Quien dice ronqueras dice molestias, cosquilleos, picores, etc. de los que es posible que ni seas consciente.
Un problema muy grande que se encuentran los cantantes es que “la voz no sale”. Es raro, pero así lo describe mucha gente.
Cuando “la voz no sale”, ya sea porque se te engola, te falta potencia o lo que sea, solemos hacer una de estas dos cosas:
O bien intentamos hacer que salga a base de hostias, haciendo más de lo mismo pero más fuerte.
O bien intentamos cambiar el enfoque de forma drástica, para ver si va mejor por otro camino.
Ambas opciones tienen cabida, dependiendo de la situación, pero la segunda suele ser mejor opción… hasta cierto punto.
Si cuando cantas te haces daño, está claro que tienes que cambiar algo. Si sigues de esa forma, tu voz acabará mal.
Todo esto te lo explico porque hace años que veo un patrón muy curioso.
Cuando trabajo con alguien que nunca ha cantado antes y empezamos a conseguir cosas interesantes, suele atribuir el éxito a la suerte.
Cuando trabajo con alguien que lleva años y años cantando y empezamos a conseguir cosas interesantes, suelen atribuirlo a sus años de experiencia.
Pero la realidad es que la experiencia no es tanto una cuestión de tiempo. Es más una cuestión de enfoque y precisión.
Da igual que lleves años cantando si siempre has estado forzando tu voz o cambiando tu enfoque al cantar semana sí semana también.
Porque la realidad es que, cada vez que mejoras tu técnica vocal, deberías buscar cambios más pequeños, mucho más precisos, simplemente porque cada vez estás más cerca de hacer diana.
Y eso no necesariamente tiene que ver con los años que llevas cantando. Tiene que ver con los años que llevas experimentando con tu propia voz.
Si nunca has entrenado tu voz como es debido, aunque lleves años cantando, te recomiendo que empieces cuanto antes. Y si aún no has empezado a cantar, no vayas al tuntún y empieces a adquirir malos hábitos.
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Hace unos días me quedé hablando un rato con mi alumno Manuel.
Es un tío de poco más de 60 años que tiene las cosas muy claras, y eso me encanta.
Estuvimos hablando de política, de economía, … temas que suelen encender fuegos, y no de los buenos.
También me estuvo contando algunas de sus historias de la mili, y de un tío que encerraron en el calabozo que, en su carnet, su profesión aparecía como «Profeta».
(Si eres de fuera de España, «la mili» es el nombre coloquial que se le daba al servicio militar obligatorio en España).
Total, que no sé muy bien cómo, pero salió el tema de la buena y la mala suerte.
Manuel lo tiene clarísimo: la suerte juega un papel ridículo en tu trayectoria en la vida. Fue muy tajante en eso.
Yo no estoy tan de acuerdo, pero a medida que hablábamos lo fui viendo un poco más como él lo ve.
Me dijo que la suerte sí existe, y me puso como ejemplo que si estalla una guerra, es mala suerte. Tú no puedes hacer nada para evitarlo (como ciudadano de a pie).
Pero hasta para que te toque la lotería tienes que jugar. Tú decides si juegas o no.
Yo le expliqué cómo conocí la técnica Speech Level Singing. Resumiéndolo muchísimo: no estaba contento con mi progresión en mis clases de canto y cada día me metía en Internet a buscar (en el año 2005).
Yo le dije que considero que tuve suerte de tener acceso a Internet porque mis padres se lo podían permitir, y de que alguien, en algún lugar del mundo, decidió escribir públicamente sobre esta técnica en Internet.
Considero que tuve suerte de que, en una de esas búsquedas, topé con esa página.
Tuve suerte de entender el inglés, a pesar de no haberlo estudiado nunca de forma reglada (lo mío antes era aprender al más puro «estilo de la calle» ).
Pero Manuel me hizo verlo distinto:
Hice caso a mi instinto cuando éste me decía que lo que estaba haciendo en mis clases de canto no funcionaba.
Tuve la inquietud y tenacidad de meterme en Internet cada día después de trabajar (estaba en pleno cierre de mi primer videojuego publicado, y era un estrés, trabajando incluso por la noche).
Tuve la iniciativa de ver películas y series en inglés con subtítulos en castellano, y buscaba por Internet el significado de cada palabra y expresión que no entendía.
Y gracias a toda esa conjunción de cosas, pude acceder a aquella información que me abrió los ojos.
