Diariamente estamos expuestos a multitud de estímulos y nuestros “sensores” envían dicha información al cerebro para que éste la interprete y proporcione la oportuna respuesta.
El cerebro procesa conscientemente solamente una parte de ellos, pudiendo originar cambios en nuestras constantes fisiológicas y afectar a nuestro estado emocional, repercutiendo a su vez en nuestros actos conductuales.
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