El nuevo mundo y los derechos civiles

Ya tuvimos ocasión de hablar de la presencia de varios elementos musicales propios del folklore norteamericano en la producción musical de Antonín Dvořák durante la época en que fue director del Conservatorio de Nueva York, entre el 1892 y el 1895, centrándonos sobre todo en el segundo y tercer movimiento de su Sonatina en sol mayor, Op. 100 para violín y piano.

Al igual que en esa obra camerística, el compositor checo empleó varios elementos típicos de la cultura musical indígena de Estados Unidos también en su más famoso trabajo orquestal, la Sinfonía nº9 en mi menor, Op. 95, conocida como Sinfonía del Nuevo Mundo. Ese es el caso del motivo pentatónico sobre el cual construyó su segundo movimiento, Largo, que abre una sencilla pero profunda melodía encomendada al corno inglés, instrumento de la familia del oboe, con el cual comparte su timbre melancólico y penetrante, características aún más acentuadas por el hecho de estar afinado una quinta más grave.

A pesar de que el día del estreno el mismo compositor declaró a la prensa que compuso esta sinfonía inspirándose en la música de los nativos americanos, es muy frecuente que esta melodía se asocie con la cultura afroamericana en lugar de con la amerindia, debido a que un alumno del mismo Dvořák, William Arms Fisher, casi tres décadas después, le añadió una letra con los rasgos caracterizadores más típicos de los spirituals, de manera tan eficaz que hasta se ha llegado a crear el equívoco de que nos encontraríamos delante del canto tradicional en el que Dvořák se inspiraría para componer el Largo de su novena sinfonía.

Paul Robeson

Paul Robeson

He escuchado varias interpretaciones de Goin’ Home ese es el título de la versión vocal de esta obra y sin ninguna duda me quedo con la impresionante voz de bajo de Paul Robeson, un cantante excelente pero sobre todo una persona admirable.

Robeson cuyo padre, siendo adolescente, consiguió escapar de la plantación en la que era esclavo no sólo sobresalió por sus dotes artísticas, culturales y atléticas (además de cantante, también fue actor de teatro y de cine, escritor y abogado, conocía más de 20 idiomas y destacó como jugador de fútbol americano), sino también por su incansable y generosa actividad en favor de los derechos civiles. Sus principios le llevaron a luchar no sólo contra el racismo, sino también contra el fascismo, situándose al lado de los oprimidos más allá de las fronteras de su país, incluyendo el nuestro: durante la Guerra Civil Española, su oposición frontal al bando golpista le llevó a sostener la causa republicana durante sus conciertos y hasta a visitar el frente en 1938 para apoyar y dar ánimo en un momento difícil a la Brigada Lincoln.

Durante la Guerra Fría, su activismo fue hostigado cada vez más por el FBI, pero Robeson, fiel a sus principios, desoyó las repetidas advertencias gubernamentales. Finalmente, al igual que otros eminentes artistas e intelectuales de su época, en los años 50 fue víctima de la caza de brujas que pretendía acabar con las ideas críticas con el Gobierno estadounidense y próximas al comunismo. Como consecuencia, le cancelaron todos los conciertos programados y le hicieron desaparecer de la prensa, a la vez que le retiraron el pasaporte, por lo que su actividad artística declinó rápidamente. No ocurrió lo mismo con su activismo, que siguió muy intenso mientras su salud se lo permitió.

Recibió numerosos reconocimientos póstumos desde el mundo de la música, del cine, del teatro y del deporte, además de desde la ONU, pero el gobierno de su país todavía no ha reparado su injusticia de manera clara y contundente.

La última versión que os propongo es el arreglo para flauta dulce que he preparado para el aula, que puede ser útil para trabajar, entre otros, el fraseo y la respiración: cada dos compases, con la única excepción del compás 19. En los compases de 11 a 14, el alumnado se dividirá en dos grupos.

Tocar un instrumento musical

En pleno período vacacional, gracias a un tweet de Música a la carta, he descubierto un vídeo que, una vez más, nos cuenta que tocar un instrumento musical es una de las actividades más beneficiosas para el cerebro humano. Lo hace de forma muy gráfica y amena, en inglés con subtítulos en español.


Ampliaría la dedicatoria a los papis cuyos hijos no son estudiantes de música, para que sepan lo que se pierden; a los ministros, los consejeros y los (pocos) pedagogos que les asesoran, para que se planteen una política educativa totalmente diferente; a los orientadores, los tutores y los profesores de otras asignaturas, para que dejen de considerar la música como una asignatura sin importancia (quien ha estado alguna vez en una sesión de evaluación sabe muy bien a qué me refiero).

