La sabiduría práctica como parte del oficio docente remite a formas saber no articuladas ni racionales. Implican pericia como ejecución espontánea de acciones que requieren cierta cualificación, receptividad agudizada, que se piensen las experiencias para poder extraer significados e implicaciones, y capacidad de tomar decisiones adecuadas sin ser capaz de justificarlas ni explicarlas en el momento de los hechos. Esta sabiduría es sintética y no analítica, conlleva una implicación emocional, descansa sobre procesos mentales no conscientes y viene acompañada de una sensación de acierto que no tiene por qué ser definitiva.
A la hora de la evaluación, nos ofrece un medio vital, aunque falible, que evalúa los resultados más nuevos cuando todavía no tenemos construidos los criterios válidos y de confianza para hacerlo. Se trata de una pericia fluida y flexible, porque no hay tiempo para pensar antes de actuar. Hay que apoyar en los procesos formativos el crecimiento de destrezas que hagan referencia al hecho de convivir con esta incertidumbre.
A la hora de la evaluación, nos ofrece un medio vital, aunque falible, que evalúa los resultados más nuevos cuando todavía no tenemos construidos los criterios válidos y de confianza para hacerlo. Se trata de una pericia fluida y flexible, porque no hay tiempo para pensar antes de actuar. Hay que apoyar en los procesos formativos el crecimiento de destrezas que hagan referencia al hecho de convivir con esta incertidumbre.
Tomado de:Barberà Gregori, Elena. Canvis en l’acció docent: de les clases presencials a les clases virtuals. Ed. UOC
con esta incertidumbre.