan brutal cambio, sin formación previa, con nuevos modelos administrativos, forzados a elaborar unos documentos que prácticamente nadie entendía, ni en su estructura, ni en sus contenidos, ni en su finalidad, pasa del desconcierto a la transigencia. Pero, como no podía ser de otra forma, esa transigencia —por los motivos antes expuestos— resulta velada, pues únicamente es asumida a través de los documentos curriculares en los que, de alguna manera, se aprecia el cambio, que no en la práctica del aula donde se siguen aplicando, en un alto porcentaje de profesores, los métodos tradicionales, con sus fortalezas y sus debilidades.

Estas reflexiones aparecen en la entrada El modelo curricular en los conservatorios españoles: realidad y posibilidad publicada el 2 de octubre del 2011 en el blog de JAC.

Sobre el acceso a la función pública en conservatorios

Cuando uno termina la carrera superior de algún instrumento musical, una de las salidas profesionales que tiene es la docencia, pero resulta sorprendentemente paradójico que una de las pruebas principales consista en algo para lo que normalmente ni se ha oído mencionar durante los no pocos 14 años de carrera: una programación y unas unidades didácticas:

Qué lógica tiene que un alumno, después de 10 años de estudios, habiendo cursado unas ¡13 asignaturas diferentes!, se presente a la prueba de acceso a grado superior (especialidad instrumental), y ésta consista en tocar el instrumento 30 minutos, leer a primera vista un fragmento musical y analizar una partitura. ¡Me parece totalmente desproporcionado! Pero no sólo eso, me parece terriblemente injusto para nuestros alumnos (de conservatorios profesionales), pues las mismas oportunidades tienen otros estudiantes que, previa preparación particular con únicamente dos profesores (instrumento y armonía), tienen muchas más ventajas de superar la prueba porque se han centrado durante muchos años (no tantos como los nuestros) en preparar a fondo las tres partes de esta prueba.

No deja de ser una paradoja, con un triste paralelismo con el anterior ejemplo referido a la prueba de acceso al grado superior, que los alumnos de grado superior estudien entre 18 y 27 asignaturas distribuidas en cuatro años, que su salida inmediata sea la preparación de oposiciones, que en éstas una de las partes que más se valora (programación didáctica y unidades didácticas) sea materia eminentemente pedagógica, ¡y que en ninguna de las especialidades –instrumento, dirección de coro, composición y musicología- haya una asignatura de pedagogía o de didáctica a lo largo de los cuatro años! ¿Qué tienen que hacer nuestros alumnos cuando acaban el grado superior? Empezar a buscar a alguien que les prepare esa prueba que la formación superior ¿¡ha olvidado!?

Estas reflexiones aparecen en la entrada Pitos y palmas publicada el 28 de enero de 2009 en el blog de JAC.

Y me reservo para una futura entrada más reflexiones sobre el tema del acceso a la función pública…

Estreno TRISTE ESPAÑA

Una premonición, un tambor medieval, una invocación a los habitantes del monte Parnaso, la alegría por el heredero de Castilla, Sicilia y Aragón, la flor de Alemania que viene por un mar dorado; pero,… un canto gregoriano y un toque de ánimas anuncia la tragedia.

La muerte del principe Juan (1497), heredero de los reyes católicos.

Triste España sin ventura, el lamento de Juan del Enzina abrirá los infiernos y los ministros de la desolación escupirán azufre para, finalmente, muerta toda esperanza: llorar al son de una glosa al estilo del Trattado de glosas de Diego Ortiz de 1553 …

Todo esto, y mucho más en “Triste España sin Ventura, glosas sobre el lamento de Juan del Enzina…”

Estreno el domingo 29 a las 18h en el Salón de Actos de la Caja Rural de Vila-real. Entrada gratuita.triste

De incompatibilidades y otras incongruencias

Enseñar a hacer algo es incompatible con hacerlo.  Esto es lo que nos dice la ley a los profesores de conservatorios. No ha sido el primer caso, ni será el último, pero el inicio del artículo de la revista digital de música clásica codalario es demoledor:

El clavecinista español Aarón Zapico, director de la prestigiosa agrupación Forma Antiqva y uno de los artistas de referencia en nuestro país en lo que a interpretación musical con instrumentos antiguos se refiere, acaba de renunciar a su plaza como profesor de clave en el Conservatorio Superior de Música de Asturias al no poder compatibilizar su trabajo docente con su cada vez más creciente carrera como intérprete y director.

¿El causante principal? la ley de incompatibilidades, y supongo que también en buena parte, aunque no citada en la mayoría de discusiones, la ley de permisos y licencias.

quien-se-atreve-a-ensenarParece ser que la administración es capaz de decidir a cuantas cosas se puede dedicar cada uno de los seres humanos que tiene bajo su nómina. Y el criterio además es el mismo para todos: “aparte del trabajo por el que te pagamos, no podrás hacer nada más que supere un números clausus de horas a la semana, siempre que no coincidan con el horario de trabajo; y en el caso de que coincidan, apenas tienes unos días al año de permiso y bajo condiciones muy precarias.”

Sin entrar en farragosos textos legales, ese sería el resumen de la situación. Todo muy correcto y normal desde el punto de vista del aparato burocrático que afecta al docente (aunque parece que en el terreno político estas medidas estrictas no lo son tanto, pero eso es otra historia). Pero desde el punto de vista artístico un suicido total de la calidad del sistema.

