La importancia de la calidad de vida en el músico

Si me preguntasen cuál la principal característica de un músico, mi primera respuesta sería: nunca tenemos tiempo.

Los músicos siempre tenemos mil cosas entre manos y el tiempo que nos sobra es para estudiar o, porqué no, descansar un poco y despejarnos de tanto concierto, examen, oposición, bolo… Tanta ocupación y tanto estrés, que a menudo dejamos de lado el cuidado del cuerpo y de la mente. Nos dejamos empujar por las obligaciones y pasamos del deporte, la meditación o la buena alimentación.

En nuestra profesión estamos sometidos a presión muy a menudo y necesitamos tener un cuerpo y una mente fuertes y saludables para hacer frente a nuestro duro día a día sin despeinarnos.

Hacer deporte

Para cualquier persona el ejercicio diario es muy importante. Para un músico es necesario. El deporte nos beneficia porque:

  • Mantenemos nuestra musculatura fuerte, evitando así sufrir lesiones
  • Relajamos nuestro cuerpo de la actividad de tocar
  • Nos ayuda a mantener una buena postura
  • Mejora nuestra circulación sanguínea, disminuyendo así la aparición de contracturas o dolores nerviosos
  • Nos aporta mayor resistencia física, que necesitaremos para tocar mejor
  • Aumenta nuestra capacidad pulmonar (especialmente beneficioso para instrumentistas de viento y cantantes)
  • Previene enfermedades de todo tipo

En este post puedes consultar los mejores deportes para el músico.

Libro: A tono. Ejercicios para mejorar el rendimiento del músico (Libro+CD)

Las buenas costumbres

Para mantenerse saludable y activo es importante seguir unas pautas a diario que nos mantengan con las pilas bien cargadas, especialmente en épocas de exámenes o audiciones.

  • Acostarse pronto y levantarse siempre a la misma hora. La rutina ayuda a activar nuestra mente y nuestro cuerpo
  • No abusar del estudio cuando estamos cansados o doloridos
  • Pasear diariamente
  • Disfrutar del tiempo libre con amigos y familiares
  • Tener un hobby, algo que hacer que nos distraiga de las presiones que sufrimos y de todo aquello que nos provoque estrés
  • Vigilar que nuestra postura sea correcta en todo momento para evitarnos lesiones o dolores. Esto es más importante de lo que parece. Cuando se es joven, nos sentamos de cualquier manera y no notamos las consecuencias. Conforme los años vayan pasando estas malas posturas nos acarrearán dolores y lesiones.

Libro: La vida sana contada con sencillez.

Cuidar la mente

Para sentirse bien no sólo debemos centrarnos en la salud física. Nuestra mente es la que mueve toda la máquina, y debemos cuidarla:

  • Practica la meditación. Tómate tu tiempo para pensar en ti mismo, cómo te sientes, tus objetivos en la vida, qué caminos estás eligiendo… Pronto dedicaré un post a este tema… :)
  • Practica técnicas de relajación. En nuestro blog tienes varias que puedes probar:
  • Usa el pensamiento positivo. Es una característica muy típica de los músicos pensar que todo es blanco o negro: o he tocado fatal o he tocado bien. Practica el pensamiento positivo y valora las cosas con perspectiva, fíjate en toda la gama de grises que puede haber.

Libro: Meditación Para Principiantes (+ CD)

La alimentación

Lo que comemos influye más de lo que imaginamos en nuestro estado de salud. Muchas veces, podemos empeorar una enfermedad o una lesión por no cuidar nuestra alimentación.

Los consejos que podemos darte son bastante lógicos, pero seguro que muchos de ellos no los practicas:

  • Evita los productos procesados: bollería, precocinados, refrescos, grasas, golosinas, comida rápida….
  • Bebe mucha agua: depura el organismo, te previene dolores de cabeza o musculares debidos a la deshidratación, previene enfermedades del corazón…
  • Mantén una dieta equilibrada y sigue la pirámide alimenticia.
  • Desayuna siempre antes de hacer cualquier cosa, y desayuna bien.

Alimentos que nos ayudan a mejorar nuestro rendimiento intelectual:

  • Los que contienen glucosa natural, como la fruta o la miel. La glucosa es el principal combustible de las neuronas.
  • Frutos secos, que tienen alto contenido de Vitamina B, que ayuda al sistema nervioso, además del cardiovascular. En especial recomiendo nueces y anacardos.
  • Pescado, por su contenido en fósforo. La presencia de este mineral es necesaria para la transmisión de los impulsos nerviosos.
  • Plátano, muy bueno para aumentar nuestra energía y positividad en días de estrés gracias al potasio.

