El pasado 7 de noviembre falleció Leonard Cohen, poeta, novelista y cantautor canadiense. «Uno de los cantantes y compositores más fascinantes y enigmáticos de finales de los 60».
Pertenece a la galería de músicos del Salón de la Fama del Rock and Roll de los Estados Unidos y en el Salón de la Fama Musical de Canadá.
Recibió la Orden de Canadá, la Orden Nacional de Quebec y en 2011 el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Cohen creó canciones inolvidables durante 50 años de carrera musical.
Hijo de un sastre y una enfermera, de origen judío, nació en Montreal (Canadá), en 1934. A los nueve años perdió a su padre y tuvo que llevar el peso de ser un primogénito que debía velar por su madre y su hermana. Cohen encontró en la escritura su refugio emocional para superar la situación familiar.
A los 16 años tuvo el primer encuentro con la poesía de Federico García Lorca, su principal influencia. La soledad de la poesía de Lorca lo marcó, se identificaba plenamente con él y halló en sus versos su propia voz. Apartir de ese momento comienza una fructífera conexión con España y el mundo del flamenco.
Durante sus años de estudiante de Literatura en McGill, su relación con el mundo literario se enriqueció al conocer la obras de los grandes escritores como T. S. Eliot, Dostoievski, James Joyce, Dylan Thomas, Allen Ginsberg, Rimbaud, Mann, Ezra Pound, Goethe, Schiller y toda la gran fuente de la creación literaria occidental.
Fue alumno de dos importantes poetas canadienses: Louis Dudek e Irvin Layton quien influyó especialmente en su desarrollo como escritor. En 1954 publicó sus primeros poemas en la revista literaria de la universidad y ganó un importante concurso de poesía. Su talento fue reconocido y lo compararon incluso con James Joyce.
Sus primeros poemas tratan de la búsqueda del amor, del sentimiento religioso y del miedo y se recogen en su primera publicación Comparemos mitologías,que vieron la luz en 1956. En ese mismo año recibió un importante galardón a su trabajo. En Montreal y Toronto se empezó a hablar de la gran promesa de la poesía canadiense. Ese año también decidió mudarse a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Columbia.
Nueva York le abrió una nueva frontera y allí pudo ser testigo de grandes cambios culturales y sociales que le hicieron madurar. Se encontró con los poetas beat y se quedó fascinado con la música de Woody Guthrie, Hank Williams y Johnny Cash.
Emprendió viajes por varios lugares del mundo donde fue testigo de hechos históricoa importantes. Fue a Cuba a apoyar a Fidel, a Inglaterra y a Israel. Pero el que más marcó su vida fue a Grecia, a la isla de Hidra, donde conoció a Marianne, la gran musa que le inspiró una de sus canciones más hermosas, So Long Marianne.
En 1966 volvió a Nueva York en el auge de la psicodelia y el movimiento hippie. La ciudad se había dejado seducir por el diseñador y polifacético Andy Warhol y la Factoría, la ciudad de los Velvet Underground, Nico y Judy Collins, clave en su carrera como cantautor y a quien cedió una de sus primeras canciones, Suzanne, hecho que le abrió las puertas de la dicográfica Columbia. John Hammond, el mismo que reclutó a Dylan, se quedó encantado por la poesía y las melodías de Cohen.
En un lapso de diez años, había publicado seis libros, cuatro de ellos de poesía y dos novelas biográficas, siendo la más relevante El juego favorito (1963), un compendio de vivencias de la niñez hasta sus viajes.
Ahora sus sueños de llegar a ser un cantautor como Bob Dylan, a quien admiraba profundamente, se estaban cumpliendo. Su album Songs of Leonard apareció en diciembre de 1967 y dio cuenta de una sensibilidad única para plasmar ideas o pensamientos que iban desde el amor, el desamor, la religión, la guerra, el nazismo, la muerte y sus preocupaciones espirituales.
Con el tiempo se convirtió en un clásico gracias a canciones como Suzanne, Sisters of Mercy, So Long, Marianne y The Stranger Song, todas caracterizadas por un timbre de voz grave, místico e inconfundible.
En 1977 lanzó su ábum Death of a Ladies’ Man,que el mismo consideró como menos logrado pero que realmente contiene grandes canciones como True Love Leaves No Traces, Paper Thin Hotel y su manifiesto emocional Death of a Ladies’ Man, la muerte del mujeriego.
HALLELUJAH ENLAZA
Cuatro años más tarde, Cohen regresó con el álbum I’m Your Man, el más exitoso en términos comerciales y que le dio un importante grado de visibilidad a finales de los años 80.
En los 90, su legado fue ampliamente reconocido a través de tributos y homenajes liderados por Bono y Nick Cave. Llevar una vida austera y humilde le permitió ver con otra perspectiva la década. Su álbum The Future de 1992, único editado en ese periodo, es una especie de canto profético ante la desbordada violencia racial que se vivía en Los Ángeles con la canción Anthem como referente.
Tras una intensa gira, el agotamiento le llevó a tomar la decisión dedicarse de lleno a su familia, a la pintura y a la poesía y a resolver asuntos emocionales. En esta etapa llegó a recluirse durante cinco años en el monasterio de Mount Baldy, donde se ordenó como monje budista.
Esta época de recogimiento acaba con la entrada del nuevo milenio debido a un terrible desfalco financiero que le causó su representante, Kelly Lynch, quien le robó varios millones de dólares, además hacerle perder los derechos de sus canciones. En el 2005, con 71 años, Cohen se enfrentó a la bancarrota empeñó su casa, recuperó algo de dinero y decidió trabajar nuevamente para cubrir ese hueco financiero.
Realizó numerosas giras por Canadá y Europa entre 2007 y 2009. Editó un álbum en vivo memorable, Live In London, y decidió darle continuidad a su carrera mientras la salud se lo permitiera. Y así fue, pues nos regaló otros tres álbumes en estudio.
Hace un par de semanas había presentado su nuevo disco, You Want It Darker, justo al otro día que se anunció el Nobel de Literatura para Dylan. Es un gran disco en el que explora las preocupaciones de un hombre adulto ante la inminente llegada de la muerte. Dijo que estaba preparado para el final, pero también acudió a la ironía para sustentar tal afirmación. “Solo estoy dejando la casa en orden”.
FUENTE: JACOBO CELNIK