Si hubiese dedicado todo ese tiempo a… yo qué sé… jugar a videojuegos, no habría llegado a donde llegué, y a donde he llegado hoy.
Porque nunca me imaginé que algún día estudiaría con el creador de Speech Level Singing, y mucho menos que llegaría a formarme con él.
¿Hay suerte en esta historia? En parte sí, porque tuve la suerte de tener los padres que tengo, pero me pudieron dar lo que tuve no por suerte. Me lo dieron porque se dejaron la piel trabajando.
Pero sin mi acción… no me estarías leyendo ahora.
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Cuando un niño o niña aún no tiene la voz completamente desarrollada, puede trabajar su técnica para que la transición a su voz adulta no sea un problema.
Hay muchos niños varones que de pequeños cantaban genial, pero que tuvieron que dejarlo después del cambio de voz, por la tontería de no haber anticipado ese cambio trabajándolo.
Y si ya tienes una edad, es probable que tu voz no sea tan flexible como cuando eras joven, pero puedes entrenar para que lo sea.
Pero la cosa va más allá.
Cuando ganamos años, la voz sigue cambiando y su sonido es mucho más rico. Si sabes gestionar esos cambios físicos, tu voz puede tener un sonido mucho mejor que cuando eras joven.
Qué cosas…
En fin, que aunque ya te quede lejos de lo de la edad preadolescente, te animo a que leas la entrevista que nos hicieron porque, como he dicho, TODAS las voces funcionan igual.
Nuestra técnica funciona con cualquiera por este mismo motivo, siempre y cuando dediques tiempo a practicar.
Porque aquí no hay regalos. Esforzarse en estudiar una buena técnica es lo que te dará la recompensa de una buena voz.
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No, mente perversa. No es nada de eso. Esto va de las limitaciones que nos ponemos a nosotros mismos.
¿Cuántas veces has pensado “yo no puedo”? Yo lo he hecho muchísimas veces en toda mi vida.
Tengo suerte de ser insistente, y a pesar de decirme ese tipo de frases, hacer las cosas igualmente.
Bueno, algunas veces he metido la pata por ser tan insistente, pero por lo general no me voy a quejar. De una forma u otra, a base de machacar mucho, consigo lo que me propongo.
Creo que es mucho peor no ser insistente y ponerte en manos de tus limitaciones autoimpuestas.
Es verdad que existen limitaciones que no podemos salvar de ninguna forma. Por más que quiera yo no voy a medir nunca 1,90m. Da igual como me ponga y lo insistente que sea.
Pero esas limitaciones realmente no suelen ser un problema en la vida.
En cambio, privarte de la oportunidad de hacer algo por el simple hecho de que CREES que no puedes, es un error garrafal.
Mi alumna Emma es genial. Y a este paso me va a pagar unas vacaciones en El Caribe.
Emma canta bastante bien, y por esa razón estamos trabajando en cosas muy difíciles.
Cada vez que está haciendo bien un ejercicio o una canción, todo perfecto. En cuanto tiene el más mínimo fallo, se para en seco y dice ¿ves? ¡No puedo!.
Hace ya tiempo le dije: cada vez que me digas “no puedo”, lo volveremos a intentar cambiando algo y cuando te salga bien, me deberás un euro.
Pues chatos y chatas, aún no me he cobrado la deuda, pero el día en que lo haga seré más rico que Rockefeller
Ella se ríe cada vez que le digo “me debes un euro más”, después de conseguir algo que ella decía que no le salía.
Ríe Emma, ríe…
Y tú, que me estás leyendo, si también te pones muchas limitaciones a tus capacidades y subestimas lo que puedes o no puedes llegar a conseguir, POR FAVOR, empecemos a trabajar juntos.
Dime todos los “no puedo” que seas capaz, que ya hace muchos años que me quiero hacer un implante capilar, y van muy caros.
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Muchos de los músculos que utilizas para hablar y cantar, se utilizan en el sistema respiratorio.
También hay muchos músculos del sistema masticatorio que están extremadamente cerca de los músculos del aparato fonador.
Esto hace que tu cerebro se haga un lío y mezcle funciones cuando no debe.
¿Has sentido alguna vez tensiones al cantar? Probablemente sean músculos del sistema masticatorio entrando en juego.
Y por si esto fuera poco, tu estado emocional también puede afectar a los músculos de tu cuerpo, incluyendo a los de tu aparato fonador.
Cuando estés entrenando tu voz, tienes que tener un plan para que todo esto no te entorpezca.