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Aprende a concentrarte usando la distracción

Estamos acostumbrados a practicar en casa, rodeados de un ambiente tranquilo y silencioso que estimule nuestra concentración. Sin embargo, a la hora de la verdad, ya sea en clase, en un concierto o en un examen, las condiciones no siempre van a ser las idóneas.

Concentrarse en la música y no pensar en nada más ya es difícil en situaciones agradables y cotidianas, como ya hablamos en este post. Sin embargo, no podemos prever qué va a ocurrir el día D, delante del público o del tribunal. Muchas cosas pueden desconcentrarnos a nuestro alrededor: una acústica desconocida, toses, movimientos, conversaciones susurradas o cualquier otro ruido.

Debemos estar preparados para cualquier imprevisto y ser capaces de enfrentar todo tipo de situaciones mientras tocamos sin perder calidad en nuestra interpretación. ¿De qué manera puedes trabajar esto? Es muy sencillo, yo te propongo algunos ejercicios de distracción, que te aconsejo que practiques una vez tengas dominado el repertorio que estés preparando en ese momento:

  • Pasa todo el programa con la televisión encendida de fondo. No hace falta que pongas el volumen muy alto, porque tienes que poder escucharte. ¡No dejes que tu mente se disperse y concéntrate en lo que estás haciendo!
  • Si estás con alguien más en casa o en el aula, ponte a tocar todo el repertorio y pídele que de vez en cuando entre en la habitación y se mueva de aquí para allá a tu alrededor. Tú, más de lo mismo, mantente concentrado e ignóralo.
  • Ponte a tocar y camina al mismo tiempo.
  • Toca el repertorio delante de tus amigos o familia y pídeles que hablen entre sí y hagan comentarios libremente.
  • Deja tu teléfono móvil cerca de ti y con el volumen al máximo mientras pasas el repertorio entero. Si alguien te llama o te llegan mensajes, ignóralo y sigue a lo tuyo.

Practicar estos ejercicios es como realizar una terapia de choque. Al principio te sentirás agobiado por la situación y te costará centrarte, pero verás como si lo practicas de vez en cuando estarás preparado para cualquier situación que pueda darse en el concierto-examen-audición.

No confíes en que el tribunal o el público siempre va a respetarte. Por experiencia propia, a veces el público no apaga los móviles y comienzan a sonar en plena actuación, a veces te hacen una foto con flash que te saca de tu música. Con los tribunales es todavía peor, imagina que llevan todo el día oyendo los mismos pasajes y conciertos una y otra vez. A veces no paran de hablar, ponen caras, se abanican sonoramente o simplemente no paran quietos en la silla. En una situación de estrés estas pequeñas cosas pueden descentrarte más de lo que piensas, así que no te vendrá nada mal estar un poco más preparado para ello.

Lecturas recomendadas:

El entrenamiento mental en músicos

Hoy vamos a introducirnos en este tema sobre el que queremos escribir algunos post en las próximas semanas: el entrenamiento mental.

El entrenamiento o ejercitación mental es una forma de practicar cualquier actividad que conlleve la conjunción de físico y mente a través de la imaginación. Practicar mentalmente no es otra cosa que recrear con el pensamiento los movimientos y el resultado de estos. Esta práctica se usa mucho en el deporte de élite. Sin embargo, está poco extendida entre los músicos.

Los movimientos se aprenden generalmente a base de repeticiones. Con la ejercitación mental, podemos complementar este aprendizaje con el pensamiento de diferentes maneras:

  • Mediante la observación: Por ejemplo, cuando el alumno observa a su profesor e intenta repetir los movimientos que éste realiza.
  • Mediante la imaginación gráfico-espacial: Se trata de hacerse una imagen mental de, por ejemplo, la distancia entre una tecla y otra del piano.
  • Mediante la imaginación de realizar un movimiento: No imaginar sólo de forma óptica, sino realizar el movimiento con el pensamiento. Está probado científicamente que cuando imaginamos que realizamos un movimiento se ponen en activo los músculos implicados, es el llamado efecto Carpenter.

efecto carpenter

La práctica mental es un complemento de la práctica normal. Se necesita el conocimiento previo de cómo se ejecutan los movimientos y cómo sonará la música. Imaginar que uno toca no es más que recordar los movimientos previamente observados o practicados.