Ya puestos a soñar, quiero un timeline de Twitter o un muro de Facebook en los que mis colegas y amigos, además de los tropecientos mensajes que animan a leer (y no a escribir), publiquen también alguno que anime a hacer música con la misma vehemencia.

ACTUALIZACIÓN (11/08/2014): el usuario de Youtube que había publicado el vídeo compartido en ese tweet lo ha borrado. Afortunadamente está disponible en otra cuenta:

Tocar un instrumento musical

En pleno período vacacional, gracias a un tweet de Música a la carta, he descubierto un vídeo que, una vez más, nos cuenta que tocar un instrumento musical es una de las actividades más beneficiosas para el cerebro humano. Lo hace de forma muy gráfica y amena, en inglés con subtítulos en español.


Ampliaría la dedicatoria a los papis cuyos hijos no son estudiantes de música, para que sepan lo que se pierden; a los ministros, los consejeros y los (pocos) pedagogos que les asesoran, para que se planteen una política educativa totalmente diferente; a los orientadores, los tutores y los profesores de otras asignaturas, para que dejen de considerar la música como una asignatura sin importancia (quien ha estado alguna vez en una sesión de evaluación sabe muy bien a qué me refiero).

Ya puestos a soñar, quiero un timeline de Twitter o un muro de Facebook en los que mis colegas y amigos, además de los tropecientos mensajes que animan a leer (y no a escribir), publiquen también alguno que anime a hacer música con la misma vehemencia.

ACTUALIZACIÓN (11/08/2014): el usuario de Youtube que había publicado el vídeo compartido en ese tweet lo ha borrado. Afortunadamente está disponible en otra cuenta:

Invierno porteño, verano veneciano

Invierno - verano

A partir de “Year”, CC Ignacio Conejo en Flickr

En 1970, el bandoneonista argentino Astor Piazzolla compuso Invierno porteño, la última de sus Cuatro estaciones porteñas, que había empezado a escribir cinco años antes. Más de un cuarto de siglo después, el compositor ruso Leonid Desyatnikov quiso acercar esa obra a las Cuatro estaciones más famosas de la historia de la música, las de Antonio Vivaldi. Para eso las transcribió para violín solista y cuerda y les dio una estructura tripartita, aún manteniendo un solo movimiento por cada estación, y hasta incluyó citas de la obra vivaldiana.

Al realizar esta última acción no se le escapó un detalle muy importante: cuando entra el invierno en Buenos Aires, en Venecia empieza el verano, cosa que ocurre hoy mismo. Así que en Invierno porteño insertó fragmentos del Verano de Vivaldi, algunos literales (2:34 en el primer vídeo, la interpretación de Rusanda Panfili del tango de Piazzolla, y 8:57 en el segundo, en el que Mari Silje Samuelsen toca el concierto de Vivaldi) y otras reelaboradas, como las variaciones sobre el segundo movimiento de la obra de Vivaldi con las que termina la de Piazzolla-Desyatnikov.

Creo que esta es la música más adecuada para desearos que disfrutéis un feliz verano o invierno, dependiendo de donde estéis, y en ambos casos una feliz Fiesta de la Música.

Invierno porteño, verano veneciano

Invierno - verano

A partir de “Year”, CC Ignacio Conejo en Flickr

En 1970, el bandoneonista argentino Astor Piazzolla compuso Invierno porteño, la última de sus Cuatro estaciones porteñas, que había empezado a escribir cinco años antes. Más de un cuarto de siglo después, el compositor ruso Leonid Desyatnikov quiso acercar esa obra a las Cuatro estaciones más famosas de la historia de la música, las de Antonio Vivaldi. Para eso las transcribió para violín solista y cuerda y les dio una estructura tripartita, aún manteniendo un solo movimiento por cada estación, y hasta incluyó citas de la obra vivaldiana.

Al realizar esta última acción no se le escapó un detalle muy importante: cuando entra el invierno en Buenos Aires, en Venecia empieza el verano, cosa que ocurre hoy mismo. Así que en Invierno porteño insertó fragmentos del Verano de Vivaldi, algunos literales (2:34 en el primer vídeo, la interpretación de Rusanda Panfili del tango de Piazzolla, y 8:57 en el segundo, en el que Mari Silje Samuelsen toca el concierto de Vivaldi) y otras reelaboradas, como las variaciones sobre el segundo movimiento de la obra de Vivaldi con las que termina la de Piazzolla-Desyatnikov.

Creo que esta es la música más adecuada para desearos que disfrutéis un feliz verano o invierno, dependiendo de donde estéis, y en ambos casos una feliz Fiesta de la Música.