Y justamente de este plan quiero hablarte en este epiosdio, para que puedas optimizar tu rutina de práctica.
Una meta clara en mente hará que progreses más rápido
Si te pones a cantar para divertirte, ¡genial!
Esa es la finalidad, ¿verdad?
Pero no tienes que confundir eso con entrenar tu voz.
Cuando entrenas tu voz, tienes que estar buscando cumplir una meta, y tienes que hacerlo de forma consciente.
Los ejercicios por sí solos no van a hacer que mágicamente tu voz mejore.
De hecho, lo importante es saber qué tienes que buscar mientras los haces. Muchos ejercicios diferentes pueden cumplir una misma meta.
Y para cumplir una meta clara necesitas dos cosas:
1. Saber qué meta tienes que buscar
Tanto si entrenas con un experto vocal que te guíe como si entrenas por tu cuenta, necesitas instrucciones claras.
El mayor enemigo de las instrucciones claras son instrucciones que dan lugar a interpretación.
Te recomiendo que utilices lenguaje objetivo y preciso cada vez que te pongas (o te pongan) una meta a conseguir con tu voz.
Con lenguaje objetivo y preciso me refiero a que no haya lugar a la interpretación, insisto.
Por ejemplo, una meta como “llevar la voz a la cabeza” es muy ambigua.
Dos personas pueden entenderlo de forma muy distinta. Una puede entender que debe hacer fuerza para que la voz llegue hasta la cabeza, y otra puede entender que debe sentir algún tipo de vibración en esa zona.
Son dos posibles interpretaciones, pero hay tantas como personas en el mundo.
Pero también debes tener cuidado con las metas que parecen precisas y no lo son, como por ejemplo “sentir la voz en la máscara”.
Por lo general, si una meta trata sobre las sensaciones que debes tener al utilizar la voz, es una meta subjetiva.
Cada persona puede sentir cosas muy diferentes a otra al utilizar su voz.
Tienes que encontrar tus propias sensaciones físicas.
Una meta mucho mejor definida podría ser “reducir el volumen en las notas agudas”.
Ahí no hay ninguna duda de lo que tienes que conseguir.
Si consigues bajar el volumen, sabrás que has llegado a la meta, sin importar lo que sientas en tu voz.
2. Saber cómo puedes conseguir llegar a esa meta
Cantar es una actividad física que hacemos guiándonos por sensaciones.
Por eso aprender a cantar mejor es tan complicado.
No puedes basarte en las sensaciones de otros cantantes porque para cada persona esas sensaciones son diferentes.
Pero necesitas esas sensaciones para saber cómo cantar mejor.
Qué dolor de cabeza…
Por eso, por extraño que parezca, la única forma de saber cómo llegar a una meta es llegando.
Si seguimos el ejemplo de antes de “reducir el volumen en las notas agudas”, tienes que vivir en primera persona lo que es cantar una nota aguda a bajo volumen.
Sólo entonces verás lo que tienes que sentir, y será en ese momento en el que hayas creado tu primera referencia sensorial que podrás utilizar de ahí en adelante.
Por muchas explicaciones que recibas, por mucho que leas y por muchos vídeos que veas, no vas a avanzar si no consigues esa experiencia.
¿Que fue primero? ¿El huevo o la gallina?
Aunque parezca que sea imposible llegar a una meta sin un golpe de suerte, hay una diferencia entre la voz y las gallinas.
Conocemos el funcionamiento de la voz, y sabemos qué tipo de ejercicios hay que utilizar para conseguir ciertas metas.
Por ejemplo, si quieres reducir el volumen en las notas agudas, un buen comienzo sería simplemente pensar en bajar el volumen.
Si no funciona, puedes utilizar uno de los varios ejercicios semi-oclusivos que existen.
Si no funciona, puedes utilizar escalas musicales concretas que propicien un volumen bajo.
Si no funciona, … ya me entiendes.
Si tienes clara tu meta y sabes cómo funciona la voz, puedes inventarte muchos ejercicios diferentes para llegar a esa meta.
Y tampoco se trata de pensar “el ejercicio MA MA MA sirve para esto, el NEI NEI NEI para esto otro”.
Cada ejercicio puede resolver muchos obstáculos vocales diferentes, dependiendo de su planteamiento.
Por eso es tan importante seguir una lógica basada en el comportamiento y pedagogía de la voz.
Y recuerda: la única subjetividad válida para ti es la tuya.
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