La memoria motora

Para que los movimientos puedan repetirse siempre de la misma manera es necesario que los tengamos memorizados.

Al tocar una pieza musical se realizan una serie de movimientos. Cuando pensamos en ello, nos vienen a la mente sensaciones muy diferentes. El conjunto de todas esas sensaciones es la percepción general de movimiento. Así se forma nuestra memoria motora. Cuando imaginamos que realizamos determinados movimientos, estamos apelando a esta memoria.

La representación mental del movimiento

Para comenzar a practicar mentalmente debemos ir de lo fácil a lo más complejo. Lo primero será imaginar en tempo lento y centrarnos en los movimientos de una sola mano. Una vez asumido este paso, se debe añadir la representación simultánea de las dos manos. En el caso de los instrumentos de viento o el canto, se debe incluir en la imaginación la respiración y los movimientos de boca y lengua.

Para practicar mentalmente con éxito no es necesario imaginar todos los aspectos motores con exactitud. Será suficiente con centrarse en una parte de ellos, según lo que queramos estudiar. Se trata de separar la representación mental en planos. Un primer plano pueden ser los músculos de la cara en un pasaje complejo para instrumentistas de viento, dejando en segundo plano las manos.

El tempo en el que imaginamos el pasaje que estamos practicando es también determinante. Si no tenemos mucha práctica, al principio necesitaremos imaginar en tempo lento. Pero este tempo debe aumentar poco a poco. Lo que es posible imaginar, es posible tocar. 

A la representación mental de los movimientos también debemos unir la representación del sonido e imaginar con exactitud cuál es el resultado sonoro que esperamos: matiz, color, articulación, afinación, ritmo…etc.

¿Para qué nos sirve el entrenamiento mental?

  • Mejora la efectividad del estudio práctico y la concentración. El resultado es un ahorro de tiempo en el estudio.
  • Se aprende a practicar de manera más cuidadosa.
  • Se acelera el aprendizaje de movimientos.
  • Mejora la coordinación.
  • Para mejorar pasajes muy concretos.
  • Para comprender mejor la estructura y estética de una pieza.
  • Para tener más claras las ideas musicales y el sonido deseado.
  • Mejora la memoria.
  • Aumenta la seguridad en lo que tocamos.
  • Nos protege de lesiones por repetir movimientos.
  • Podemos estudiar en cualquier momento, sin necesidad de tener con nosotros el instrumento, o en momentos en los que no podemos tocar por alguna lesión.

Fuente: Ejercitacion mental para musicos

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Proyecto “más allá del miedo escénico”: Controlar el estrés es esencial para los músicos

La pianista Charlotte Tomlinson ha iniciado este magnífico proyecto sobre el miedo escénico. Os dejamos la traducción de su artículo en el que explica qué le llevó a impulsar este proyecto y en qué consiste.

Traducido de la publicación Classical Music Magazine

Enlace al original: http://www.classicalmusicmagazine.org/opinion/managing-stress-is-essential-for-musicians/

Autor: Charlotte Tomlinson

Fecha: 29 Mayo 2015

Título original: Managing stress is essential for musicians

¿Qué se interpone en nuestro camino para llevar a cabo una buena actuación?  Sabemos lo que tenemos que tener como músicos: una buena técnica y la capacidad de profundizar en la música y expresar lo que el compositor tenía en su mente de la mejor manera posible. Nuestro objetivo es alcanzar los más altos estándares de excelencia que podamos, sobre todo como profesionales. Aquí es donde se pone el foco en una buena educación musical, y con razón, en muchos aspectos. Necesitamos conocer nuestra técnica para que no nos defraude en los momentos clave y tenemos que tener un sentido real de lo que la música nos quiere decir.

¿Pero es esto todo lo que necesita? Yo diría que esto es sólo una parte del cuadro. También importa cómo manejamos el estrés durante la actuación, los diversos factores que pueden salirnos al paso durante la interpretación; nuestra energía nerviosa que va demasiado lejos y nos paraliza; saber que encontrar la energía para tocar cuando estamos cansados ​​de todas las cosas que la vida nos lanza; nuestro cuerpo agarrotado y con tensión cuando menos lo esperamos; la voz interior e insignificante que nos castiga cuando nos equivocamos y empieza a esperar el próximo error y la misma voz interior que nos dice que no somos buenos, un fraude y que vamos a caer muy pronto. Los nervios que los músicos experimentan y cómo se las arreglan para luchar contra ellos son tan variados y diferentes como los propios músicos, y sin embargo, su gestión también es una parte esencial de ser un músico bien equilibrado, feliz y realizado.

