Haz la prueba. Dale al play, escucha atentamente esta música e intenta expresar qué sensación te produce.
No hay duda: inquietud. Es una música inquietante.
La razón musical puede residir en que el motivo melódico es repetido muchas veces y dejas de esperar que conduzca hacia otra parte más que hacia sí mismo; hay cambios de compás constantes, y, de vez en cuando, el difícil ritmo se interrumpe con amagos de racimos de notas (Cluster) disonantes. Y no hay nada que cree más tensión que una disonancia a tiempo.
Cuentan que el director de "El Exorcista", William Friedkin, le encargó la BSO a Bernard Hermann y, luego, a Lalo Schifrin. Pero las propuestas musicales que le hicieron no le convencían.
Estando un día en el estudio de grabación probando discos al tun tun puso "Tubular Bells" (1973), de Mike Oldfield, y tan solo oyendo las primeras notas dijo: "Esto es", o algo así. Fue asaltado de forma inmediata por unas notas musicales, expresaban lo que él anhelaba oír. Había encontrado la música para su película.
Estando un día en el estudio de grabación probando discos al tun tun puso "Tubular Bells" (1973), de Mike Oldfield, y tan solo oyendo las primeras notas dijo: "Esto es", o algo así. Fue asaltado de forma inmediata por unas notas musicales, expresaban lo que él anhelaba oír. Había encontrado la música para su película.
Portada del disco |
La discográfica Virgin fue quien se puso de acuerdo con la productora cinematográfica para ceder la música; Mike Oldfield se enteraría después y por lo visto no le hizo mucha gracia.
El disco vendió dieciseis millones de copias.