Muchas veces haces tu clase de canto sin problemas y te sientes genial.
Estoy seguro que conoces esa sensación.
Pero cuando te toca practicar en casa hay días en los que al acabar te sientes muy cansado.
Muchas personas piensan que esto es normal, e incluso algunos profesores te dicen que es bueno porque eso quiere decir que has trabajado tu voz.
Esto no es así.
Cuidado con esto, porque no deberías sentir ninguna molestia en tu voz.
Vamos a ver algunas posibles causas de por qué sí puedes sentir cansancio.
#1: ¿Practicas con una grabación o vas por libre?
Necesitas practicar tus ejercicios siguiendo una grabación de tu última clase.
La mayoría de terapeutas vocales y profesores de canto no lo hacen.
Y es algo que me gustaría que cambiara.
Si tu instructor no está grabando tus clases para que luego puedas practicar en casa, en realidad no te está ayudando.
Por muy bueno que sea y por muy buena rutina vocal que te esté dando, necesitas poder replicarla día tras día hasta tu próxima sesión con él.
Si no tienes la grabación no te vas a acordar de todos los ejercicios que has hecho, y mucho menos de por qué notas te has estado moviendo, ni con qué sonidos.
Si por cualquier razón tu profesor no te proporciona la grabación, graba tu sesión tu mismo.
No hace falta que tenga una calidad impresionante.
Es sólo una guía para ti.
Si tu profesor se niega a que grabes la clase, yo de ti me aseguraría de conocer la razón.
Y si no te convence, huye.
#2: Tu voz evoluciona, y tu rutina de entrenamiento debe evolucionar con ella
Los hábitos cambian, y aunque cambien para bien no suelen cambiar lo suficientemente bien como para no necesitar ninguna corrección más.
De hecho, lo más probable es que cambien continuamente durante toda tu vida y seas tú el responsable de volver al camino correcto.
Tú solo, si tienes el suficiente conocimiento de tu voz, o con ayuda de un profesional.
Es por eso por lo que es mejor hacer una clase semanal que una cada dos o más semanas cuando estás tratando de corregir hábitos.
Suponiendo que seas muy diligente con tu práctica diaria y practiques dos veces al día, tus hábitos cambiarán de forma muy rápida.
Si estás trabajando con la última clase que hiciste, esa clase no te ayudará, por el simple hecho de que se diseñó para corregir unas tendencias vocales que ya no existen o han cambiado.
#3: ¿Estás seguro de estar haciendo tus ejercicios correctamente?
Lo primero de todo es asegurarte de tener un ejemplo de cómo deberían sonar los ejercicios.
Si no tienes a alguien que te ayude, lo que necesitas entonces es ser especialmente crítico con tu voz.
Te recomiendo grabarte haciendo un ejercicio tal y como se supone que lo debes hacer.
Una vez grabado, escúchalo y compáralo con el ejemplo que tengas.
¿Se parecen mucho, lo suficiente o nada?
Si no se parecen en nada, vas a tener que cambiar de táctica para ver si puedes conseguir que se asemejen más.
Lo segundo que quiero mencionar es que hacemos clases de canto porque queremos cantar mejor o porque queremos aprender a cantar.
Eso suele implicar que hacer ejercicios vocales no nos divierte, y a veces parece que ni si quiera nos vaya a ayudar a cumplir nuestro objetivo.
Y esa impaciencia puede jugarnos malas pasadas.
Yo mismo lo he sufrido.
He sufrido el estar haciendo mi clase en casa y al acabar probar a hacer una canción, ignorando el hecho de que aún no estaba preparado.
Esto hará que se retrase tu progreso, ya que aunque hayas estado trabajando en reparar esos malos hábitos vocales, al ponerte a cantar sin más estás volviendo a reforzarlos.
#4: Las enfermedades son muy nocivas para la voz
Puede ser que estés enfermando y aún no lo sepas.
Eso ya puede afectar a tu estado vocal.
¡Incluso el estrés puede afectar negativamente a tu voz!
Por otra parte, si ya has caído enfermo, debes practicar de forma muy diferente.
Piensa que estás en muy baja forma, y hay que tratar a tus cuerdas vocales de forma diferente.
Puede ser que incluso sea mejor tomar reposo por completo.
Si no lo haces te arriesgas a retroceder en el camino.
#5: A veces la mejor forma de avanzar es quedarse quieto
De esto ya hemos hablado con anterioridad.
Según mi experiencia, las personas no aprendemos de manera gradual.
Incluso hay veces que te esfuerzas muchísimo sin descanso, pero no consigues avanzar lo más mínimo.
Y no es hasta cuando te das un respiro que tu cuerpo y mente no asimilan todo lo que le has enchufado a tope.
#6: ¡No son los ejercicios apropiados para ti!
Esto es difícil de saber por uno mismo, pero un buen indicador es precisamente el tema de este artículo.
No por el hecho de que algunos ejercicios te causen molestias quiere decir que no sean los que necesitas.
Pequeñas sutilezas van cambiando en nuestro cuerpo y a veces nos afecta.
Pero si esos ejercicios hacen que tu voz se sienta peor de forma consistente, día tras día, está bastante claro de que hay algo mal.
Si es así, háblalo con tu profesor.
Un buen profesor te escuchará y te dará ejercicios alternativos para que tu estado mejore, pero sin perder el objetivo en mente.
#7: Al final todos tenemos días buenos y días malos
Acéptalo y mañana será otro día.
Quizás has dormido poco o mal esta noche.
O hay algo que te preocupa y no puedes concentrarte.
Un examen.
Una entrevista de trabajo.
Lo que sea.
Desde mi experiencia, si sigues insistiendo en cantar o practicar teniendo un día malo, lo más probable es que te acabes frustrando.
¡Aunque no hay que confundir una falta de calentamiento con un mal día!
No te recomiendo que lo dejes a la primera de cambio, en cuanto algo te salga mal.
Practica un rato, 15 o 30 minutos.
Ese tiempo es suficiente para ver si las cosas se van poniendo en su lugar o no.
Me encantaría saber si te has encontrado en esta situación y si alguno de estos puntos te ha ayudado a librarte de esa sensación al acabar tu clase de canto. ¡Dímelo en los comentarios!
Imagen: Algunos derechos reservados por Luix90
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