Rara vez se habla de estos nervios y este estrés, incluso entre músicos. Cuando he tenido experiencias profesionales como pianista acompañante en las que esperaba realizar hazañas sobrehumanas como lecturas a primera vista o resistir para tocar perfectamente en situaciones imperfectas; nunca sentí que pudiera decir nada al respecto, incluso a mis colegas. Veía un montón de personas que podían realizar las mismas hazañas sobrehumanas, así que simplemente sufría en silencio, imaginando que sólo era un problema mío. Esas experiencias afectaron significativamente en mi disfrute al tocar y en general, en mi disfrute con la música. Ser capaz de expresar esos sentimientos abiertamente en una cultura musical donde ese tipo de experiencia se considera normal y aceptable habría sido muy diferente.

Una de mis contribuciones a la difusión de este tema es la creación de una cumbre en línea, Más allá del Miedo Escénico. Se trata de una serie de entrevistas en video, en el que 20 o más ponentes, en su mayoría músicos, aunque también profesores y otros expertos en este tema, comparten sus conocimientos sobre el manejo del estrés. Cada entrevista se lleva a cabo a través de Skype, y ronda los 30-45 minutos de duración. Hay algo acerca de las imperfecciones y la informalidad de Skype y su tecnología de grabación, que tiene beneficios sorprendentes. Realmente sientes que estás conociendo al orador y sus puntos de vista. La mayoría están sentados en casa, algunos de ellos con una taza de café, charlando sobre lo que es importante para ellos sobre el rendimiento y la forma en que manejan la tensión.

Me ha sorprendido y encantado el número de eminentes músicos que han querido participar en este proyecto, todos sintiendo la necesidad de destapar un tema tan sensible y sobre todo tabú. Hilary Hahn, Tasmin Little, John Lill y Amy Dickson son sólo algunos de los músicos que participan en Reino Unido, junto con algunos grandes nombres de EEUU. Ha sido fascinante y un privilegio escuchar sus historias y experiencias personales.

Para tener acceso a las entrevistas, entra en la web: http://www.beyondstagefright.com/

Lectura recomendada: Cómo superar la ansiedad escénica en músicos

Motivación y desmotivación, ¿Por qué no tengo ganas de tocar?

Más de uno se sentirá identificado con el título. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no quiero estudiar? ¿Por qué no quiero tocar? La desmotivación afecta a muchos músicos. En una profesión en la que uno nunca para, a veces nos encontrarnos en situaciones de decaimiento o desgana que nos impiden estar al 100%.

Es normal que de vez en cuando uno no sienta ganas de estudiar. No somos robots y todos nos sentimos cansados de vez en cuando. Lo malo es que a veces esta desmotivación se extiende en el tiempo, y debemos profundizar en su razón de ser.

motivacion

La falta de objetivos

La principal razón de la desmotivación es la falta de metas. Uno siempre debe tener metas a largo, medio y corto plazo. ¿Sabes qué pasa cuando una persona echa a andar sin saber dónde va? Que comienza a andar en círculos. Debes marcarte metas. Si todavía estás estudiando, estás metas son fáciles marcar: sacar buena nota en el próximo examen, tocar bien en el concierto…etc. Cuando eres profesional, las metas son más complejas porque tu futuro es más incierto. A veces tendrás como meta alguna audición u oposición, a veces no. Sé creativo con tu carrera, márcate la meta de mejorar, de seguirte formando, de buscar otros horizontes…

La meta que te marques ha de suponerte un desafío, pero no debe ser excesivamente difícil de conseguir, o te frustrarás por realizar un trabajo sin fruto. Tampoco debe ser demasiado fácil, o te aburrirás. Todo objetivo debe estar formado por otros más pequeños, que te vayan alentando a continuar.

