Generalmente todas las personas nos asomamos al maravilloso mundo de la música en la infancia, cantando, bailando, aprendiendo a tocar un instrumento... esas experiencia dejan una impronta en la psique y en el cuerpo tanto para bien como para mal. Un buen profesor/a de música en la escuela puede despertar a los niños, como si de un mago se tratara, al mundo de la emoción y de la fantasía sonora. De la misma manera, una mala experiencia puede cerrar esa ventana para siempre. En aquellos niños en los que se enciende la llama es importante que los docentes sepamos avivarla y cuidarla.
Sin embargo, una llama intensa, que se traduciría en tener unas buenas condiciones físicas y musicales, no son suficientes para poder desarrollar una carrera musical. Los músicos somos como los corredores de fondo, deben entrenar tanto su cuerpo como su mente para transcurrir por un camino que les lleva toda su vida y para ello es necesario cultivar una buena actitud hacia el aprendizaje y mucho amor hacia la música así como grandes dosis de humildad.
Tener una buena actitud es en la mayoría de los casos tan importante como tener una buena voz. Siempre digo, que de nada sirve tener un piano de cola si no se sabe tocar, o es absurdo poseer un Ferrari si no se tiene siquiera el carnet de conducir. En el caso de los cantantes se piensa a menudo que un buena voz será garantía de éxito, nada más lejos de la realidad.
Grandes voces se han malogrado por falta de técnica y preparación. Mientras uno es joven parece (un creencia falsa) que la voz no tiene límites. Eso no es así, si uno no conoce su instrumento, sus límites y cómo cuidarlo, con el transcurso de los años se encontrará que de la noche a la mañana no le responde y no sabrá qué hacer. A cantar se aprende, a conocer los límites de la voz se aprende, a desarrollar todo el potencial musical y vocal se aprende... es cuestión de tener una buena guía y ser perseverante.
Desde esta bitácora me gustaría animar a todos aquellos que estén en un momento de desánimo, porque es necesario que sepan que el aprendizaje musical se produce "de rellano a rellano de escalera", quiero decir que se alternan épocas en las que los avances son rápidos y evidentes con otras en las que parece que uno se queda estancado. Si se tiene una buena guía y se trabaja consistentemente estos periodos no son otra cosa que un momento de re-estructuración neuronal tras los cuales se podrá acceder a otro nivel de competencia. Y para ello es necesaria la confianza y la actitud de superación.