Como todo director de recursos humanos, la administración quiere tener a los mejores profesionales, pero una vez los contrata, éstos deben dejar de lado su carrera concertística, aunque deban enseñar a sus alumnos como enfrentarse a escenarios. Yo, sinceramente, la incompatibilidad la veo en el concepto de la propia ley. Es incompatible que existan estas restricciones con el hecho de tener buenos profesionales.

Algunos dirán, “pero es que piensa en los alumnos, estamos primando los intereses del concertista por encima del de sus alumnos, un derecho termina, dónde empieza otro”. Correcto! pues por eso mismo, veamos qué sucede en otros países dónde el modelo de profesor-concertista en activo está en funcionamiento, ¿qué pasa en ellos? Codalario sigue así:

En el propio Principado de Asturias tenemos un ejemplo paradigmático de otra manera de hacer las cosas. Se trata de José Ramón Méndez, pianista gijonés que lleva años residiendo en Nueva York, donde imparte docencia en la New York University, entidad que estimula a sus profesores a potenciar su carrera como intérpretes, porque se entiende, además razonablemente, que el centro se beneficia de ello por dos vías, la del prestigio que supone que la Universidad de Nueva York aparezca citada en el mundo como un lugar de referencia, -como en este artículo-, y la de tener entre sus profesores a un pianista que está en permanente proceso de estudio y mejora profesional, lo que redunda en su calidad como profesor.

Cuando se tiene un paradigma de centro educativo musical dónde buscas a los mejores profesionales buscas las maneras de poder compatibilizarlo. Y eso es posible con el uso de dos ideas muy simples.

  1. Las enseñanzas instrumentales de conservatorio son con una de ratio 1:1. ¡Aprovechemos esa ventaja organizativa! En un centro de secundaria, si un profesor quiere ir a un congreso para realizar una ponencia durante su horario lectivo, es más complejo, puesto que pierden esa hora de clase 30 alumnos, ahora intenta ofrecer a esos 30 alumnos un horario alternativo para recuperar la clase. Es imposible. Pero en un conservatorio es posible. No hacer una clase un día no significa que esa clase la pierda el alumno, sino que esa clase el alumno la debe recibir, ¿por que no permitimos que sea en otro momento?
  2. En el caso de grandes concertistas que deberían cambiar muchas clases o incluso sería muy difícil tener una continuidad. ¿Por que no creamos la figura del profesor asistente? Si el alumno hace las mismas horas, el sueldo debería repartirse entre ambas figuras, el profesor titular y el asistente en función de las horas que impartan.

Pero claro, la legislación para conservatorios es la misma que para la de centros de secundaria, dónde estas realidades no existen de forma tan presente como en el ámbito artístico. Debemos dejar de vivir bajo el mismo prisma organizativo que el de centros de secundaria. Tener un profesor concertista en activo, es un motivo de orgullo para el centro y para el propio alumno. Qué motivador es para un profesor que sus alumnos vayan a verle actuar; como para sus alumnos, ver a su profesor en los escenarios.

Pero no, seguimos pensando únicamente bajo el paradigma burocrático. Y la lástima es que esto ataca directamente a la calidad que ofrecemos en nuestros centros, ahuyentando a los buenos profesionales, o asfixiando a los que intentan convivir entre ambos mundos. Nos tenemos modelos tan lejos para aprender de ellos: la Escuela Superior de Música Reina Sofia y el campus valenciano de la Breklee College of Music están en nuestro país.

Estar haciendo algo debería ser requisito para poder enseñarlo.

Unión para la educación y realidad profesional de la Música – Isabel Villagar

El siguiente texto pertenece a mi compañera de batallas y amiga Isabel Villagar. Lo difundo en mi blog dada la importancia del mismo.

0de0a25Considero necesario dar visibilidad a la realidad de la educación musical de este país y a la realidad de los profesionales de la música. La situación actual es indignante y propia de un país subdesarrollado.

El sector de las artes en general y de la musica en particular peca de una falta de unión. Hay que hacer un esfuerzo muy grande para cohesionarse y permanecer unidos y para ello ayuda que se dé el paso de pertenecer a asociaciones profesionales, en mi caso soy delegada de dos.

Intento no alarmar sino plantear una realidad objetiva, hacer pedagogia es parte del trabajo y poner en evidencia los problemas es el primer paso para comenzar a solucionarlos.

La cuestión es que ni los propios músicos saben que tienen graves problemas porque no han mirado mas allá de su día a día.

Mayor cohesión del sector para poder tener una industrias culturales fuertes es importante pero sin la ayuda y apoyo de las administraciones públicas es imposible realizarlo. Éstas no hacen mucho caso si no hay suficiente masa social que lo reivindique. En algún momento hay que romper la serpiente que se muerde la cola.

Más becas a los estudiantes de música y para la adquisición de instrumentos musicales, educación musical en la Constitución, música moderna en los conservatorios públicos y escuelas de musica públicas, reconocimiento profesional de los estudios de música, cualificaciones profesionales, mayores oportunidades al inicio de las carreras de los músicos, que los conservatorios se adhieran plenamente a las universidades, reducción del Iva cultural, mejora de la consideración social del musico…

Hay mucho por hacer pero es totalmente factible, no es sueño sino objetivos a cumplir en el menor plazo posible para equipararnos a Europa y no perder el tren del progreso cultural, que tan ligado va al económico, si no será uno de sus vagones de tiro fundamentales!

Isabel Villagar
www.isabelvillagar.com
www.vocalcenter.es
www.labrujuladelcanto.com