Un objetivo inalcanzable o demasiado lejano

A veces no tenemos medida y nos marcamos metas tan duras que minan nuestra moral sin aportarnos demasiado. Debemos tener en cuenta nuestras capacidades, apuntar alto, pero no exigirnos más de lo que podemos alcanzar. Por ejemplo, imagina que en un mes coinciden cuatro audiciones para tu instrumento, con una programación exigida distinta en cada audición. Una meta muy difícil sería plantearse “ir a ganar” las cuatro audiciones y estudiarse las cuatro programaciones en el período de un mes. Una meta más alcanzable sería prepararse una o dos más a fondo y, si nos interesa, presentarnos a las otras dos simplemente por pasar la experiencia de la audición. Es como en el deporte. Un ciclista no va al 100% al giro, la vuelta y el tour. Puede ir a ganar uno, pero no los tres en el mismo año.

También puede desmotivarnos el marcar un objetivo muy lejano en el tiempo. Por ejemplo, preparar un concierto de solista de aquí a año y medio. Para solucionar esto, debemos usar la estrategia de marcar pequeños objetivos durante todo ese año y medio e irlos cumpliendo.

Estar extra-ocupado

Algunos músicos, por no decir casi todos, parecen adictos al trabajo. Llenamos nuestras agendas de compromisos que nos saturan (trabajo + bolos + estudiar + recados +….), lo cual puede desmotivarnos a la hora de estudiar. Si tienes muchas cosas en las que pensar, también tu concentración se verá afectada. El resultado será nefasto. Todos los días debes tener unas horas de descanso para dedicarte a ti, a tu familia o tus hobbies (hobbie, ¿qué es eso?… dirán algunos). Si equilibras tu día a día, tu desmotivación será cosa del pasado. El tiempo de estudio no debe ser una obligación, sino un momento de retiro y de tranquilidad que usas para mejorar en tu profesión. Para ello, debe tener su espacio reservado en el día, no achuchado entre compromisos.

Por experiencia personal, se estudia infinitamente mejor cuando uno tiene todo el tiempo del mundo por delante, no anda con prisas por marcharse a no se dónde o hacer no se qué. La tranquilidad es clave para que las ganas de estudiar vengan solas.

Forzar la máquina

Muy relacionado con el punto anterior está el cansancio. El cansancio físico y mental es determinante en la desmotivación. Cuando uno siente que el cuerpo no aguanta más, no puede sentir ganas de estudiar ni de tocar. Es una irresponsabilidad sentirse agotado y aún así querer forzar más la máquina. Lo único que nos vamos a provocar es desgana y desidia, por no hablar de las consecuencias que puede tener en nuestra salud.

Recuerda, ¡debes descansar al menos un día a la semana!

Un camino que no quieres andar

No tienes ganas de tocar. Pasan los días y las semanas y no quieres estudiar, aunque deberías, porque hay audiciones a las que podrías presentarte, oposiciones que preparar o cualquier otra cosa.

A veces nos fijamos unos objetivos sin pensar ¿es esto lo que quiero realmente? Debemos ser sinceros con nosotros mismos. Hay muchos caminos que uno puede elegir dentro y fuera de la música, uno no está obligado a hacer lo que hace la mayoría. Quizás aún no has descubierto tu vocación. Dar clase en colegios, en conservatorios o escuelas, tocar otros estilos, improvisar, trabajar con la música en labor social… o cualquier otra cosa. Lo primero que hace falta para motivarse es amar lo que uno hace.

Recuerdo ahora una frase que sale en la serie Mozart in the Jungle. Un bailarín, cansado de la presión de las audiciones y las performances decide marcharse para trabajar de modelo y hacer otro tipo de actuaciones, usando el ballet de forma distinta. Su novia, oboísta y sin trabajo como él, se escandaliza ante semejante decisión, a lo que el chico le dice: “No pasa nada si no nos dedicamos a aquello que dijimos que íbamos a ser con 3 años”.

Lo importante es que seas feliz con lo que haces.

Recuperar la pasión por lo que haces

Puede haber ocasiones en las que no tengamos objetivo que fijar y nos cueste mucho “estudiar por estudiar”. En esas situaciones muchos pierden el interés por la música y sienten cierto hastío ante la situación de coger el instrumento todos los días.

La mejor manera de recuperar la pasión por la música es tocando en público, mejor con orquesta, coro o grupo de cámara. Así nos evitamos los nervios de actuar solos, además de que son conciertos más fáciles de conseguir. Si te sientes en una situación parecida, busca la manera de poder actuar. En cuanto sientas la placentera sensación de la música en conjunto, los aplausos del público… recordarás por qué necesitas estudiar y tu autoestima subirá.

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